Se despertó una vez, cuando el sonido del despertador era demasiado pesado. Se despertó de golpe y comenzó a correr mientras se sacaba su pijama.

- Otra vez…- dijo Kero con aspereza, mientras salía de su pequeña habitación en el segundo cajón del escritorio.

Cuando fue en busca de su pollera, se enredó en los cables de la consola, cayéndose al suelo.

- ¡Kero! ¡Cuantas veces te he dicho que no dejes las cosas en el suelo!.- gritó, mientras se ponía de pie.

Bajó las escaleras de forma abrupta y poco silenciosa.

Buenos días, mounstruo- saludó Touya, con sorna.

Buenos días, pequeña Sakura.

Luego de la usual pelea "nomedigasmounstruo", saludó a la foto de su madre y se dedicó a tragar el desayuno y salir patinando para la secundaria.

Era una hermosa mañana con un poco de viento pero la calidez no disminuía. Pronto llegó al colosal edificio que aún se encontraba vacío porque era muy temprano. Hoy le tocaba hacer servicio con Shaoran así que lo encontró en el salón ordenando los bancos.

Buenos días- le dijo ella, abalanzándose hacia el.

Buenos días- sonrió el mientras la abrazaba.

Se alejaron un poco para besarse disimuladamente. Sakura se separó para dedicarse a las tareas pero Shaoran la agarró del brazo, acercándola hacia el y haciéndola estremecerse de forma placentera. Agarró su rostro con una de sus manos, mientras ella cerraba sus ojos y sentía como su corazón latía de forma acelerada. Le dio un pequeño beso en la comisura de sus labios, para luego comenzar a adentrar el beso que la iba derritiendo por dentro y fuera. Su lenguas entrando lentamente en la boca del otro, sus labios sumamente deseosos de ser consumidos constantemente. La mano de ella en su cuello y la de el en su espalda. Ella adentrando su mano en su cabello color chocolate y la de el bajando a su cintura. Se dieron un minuto para respirar y apoyaron sus frentes mutuamente.

Hola- dijo el sonriendo.

- No puedes hacer eso y luego pretender que no pase el resto del día volando.

- Planeo hacer mucho mas de eso en el correr del día, señorita, pero ahora están por llegar el resto…

Hacía un año que Shaoran había vuelto de Hong Kong y el maravilloso sentimiento de alegría el tenerlo en Tomoeda era indescriptible. Sakura volaba por las nubes por ese amor que le brindaba su querido Shaoran. Y ahora todo era perfecto.

A la hora del recreo, ella y Tomoyo fueron a sentarse en la hierba y observaron el cielo totalmente despejado y la brisa correr en sus rostros. Tomoyo le hablaba de su pasión que eran los vestidos y el hecho de que le gustaría que ella los usara para sacar fotografías. No se resistió mucho porque sabía que Tomoyo no se rendiría hasta que aceptara.

Al atardecer, Sakura iba a su casa de la mano acompañada por Shaoran. Estaban pasando por el Parque Pingüino cuando notaron que dos personas iban caminando detrás de ellos. Al principio no fue de su preocupación hasta que notaron lo atentos que estaban a sus movimientos. Comenzaron a caminar un poco mas acelerados y notaron como estas sombras seguían sus pasos del mismo modo.

Corrieron casi asustados hasta la casa de Sakura. Los dos hombres ya no estaban allí.

En la casa no había nadie excepto Kero, quien salía de la cocina para con un trozo de pastel en su mano. Pero se detuvo al ver la cara de ambos.

¿Qué les pasó?- dijo, mientras volaba hacia ellos.

Alguien nos siguió- dijo Shaoran.

¿Qué quieres decir con eso?.

Dos hombres nos venían siguiendo desde el parque Pingüino.

Shaoran, ¿qué tal si mañana me siguen a la escuela? – dijo Sakura con miedo.

Mañana yo vengo a buscarte.