Sexología Weasley

Ron

Ginny estaba relajadamente sentada en su sillón de cuero, leyendo una novela de Michael Ende y tomando un café bombón frente a su chimenea. Vivía en una pequeña calle con muchos naranjos en las aceras, muy española. Justo al pasar la página 77 de Momo, llamaron a su puerta. Ella, extrañada, se levantó, dejando el libro bocabajo con las gafas encima y el café bombón a su lado en la mesilla auxiliar del otro lado del sillón, y abrió la puerta a un sonriente Ronald Weasley, que caminaba con tres botellas y dos copas en las manos.

-Ginny… ¡soy rico!

-Tu lo que eres es tonto, Ron –replicó ella, de malas pulgas y mirándole como si no hubiera visto a un tío borracho en su vida-, son las once de la noche, ¿que haces despierto a estas horas? Anda, pasa que vas a coger frío –dijo imitando a la perfección a su madre y sujetando una botella y las copas.

Ambos entraron en la acogedora y pequeña casita de Ginny, y Ron se sentó en el sofá grande que se situaba justo enfrente del sillón de cuero de Ginny.

-Ginny, ¡he inventado una bebida alcohólica, la he llevado al ministerio, ha pasado el control de sanidad y ahora soy rico! –explicó el chico rápidamente-.

-Quiero que me lo expliques con más calma, Ron, ¿podría ser? –pidió la chica, que aun no terminaba de creerse lo que su hermano le estaba contando-.

-Si, claro. Mira, cogí una botella de whisky, pero no quedaba nada para ligar con el, ni zumo, ni coca-cola ni nada. Solo un poco del chocolate caliente que mama nos ha preparado a todos, tú lo has recibido, ¿no? –Dijo, tomando un poco de su bebida espesa y marrón-. Bueno, pues se lo eché al hidromiel que había en la encimera, lo mezclé con el whisky que había al lado y salió esto: el hidrowhisky con chocolate. –tomó un segundo trago: ya era su cuarta copa y su cara se notaba levemente sonrosada-. Y lo presenté en el ministerio y… ¡oh, Ginny! Ni te imaginas lo contento que estoy…

-¡Claro que me lo imagino, Ron! ¡Es fantástico! –Dijo Ginny con alegría, dando una palmada-. Ahora podremos darle más dinero a mama y a papa todos los meses y también podremos hacer algunos viajecitos y comprarle a papa las gafas nuevas especiales que necesita y… oh, Ron, ¡yo también me alegro tanto…!

-¿Es motivo de orgullo la bebida alcohólica? –Preguntó de repente, algo confundido, mirando los ojos del color del chocolate de su hermana-. Aunque tu si, hermanita… porque, después de todo, eres la primera niña en nueve generaciones Weasley y nos has salido una joya, subsecretaria del ministro muggle y licenciada en medimagia, antropología híbrida y auror.

-Si, bueno, y también so una buena ama de casa, una gran lectora, una jugadora de Quiddich excelente y… -dijo clavando sus ojos en los grandes ojos azules de su hermano.

Ambos se quedaron mirándose fijamente el uno al otro. Luego, después de cerca de cinco minutos de observación, Ginny se levantó, mirando de nuevo a la chimenea y después a su hermano. Este la exultaba en silencio, con los ojos brillantes. Las distancias se acortaron, tanto que Ginny estaba apenas unos centímetros más separada de su hermano que el trasero del sofá.

Al momento, como impulsado por un muelle, Ron besó a Ginny. Su hermana, Ginny. Y a ambos les gustó muchísimo.

Comenzaron una lucha titánica de lenguas, labios y dientes, donde todo valía, mordiendo con suavidad los labios d su compañero y hermano y saboreando el momento. Ron se separó, pues por lo visto le quedaba un poco de sentido común.

-Ginny, no… -susurró roncamente el pelirrojo, intentando inútilmente que su hermana dejara de morder sus pectorales, su vientre y una zona cercana a su erección, más grande, imponente y dispuesta que nunca. Pero no consiguió disuadir a Ginny, que condujo las manos de su hermano mayor hacia sus pechos, haciendo que notase que no llevaba sujetador y que sus pezones pedían a gritos un entretenimiento. Ronald se dejó llevar. Desabotono por completo la camisa de su hermana, mientras ella le arrancaba la suya con brusquedad, una brusquedad que hacía que Ron estuviera llegando a la desesperación más rápido aún. Ambos volvieron a buscar desesperados sus labios e incluso sus manos buscaban el cuerpo de su compañero, deseando explorarlo, conocerlo, sentirlo.

Ginny desabotonó los pantalones muggles vaqueros y después bajó la cremallera. Notó perfectamente como, debajo de la tela de los bóxers, había una erección deseando ser liberada y que la dejaran hacer y deshacer a su antojo. Ron, por su parte, levantó la falda de su hermana y tiró hacia debajo de las tirillas del tanguita rosa tan minúsculo que llevaba. Acarició sus nalgas con deseo, las besó, las miró con deseo, casi contó sus pecas. La chica de los ojos marrones notó su interés, y bajó los pantalones y el bóxer de su hermano, dejando por fin al descubierto algo que era mucho más grande de lo que ella podría haber adivinado a primera vista. De la impresión, se inclinó un poco hacia atrás y ambos cayeron al suelo, junto con el sillón, que cedió al peso de Ron con Ginny encima. Ésta se levantó, se colocó encima de su hermano y, poco a poco, lo introdujo dentro de sí.

-Ginny, si duele, dímelo… -dijo, sudoroso y jadeante ante la expectación- pararé.

-No, Ron, yo no soy virgen desde hace muchos años… -dijo susurrando con perversión a los oídos de su hermano-. Pero espero que tú puedas superar a los chicos adolescentes, tú que eres un hombre hecho y derecho.

El orgullo de Ron no la hizo esperar ni un momento. Ron comenzó a moverse duro, haciendo a su hermana botar encima de él mientras la agarraba del pelo para atraerla hacia su boca, besándola, acariciando con su otra mano la espalda y las nalgas de la pelirroja. Ésta, mientras, mordía sin cesar, mordía el cuello del muchacho, los hombros, el pecho… le dejó muchísimas marcas, moradas y enormes, mas intensas las que se hicieron a la misma vez que Ronald aumentaba la velocidad, intensificando el placer, la acción, acariciando la humedad de la chica, esta gimiendo de puro placer y pasión, y oyendo como su hermana se mordía el labio y gritaba roncamente. Revolcándose por el suelo y dejando un rastro de hidrowhisky por la alfombra, que habían dejado caer sin querer al suelo, se mancharon en algunas partes de sus cuerpos que no tardaron ni un momento en ser relamidas y saboreadas, incluso mordidas. Ginny pensaba que iba a morirse de tanto placer, solo deseaba gritar, arañar y gemir, sintiendo en su pecho la excitación doble de tener un hombre encima de su cuerpo y que ese hombre fuera su pelirrojo y pecoso hermano mayor, cuyo cuerpo fuerte y musculoso de combatir a magos oscuros estaba surcado de algunas pequeñas cicatrices y quemaduras. Excitante. Apetecible. Ron intentaba intensificar su contacto con ella, le pasaba una de sus manos libres por la espalda y justo por la curva que hay encima del trasero la inclinaba hacia arriba, lo que hacía que sus caderas rozasen y que sus besos fueran mas intensos y sofocantes. Sus grandes y fuertes manos eran como un pequeño bálsamo de extasis para la "pequeña" Ginny, que no podría aguantar mucho mas la tensión.

Ella susurró cosas al oído de su hermano que, si alguien estuviera en la habitación no podrían haberlo oído, pero que a Ron le hizo reaccionar salvajemente justo antes de llegar un sonado y profundo orgasmo que, en cinco golpes fortísimos, hizo llegar a Ginny a las estrellas, y al bajar, ver a su hermano con los ojos cerrados, la frente sudorosa y sus apetecibles labios rosados respirando encima de los suyos.

Entonces pensó en lo horrible de la situación: Acababa, ni mas ni menos, de hacer el amor con su hermano, ambos habían cometido incesto y no habían usado ningún tipo de protección, por no hablar de las consecuencias morales. Ginny se levantó bruscamente, lo que hizo escapar de la boca de Ron una tierna carcajada, que se borró de su cara en cuanto Ginny cogió unas prendas de su ropa y se las colocó todo lo pulcramente que pudo por encima.

-Ron, no podemos decírselo a nadie, ¿me lo prometes? –Dijo mirándole con remordimiento, pero no con arrepentimiento-. Por favor, prométeme que Harry no se va a enterar de esto, porque si no me matará y luego te matará a ti…

-No te preocupes, tampoco Hermione se enterará –dijo, también por remordimientos-. Por lo menos por mi parte –dijo mirándola con un deje de indirecta-.

-Oh, claro, por supuesto, porque como yo suelo contarle a mi mejor amiga y novio de mi hermano las veces que cometo incesto con él –dijo Ginny sarcásticamente- pues esta vez me tendré que callar.

-Bueno, me tengo que ir, Ginny –avisó Ron, quien había ido cogiendo sus cosas por la habitación imitando a su hermana-. Tengo que ir a hablar con Hermione sobre lo nuestro. No sé si te o han explicado, pero Hermione y yo estamos mal. No se si me pedirá el divorcio, o…

No te preocupes ahora por eso –Dijo abriendo la puerta-. Hermione solo necesita comprender que tus despistes y tu falta de tacto a veces (porque en otras ocasiones ya me has demostrado lo detallista que puedes llegar a ser, hermanito) son adorables. Aprovecha que tienes mucho dinero e intenta reconquistar a Hermione con alguna joya, o como ya sabes lo que le gusta, podrías dar una donación para el departamento de Regulación de Criaturas mágicas, o alguna ñoñez parecida.

-Lo haré, muchísimas gracias, Ginny –dijo él, y dándole un suave beso en la mejilla, que a Ginny le supo a poco, se fue por la pequeña calle española donde Ginny vivía, de camino a su nueva vida con Hermione.