Capítulo I - El Inicio de un Plan


Sofia the first no me pertenece

El tiempo pasaba y era traicionero, mientras todos sus amigos y conocidos contraían nupcias él continuaba soltero, incluso su hermano menor, Hugo, se había casado hace un año con aquella princesa de Enchancia, Sofia.

Ere algo obvio, desde niños se notaba a leguas que esos dos terminarían juntos, debido a ello, Hugo era ahora el rey de Albuquerque, pues se había casado primero.

No le molestaba en lo absoluto, estaba muy feliz por su hermanito, él había tenido la suerte de encontrar el amor, a su alma gemela y ser feliz y sabía que el reino estaba en buenas manos, Hugo y Sofia serían unos grandes reyes.

Así que aprovecho su tiempo libre y viajó por todo el mundo, conoció a mujeres bellas, princesas encantadoras, algunas hermosas pero huecas y otras hermosas tanto en físico como en el corazón pero aun así el suyo aún no hallaba a esa persona importante, esa mujer que amaría el resto de su vida y formaría una familia con ella.

Buscaba una mujer con carácter pero a la vez con una gran dulzura, inteligente, encantadora y con una sonrisa sincera y pura, que su corazón fuera grande y bondadoso y que su inteligencia y valentía se notarán con solo verla.

No esperaba la perfección, eso estaba claro, solo quería a alguien que lo comprendiera y apoyará pero sobre todo que lo amara como él la amaría a ella.

En este momento se encontraba en el reino de Freezenberg, Astrid, era su mejor amiga y al ser invitado a la boda de su hermana, Hildegard con el hermano menor del príncipe de Cordoba, no podía decir que no, además todo los reinos estaban invitados, por lo que se encontraría con su hermano en esa cafetería en la que estaba tomando un chocolate caliente para ir con su familia. Debido a que Freezenberg tenía un clima frío todo el año, la mayoría de sus platillos y bebidas eran para mantener el calor del cuerpo.

Observando a varias parejas besándose y regalándose ramos de la flor nacional de Fretzenber, Urticalis, no pudo evitar sentirse un poco vacío y fuera de lugar, ¿llegaría el día en que encontraría al verdadero amor?.

- Hola Axel - la voz de su hermano lo saco de sus pensamientos y se dispuso a verlo.

Se veía más alto, ambos habían heredado esa genética de su padre, desde niño era atractivo y las princesas se aglomeraban para verlo, su cabello lo había mantenido con el mismo corte que siempre, definitivamente ambos habían resultado una buena combinación de sus padres.

- Hola hermanito, ¿cómo has estado? - le preguntó relajado y bromista.

- Bien, ¿y qué hay de ti?, hace mucho que no nos vemos, papá siempre me pregunta por ti, está ocupado pero vendrá en unas horas, dijo que no se perdería por nada del mundo de estar junto a sus dos hijos después de tanto - preguntó el oji verde oscuro al sentarse en la silla frente a él y pedir a una de las camareras que se acercara para tomar su orden.

Siempre que veía los ojos de Hugo no podía evitar rememorar a su madre, ella había sido la primera mujer importante en su vida.

- Es verdad, casi no hablo con papá, pero dime, ¿cómo está tu esposa?, ¿algún sobrino o sobrina para mí en camino? - preguntó divertido al observar el sonrojo en el rostro de su hermano pequeño, nunca dejaría de ser tan inocente.

- No...bueno, Sofia está bien, está visitado a sus hermanos y viene con ellos, Amber le envió un mensaje urgente pero no dijo de que se trataba - explicó Hugo mientras recibía una taza de té caliente de la mesera quien parecía intimidada al estar frente a dos jóvenes adultos muy guapos.

- A si, me acuerdo de ella, era la princesa mimada que siempre te perseguía y idolatraba, nunca se perdía uno de tus entrenamientos, incluso tenía accesorios con tu imagen - hablo un poco fastidiado al recordarlo. Amber, Hildegard y Clio se la pasaban como muchas otras princesas viendo el entrenamiento de Hugo para el Derby Volador cuando era niño, incluso encontraba excusas para ir a su castillo, siempre le pareció una niña, mimada, consentida y vanidosa, le encantaba presumir de todo lo que su padre le conseguía, joyas y demás.

- Bueno, sí, pero Amber ya no es la misma, ya no es tan vanidosa y se preocupa por los demás, además que está por tomar el trono de Enchancia - explicó por medio de lo que él mismo había visto en sus visitas a Enchancia, su cuñada demostraba ser una buena princesa y se veía que su suegro estaba más que listo para entregarle la corona de reina.

Ahora eran hermanos políticos y en cierta forma le había agarrado cariño, la rubia lo había animado a pedirle matrimonio a su amada Sofia e incluso fue partícipe en la preparación para pedir la mano de la misma.

- Tal vez vaya a ser reina pero no creo que haya madurado mucho, de que se le quitó la ensoñación contigo, si, pero no creo que esa rubia vea más allá de las joyas y el oro - mencionó defendiendo su punto.

- Bueno, espero que todo esté bien en Enchancia, Sofia me dijo que vendrían en un par de horas - mencionó al ver su reloj de bolsillo, su suegro le había dado la idea de tener uno incluso tenía pensado personalizarlo con la foto de Sofia y si algún día tenían un hijo o hija, su foto estaría allí.

- Lo más probable es que la llamo para escoger el vestido de la boda de su amiga - mencionó con ironía y sarcasmo.

Al mismo tiempo en Enchatia, la familia real trataba de clamar a una irritada Amber.

- ¡NO, NO PUEDE SER, ¿QUIÉN SE CREE ESE VIEJO QUE ES?! - gritaba totalmente airada mientras caminaba de un lado a otro por el salón del trono.

- Bueno, es el presidente del consejo real, así que si, tiene el poder para hacerlo - responde James sin imaginar lo fulminado que estaría ante la mirada llena de ira de su hermana mayor y gemela.

- Amber, hija, cálmate - le pidió su madre con delicadeza.

- ¡¿Cómo quieres que me clame mamá?, ese anciano decrépito quiere decidir mi vida! - replicó sin dejar su molestia.

- Sé cómo te sientes hija, ellos también objetaron cuando me casé con Miranda pero no tenían ninguna ley a su favor, sin embargo ahora si la tienen - le hablo su padre con comprensión.

- Oh papá, no es justo, yo soy la princesa y pronto seré la reina, ¿por qué tengo que sujetarme a esa tonta ley para poder reinar? - preguntó frustrada.

- Lamentablemente es una ley antiquísima que creo tu tarara, tatara, tatara abuelo, en esos tiempos en que las mujeres no eran bien vistas para gobernar y como no han habido reinas desde hace mucho, mi hermana iba a serlo pero abocó por mí y por eso no hubo necesidad de usarla - mencionó Roland.

- Pero Amber es una gran princesa, es inteligente y amable, estoy segura de que gobernará muy bien - la defendió su hermana con una sonrisa dulce y tomando su mano en señal de apoyo y ella le respondió con una agradecida.

- Si, conozco a mi gemela mejor que nadie, su reinado será uno de los mejores - le defendió estas ves su hermano.

- Oh, James, Sofia, gracias - hablo enternecida y sumamente agradecida de siempre contar con sus hermanos.

- Oh, Roly, ¿no hay una forma de abolir esa ley? - preguntó Miranda feliz de ver a sus hijos unidos.

- Ojalá la hubiera Miranda pero al ser una ley antigua no se puede hacer nada pero al menos se le permite a la reina escoger al hombre que se casara con ella - expresó su marido sintiéndose impotente al no poder hacer que el consejo cambiara de idea.

Así es, para ser reina Amber tenía que casarse en cuanto tomará su cargo con algún hombre que ella escogiera, ya que supuestamente no era bien visto que una mujer gobernará sola y sin la compañía de un hombre.

Y su coronación sería en dos meses, desde eso tenía sólo dos días para casarse o le quitarían el cargo y se lo pasarían al próximo heredero de su familia, James estaba casado con Vivian y Sofia gobernaba junto a Hugo Albuquerque, por lo que solo quedaba el hijo de su tía Tilly pero este solo tenía 12 años, era muy joven para tomar el trono, al parecer el consejo no le importaba esto y dejarían que un niño gobernará con tal de conservar sus tradiciones, una lucha contra el tiempo tenía nuestra princesa rubia.

Amber se dejó caer en su trono de princesa sintiéndose derrotada, era en verdad frustrante que no le permitieran gobernar solo porque un montón de machistas la creían no acta para ser reina.

- Animo Amber, al menos puedes escoger con quien te casarás, eso es una ventaja - le animó Sofia.

- Creo que puedes tener razón, bueno, mejor nos ponemos en marcha - se levanto dispuesta a comenzar su búsqueda para un esposo.

- Espera Amber, la boda de Hildegard es mañana, tenemos que llegar a Freezenberg hoy, ¿recuerdas? - preguntó su madre.

- Hildi, lo olvidaba, debo escoger mi vestido y demás cosas, Sofia acompáñame por favor - le pido a su hermana quien con gusto la siguió.

Miranda estaba preocupada, no le gustaba los matrimonios arreglados y por tanto no le deseaba a sus hijos uno pero ella no tenía el poder para cambiar las leyes, como no venía de una familia real o de buen renombre no podía mandar sobre el consejo, solo Roland podía hacerlo y aún así el consejo pasó sobre él, esperaba que tan siquiera Amber encontrase en esto a su amor verdadero.

Mientras que en la sala del consejo real de Enchancia, el conde Damian, evaluaba algunos pergaminos importantes con los demás miembros, cuando entró un hombre joven, serio, con una mirada muy fría.

- Caballeros, si me permiten, tengo asuntos personales que atender, podremos continuar mañana - pidió con respeto y solo cuando todos se fueron cerró con llave las puertas y cerró las cortinas de manera que nadie ollera o viera que sucedía adentro - Entonces, dime, ¿todo está saliendo según el plan?

- Si mi señor, el duque de Tangu ha hecho su parte y el rey influirá en su hijo para que se case con la princesa Amber, solo falta que ella esté interesada en él, recuerde que ella puede escogerlo.

- Fantástico, descuida, ya veremos qué hacer para que eso suceda, el rey Habid no se da cuenta de que está ayudando a mi plan - expresó con satisfacción y una sonrisa macabra.

- Si el plan sale a la perfección la princesa Amber será suya.

- Y nada me daría más placer, esa chiquilla desgracia me ha despreciado muchas veces, se ha convertido en una hermosa mujer, una mujer que eta hecha para mí - río mientras observaba un retrato actual de la princesa Amber.

- Pero si el príncipe Zandar es escogido, ¿cómo hará para que la princesa se case con usted?.

- Ese es mi pequeño secreto, espera y veras, espera y veras.