Hola chicos soy Gaabs, bueno, para empezar quiero disculparme por no haber subido capítulos nuevos a mi otra historia, Porque no fuiste tu, peor les voy a explicar, lo que me sucedió fue que la laptop donde tenía ya varios capítulos de más (y ni que decir emocionantes) se quemó, y ahora esta en el técnico y ruego que haya cura, porque sería muy triste perder toda mi información. Para mi mala suerte no subí esos capítulos, ni los guardé en otro lugar, y para volver a escribir de nuevo, no se´ria lo mismo, me han dicho que están haciendo lo posible para recuperar la información y que en esta semana me la entregarán, ruego por que así sea. por otro lado, en otra laptop jajaja, estuve creando esta historia desde varios días atrás, aunque hay mucho que aclarar. bueno, dejando del lado el tema con la otra historia, centrémonos en esta.
Llevo mucho tiempo pensando en esta historia, ya hasta me sé su final y todo,y es un poco de todo, tiene DRAMA, COMEDIA, ROMANCE, EROTISMO, DE TODO, se que les va a encantar, hay mucho que aclarar, es un mundo distinto al del anime es obvio, los personajes varían un poco sus personalidades, y su ambiente de vid e diferente. Al final del primer capítulo les haré una reseña tipo libro jajaja para que se guíen de las cosas que están pasando. Piensen en este proyecto como una historia juvenil de un grupo de chicos, sobre sus vidas, sus problemas y todo eso. Es un Shikatema, sí, lo es, aunque por un momento les pueda parecer que no, y eso es lo emocionante, que verán la evolución de los personajes, porque no quiero que todo se de al instante, quiero crear procesos, como en la vida real , que sientan su drama, y no solo de ellos ya que son muchos personajes, historias paralelas muy bonitas, se que les va a gustar. No quiero molestarlos mas, quiero que lean el primer capítulo y luego colgaré la reseña, no se si esta bien el orden, pero como sea, solo es para que se guíen un poco. Sin mas les dejo con esta historia. espero sus comentarios. Besos.
Capítulo I: Pandora
Un nuevo día comenzaba en la zona más elitista de Londres, como todas las mañanas, jóvenes millonarios decidían derrochar su tiempo en actividades que levaran más su estatus social y económico, y que más se podía esperar, después de todo, desde su nacimiento su futuro ya estaba marcado, solo les quedaba vivir y malgastar todo lo que pudiesen a esos chicos de cuna de oro.
El despertador sonó a las 5 en punto. Una cabellera oscura se levantó deprisa directo al lavado. El día comenzaba y no podía perder ni un solo minuto.
Directo al fondo del pasadizo se encontraba la enorme cocina, pero en su camino, tocó el resto de puertas que levantarían a sus demás colegas. La señorita no esperaba.
Cuando la castaña decidió hacer su aparición en la habitación, el delicioso olor a galletas recién horneadas ya inundaba el lugar. Era su deber sacarlas de ahí y ubicarlas con especial cuidado al plano de loza blanca que ya se encontraba situado sobre la bandeja de madera pulida, y quien sabe, de repente con uno que otro diamante brillando a uno de sus lados. Con esa familia cualquier cosa se podía esperar. No era su primer día, pero si se encontraba aún en su primera semana y sabía que todo lo que haga sería visto con especial cuidado por su superior, lady Morgan. El batido de vainilla ya se encontraba colocado en la bandeja, solo faltaba darle un último toque con el soplete y uno que otro adorno encima. Al otro lado de la bebida se encontraba un plato con wafles recién salidos, y al costado de estos dos pequeños recipientes circulares, uno que contenía manjar, y el otro chocolate recién derretido. Una servilleta, los cubiertos colocados, algo por aquí algo por allá, y ya estaba listo para subir a su destino final.
Subiendo los pasillos, se encontraba Sidney, vestido en su impecable traje de mayordomo, sosteniendo firmemente la bandeja, delante de él marcaba el camino Naomi, nuestra castaña novata. Abrió levemente la habitación, comprobando que no hubiera ningún acontecimiento digno de llamar la atención de la señora y se decidieron a entrar llevando el desayuno. El joven colocó la bandeja sobre una mesa redonda de hormigón frente a la enorme cama, juraba haber escuchado tiempo atrás que se había mandado a hacer especialmente dicha mesa para estar a juego con la habitación, y claro, como era de esperarse, de seguro de un elevadísimo precio que ni el mismo podría imaginar. Con esa familia que más daba, si lo que importaba era la presencia.
Se adelantó a abrir las ventanas para dejar paso a la luz del sol, ya eran cerca de las 7 y si la bella durmiente no se apuraba, podía meterse en líos.
Después de haber acomodado sutilmente su uniforme sobre uno de los sofás de temporada, Naomi aclaró la voz junto a la cama.
- Ejem… - miró con timidez al joven parado junto a ella – mi lady, su desayuno está servido, ya es hora de ir a la escuela.
Una rubia cabellera se movió con pereza debajo del fino edredón rosa palo y dorado. Se sacó delicadamente el colchón e hizo un mohín con los labios, no le gustaba despertar por las mañanas.
- Mmmm… - sus manos subieron hasta tocar el delicado antifaz que cubría sus ojos para poder dormir, su última adquisición de Páccano Laff, una de sus marcas favoritas en accesorios. Al ver sus ojos descubiertos, un aire de desorientación se cruzó sobre ellos. Miró fijamente a la pareja que se hallaba junto a ella, mientras escuchaba indicaciones de la mujer sin tomarle la mayor importancia – ¡Ahhh! – rápidamente se volvió a cubrir con el cubrecamas mientras gritaba fuera de si – Sidney, maldita sea, cuantas veces te debo decir que es una total imprudencia de tu parte entrar a mi habitación cuando estoy en paños menos – Ambos abrieron sorpresivamente los ojos – Por dios, vete.
El joven rápidamente abandonó la habitación, cerrando la puerta tras de sí, no sin antes sonreír triunfalmente, si, su querido amor platónico al menos se sabía su nombre.
- ¿No piensas probar un bocado? – miraba los rojos labios moverse, pero no escuchaba lo que le querían decir.
- ¿Perdón? – soltó finalmente, clavando el tenedor de plata sobre el pedazo de cerdo que descansaba en su plato
- Dije si no piensas probar un bocado – repitió su madre, secándose los resto de comida con una servilleta que anteriormente se hallaba sobre su regazo – que sucede cariño – acarició levemente su mejilla, robando una sonrisa de su primogénito – últimamente te encuentro ido, ¿algún problema en la escuela, con los amigos? – preguntó preocupada, y no es para menos, su hijo en los últimas semanas no hacía más que actuar de un modo particular, se encontraba ausente mayormente y cuando tenían un tiempo en familia, esté estaba en otro mundo – sabes que puedes contárselo a mamá – el joven pelinegro sonrió tiernamente su madre, mientras le sostenía ambas manos y se las besaba
- Descuida madre, no me sucede absolutamente nada
- ¿Estás seguro, Shika? – prosiguió mientras le acomodaba uno de sus largos mechones detrás de una oreja – llevas 15 minutos picando ese pedazo de cerdo y aun no te llevas bocado a la boca, tesoro sabes que a mí no puedes engañarme –
El joven pelinegro tuvo que volver a tranquilizar a su preocupada madre, por dentro sabía lo que le sucedía, ese particular tono de voz y ese extremo cariño solo significaban que estaba en medio de una muy fuerte resaca, y, extrañamente su madre optaba por ser cariñosa con todos para poder superarlo. Se levantó de la mesa con desgano cuando vio que ya era la hora de partir a sus clases, se despidió de su muy arreglada madre y se dirigió al sofá en una esquina para recoger su chaqueta antes de subir a la limusina que lo esperaba en su patio externo.
El recorrido a su escuela solo le ayudó a pensar aún más en todos los problemas que estaba afrontando últimamente, y es que ser testigo de una infidelidad de su padre no era algo para tomar a la ligera, cuando éste había sido testigo del profundo amor que se profesaban sus progenitores. Sentía que todo su mundo, en el que vivió y aún más en el que vivía actualmente había sido una completa farsa y podía escuchar es estruendo provocado por los pedazos de este cayendo precipitosamente. Se sentía destrozado.
Pero él era un Nara, Shikamaru Nara, y sabía que todo ese marañón de emociones fácilmente podía esconderse tras su rostro de indiferencia. No podía dejar que nadie supiera la crisis interna por la que estaba pasando, ni siquiera sus más cercanos amigos, Temari y Choji.
La rubia de ojos celestes discutía con su corpulento amigo, junto a las enormes escaleras fuera de su colegio.
- ¿Es una broma acaso Choji? – se quejaba mientras le daba un manotazo en la cabeza, no podía creer que su amigo fuera tan insensato.
- Auch… tranquila Yamanaka – se disculpó acomodándose la fina camisa, tratando de recuperar su hombría – disculpa cielito, pero no sabía desde cuanto es que tengo que darte explicaciones precisamente a ti, no estaba enterado – bufó mostrando una de sus sonrisas pintorescas, capaz de bajar en un segundo el calzón de cientos de chicas, pero que en ese momento solo hacía enfurecer más a la rubia.
- De que rayos estás hablando – pronunció achinando sus ojos – como se te ocurre hacer eso, lo que hiciste hace menos de 10 minutos.
- Oh… - hizo el ademán de aclarar sus pensamientos, mientras veía su amiga de brazos cruzados verlo amenazadoramente – te refieres a… psst – tomó delicadamente su mentón acercándose peligrosamente – tranquila rubita, sabes que aunque hayan miles de chicas alrededor mío, mi mirada únicamente será en ti
- ¿Qué? – se soltó rápidamente de su agarre, mirándolo con cara de aun más indignación y asco – que rayos contigo Choji, ya deja de hacer eso, y no me interesa, ya sabes que no puedes invitar a nadie más con nosotros – volteó ofuscada, no entendía porque sus conversaciones con el castaño siempre acababan con leves roces o insinuaciones sexuales, se estaba cansando de eso – además, sé que no soy la única que piensa eso.
- Piensa que cosa – se unió a la conversación la segunda rubia, pero esta, de mirada aguamarina. El robusto chico solo pudo bufar rendido, sabía que ante ambas, su punto estaba perdido.
- Pienso de que nuestro amigo Choji de nuevo ideo planes sin habernos consultado antes
- Disculpa, ¿madre? – se burló el mencionado, al menos gozaría picando más a la oji celeste – no es que tampoco haya deseado incluirte en esto, ¿sabes? – la chica se tocó el pecho con aire de indignada, aunque conociéndola, el castaño sabía que lo hacía únicamente para no quedar fuera de la revancha.
- Tranquilos chicos – intervino la recién llegada, tratando de poner fin a una de las miles de discusiones constantes que tenían sus amigos, ya sabía que nunca pararían – a ver díganme, porque tanto escándalo con ustedes.
- Sucede… – tomó la primera palabra la dama
- Sucede… - interrumpió el chico, sonriendo maliciosamente sacándole pica.
- Que no sabes que es de mala educación irrumpir las conversaciones, idiota
- Que no sabes que es de mala educación decir groserías, rubita
- ¡Choji! – se quejó la ojo celeste, odiaba que el la llamara por ese apelativo – ya deja de molestarme
- Emmm… no - prosiguió el castaño – como te decía – dirigió su vista a la otra confundida rubia, ignorando a la primera – lo que sucede es que aquí mi amiga
- no, ya basta – se interpuso la ignorada clavando sus celestes ojos en el chico, captando su total atención – ¿sabes qué?, me hartaste, puedes hacer lo que se te pegue la regalada gana – dijo para disponerse a marchar a una de las aulas, no sin antes soltar una llave dorada sobre la mano del castaño, que la miraba triunfante – me largo.
- ¿Qué?, espera, Ino… - la rubia de ojos aguamarina no podía sentirse mas confundida, su amiga se había ido dejándola aún más confundida, y sabía que Choji no le aclararía sus dudas – bien, pues…. – dijo acomodándose la mochila en la espalda – no sé qué es lo que haya pasado, pero sea lo que sea, toma tus precauciones – dijo al castaño para posteriormente dirigirse a buscar a su amiga.
- Pfff… claro que lo haré Sabaku No… - mencionó mientras sonreía zorrunamente y se dirigía a un grupo de chicas que cuchicheaban indiscretas.
La conversación fue amena a la hora del almuerzo, ninguno de los dos contrincantes había mencionado algo sobre lo anteriormente ocurrido, y se prefirió dejar el tema ahí.
- Entonces… - mencionó Temari antes de dar una cucharada a su enorme helado – todo ese asunto con Brie, se podría decir que esta, ¿acabado? – el pelinegro asintió mientras daba un mordisco más a su sándwich, no quería hablar de su antigua novia en ese preciso momento – cielos, Shika, lo lamento, sabes que si necesitas algo de apoyo, estaremos aquí para ti
- Pfff… claro que sí, y yo sé lo que necesita – cortó Choji, pasando un brazo alrededor del cuello de su amigo – chicas
- Oh… ¿es en serio? – intervino al fin Ino, Choji era un verdadero cerdo – ¿es que acaso no hay otra cosa en la que puedas pensar tu que no fuera en piernas o vaginas?
- Ouch… - ironizó el mencionado, haciéndose el herido – oh claro que sí, dulce Yamanaka, ¿son acaso tus labios pidiéndome un beso lo que me hacen inspirarme?
- Ay… púdrete – respondió, lanzándole una papa frita en la cara de su amigo.
- Vaya, jamás me habías obsequiado nada, agradezco esto, preciosa – mencionó con un claro tono molesto. Ino era insoportable.
- Vamos chicos, cualquiera que sea su problema, no es el momento indicado, Shikamaru está sufriendo y ustedes no apoyan
- ¿Qué?, no… - salió Shikamaru de su letargo – Pfff, ¿sufriendo?, no es para tanto.
- ¿Sufrir tú? – lo miró sorprendido Choji – el semental de los Nara, vamos viejo, ambos sabemos que en menos de 24 horas esa chica ya se habrá esfumado de su mente.
- No es cierto – volteó los ojos la oji celeste, tirando la servilleta sobre la mesa – no puedes ser tan idiota, ¿es eso posible?
- A ver a ver a ver rubita – se levantó enfadado el robusto chico, su cupo de numeritos de la rubia ya se había colmado – quieres hacer el favor de…
- ¿Choji? – los cuatro presentes voltearon a ver a la pequeña figura que había osado interrumpir su discusión. La expresión de Choji rápidamente cambió, para acercarse a saludarla con galantería.
- Pandora – dijo luego de besar su mano – por favor toma asiento – mencionó ofreciéndole su misma silla, al no haber otra.
- No puede ser…. – soltó indignada la oji celeste
- Cho-Choji… - esta vez fue la de ojos aguamarina quien habló. Todos sabían que eso estaba prohibido.
- ¿Qué sucede? – intervino el mencionado, quitándole importancia a sus quejas.
- Tú los sabes Choji… no puedes – la aguamarina no sabía cómo hacer para que no resultara tan hiriente para la nueva chica.
- Oh vaya… así que es ella… - soltó la otra rubia indignada
- ¿Ella?, ella quien… - volteó confundida la aguamarina
- Vamos chicas… es muy tarde para esto… - al fin intervino el pelinegro. Sabia de lo que eres capaz Ino, no lo permitiría
- Es ella la famosa golfa – soltó la rubia levantándose de golpe, dejando caer su batido sobre la mesa.
- Maldita sea – la tomó de las muñecas el castaño, avergonzado del comportamiento de su amiga – que rayos te ocurre rubita, como te atreves, discúlpate.
- Pe-pero que rayos Ino – menciono Shikamaru avergonzado, y un tanto fastidiado ya que ahora tenían las miradas atentas de todos sobre su mesa.
- ¿Qué estás diciendo? – Temari no fingiría indignación, sabía muy bien como era su amiga, y después de todo, ella era también así, así que estaba dispuesta a seguirle la corriente, pero antes quería enterarse como la conocía su amiga a la chica nueva.
- Suéltame, idiota, me haces daño – se quejó soltando el agarre de su muñeca – sucede – volteó a ver a sus otros dos amigos – que el cerdo aquí presente ha invitado a la señorita zorra del año a la habitación que es nuestra para poder tirársela
- Maldita sea – abrió como platos sus ojos el mencionado – ya cierra la boca.
- ¿Cómo dices? – se levantó indignada Temari – Choji ¿es eso cierto? – en ese momento poco le importaba ya la pálida chica – pero cómo pudiste, sabes que esa habitación es para todo menos eso, no puedes usarla así sin nuestro permiso
- Si, lo mismo dije yo, pero el menso aquí presente no le importó mi opinión
- Ayyyyyyyy – se cogió la cabeza aturdido – mierda, que no, no es para eso
- No lo niegues
- Bueno si, peor no, no con ella, maldita sea, Ino – la miró enfadado – ¿y tú? – volteó a ver a su amigo, que seguía mudo a un lado – ¿es que no piensas decir algo?
- Yo… per Choji, tu sabes, la regla, esa habitación no puede ser usada para eso.
- Que sínico… - miró acuchilladoramente el castaño a su amigo, se sentía traicionado – recuerdo que fue hace una semana cuando tú también le diste un buen uso…
- ¿Qué? – soltó ahora la aguamarina… eso se estaba saliendo de control
- Cho-choji – lo calló su amigo – ese era un secreto, rayos.
- Ag… no puede ser – caminó un par de pasos Ino, indignada con tanta revelación – ustedes dos sí que son del asco. Temari…
- Vamos, amiga – la siguió, y ambas rubias abandonaron la habitación, ya habían armado un buen espectáculo, era momento de una salida triunfal.
- Yo, juro de veras que te compensaré esto, disculpa – se disculpó el castaño a Pandora, que sentía como su vida social había sido literalmente aplastada. Chouji tenía una conversación pendiente.
Quien hubiera pensado que le sucedería eso a la pobre chica, aunque no podían culparla, desde que había llegado a ese lugar solo le habían sucedido cosas malas, y solo rogaba que no empeoren más.
(72 horas atrás)
El viaje en auto nunca lo sintió tan doloroso, y es que viajar por casi 24 horas en auto era toda una agonía cuando se trataba de viajes al estilo Miller, todo podía resultar una tortura, o eso es lo que al menos piensa la pequeña Pandora.
- Ey Panda, mira – la mujer de mediana edad señaló uno de los elegantes parques que adornaban la ciudad, y es que después de tantos años de haber estado alejada de su natal ciudad, finalmente decidió que era momento de volver a sus raíces y conectar a sus hijos con lo que sería su pasado. La joven que había estado casi todo el viaje sumida en su mundo con los auriculares puestos al fin levantó la cabeza a admirar eso que su madre tanto le había hablado en el pasado y que ahora le mostraba orgullosa. Y es que no era para menos, había estado las últimas semanas buscando en su ordenador toda la información posible sobre aquel lugar nuevo donde pasaría su nueva vida, y era precisamente Kensington, uno de los barrios más lujosos de todo Londres, el lugar natal de su glamurosa madre.
Pero no podía ser tan dura, su madre no era así, de echo había pensado que lo suyo con su padre siempre fue algo sacado de una película, del mejor drama romántico de algún libro, o que el mismo Shakespeare los hubiera imaginado y se habría basado en ellos. No podía negar que su padre no era una persona particularmente adinerada, porque no lo era, era más bien de esa clase media baja, más baja que media, que hacía lo posible por demostrar a sus hijos que el dinero no lo compraba todo, o al menos fue ese el lema que sostuvo su familia los primeros quince años, y que lamentablemente, últimamente poco a poco, esa ilusión se había esfumado. Si, sus padres se habían divorciado, y como su menor hermano aun necesitaba de su madre, los hijos se habían quedado a su custodia momentánea, al menos gran parte del año. Era triste el aceptar que tenía que dejarlo todo, su vida antigua, sus amigos, su familia paterna, pero su madre necesitaba un respiro, y volver a su natal hogar era la respuesta a sus suplicios. Lo que involucraba rehacer la vida de sus hijos, en un nuevo y lujoso lugar.
- Y bien, aquí es cariño – Pandora siguió a su madre dentro del vacío apartamento. Todo hasta ahora había sido lujoso desde que llegó a esa ciudad, y ver la pequeña herencia inmobiliaria de su madre confirmaba que las cosas seguirían siendo así.
- Wow mamá, no sabía que eras una Kardashian inglesa – bromeó Pandora admirando la decoración de la estancia, aunque era un poco vintage, de todas formas elegante y lujosa
- Cariño, ya hablamos de todo esto – se acercó maternalmente, abrazando a su menor hijo – sé que será un poco tedioso, peor ya verán que les encantará todo esto, y lo fácil que se adaptarán.
- Si mamá – sonrió esperanzada la mayor de sus hijos – eso espero.
Desempacó sus maletas con pereza, su habitación era realmente enorme, no sabía cómo iba a adaptarse a su nueva vida, su humilde casa en Atlanta, si bien era enorme, no era de ellos específicamente, pertenecía a sus abuelos paternos, aunque siempre fue feliz viviendo ahí. Pero ahora parecía que todo daba vuelta 360°, la vida de su madre siempre fue otra, pertenecía a la alta cuna londinense y ahora por primera vez su familia se veía arrastrada a ese mundo.
Se dirigió a su closet, era amplio y enorme, a un lado de su habitación, aunque sabía que existían otros donde parecía una habitación más que podías recorrer. Guardar todas sus prendas tardaría demasiado, así que solo las apiló a un lado, después se encargaría de ellas.
En menos de una hora ya había desempacado sus accesorios y otras cosas de recuerdo, con tristeza tomó un marco de fotos que guardaba con cuidado en su maleta y lo colocó en la mesita al lado de su cama, tener a su papá lejos iba a ser duro.
- Noah – besó la cabecita oscura de su hermano menor, estaba viendo dibujos en la televisión – que estás haciendo mi amor, ¿ya tomaste tu leche?
- No-o – jugueteó el niño, restándole importancia y centrándose en la televisión.
- ¿Dónde está mamá?
- Salió a comprar galletas – respondió con inocencia el pequeño.
- ¿Galletas? – giró mirando el recibidor del lugar, decidida a dar una vuelta al barrio, esperando no perderse – bueno, cuando vuelva puedes decirle que salí a conocer el sitio, ¿si cariño?
El barrio no se veía nada mal, frente a su edificio había una calzada con una hilera de árboles y asientos alrededor. Era realmente precioso. Veía a la gente pasear con sus perros, todos sumidos en su vida, nadie que admirara la belleza de su alrededor. Nadie se sorprende, están acostumbrados a esto. Tal vez algún día me acostumbre.
Su hobbie siempre fue caminar, paseos largos con pensamientos profundos, con los auriculares puestos en los oídos y pensar en el sentido de la vida, en el sentido de todo. Ahora tenía mucho en que pensar.
De un momento a otro se sintió perdida, en ese momento renegaba consigo misma por no haberle hecho caso a su madre cuando le habló de la dirección. Ahora tenía que mandarle un texto.
"Estoy perdida mamá, mándame la dirección y veré como llegar"
Finalmente después de caminar tanto, llegó a lo que parecía un bar. No estaba del todo animada, era aún muy temprano, pero estaba cansada, así que decidió entrar pensando encontrar algo de comida.
El sitio se veía pintoresco, no era como lo imaginó, de hecho era muy diferente a lo que tenía en mente. Se veía un ambiente acogedor, pensó que era así porque era aún de día. Se acercó decidida a hablar con el camarero. Se veía de buen porte, pelinegro, ojos oscuros, y muy guapo.
- Disculpe, señor – el camarero, que en ese momento preparaba lo que parecía ser un trago, volteó a mirarla – buenos días, me preguntaba si tenía algo de soda helada
- ¿Soda? – la miró extrañado, pensando que era una broma – solo tragos señorita, debe ser una broma.
- Oh – menciono la chica cuando lo vio darse la vuelta ignorándola y prestar atención a una conversación con un grupo de chicos – vaya, que buen servicio – mencionó en voz baja – de acuerdo, entonces… supongo que será un trago.
Cuando se dispuso a voltear a observar una carcajada que llamó su atención, se chocó con algo. Raídamente, sintió como un líquido se vertía sobre su cuerpo.
- Raaayos – soltó, sabía que la culpa no era de ella.
- Mierda, maldita sea – el chico al otro lado al parecer estaba más preocupado en su traje – porque no te fijas
- ¿Qué? – lo miró indignada – pero de que estas hablando, fuiste tú quien se cruzó – se defendió
- ¿Qué dices? – la miró contrariado, estaba enfadado, acababa de lucir su traje nuevo y ya se había arruinado, sin embargo, ver aquella imagen, de la chica empapada en licor y mirándolo desafiante, no podía negar que era excitante – vaya, lo dice la que pide soda en un bar, que ingeniosa.
- Oh... vaya… así que ahora estás de espía, cuanta galantería
- Mmmm… - le sonrió pícaramente – cariño, mi nombre es galantería.
- Choji – se acercó un tercero a la conversación – que diablos te pasó – mencionó mirando de pies a cabeza al susodicho
- Si, hello, yo también estoy aquí – ironizó la pelinegra – y si, también estoy en mal estado – ambos voltearon a mirarla, como si de una loca se tratase.
- Vamos, Chouji, te daré algo para que te limpies – y se alejaron de la chica sin siquiera voltear a verla. Pandora no podía sentirse más indignada.
- Esto es, realmente increíble. GRACIAS MAMÁ.
Salió cuanto antes de ese lugar, mentalmente ya estaba marcado para ella, mal mesero, malos clientes, mal todo. Solo deseaba regresar a casa a darse un baño, todo apestaba a alcohol en ella, parecía una adicta.
Caminó un par de cuadras aún sin rumbo fijo, su madre ni siquiera le había contestado el mensaje y ahora que la llamaba solo comprobaba que llevaba el móvil apagado, típico de su madre.
No era un día tan caluroso, ni tampoco frío, pero el líquido sobre ella ya estaba haciendo estragos, y necesitaba sentir calor. Decidió recorrer un parque para así evitar las miradas acusadoras de las demás personas. Justo cuando pensó que su día no podía empeorar, en medio de la vegetación, los aspersores fueron encendidos.
- Mieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerdaaaaaaaaaaaaa – aunque corrió, todo fue inútil. Como una reacción tonta, en lugar de correr hacia donde el camino fuera más corto, corrió en dirección opuesta a este, pasando sobre una pasarela verde llena de aspersores a sus costados, donde sea que pisara sentía que la rodeaban, su ropa interior ya se estaba empezando a notar.
En una de las esquinas, un castaño conversaba con su chofer cuando escuchó los gritos, su mirada vagó sin mucho interés hacia dónde venían para darse con la sorpresa de tal escena. No podía dejar de reírse, la chica era patética.
Empapada y aun tratando de recoger su dignidad por los suelos, camino decidida – y empapada – hacia la salida del parque, tratando de ignorar las miradas burlescas a su alrededor, vaya bienvenida le daba Londres.
- Maldita sea, no puedo creer que todo esto me pase a mí, no puede ser peor, ¿porque a mí? – se lamentó mientras caminaba por las calles abrazándose para darse calor – bueno, al menos el olor a alcohol se esfumó.
- Mi lady – un coche a su costado se detuvo, pandora volteó asustado a ver de quien se trataba – vaya, pero que sorpresas nos da la vida, ¿verdad Rogers? – mencionó sarcástico mirando a su chofer –
- Oh claro, y todo sigue empeorando, peor si es la galantería en persona
- Pssst – se sacó las gafas negras para mirarla fijamente – chiquita, me halagas pero preferiría que me digas por mi nombre
- Oh disculpa, es que lo que paso hace un momento fue tan insignificante para recordar algo así. Digamos que la plática no fue del todo placentera
- Placentera viniendo de quien. Yo quedé embelesado
- ¿Chouji cierto? – trató de cortarlo
- Vaya, para haber hablado tan poco, que bien te has aprendido mi nombre – en ese momento abrió la puerta del coche para bajarse y encararla cara a cara – dime, como te ha tratado la vida en estos últimos 30 minutos desde nuestro glamuroso encuentro.
La cara de pandora cambió, soltó un suspiro de resignación, odiaba a los tipos con esa actitud, siempre le gustaba retarlos y dejarlos mal parados, sin embargo ahora solo quería marcharse de ahí cuanto antes.
- Tengo cosas que hacer amigo, hazte a un lado – dijo, tratando de seguir su paso –
- ¡Ey! – el chico la tomó del brazo deteniendo su camino – vamos, no sabía que habíamos adelantado bases, así que ahora soy tu amigo
- Lo digo en serio idiota – se zafó de su mano enojada – y no me toques, largo.
- Vamos vamos, juro que vengo en son de paz – relajó su expresión, levantando las manos para verse limpio – creo que no empezamos bien.
- No, no empezamos bien, para empezar me lanzaste un trago apestoso encima y ni siquiera te importo, no me importa tu amistad
- Auch. Vamos de verdad no es tan mala mi amistad, solo inténtalo
Pandora lo miró extrañada, era cierto que ese chico era extraño, pero seguía siendo un idiota para ella. De todos modos, nada perdía siguiéndole la corriente, y al parecer no iba a dejar de insistir.
- Choji Akimichi – le extendió la mano
- Pandora Miller – le sonrió
- ¿Miller? – levanto una ceja – ¿eres pariente de Daniel Miller?
- Emm no, no lo creo la verdad
- Umm entonces, de donde eres
- La verdad no soy de aquí – le dijo sonrojada
- Sí, creo que eso es demasiado obvio, de donde eres, ¿estadounidense?
- Si, de hecho soy de Atlanta, ¿lo conoces?
- Atlanta, claro, ummm deben ser unos seis o siete años que fue de paseo
- Eh… no quiero ser imprudente, pero ¿el señor no está esperando demasiado? – ambos voltearon a ver al mencionado, Rogers, el chofer personal del Akimichi, leyendo un periódico.
- No, no te preocupes por él, es lo que siempre hace
- Eso sonó un tanto cruel, quien es, ¿acaso tu chofer? – preguntado con obvia sorna
- Si – respondió el chico decidido
- ¿Eh? – no se esperaba esa respuesta
- Vamos, no me digas que no te habías dado cuenta, creo que es demasiado obvio.
- Oh no lo dirás en serio, ¿quién eres?, ¿un multimillonario?
- Oh, vaya, veo que no sabes nada, ¿tienes idea de donde estás?
- ¿En la calle?
- Estas en una de las zonas más exclusivas de Londres, y por lo visto no estás de simple paseo, no me vas a decir que no somos iguales.
- Yo no tengo chofer ciertamente
- Ya veo – el chico volteó confundido, aquella chica lo intrigaba – bueno, entonces al parecer no tendrás como volver a tu casa.
- Oh no – sonrió sarcástica, ya entendía todo – no reo que debas ir por ese camino amigo, no caeré
- ¿Qué?
- Vamos, ahora aparecer sutilmente caballeroso, para llevarme a quien sabe donde
- A ver a ver a ver, no sé de dónde eres realmente, si eso pasa en Atlanta o donde sea que vivías, pero aquí en Kensington no pasan esas cosas cariño, no te equivoques
- ¿Qué? Así que lo llevarás a una disputa de naciones
- Pero que rayos estas diciendo
- Fue un placer conocerte Akimichi, adiós
- Espera – la volvió a detener. Esta vez sintiendo una corriente al sentir su tacto – disculpa. Creo que me has malinterpretado, solo quiero llevarte a tu hogar, vamos, no puedes ser tan necia.
- ¿Es que nadie te dijo que eres malo entablar conversaciones con extrañas, y más aún subirte al auto de ellos?
- ¿Qué edad tienes? ¿cinco? – se burló el chico – vamos, solo quiero ser amable, Rogers es testigo de esto.
El mencionado ya había dejado el periódico para hacerle caso al joven. Pandora se sentía acorralada.
- Disculpe señorita, puedo garantizarle que el joven Akimichi es de fiar.
- Se-señor – Pandora no sabía que decir – yo la verdad…
- Vamos, prometo que no hablarte más de lo debido, déjame devolverte este favor como disculpas, por lo de tu traje.
Pandora no pudo evitar sonreír. Bien, si era hora de cambiar su vida, no podía rechazar las ofertas, y al parecer el castaño no se veía del todo malo. Después de pensarlo, decidió que sería lo conveniente.
- De acuerdo, pero como te atrevas a propasarte solo un poco serás hombre muerto – dijo, para después desplazarse dentro de la limusina.
- A ver si entiendo – dijo el Akimichi después de tal revelación – así que solo nos estás haciendo dar vueltas, ¿ya que no sabes ni dónde vives? – Pandora se sentía avergonzada.
- Ya sé, suena estúpido, pero ya te dije que acabo de llegar, no tengo idea de donde es, estoy esperando la llamada de mi madre.
- Es completamente estúpido – rio – vaya, de verdad que eres nueva- suspiró – bien, entonces, que haremos contigo.
- Yo, de verdad lo siento, no quise hacerles perder el tiempo.
- ¿Ni siquiera tienes una idea de algo?
- Nada de nada
- Vaya, sí que estas más desorientada, como es que te atreviste a salir entonces
- Que puedo hacer, soy así – dijo levantando las manos – aunque, ahora que lo pienso, mi abuela materna es de aquí, si consigo un registro telefónico puedo dar con su número de casa.
- Sí que estás loca.
- Vamos, solo llévame a un lugar donde haya eso – pidió a su nuevo amigo.
- Rogers, llévame a la casa
- ¿Qué? – dijo asustada pandora, no esperaba eso.
- En mi casa tengo un registro, no pienses mal bonita
- Pe-pero no hay necesidad
- Vamos, mira en la época en que vivimos. La gente ya ni siquiera tiene números fijos. Por suerte mi familia es aún muy clásica, en el sótano debo tener alguna de esas cosas.
- Pe…
- Pero nada, ya le dije a Rogers, haz estado jugando con él, no puedes reclamar – dijo como última palabra el chico. Pandora lo miro un momento, pero al ver su semblante se relajó y sonrió, de todos modos, debía estar agradecida, no podía ser mala esa amistad. ¿O sí?
Bueno, no se que piensan de esta propuesta, espero que les haya gustado el primer capítulo. Como les dije, no quiero decepcionarlas de que no vean un Shikatema al instante, pero como ya dije, quiero que se vea la evolución, por el momento son amigos, no quiero decir mas porque se que lo voy a malograr pero descuiden, ya verán que les va a gustar, se que los personajes cambian sus personalidades, como Choji, jajaj si, no se imaginen al choiji gordito, imaginenlo en su versión delgada, como un playboy y todo eso, suena raro lo sé, pero asi es mi historia. No quiero incomodidades con los cambios ni quejas, no quiero decepciones, solo espero que lo disfruten y disfruten de la lectura, que yo me encargare de lo demás. Las quiero. Gaabs.
