Resumen: Levi murió hace quince años, Eren le ha llorado desde entonces.

Sin embargo, dos amantes que se aman con tal devoción e intensidad tienen derecho a una segunda oportunidad. Pero Eren ya no es un adolescente y para Levi el tiempo le juega en contra, porque Eren está por casarse.

En este fic Levi cambiará un poco físicamente y lo adaptaré a su descripción real del manga. Habrá mucho Angst y drama. Elegí que la pareja de Eren fuera mujer porque en casi todos los fics hay muchas parejas homosexuales y pocas hetero, quise equilibrar un poco la cosa, además más tarde se explicara porque Eren decidió no estar con otros hombres después de la muerte de Levi.

Recuerda, siempre te voy a querer

[1]

Eren abrazaba la almohada con tanta vehemencia que sus fuerzas se agotaron después de tres horas, cuando el sueño lo venció y sus necesidades fisiológicas pudieron contra el deseo de permanecer despierto.

Carla Jaeger entró a la habitación de su hijo después de dos horas, cuando el silencio se hizo presente y llanto seco de su hijo fueron suficientes motivos para cobijarlo.

—No podemos hacer más nada por él, Carla —dice la voz de Hannes, el padrino de su hijo y amigo de la familia.

Carla había ido a llorar a la casa del rubio, entre palabras cortas y manos temblorosas, terminó sucumbiendo al dolor y se quedó afónica de tanto lamento acumulado.

Todos estaban tristes, de eso no había duda. Pero Eren no quería escuchar a nadie, ya había pasado una semana del deceso de Levi Ackerman, un chico de dieciocho años con un futuro prometedor y una familia que lo amaba. Levi había sido diagnosticado con cáncer de pulmón desde los quince. Y a pesar de haber peleado dignamente por conservar su vida, al final, la enfermedad lo venció.

Cada persona que conocía a Levi lamentaba su muerte, pero nadie lo hacía como Eren Jaeger; su amante, su novio.

—Él tendrá que seguir, Carla, Eren no puede quedarse estancado para siempre. Sé que ha dolido, es un chico muy alegre y vigoroso, en unos meses estará como nuevo o al menos lo intentará.

Carla tiene que asentir y tragarse las lágrimas que anidan en sus ojos y que estallan en las mejillas de color canela.

Ella apreciaba a Levi, conocía a la familia Ackerman y sabia de sobra que Eren y el muchacho de ojos grises estaban manteniendo una relación aunque Eren no hubiera mencionado nada. Tal vez porque tenía miedo de hacerle frente a ella o porque no creían que fuese el momento adecuado.

De cualquier modo, hace una semana Levi pereció, y desde entonces Eren no ha querido salir de la habitación para nada.

No come, no se baña, llora y duerme, es la única actividad real en la rutina diaria de su hijo.

—Lo quería mucho Hannes, temo que Eren ya no vuelva a ser el mismo. El dolor de una perdida lo consumirá, ya ha pasado por esto, primero su padre y luego Levi.

Las manos que reposan en su regazo se hacen puños de impotencia, de rabia, de furia contra el mundo por arrebatarle lo más preciado a su hijo.

—Sanará Carla, lo hará, te doy mi palabra. —Hannes posa la mano derecha sobre el hombro cálido de la mujer.

Ella suspira, alicaída.

[2]

—Ya voy tarde —dice Eren a Mikasa, abotonándose la camisa.

La sonrisa de la fémina aparece detrás de él asomándose por el espejo y alcanzándolo con todo ese cariño arremolinado en un solo gesto.

—No te pongas nervioso, ¿de acuerdo? Sólo es una entrevista de trabajo, Eren.

Ella intenta relajar a su novio. A Eren Jaeger que está por cumplir treinta años y tiene una estatura de metro ochenta y dos. Eren de piel besada por el sol y enormes ojos verdes que miran para todos lados.

Eren sonríe nervioso y dirige sus pasos a la cocina, Mikasa detrás de él, siempre cuidándole las espaldas, siempre a su lado.

—Lo sé, lo sé. Pero es que no es cualquier entrevista, es la entrevista.

Eren es arquitecto civil. Uno de los mejores de su promoción. Había trabajado en varias constructoras en Alemania antes de asentarse de lleno en Francia junto a Mikasa, que es una pintora en extremo reconocida y que había decidido mudarse en la tierra de sus congéneres.

Algún día nos iremos a vivir a Francia; la ciudad del amor. Tú y yo nada más.

De pronto, Eren se detiene abruptamente a punto de abrir el refrigerador.

Esa voz que le ha susurrado al oído durante quince años vuelve a atormentarlo con remembranzas de una historia rota, un amor que se quedó en el vacío, varado en las penumbras.

—¿Eren?

Levi, yo te amo pero tú nunca me lo dices.

Lo hago, yo te amo Eren Jaeger, te amo como a nadie he amado.

Mikasa lo toma de los hombros, notablemente preocupada. El semblante de su prometido ha cambiado abruptamente, la sonrisa ha desaparecido y en su lugar hay una mueca torcida que derrumbó todo su buen humor.

Y ella sabe que eso ha pasado, que son las memorias vivas de su hermano muerto en la cabeza de Eren lo que ha detenido las acciones del castaño.

Se tiene que recordar que a pesar de que Eren está a su lado, Eren realmente no está.

Eren vuelve en sí, esbozando una sonrisa, cariñoso ante Mikasa a la que reparte una tierna caricia en el rostro, abre el refrigerador para sacar el cartón de jugo.

Esos recuerdos llegan de repente, lo aturden y luego lo dejan. Eren a veces se siente culpable, a veces siente que le falta el aire y que en cualquier momento va a romperse.

A veces Eren piensa en que Levi sigue vivo, mirándolo con esos ojos letales que reprochan sus acciones.

Levi, te extraño tanto.