Hola, gente bonita! Cómo están? En realidad pongo este pequeño comentario aquí para aclarar un pequeño punto. No creo que se acuerden pero, si alguno esta en esto de los Fanfic potterianos desde hace mucho tiempo y tiene una excelente memoria capaz que sí. Yo empecé a subir esta historia hace ya bastante tiempo (cuando recién salía la traducción de HPyeCdF)... es por eso que para leerla se tiene que olvidar de todo lo que nos enteramos al leer HPylOdF; pero por una u otro razón (nunca supe por qué) de la noche a la mañana la página ya no me dejaba agregar capítulos; por más que lo intenté, no pude hacer nada. Así fue que un día que estaba especialmente cruzada eliminé los tres únicos capítulos que había conseguido subir... Y nunca más volví a intentarlo hasta hoy.
En fin, espero que les guste. Ya tengo varios capítulos escritos pero los voy a subir de a poco porque me esta costando un poco seguir escribiendo. Cariños y chuachau.
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Capítulo I: Sentimientos de Deja vu
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Se encontraba en un gran prado verde, ni una flor crecía alrededor. Un bosque se extendía a su derecha con apariencia de impenetrable. Frente a ella había una pequeña pila de… ¿Varitas mágicas Parecen ramas para una antorcha pensó. Miró por encima de la pila, la luna con su suave luz apenas iluminaba pero le fue suficiente para distinguir las siluetas de muchas personas que se movían a su alrededor. De pronto, de la nada apareció una llama en su mano y, antes de que se pudiera preguntarse cuándo la había conjurado, la arrojó al montón de varitas prendiéndoles fuego. Inmediatamente la pequeña llama tomó un color verde claro y una melodiosa vos empezó a recitar suavemente, repitiéndolo una y otra vez:
Entre mil almas escogí la
tuya
para que me sirvas,
día a día…
vida
tras vida.
El fuego consumirá tu carne,
el mundo tu
mente
mas tu alma me pertenece…
¡¡ETERNAMENTE!
Una poderosa sensación de terror se apoderó de ella y cada palabra de esa melodía se asemejaban a cintos de agujas clavándose en sus oídos y mente. ¿Qué estoy haciendo¿Qué está pasando . Deseó gritar pero las palabras se negaban a salir de su boca. Sintió una opresión en el pecho. Una poderosa sensación de deja vu la invadió pero... ¿Cómo? y ¿Cuándo?. No quería estar ahí, necesitaba huir…
Las personas a su alrededor comenzaron a formar un circulo fuera de la luz de la pequeña antorcha, se comenzaba a sentir atrapada pero su cuerpo no reaccionaba a sus pensamientos, tan sólo permanecía parada allí… totalmente inmóvil. La fogata siguió creciendo, de a poco, hasta alcanzar casi su altura y, junto con ella creció el temor que la invadía y esa terrible opresión. Trató de alejase del inmenso calor que despedía esa maldita cosa pero trastabillo en el primer paso y calló de espaldas al suelo con un golpe secó. Sentía mucho dolor y calor, cuando por fin pudo volver a abrir los ojos un hombre se encontraba frente a ella de espaldas, horrorosamente cerca del fuego.
Ella levantó la vista por sobre la llama y quedó espanta ante la visión. Se llevó una mano a la boca y la otra al estomagó, sentía unas terribles ganas de vomitar. Había seis chicos colgados de los brazos sobre el fuego, todos ensangrentados. Se obligó a volver a mirarlos sin saber bien el por qué y al examinarlos más detalladamente con la vista pudo ver que estaban pálidos, como muertos, y los más horrible que una de esas tres niñas que estaban ahí era ella… ¡¡¡ella misma! Hace doce años. Toda cubierta de sangre. Con sus amigos… otra vez sintió ganas de vomitar, mucha más fuerte que la primera vez. Las lágrimas inundaron sus ojos y tubo que voltearse.
– ¡¡Levántate, ve! – Ordenó el hombre frente a ella…
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– ¡¡NO! – Gritó la joven mujer abriendo los ojos de repente e incorporándose.
– ¿Lily¡Lily¿Qué pasó? – Preguntó James a su lado con algo de miedo, tal vez debido a su repentino despertar.
Lily tenía las manos sobre el rostro y respiraba agitada. Rápidamente, James, se sentó junto a ella y la abrazó fuertemente; todavía medio aturdido, comenzó a acariciarle la cabeza para tranquilizarla.
– ¿Qué paso? – Dijo ella con voz temblorosa después de un breve silencio.
– ¡No lo sé¿Tuviste una pesadilla?
– Pe… sadilla – Repitió la joven como si hubiera sido la primera vez que escuchaba esa palabra.
– ¡Sí, una pesadilla¿Qué soñaste?
Lily se separó de su marido, abrazó sus rodilla y apoyó la cabeza sobre ella, con la mirada fija en el muro opuesto. Todavía respiraba un tanto rápido pero estaba mucho más tranquila, eso se notaba. James se quedó mirándola un largo rato, esperando a que ella dijera o hiciera algo… o aunque sea lo mirara.
– ¿Lily? – Llamó con suavidad cuando se aburrió de la espera y apoyando la mano en su espalda.
La muchacha dejo escapar un leve gemido de dolor y se movió para evitar el contacto.
– ¿Qué pasa? – Él se escuchaba muy preocupado.
– Nada – Respondió secamente. – No me siento del todo bien así que tomaré un baño – Anunció inexpresivamente, levantándose antes de que James pudiera decir nada.
– Pero… – Trató de rebatir mientras la veía con expresión angustiada.
– ¡No te preocupes! – Lo interrumpió con una sonrisa dulce en la que no participaron sus ojos – De verdad… Estoy bien.
Lily tomó una túnica del armario, haciendo caso omiso a la mirada preocupada de su marido que seguía sentado en la cama en un sepulcral silencio, y se dirigió al baño.
James sabía que debía haber dicho algo. Se arrogó a la cama con las manos en la cara, furioso consigo mismo. Era verdad, no tenía que preocuparse con lo que le pasaba a Lily, después de todo era… ¿"normal"? y el angustiarse sólo conseguía que ella se sintiera peor con todo aquello.
Lily estuvo casi un hora bañándose. Él ya estaba a punto de volverse a dormir cuando por fin escucho que cerraban la ducha, entonces se paró y vistió rápidamente. Ya comenzaba a amanecer cuando salió de la habitación y se preguntó por qué no había abierto la cortina de madera que bloqueaban la salida al balcón de su cuarto.
La casa de los Potter estaba ubicada a una distancia prudente de pueblo muggle cercano, no muy cerca para que nadie se diera cuenta que ahí vivían magos y no tan legos como para que estuvieran del todo aislados. Era bastante grande… digamos, demasiado para una joven pareja con su único hijo que aún era un bebe. Tenía muchas habitaciones, para las visitas frecuente de los amigos (que habían mermado muy considerablemente en los últimos años), y estaba muy bien iluminada gracias a que casi todas la habitaciones de la planta baja (excepto el baño, por supuesto) tenían puertas de vidrio que llevaban al jardín. Y en la planta alta era lo mismo sólo que las puerta daban a los múltiples balcones. En muchos aspectos era ostentosa pero con una fachada amigable y accesible (Helen, la madre de James, se había asegurado de eso y después lo dejo personalmente al cuidado de Lily).
Sin darse mucha cuenta de lo que hacía, el joven bajo las escaleras en dirección a la cocina y, una vez allí, colocó unas salchichas a cocinar en una sartén y llenó la tetera de agua. Una vez que ya todo el desayuno estaba en marcha y comenzaba a llenar un biberón con leche, para calentarlo en el baño María que ya estaba preparado, se detuvo en seco preguntándose qué, diablos, estaba haciendo.
– ¡¡Está mañana estoy particularmente tonto! – Se dijo a si mismo, riendo un poco – ¡Lily se me burlará mucho cuando se lo cuente!
Apagó la hornalla en la que iba a calentar el biberón, sacó la varita del bolsillo de su pantalón (para estar en casa se solía vestir con ropa muggle) y le dio un suave golpecito con ella a la botella. Echó un poco de la leche en su muñeca para probarla y, exclamando ¡¡Perfecto se dirigió a grandes zancadas a la planta alta.
Se detuvo frente a una puerta pintada de un celeste clarísimo, casi blanco, que estaba levemente entornada. Se quedó un segundo mirándola sin moverse, luego suavemente la empujo.
– ¿Lily? – Dijo en un susurro al asomar la cabeza a la habitación.
– ¿Sí? – Preguntó la muchacha mirándolo con una sonrisa dulce.
Ella estaba apoyada sobre uno de los barandales de la cuna que se ubicaba en el centro de la habitación, justo debajo de la ventana. Se veía mucho mejor, eso era innegable. Su largo cabello rojo fuego estaba atado en una trenza cocida muy floja y los rayos de sol naciente, que entraban por la ventana abierta de par en par, le devolvían esos reflejos anaranjados y amarillentos que hacían pensar que se trataba de fuego de verdad. Sus ojos destellaban con la fuerza y el ánimo que caracterizaban su persona y su rostro irradiaba luz propia, como la más bella de las estrellas.
– ¿Ya te sientes mejor? – Quiso saber James entrando en la habitación y devolviéndole la sonrisa, aunque ya sabía la respuesta.
– ¡¡Por supuesto! – Aseguró ella dando un giro jovial sobre sus talones. – No hay nada que cure mejor que un baño de agua caliente ¿no te parece?
– ¿Y qué soñaste? – Inquirió él recuperando su aire serio.
– ¡¡Oh! Veo que preparaste el desayuno de Harry – Exclamó de repente la joven señalando el biberón que tenía en la mano su marido, como si nunca hubiera escuchado la pregunta del mismo.
James suspiró y recuperó su sonrisa:
– Sí, está es la hora usual a la que se despierta y, muy amablemente, nos despierta anunciarnos que tiene hambre.
Lily soltó una dulce risa y extendió la mano para que su esposo le pasara la botella.
– También te preparé el tuyo – Dijo James renuente a entregársela y con una expresión de satisfacción agregó: – ¡Al estilo muggle como te gusta!
Esta vez ella rió más fuerte:
– ¿Y lo quemaste?
– ¡Claro¿Lo dudabas? – Aseguró, riéndose él también de sus pocas habilidades para la comida muggle.
– ¡¡Estoy segura de que estará delicioso! – Afirmó tomando en brazos a su bebé que se había despertado después de la última carcajada de sus padres.
– ¿Me vas a decir que soñaste? – Volvió a interrogar seriamente James a su esposa, entregándole el biberón.
– ¿Qué soñé? – Dijo con aire de sincera confusión dirigiéndose a la planta baja – ¡Nada, que yo recuerde¿Por qué?
– ¡Vamos, Lily! – Exclamó él empezando a enojarse – ¡¡Te despertaste gritando!
– Tal vez es justamente eso – Argumento, deteniéndose en la puerta del dormitorio a mirarlo con su sonrisa más inocente – ¿Sabes que con un despertar muy brusco los sueños se olvidan?… – Y siguiendo su camino agregó: – ¡En todo caso, no debió haber sido nada importante!
James gruño enfurecido pero su esposa ya estaba bastante lejos para escucharlo. Sabía que se estaba burlando de él… Bueno, en realidad se lo imaginaba, pero de lo que estaba seguro era que ella SÍ recordaba lo que había estado soñando y no se lo quería decir. Respiró profundamente un par de veces. ¡Definitivamente, necesitaba relajarse!
