Los personajes no me perteneces, son de su respectiva creadora

De algo no tuve la más remota idea y es que no sé si los japoneses usan un 'usted' o solo el 'tú' como lo hace el inglés, por otra parte, disfruten…


Hiroshi

No me gustaría llamarlo amor a primera vista y aunque quisiera no lo fue, que te vomiten encima no puede contar como una situación mágica que me complaciera desde el fondo, de hecho lo recordaba con asco, seguramente algo que no iba a olvidar, como tampoco lo otro y que lo precedió.

A primera vista el Sensei, era un hombre con reputación de hombre malhumorado que no tenía necesidad alguna de estar en un sitio casi completamente opuesto a lo que él llamaba como civilización moderna, por eso cuando fui a su casa con un poco de disgusto haciendo un encargo, listo para decirle verdades que yo creía ciertas, el inesperado primer encuentro me hizo olvidarlas por un momento y preocuparme más por la salud de un individuo que lucía más moribundo que presumido.

Ahí tirado en el suelo donde lo encontré, inconsciente por el desmayo y la fatiga, un hombre problemático definitivamente.

Vaya la sorpresa que me llevé cuando Naru me mostró mi error, esa aclaración fue la primera cosa que me enamoró. Un inútil como yo, perezoso y conformista, que da lo mínimo de sí mismo, se sorprendió, de creer que era un afortunado individuo con talento, pasé a creer que el verdadero esfuerzo existía, sintiendo la inutilidad con la que me miraba a mí mismo y los demás me veían.

No debería haberlo juzgado, me equivocaba y aceptaba mi error como mejor era posible, pero no exento de tristeza, aunque ésta tampoco duró mucho... ¿Eh?, toqué la esquina de mi ojo.

"¿Estás llorando?" Me preguntó Naru.

¿Estaba llorando?, tenía razón, ¿por qué lloraba?, no era por completo la tristeza o la decepción, había algo más, ¿alegría?, el talento de ese hombre me animaba a esforzarme más.

"No" Quité las gotas y evité que ella siguiera viéndome, era un poco penoso que un hombre llorara.

Cuando despertó, regresé al tema que me había llevado hasta su casa, era un vago, pero no un mal hijo, seguía pareciéndome injusto que mi madre cocinara para un desconocido, pese a su crítica sobre sus razones para hacerlo que incluía a mi padre junto conmigo, ella estaba suficientemente ocupada en otras cosas.

No quería que se considerara una carga, pero aparte de trabajo extra para mi progenitora, no creía que el hombre pudiera sobrevivir estando solo, mi primera impresión me lo decía, por lo mismo tuve una idea que pudiera funcionar, el inconveniente que le veía era una única pregunta que me hacía, ¿por qué me disponía a hacerlo?

Con una sonrisa me despedí de la menor y el adulto, había estado un largo rato ahí y era hora de regresar, estaba acostumbrado a los paseos largos que eran caminar a mi casa desde cualquier otro lado, pero ese día el paisaje me parecía francamente insuperable, el aire con un toque de mar refrescaba mis pulmones y las corrientes de aire despeinaban mi cabello pareciéndome agradable, me hubiera gustado caminar hasta que anocheciera.

"¡Estoy en casa!" Anuncié cerrando la puerta.

"¿Cómo te fue con el Sensei?" Mi madre se hallaba quizás esperando para preguntármelo.

"Bien..." No sonaba entusiasmado, caminé por el pasillo, pero a punto de pisar las escaleras hasta el piso de arriba me detuve, experimentando un poco de frustración "Es un desastre" Terminé por decirlo y le conté lo que había pasado, ella me observaba con una cara de preocupación.

"Todos necesitan un descanso, al Sensei no le vendría mal uno" Pues por como escribía, lo dudaba.

Subí a mi habitación, esperanzado en descansar y con los brazos cruzados tras mi nuca, miré el blanco techo, mi mente comenzó a vagar en cosas y una de ellas era el Sensei, debía admitirlo, mientras se encontraba inconsciente, tuve mi oportunidad de verlo de reojo y era guapo, lo que se podía esperar de un adulto joven y estético, no había muchos hombres como él en la isla. Sentí el calor de mi rostro y cuello, odiando creer que era a causa de mis pensamientos, me levanté con la intención de quitarme la ropa para ir a dormir y de una vez refrescar mi rostro acalorado.

...

De repente había sonado el teléfono en mi casa, justo cuando me decidía a estudiar en serio, prefería ignorarlo sin embargo no era buena idea, además era el único disponible para contestar.

"¿Diga?"

"¿Hiroshi?" Con sólo escuchar su voz me alteré.

"¿Ah?, ¿Sensei?" Mi voz podía sonar tranquila, pero el plástico del teléfono crujió por la forma como lo apreté, ahí estaba de nuevo el calor.

"Hiroshi, lamento molestar, pero ¿no está tu padre?"

"Ahh..." Sí estaba, pero mejor no decía qué se encontraba haciendo "No" Escuché un suspiro.

"¿Podrías hacerme tú un favor?" ¿Yo un favor?, sonreí, ¡Aah!, ¿qué me pasaba?

El Sensei necesitaba que fuera por unas cosas a su casa, aparentemente se hallaba hospitalizado. Esa emoción desapareció y me angustió escucharlo.

"¿Está bien?" Calma, calma, tenía que calmarme.

"Sí" Lo decía muy seguro, eso no me tranquilizaba por completo, pero ya era algo, acepté ir a su casa por las cosas y colgué... ¿su casa?, el calor volvió, ¿estaba rojo?

Fui a su casa tal como me pidió, llevando una llave maestra que mi padre tenía y sabía dónde estaba, pero antes de entrar, algo me detuvo. No era entrar como el día anterior, esa vez no habría nadie, yo... ¿desde cuándo pensaba así?, molesto conmigo mismo, giré la llave y deslicé la puerta con brusquedad, sin dejar que nada me importara ya estaba dentro de su casa, ¿y luego?

"¡Tsh!" Froté mi nuca, no había aclarado donde estaba lo que quería que buscara.

Por simple lógica busqué en la habitación, equivocándome con una que otra puerta, yo no vivía en esa casa mis tardes como lo hacían Naru y las demás.

Al final la encontré, podía irse olvidando de que fuera a llevarle sus herramientas de escritura, el punto de estar en el hospital era recuperarse, sería como llevarle un cuchillo a un suicida. Cepillo de dientes, un cambio de ropa, ropa... tenía que ¿verdad?, busqué la ropa interior entre cajones, sin tardar en dar con ella.

"Que mal gusto" No me di tiempo para contemplarla, lo metí todo en una maleta que llevaba conmigo.

Sin embargo, antes de retirarme, me detuve a observar todo desde la puerta principal, no quería hacer nada malo en el lugar, pero me quedé otro rato, a observar algo que había llamado en especial mi atención, el cuarto tapizado de sus trabajos, deslicé la puerta y con sólo mirarlo, volví a quedar maravillado, era lo suficientemente alentador como para que cuando decidí salir, llevaba una sonrisa conmigo hasta llegar al hospital.

"Aquí tienes" Por un segundo cuando le di la maleta, puso una boba sonrisa feliz, que desapareció con la mala noticia de no encontrar lo que quería.

Que envidia, sería bueno que alguna vez sonriera así viéndome a mí, ¿eh?, ¡no!, quiero decir, que alguien sonriera así por mí, no él.

Esa noche estuve tranquilo sabiendo que saldría pronto del hospital, le llevaría de inmediato algo de comida casera para que se sintiera mejor y...

"¡No!" Golpeé mis mejillas con ambas manos, paralizando esa idea para que no creciera más e hice todo lo posible por olvidarlo, sin embargo mis esfuerzos no fueron los suficientes, no cuando me encontré a mí mismo al día siguiente pisando la cocina con la intención de prepararle la cena.

Procuré ser yo quien hiciera todo y no pedirle ayuda a mi madre a la hora de cocinar, si sufría contra toda lógica dictada por mi cerebro sin suficiente inteligencia, quería sufrir solo, pero con una rara sensación en mi estómago mientras lo hacía.

Odiaba admitir que me sentía extrañamente gratificante, ¿qué era?, ¿adictivo?, esa clase de sensaciones no debía sentirlas nadie, deberían considerarse nocivas para la salud.

"¡Duele!" Me corté con el cuchillo mientras picaba los vegetales.

Lo recordé, era el mismo sentimiento romántico que me llevaba a realizar estupideces como ya me había sucedido una que otra vez, no podía aceptarlo, no así, no en tan poco tiempo, no de él, no... de un hombre, por Dios, eso último era lo peor, ni siquiera lo creía posible.

"¿Hiroshi?" Sentí un escalofrío con mi madre apareciendo detrás de mí, esa sensación de que alguien te atrape haciendo algo malo, en mi caso, pensando algo indebido desde mi punto de vista "¿Ya hiciste tu tarea?" ¡La tarea!, lo olvidé.

"Sí... Ya la comencé" Mentí.

"¿Qué haces?" Quise mantenerlo en secreto, pero no se me permitió, soltando un suspiro, mejor me inventaba algo bueno.

"Mi cena" Era más creíble que ah que yo cocinara para alguien más.

No me hizo preguntas, pues para qué indagaría en más. Tal vez si terminaba pronto podría hacer mi tarea, aquello me trajo a la memoria que casi todos los estudiantes debían estar comprando tinta, para sus trabajos, llegar a esas conclusiones era fácil cuando casi todo el tiempo un hombre que vivía entre la tinta se hallaba flotando entre mis pensamientos, que desgracia.

Hice la comida y envolví el tazón con un plástico, antes de subir por las escaleras por la botella comenzada de tinta que teníamos.

¿Qué diría?, tal vez me agradecería con un abrazo o me invitaría a comer con él, fuera lo que fuera lo esperaba con ansias.

Cuando regresé a la cocina, mi sangre se heló viendo a mamá, inspeccionar el platillo, sabía que había entrado, por eso mismo ella habló.

"Cuando te esfuerzas, las cosas te salen bien" Cambié a la irritación, ¿a qué se refería? "Al Sensei le va a encantar lo que hiciste" Alejé la comida de ella, con los pies puestos en camino para imponer mucha distancia entre ella y mi vergüenza.

"¿Quién dijo que era para el Sensei?" Adivina, bruja.

"¿Ah no?, ¿entonces para quién?" No podía enojarme con su auténtico interés, aparte de que se trataba de mi progenitora.

"Quizás..." Enterré la cabeza entre los hombros "...un poco sea para el Sensei" Otra vez estaba poniéndome caliente, no lo soporté y salí.

El mejor lugar al que pude dirigirme y al que quise ir, era al mismo causante de mis problemas, caminaba por la orilla de una de las carreteras pensando que le diría al verlo, al mismo tiempo que enrojecía pensando en eso, algo en mi estómago se revolvía y hacía que mis nervios incrementaran, sacudía la cabeza para sacar la idea, pero eso de nada servía.

Mínimo tuve tiempo para prepararme mentalmente hasta el momento que pise la propiedad e hice el esfuerzo de usar una máscara.

Le llevé la cena y tal como suponía le faltaba tinta, le di la botella que yo tenía y como un déjà vu, lo vi precipitarse contra mí.

Hubiera caído si no lo hubiera sostenido, fue vergonzoso, a la vez que molesto, nunca se preocupaba por sí mismo y se lo dije, un día iba a morirse en medio de sus desmayos. Suspiré para mis adentros y tuve que dejar a la irritación irse, solamente para ser sustituido por un hecho que había pasado por alto.

Prácticamente lo abracé, tuve sus brazos a mi alrededor e incluso pareció que acarició mi cabello cuando pasó la mano por detrás, en ese momento mi pecho se agitó, pero como dije, lo olvidé para concentrarme en ayudarlo.

"¿No quieres pasar?" Me invitó a entrar. Lo pensé seriamente, hubiera querido decir que no, pero así no era yo.

Acepté y nos sentamos en el suelo de su estancia, evitando descortesías me invitó a comer junto con él pero lo rechacé, no tenía hambre.

"¿No me dijiste que tu mamá iba a dejar de cocinar para mí?" Preguntó, no tenía muchas ganas de decirle que fui yo, por lo que cambié de tema.

"¿Qué ibas a escribir?" Vi las hojas tiradas por el suelo y como si hubiera esperado que alguien preguntara, sonrió.

"Más bien estaba tratando de hacer la tinta" Pues que desordenado.

Estábamos los dos solos, quizás era la primera vez que disfrutábamos de una conversación así, por lo mismo seguía poniéndome ansioso en su presencia.

"Mmm..." Miré alrededor "¿Desde cuándo has vivido solo?" Era una buena pregunta para comenzar.

"Desde que llegué a la isla" Mi mente maliciosa abrió una puerta para mí.

"¿Antes vivía con alguien?, ¿una novia?" A ese tema quería llegar y había sido más fácil de lo que creí.

"Mm... no" Agachó la mirada dejando los palillos a un lado "Con...mi familia" No era una reacción normal, algo había detrás "No..." ¿Era timidez?, que adorable "No... eh pasado mucho tiempo yo solo"

"Que triste" Comenté sin pensar.

"¿Triste?" No quise que sonara así.

"Este... Es que yo cuando terminé la escuela quiero irme de la isla y obviamente creo que tendría que vivir solo" Me emocionaba de pensarlo "Me parece una experiencia liberadora, ¿me entiende?" Yo lo miraba con una sonrisa un tanto forzada, pero él con una mueca melancólica.

"Creo que sí" No parecía muy convincente con ese tono monótono.

"Sensei" Fui directo al tema cuando me pareció que la conversación iba en declive "¿Tiene usted alguna novia?" Me miró sospechando, pero había funcionado.

"No, ¿por qué?"

"Curiosidad" Sonreí falsamente. "Quiero saber cómo son las chicas de allá" Las de aquí... em... carecían a veces de feminidad.

"Pues son..." Lo notaba nervioso, a diferencia de mí, no era bueno queriendo lucir más calmado y natural "Son... son... chicas" ¿En serio? Su respuesta no me complació, parecía más bien un mala broma, bueno, pues tenía un punto con que atacarlo y más ganas de indagar en su vida personal.

"No me digas que no has salido con ninguna" Lo decía en parte como broma, pero él se quedó callado confirmando las sospechas "Oh... ¡pff!" No lo ameritaba, pero me reí un poco, aunque sin disimularlo.

"¡No te rías!" Se erizó a la defensiva, tiñéndose de vergüenza.

"No me rio" Lo dije mientras lo hacía, convirtiéndolo en una descarada mentira.

"¡Sí lo haces!" El Sensei era lindo, esa palabra sería mejor empleada por una mujer, pero no equivocada.

"Ya..." Limpié las lágrimas que salieron "Es normal que un hombre de veintitantos años no haya tenido novia jamás" No me parecía tan extraño, en especial viendo como era, alguien casado con su trabajo "Mínimo has dado tu primer beso, ¿verdad?" Se escondió bajo su flequillo ensombreciendo más su expresión "¿Verdad?" Insistí y la respuesta fue la misma. Interesante, por un rato hubo silencio entre los dos "Lo siento, no quería incomodar..."

"No es algo que me moleste" Estaba siendo fuerte para no hacerme sentir mal, incluso ponía una pequeña sonrisa, no sólo en sus labios sino su mirada.

"Sensei" Pronuncié en voz baja.

A todos les pasa, esos momentos que uno no piensa bien y se precipita a hacer cosas absurdas o tontas, cuando los impulsos ganan contra el razonamiento y la lógica del cerebro, ofusco y vacío, pero un extraño placer al llevarlo a cabo.

Así fue, haberme acercado por sobre la mesa redonda que nos separaba, casi recostándome en ella para alcanzarlo y haberlo besado en los labios, mientras el permanecía paralizado de la sorpresa y el desconcierto. Me tomé el privilegio de haber podido cerrar los ojos en el momento que el calor de su suave piel estuve en contacto con mi boca, no debió durar más de diez segundos, pero para mí el tiempo se alargó, las cosquillas recorrieron cada nervio de mi excitada persona y la emoción era incomparable.

Ya me había enamorado antes, pero esas relaciones fracasaban miserablemente, era la primera vez que tomaba el valor de hacer algo tan loco, como besar a una persona que apenas conocía desde una semana, sin tomar en cuenta consecuencias, me sentí más indeciso y más... ¿atraído?... a la idea.

Terminó cuando impuse distancia y lo miré, poco le faltaba para ponerse morado y la cara de espanto, era similar a si acabara de haber visto la película más terrorífica del séptimo arte, semblante que no escapaba mucho a lo que imaginaba.

"Ya no tiene que preocuparse por que digan que no ha tenido su primer beso" Hablé con relativa normalidad para encubrir mi estado alterado, él no era el único que quería ir a enterrar la cabeza en un hoyo como las avestruces o desear que en la tierra una grieta inmensa apareciera y se lo llevara a lo más profundo del subsuelo, él no era el único que tuvo incertidumbre por lo que hice, de momento quería escapar corriendo, sin embargo, no podía dejar la atmosfera tan turbia como estaba.

"Bueno..." Me puse de pie, algo tenía que hacer "Ya se hizo tarde" Había anochecido "Tengo que irme a casa Sensei" Di un paso y casi caigo, me temblaban las piernas.

"¿Hiroshi?" También se levantó.

"Estoy bien" Aseguré con una risa apenada, esforzándome por avanzar "Gracias por la invitación Sensei" Me dirigí hacia la puerta, pero antes de irme giré para mirarlo petrificado en el mismo lugar con cara consternada "Sobre lo del beso..." Sonreía con normalidad "No se preocupe, es una costumbre aquí" Mentí "Nos vemos" Fue la despedida definitiva.

Las luces de la casa iluminaron mi camino unos cuantos metros, salí de la propiedad y seguí caminando hasta llegar a un lugar lo suficientemente lejos para que no escuchara.

"¡Estúpido!" No tenía nada que golpear, lo que podía hacer era patear el suelo, grave error, mi enojo me costó dolor, sin quererlo había pateado una piedra.

Cojeé hasta mi casa, donde lo único que hice fue subir hasta mi habitación y abrazar una almohada repitiendo lo estúpido que era y lo absurdo que estaba siendo al comportarme como un caso común de hormonas.

CONTINÚA...