Parecía que habían pasado años desde la ultima vez que el trió de oro se reuniera en el anden nueve y tres cuartos para tomar el tren que los llevaría hasta Hogwarts. Así era como se sentía Hermione Granger, al observar la enorme locomotora escarlata.
Desde que había acabado la guerra pasaron varios meses antes de que el mundo mágico estuviera "oficialmente a salvo", ya que a la caída del señor oscuro no le siguió un tiempo de absoluta paz. Aun quedaban varios de sus seguidores que quisieron tomar venganza por la derrota que habían sufrido, pero fueron capturados uno por uno. Ahora si se podía decir que el peligro había pasado, mas sin embargo el dolor y la perdida seguían presentes en la comunidad mágica, como secuela de este tiempo oscuro.
Por esa razón ver de nuevo algo familiar y conocido le recordaron a la castaña todos los años vividos en el colegio y las aventuras que había tenido junto a sus mejores amigos Ron Weasley y Harry Potter. Ahora estaban ahí nuevamente para terminar su ultimo año de estudio y salir al mundo.
Mas animada empezó a buscar entre la multitud de magos, notando la miradas y los murmullos hacia su persona. Ya se estaba acostumbrando a eso, al igual que Ron que nunca había tenido tampoco tanta atención por parte de los demás. Eso era algo de lo que Harry si sabia, dada su historia del "Niño que vivió" y luego "El elegido".
-!Hermione!-Escucho que la llamaban. Miro a su alrededor hasta vislumbrar varias cabelleras rojas, que esperaban frente a una puerta casi al final del tren. Corrió con su carrito y su gato hasta llegar y ver varios rostros familiares, todos sonriéndole.
-Hola Señor y Señora Weasley.-Saludo a los padres de su amigo Ron y su amiga Ginny. Estos le contestaron el saludo con un abrazo y deseos de buena suerte en su ultimo año. Luego siguieron Bill y Fleur, Charlie, Percy y finalmente George. En este ultimo podía notarse en su mirada la tristeza que cargaba por haber perdido a su gemelo, pero la determinación de seguir adelante y luchar por su familia. Hermione le di un fuerte abrazo y le deseo tambien suerte en su tienda de articulos de broma, antes de subir al tren y entrar en el compartimiento donde la estaban esperando.
-Mione.-La saludo Ginny abrazándola tan fuerte que le cortaba la respiración. Apenas si alcanzo a echarle un vistazo a su amiga, pero lo que vio fue una bella joven de 18 años con el cabello rojo a la cintura, los ojos azules brillantes y una sonrisa afectuosa en su rostro. El poco tiempo en que habían dejado de verse le había sentado muy bien, pues se veía mas radiante que nunca.
-Ginny.-Intento devolverle el saludo, pese a su falta de oxigeno.
-Ginny suéltala que no puede respirar.-Objeto otra voz familiar. Al verse liberada del abrazo estrangulador, la leona pudo ver a un alto hombre de 19 años, con los ojos de color verde esmeralda, el cabello colo azabache y una cicatriz en forma de rayo en la frente. Ciertamente Harry Potter no había cambiado mucho, tal vez en la altura pero su rostro se mostraba igual de sonriente al abrazar a su mejor amiga, o hermana.-Que gusto me da verte Hermione.-Le dijo al soltarla.
-Lo mismo digo Harry, los extrañaba mucho.-Coincidió la castaña. Todavía quedaba una persona en el compartimiento, que no se había atrevido a moverse. Hermione miro hacia la ventana, encontrándose con el rostro pecoso, y algo ruborizado, de Ron Weasley.
-Hola Ron.-Dijo ella con algo de nerviosismo.
-Hola Hermione.-Dijo el levantándose y abrazándola. Al separarse ella se quedo mirándolo, esperando algo de su parte pero el pelirrojo giro su rostro y dijo.-Es bueno estar todos juntos otra vez.
Un poco decepcionada, Hermione lo dejo pasar y manifestó su alegria de volver al colegio. Añoraba las clases y a los profesores, así como el castillo en general que era, al igual que otras personas, como su segundo hogar.
Mientras hablaban de sus vidas en los últimos dos meses, el tren tomo marcha rápidamente dejando atrás la estación. Campos, ríos y montañas pasaban a través de las ventanas a gran velocidad, pero ninguno de los Gryffindor se percato de eso. Varias horas después llego, puntualmente, el carro de la comida con la misma señora regordeta de siempre.
Compraron un poco de todo y continuaron con su anterior conversación. Los Weasley habían remodelado en gran parte la madriguera dado el nuevo trabajo que tenia el padre de Ron, y este había comprado una nueva escoba. Harry había estado viviendo en la casa que le dejo su padrino Sirius, y el y Ginny había vuelto a ser novios. Hermione contó como estuvo buscando a sus padres, y que luego de devolverles la memoria se habían ido de vacaciones para recuperar el tiempo que estuvieron separados. A mitad del recorrido, a su compartimiento llegaron otras amistades, Neville y Luna.
-Hola chicos.-Dijeron al mismo tiempo y se unieron a la reunión de bienvenida, contando su periodo de un mes de novios. Era como si el tiempo no hubiera pasado y todos estuvieran felices de regresar al lugar donde habían tenido tantas aventuras.
Sin darse cuenta el viaje termino, y todos se levantaron de buen animo para abordar los carruajes que los llevarían hasta Hogwarts. Esta vez todos podían ver los esqueléticos, y un poco aterradores, caballos alados que tiraban de la carreta, los thestrals. Sin perder tiempo todos abordaron y siguieron el camino señalado, por entre unas nuevas estatuas que se encontraban en las puertas, estas con el símbolo de un enorme Fénix. Todos sabían que eso era un homenaje a su difunto directos Albus Dumbledore.
-¿Creen que el castillo haya cambiado mucho?-Pregunto Harry. Pero ninguno tuvo oportunidad de contestar, ya que al girar en una esquina un imponente castillo apareció ante sus ojos. Era Hogwarts tal y como lo recordaban, pero esta vez con varias modificaciones notables en su arquitectura original, pero conservado en esencia.
-Al fin en casa.-Suspiro Hermione para sus adentros.
Minutos después, en el gran comedor, recibieron la bienvenida de la nueva directora, Minerva McGonagall. Todos sus antiguos profesores estaban ahí, pero fue uno de ellos el que llamo la atención de la castaña. Sentado al final de la larga mesa, se encontraba Severus Snape. Hermione recordó como, al terminar la guerra, habían vuelto por el cuerpo y descubrieron que seguía con vida. Harry lo había llevado hasta el castillo, donde lo lograron salvar y lo dejaron para que se recuperara. Ella no había sabido nada desde entonces, exceptuando la vez que Harry le informo de su recuperación y su deseo de volver a enseñar en el colegio. Debido a su gran ayuda a la victoria de Hogwarts, todos los cargos en su contra fueron olvidados y el ex-mortifago volvió a ser aceptado en el colegio.
Pocas personas sabían todos los detalles de esta historia, ella incluida. Pero en esa primera cena la directora explico lo suficiente para que desaparecieran las sorprendidas y enojadas expresiones de muchos de los alumnos al ver al antiguo y odiado director. Una vez aclarado todo ese asunto, y terminado la selección, la cena continuo sin contratiempos ni interrupciones, al menos para la mayoría.
Por alguna extraña razón, desde el momento en que Hermione se había fijado en su profesor había sentido un indefinido cosquilleo en todo el cuerpo que no supo definir con exactitud. Dedujo que se debía al hecho de saber todo lo que el había hecho por su amigo y los peligros que había corrido por el, pero aun así apenas si pudo despegar los ojos del enigmático murciélago. Mientras que el no se fijo en nadie durante la cena, todo el tiempo sus ojos estuvieron enfocados en su cena pero a juzgar por su ceño fruncido sus pensamientos no eran muy agradables.
Cerca de las nueve se dio la orden de retirarse a los dormitorios. Al levantarse para cumplir su labor de prefecta, los ojos marrones de Hermione se cruzaron con los penetrantes ojos negros de Snape. La conexión duro apenas unos milisegundos, y al girar la castaña logro reprimir un escalofrió que bajaba por su espalda y se concentro en su tarea. Junto con Ron condujeron a los de primer año por el camino habitual, reiterándoles las reglas que ya habían sido mencionadas. Al termino de esto pudieron irse a sus dormitorios, con la ventaja de que los de séptimo ya tenían habitaciones propias.
Algo cansada Hermione se despidió de sus amigos y subió a su alcoba. Sus pertenencias y su mascota ya se encontraban ahí, y luego de organizar las cosas del día siguiente, la leona se cambio de ropa y se metió en el saco. Poco antes de dormir la imagen de unos ojos negros como el carbón llego a su memoria y el nuevo estremecimiento la dejo aturdida, junto con una inesperada ola de calor.
