Hola~~ Nuevamente les traigo una historia de Kamisama. Es un poco especial, ya que para poder estructurar un contexto hice una precuela publicada en este mismo lugar con el nombre de Esencia divina. Sin embargo solo relata un punto que no es necesario profundizar así que no necesitan leerlo. A diferencia de otras historias que iba escribiendo, esta vez será un tanto mas larga que los últimos que he publicado para este querido fandom y sinceramente desde hace mucho que quería escribirla. Sin embargo el segundo semestre del año pasado fue un tanto difícil para mi, así que lo tuve que posponerlo hasta ahora. ¿Y que mejor que desarrollar un proyecto en un día bisiesto? Pues a mi al menos me pareció un día perfecto para subirlo. Abajo les dejaré referencias y explicaciones para quienes no relacionen ciertos puntos. Sin mas comenzaré este proyecto que espero que disfruten con mucho cariño tanto como yo disfruto escribiendo para ustedes.
¡Empecemos!
Crisálida de fuego
I: Presente.
- ¡Yoshino-san, encontré una serpiente!
Una niña de aproximadamente 12 años corría energéticamente hacia una de las devotas del templo, con una serpiente albina en su cuello.
- ¿¡De dónde has sacado esa serpiente!? - Exclamo nerviosa la mujer de mediana edad -
- Estaba en las escaleras del templo principal… ¿Por qué? ¿Hice mal en tomarla? - Pregunto consternada, ciertamente no estuvo muy segura de acercarse al momento de verla, pero fue ella quien se deslizó hacia su cuello y permitió que la tocase en primer lugar -
- No, lo siento querida, no quise sermonearte. Esa serpiente que tienes en manos debe ser un sirviente del dios del templo… Si la encontraste en las escaleras principales lo más seguro es que haya bajado.
- ¡Pero yo pensaba que los zorros eran quienes servían como protectores al dios de este lugar! - Respondió confundida, recordando las enseñanzas de su madre sobre el lugar. -
- Ambos seres ayudan en el templo Mikage.
Se escuchó una melodiosa voz que llamó la atención de la mujer mayor y la niña pequeña se escondió detrás de sus piernas. Una chica quien vestía tradicionalmente un kimono de bordados simples que asimilaban pequeños brotes de flores, de no más de 18 años, sonreía a la mayor que se dedicaba a barrer las escaleras. Poseía un largo cabello castaño, luminosos ojos marrones y era tan delgada que sus clavículas se veían perfectamente en el contorno de su cuello. Había descendido desde el templo principal de la montaña. Lugar en donde pocas personas tenían permitido subir aun para los devotos más antiguos.
- Buenas tardes, Nanami-sama ¿Por qué ha bajado?
- ¡Hola! Estaba buscando algo que se me extravió~ - Respondió observando por los alrededores como si se tratase de una niña pequeña buscando un tesoro - ¿Han visto tal vez a una escurridiza serpiente blanca? - Dirigió su mirada juguetonamente a la pequeña niña que se asomaba levemente desde atrás de la mujer - Tal vez tú me puedes ayudar. - Le sonrió de vuelta, logrando un poco más de confianza para que se acercase a ella. -
- ¿Es esta?
- ¡Sí! - Lentamente extendió los brazos para que el reptil trepara su brazo - Vaya, ni siquiera me di cuenta que me seguiste, estabas conociendo a los devotos, ¿Mizuki?
- ¿Se llama Mizuki? - Pregunto la pequeña, acercándose un poco más a la chica - ¿De verdad le sirve al dios del templo?
- ¡Claro! Y es un familiar muy eficaz. El favorito de la diosa… - Sonrió dulcemente a la serpiente a su lado -
- ¡Debes quererlo mucho!
- ¿Eh? N-No yo no -
- Nanami-sama no es el dios de la tierra, es la sacerdotisa del templo principal, mi pequeña curiosa. - Toco ligeramente la pequeña nariz de la niña - Ella es quien le hace llegar los rezos más importantes al dios del santuario y una de las pocas personas que tiene permitido subir libremente. Le tenemos un gran respeto por su labor.
- Ya veo… ¿Entonces viene a buscar el libro de plegarias?
- ¡Sí! - Afirmo la castaña -
- No era necesario Nanami-sama… Chiharu-san se encarga de subir con él al final de la jornada.
- Sí... Pero es bueno bajar de vez en cuando, por eso este pequeño travieso debió seguirme~ - Comentó dirigiéndose al blanco reptil que se había acomodado en el cuello de la chica -
- Entiendo, iré por el libro inmediatamente.
- ¡Muchas gracias! - En menos de un minuto volvieron con un delicado y pequeño libro en manos. La castaña se había dedicado a observar como caían las hojas de los arboles a los alrededores que pocas veces tenía la oportunidad de contemplar con tranquilidad. Junto a ella se encontraba un alto hombre albino que habían visto en pocas oportunidades bajar desde el templo principal, aparentemente manteniendo una plática con la castaña durante la espera. -
- Aquí tiene. - Le entregó aquel delgado libro y despidiéndose de la mayor se dirigieron al lugar por donde habían venido -
- Cariño despídete de Nanami-sama - La pequeña dio un vistazo a la chica nombrada, quien se volteo para sonreírle en respuesta de las palabras de la mujer-
- Adiós~
- ¡Adiós Nanami-sama, adiós Mizuki!
.
.
.
- Los niños son verdaderamente astutos… -Comentó el familiar albino mientras seguían caminando en dirección al santuario -
- ¿Tú crees? - Comentó un tanto desconcentrada -
- O tal vez solo ven las cosas con más simpleza… Ahora que lo pienso, ¿esa niña era nueva?
- Al parecer… Cada día son más personas quienes trabajan en el templo… Seguramente estaba esperando a su madre.
Habían pasado muchos años desde que la pequeña chica se había vuelto diosa del templo Mikage. Había crecido tanto su producción en los últimos seis años que el aire del santuario irradiaba una pureza que no se comparaba a ningún otro lugar de Tokyo. Las personas más afligidas o con una situación de desamparo total eran los únicos quienes se atrevían a subir.
Muchas personas pudieron ser testigos de que sus mayores preocupaciones desaparecían lentamente mientras más tiempo permanecían respirando ese dulce ambiente. Pero se sentían frágiles, desnudos ante una presencia divina de tal magnitud que poco a poco los iba vulnerando, mostrándoles en muchas situaciones sentimientos que eran difíciles de enfrentar.
Por lo que hace tres años atrás se decidió por parte de los devotos, que crecieron significativamente, construir un santuario secundario de ofrendas, gracias también con la aprobación de la chica y su familia, anhelaban un lugar en donde pudiesen agradecerle al Dios de la tierra y orar su protección a los pies de la montaña sin necesidad de sentirse agobiados.
Los devotos se encargaban de limpiarlo y cuidarlo con tanto cariño como se mantenía el templo principal, mientras en las escaleras que guiaban el santuario en donde la chica seguía viviendo se colocaron estatuas de zorros. Los guardianes del templo del Dios de la tierra y símbolo de que en ese lugar existía la protección del Dios Inari.
- Es estúpido que hagas esos viajes para buscar el libro cuando todos los días vienen a dejarlo a la entrada del templo - Bufó molesto el familiar zorro, mientras le servía una tarta de manzana a la recién llegada - ¿No se supone que para algo están tus sirvientes?
- Gracias. Pero no son sirvientes, son devotos. -Respondió con molestia probando aquel apetecible pastel que había sido preparado para la castaña luego de terminar sus labores principales. - Y más importante, son personas. Así que no los trates de esa forma.
- Personas molestas. - Balbuceo como un niño - ¿Además que hacías tú con una niña pequeña? - Se dirigió a la serpiente con molestia, desaprobando su comportamiento -
- Solo tenía curiosidad de saber a dónde iba Nanami-chan… - Respondió nervioso - Además me mantuve el margen, me porte bien esta vez, ¿no Nanami-chan?
- Sí, no te preocupes Mizuki, mientras no tenga que dar explicaciones nuevamente porque te vieron transformarte de una serpiente a una persona, a mí no me preocupa. - Palmó su cabeza con dulzura y dirigió una mirada discreta al zorro malhumorado - Me pregunto en donde quedó tu interés hacia las personas… Además no deberías hablar así cuando contribuyes a la sociedad trabajando con seres humanos…
- Murió tan rápido cuando tú dejaste de ser uno. - Respondió con simpleza - Y aunque trabaje con ellos no signifique que lo disfrute.
- No te creo~ Han pasado más de 4 años. Estoy segura que has desarrollado algunos pequeños sentimientos relacionándote con las personas que tienes a tu alrededor. - Sonrió juguetonamente, buscando en sus cristalinos ojos algún indicio de que no se equivocaba -
- Ciertamente las personas con las que me relaciono en el mundo humano no suelen ser muy comunicativas… - Respondió con una leve sonrisa. Agradeciendo internamente esa realidad -
- ¿Pero el trabajo de Tomoe-kun no es abrir cadáveres? - Cuestiono Mizuki confundido.-
- Eres un payaso.
Luego de pasar un rato en el comedor del templo. Mizuki se dirigió a hacerle compañía a los espíritus del templo mientras bebía un poco de sake y Tomoe se fue a lavar la loza sucia, como siempre Nanami quedó sola en la sala de estar viendo cualquier basura que mostraran en la televisión.
Su rutina en los últimos años se había vuelto increíblemente tranquila a comparación de su vida humana hace poco más de siete años atrás. Cuando era una dulce e inocente niña sin saber qué hacer con su futuro luego de la preparatoria… Sin saber que a los 18 años en una de sus labores como diosa de la tierra su realidad diese un vuelco de 180º y terminaría accidentalmente volviéndole un ser inmortal. Un zenko a servicio de un Dios primigenio.
- Nanami, no deberías quedarte hasta tan tarde…
El familiar zorro al entrar a la sala de estar pudo observar que la chica se había quedado dormida en frente de la televisión. Cada día su rutina como diosa se hacía más pesado. Él lo sabía, por lo que solo apagó la televisión y la tomó entre sus brazos para llevarla a su habitación. Se acercaba el otoño y el gélido aire se colaba por las habitaciones del templo, así que la recostó en su futon con el mismo kimono que había llevado durante todo el día, seguramente despertaría en un par de horas y ella misma se colocaría ropas cómodas para dormir. Además no quería que por accidente despertase y lo viese desvistiéndola, para iniciar nuevamente la misma pelea de ''despertar siendo atacada'' por quinta vez consecutiva de lo que llevaba el mes, por último le cubrió con una manta adicional para que su querida mujer no pasara frio en la noche.
Observó su dulce rostro profundamente dormido, su cabello se encontraba ligeramente desparramado por su almohada y algunos pequeños mechones pasaban por su fino rostro. En ciertos momentos tendía a arrugar su nariz en señal de estar soñando. Rio por lo bajo por ese encantador gesto.
- Tomoe…. Quiero más…. - El nombrado sonrió ante sus palabras, comenzando a acariciar el contorno de su rostro lentamente se iba acercando a su rostro. Inspiró profundamente la esencia de su cuello, emborrachándose momentáneamente por aquel dulce aroma -
- ¿Qué clase de cosas estás soñando conmigo… Nanami? - Susurró melodiosamente cerca de su oreja. Haciendo que la chica se quejara inconscientemente - Tengo curiosidad….
- Helado… - Rio entre dientes por su respuesta automática - Bombones…
- ¿Sólo quieres eso?... ¿No hay nada más que desees? - Su tono de voz era suave y seductora, haciendo que el cuerpo de la chica se tensara de forma involuntaria. -
- Jugo de frutas…
- Nanami… Yo te puedo dar eso y más… Pero dime... Dime lo que más deseas…
- … A….
- … ¿Si? - Mordió ligeramente el contorno de su oreja. Provocándola. El problema era que con esos pequeños suspiros y movimientos erráticos que hacia debido a sus acciones. Estaba perdiendo peligrosamente el control. Pero era un buen momento para conocer los más profundos secretos de su querida diosa. Solo tenía que resistir un poco más - ¿Qué más?
- …
- Mas fuerte… Para que pueda escucharte.
- … De Tomoe….
- ¿Qué?
- ¿¡Qué!? - La castaña se incorporó precipitadamente al ver a Tomoe casi encima de ella. Con su rostro peligrosamente cerca de su cuello - ¡Tomoe!
- Ohh. - Sin permitir que hiciese otro movimiento le abrazó con fuerza y la revolvió entre las sabanas. Había sido descubierto en su propio juego. -
- Déjame, ¿¡que estabas haciendo!?
- Estabas hablando dormida. - La aprisiono con más cariño entre su pecho para que no viese su sonrisa. Le encantaba ver a Nanami molesta, pero si descubría que disfrutaba la situación podría acarrear malas consecuencias. - Dime, ¿qué estabas soñando?
- ¡Eso no te incumbe!
- Respóndeme… - La miro fijamente mientras ella se acomodaba lo mejor que podía. - O tal vez estabas soñando cosas indecentes… Nanami~
- ¡NO!
Su sorpresa fue tal que hizo que al astuto zorro le saliese una carcajada. Sentía su rostro caliente, estaba segura que era la reacción que Tomoe quería. Oculto su vergüenza en el pecho del familiar, al menos así no tenía que verle la cara. Cuando tocó parte del futon pudo palpar un papel un tanto arrugado por los movimientos de ambos. Haciendo que su vergüenza se fuese lejos y lo viese detenidamente con la poca luz que la noche traía a su habitación. Era una pequeña tarjeta de color crema, bastante detallada y con pequeñas figuras que simulaban las burbujas de jabón en su contorno. Al leer la nota se dio cuenta que era una invitación especial y el nombre de quienes la enviaban hizo que diese un salto, quedando sentada encima de las caderas de su familiar, desconcertando un poco a Tomoe.
- ¿Nanami?
- Esta tarjeta…. ¿¡Cuando llegó esta tarjeta!?
- Ahhh, hoy al mediodía. Lo trajo uno de los sirvientes de Himemiko.
- ¿Por qué no me lo entregaste antes? - Preguntó emocionada y un notorio resplandor en su mirada -
- ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial esa cosa? - Cuestionó molesto y un poco celoso de haber perdido su atención -
- ¡Himemiko se va a casar, Tomoe! ¿¡No es maravilloso!?
- ¿Qué?
Antes de que pudiese responderle, Nanami se levantó y corrió hacia las habitaciones de Mikage y Mizuki, gritando a los cuatro vientos la noticia que había sido resguardada por su familiar que durante todo el día había olvidado por completo aquel molesto papel. Dejando con un muy mal humor al zorro que hace solo un par de segundos se encontraba disfrutando la íntima compañía de su pareja.
Bueno. Luego pediría una recompensación por su abandono.
Inari: Dios de la agricultura, el arroz, las relaciones, la guerra y los zorros. Es uno de los dioses mas importantes dentro de la religión del sintoismo. Los japoneses le rezan para prácticamente TODO. Su origen junto con el tiempo que lleva siendo venerado es desconocido. Y se asocia directamente a los zorros y son sus principales mensajeros y ayudantes. Su relación va vinculada a que estos animales se comían las plagas de los cultivos y en los templos donde se venera a Inari se observan estatuas de zenko con un pañuelo rojo a su alrededor, que señala que las plegarias han sido cumplidas.
Zenko: Son zorros divinos, a los que literalmente les llaman zenkos de Inari. Ayudantes al Dios de la agricultura y su apariencia suele ser blanca, asociado a lo puro. Estos a diferencia del kitsune común. Son guías y guardianes de los humanos, se reconocen por su amabilidad y amor hacia las personas. Es tanto el aprecio por ellos que en muchas historias estos dejan su trabajo y se vuelven humanos para poder vivir junto a ellos. Su importancia suele ser desde un mensajero común hasta ser venerado como un mismo Dios. Su cantidad de colas tambien varia con los relatos.
Cualquier palabra que haya dicho y que les haya dejado en duda no duden en decírmelo.
