Nota: Este fic me ha salido del amor que le tengo al Morby (Mordecai x Rigby) Evidentemente es un yaoi, mi primer fic largo, espero les encante.
Saludos a todas aquellas personas y amigos que estuvieron esperando esto y gracias por su paciencia, debo decirles que es incierto cuando suba el segundo capítulo pues mi editora ha estado ocupada y yo igual.
Agradecimientos a Isakitt por la edición del Fic.
Un show más, Regular show o Historias corrientes le pertenecen a: J.G Quintel y a su equipo de trabajo, los cuales nos dejan ver su gran obra caricaturesca en la fantástica cadena televisiva Cartoon Nework. Hago esto sin fines de lucro.
Aparecerán algunos cuantos personajes que son enteramente de mi propiedad si son fanáticos de Un show más sabrán que personajes le pertenecen a Quintel y cuales a Valery, sin más que decir disfruten del estreno.
Superstition
Cap. 1 El alba lila
La belleza se posaba sobre el cielo nocturno que decoraba los rincones del parque, en aquella ciudad de eventos "naturales" la vida era lo que recordaba a las épocas de antaño para algunos, y para otros era el sobrevivir día a día a las maravillas malditas de un empleo que les hartaba. Eran aproximadamente las cinco treinta y cinco, antes del amanecer. Rigby, uno de los trabajadores del parque, joven, bajito y apuesto, de piel morena y cabello café, miraba por la ventana de la habitación que compartía con su mejor amigo Mordecai, un muchacho de la misma edad que él, veintitrés para ser precisos; alto, mucho más que Rigby, su piel era nívea y pálida, sus ojos sufrían un extraño caso de heterocromía, siendo uno azul océano y el otro celeste, su cabello estaba falsamente pintado de una tonalidad cielo, siempre despeinado.
Toda la noche había tenido dificultades para dormir. Además tenía un frío intenso, lo cual parecía imposible, pues el clima del parque siempre solía ser cálido, incluso en las noches. Sin embargo para él era todo lo contrario, la incomodidad parecía no querer marcharse de su cuerpo y un hielo intenso se sumergía en lo más profundo de sus entrañas haciéndolo tiritar de una manera exagerada. Al principio creyó estar enfermo, pero al percatarse de que los fármacos que tomó pocas horas atrás para los resfríos no hacían efecto, se dio cuenta de que las cosas iban mal, no en su organismo, sino fuera de este.
Por eso se encontraba sentado en el suelo observando detenidamente por la ventana el cielo oscuro. Podía verse totalmente negro a los alrededores de la luna, la cual no resplandecía como siempre. No, claro que no: se veía plateada en un tono bajo gris, y el ambiente era tan melancólico…
Sin percatarse de cuánto tiempo había estado despierto volteó su mirada hacia Mordecai, que parecía no darse cuenta de lo que ocurría. Estaba sumergido en un profundo y reparador sueño, que por un trabajo muy pesado del día anterior realmente necesitaba. Las cavilaciones de Rigby iban desde los ojos cerrados de su amigo hasta más allá de las mantas, y eso le estaba preocupando, pues las cosas entre él y Mordecai habían sido siempre agradables, una relación fraternal y filial entre dos buenos amigos.
Aun así, desde la secundaria siempre le había parecido atractivo, era un chico exótico de mirada muy penetrante, lo cual incitaría a cualquiera a pecar, pero éste no era el caso, no debía caer en las finas garras de la sodomía.
Un fuerte trueno que los otros habitantes de la casa no parecieron escuchar resonó haciendo vibrar las ventanas, los objetos y los árboles alrededor del parque y a Rigby le sacudió los pensamientos y los nervios. Nadie se inmutó ante el estrépito, sólo él, que corrió hacia su curiosa cama en forma de trampolín. Se limitó a seguir viendo por la ventana y detalló como una lluvia cristalina venía a acompañar el alba. La salida del sol era un evento natural muy corriente, pero se preguntaba, ¿era corriente que fuese de un color lila llegando al morado oscuro?
Fuera como fuera estaba pasando ante sus ojos, que se abrieron como platos, admirando la hermosa y aterradora vista. La lluvia no cesaba de caer, y parecía cada vez más intensa. Cualquiera que lo hubiera visto tendría que notar que había caído de la nada, pues sólo para Rigby el ambiente era frío. Era oficial: el clima estaba loco y la madre tierra estaba despechada.
Los ojos café se concentraron en el alba lila que parecía cada vez más grande, como unas manos misteriosas que con un pincel dibujaran en el cielo las locuras que deseaban a su paso. Se encontraba absorto en tanta belleza cuando, de pronto, pudo jurar que un rayo le enseñó la figura sombría de una mujer.
Estuvo a punto de gritar sin pensar ni un minuto en el sueño de los otros, en especial el de su compañero, más cubrió sus labios con sus dos manos para acallarse, sintiendo en ellas los latidos de su propio corazón. Con el ruido de la lluvia de fondo, apretó los ojos y cerró bien la boca, respirando alarmado. Se cubrió de la cabeza hasta los pies con las mantas y por fin, en un largo rato, pudo conciliar el sueño.
Afuera, sin que nadie más pudiera ser testigo, el sol salió resplandeciente en su típico tono dorado cálido, y lo que fue de esa misteriosa alba oscura desapareció. Unos minutos después de que cierto chico cayera por completo en las trampas de Morfeo.
Pasadas unas horas el reloj saltó con vigor haciendo sonar la alarma en las habitaciones de todos los habitantes de la casa. Mordecai fue el primero en ponerse en pie, bostezaba con flojera y se le pintaba una sonrisa sincera en el rostro. Dio un giro a su cuello para dirigirle la mirada al reloj de la mesa, que marcaba con furia las ocho en punto de la mañana. A esa hora iniciaba su día. El muchacho se dirigió hacia el closet y tomó una camiseta de manga corta color negro, junto a una chamarra azulada que le sentaba muy bien, combinando con un pantalón de mezclilla negro y un calzado corriente.
Iba hacia el baño cuando se percató de la ignorancia de su compañero y mejor amigo ante la alarma. Se le acercó con cuidado e intentó despertar al bajito con delicadeza para no exaltarlo, sin embargo Rigby parecía desmayado, lo cual lo exasperó tanto que le gritó en todo el oído haciéndolo despertar del golpe que se llevó al caer de la cama.
El moreno miró entre asustado y molesto a su amigo quien yacía frente a él riendo un poco y ofreciéndole su mano para que se levantara del suelo.
— ¿¡Qué diablos te pasa Mordecai!? —se quejó mirando a su agresor con el ceño fruncido.
— Traté de despertarte con cariño hermano, pero estabas como la bella durmiente, hasta pensé en besarte —respondió burlón el más alto mientras lo ayudaba a levantarse.
— ¡Cállate!—exclamó ruborizado Rigby—. No pude dormir bien anoche—añadió con pereza.
Mordecai cambió su expresión por una más preocupada.
— ¿Estás enfermo Rigby?
—No, no viejo, te juro que yo no soy él del problema, era otra cosa la que no me dejó dormir.
— ¿Otra cosa? ¿Otro problema? No vimos películas de terror anoche, si es que tenías miedo.
— ¡No tenía miedo!—replicó— Bueno, sólo hasta que esa cosa apareció…
— ¿Cosa?—inquirió Mordecai arqueando una ceja.
Rigby estaba a punto de contarle todos los eventos sobrenaturales de la noche anterior y parte de la madrugada cuando unos fuertes pasos se escucharon fuera de la habitación, específicamente en el pasillo, cortando sus intenciones. De repente ambos chicos silenciaron sus gargantas, viendo un poco asustados la perilla de la puerta rodar, y pronto se abrió para mostrar el rostro de lo que ellos tanto temían: su jefe Benson, un hombre maduro no mayor a treinta años, de estatura mediana, pelirrojo natural, ojos de ópalo y piel pálida, que solía portar un uniforme digno de un gerente de parque y unas gafas rojas.
Él les miró más tranquilo de lo usual, lo cual era raro ya que pasaban de las ocho y Rigby seguía en pijama. El ambiente se vio sumido en el silencio hasta que Benson le dio fin.
— Oh… Están despiertos, que bien porque tenemos trabajo que hacer. Cuando estén listos bajen a la cocina, debo comunicarles algo…—informó tranquilo y agradable el mayor.
— ¿Qué ocurre, Benson?—preguntó curioso Mordecai.
— Sólo es la presentación de un nuevo empleado—contestó como si fuera la cosa más natural del mundo—. Ahora Rigby ve a cambiarte y Mordecai termina de arreglarte, los quiero abajo en veinte minutos… ¡O están despedidos! —Añadió furioso el jefe antes de abandonar la habitación de un portazo.
Los dos chicos se miraron impresionados tanto por la actitud bipolar de su jefe como por la noticia de un nuevo empleado. Intercambiaron miradas entre preocupadas y alegres, dieron fin a su conversación, más por el hecho de que olvidaron de que hablaban y debían apurarse. Mordecai optó por ir al baño mientras Rigby se ponía una camiseta blanca cubierta por una chaqueta corta de color tierra, un jean clásico roto y unas botas bicolores blancas-marrones. Finalmente, pasados unos minutos llegaron a tiempo a la cocina, donde ya se encontraban todos los demás trabajadores: el hombre más fuerte de los que se encontraban era Skips, tomando una taza de café mientras de vez en cuando se tocaba el cabello albino; Musculoso y Fantasmín hablaban entre ellos, como siempre el uno se veía bastante desarreglado, y el otro era muy delicado en sus facciones, su piel tan clara que parecía un fantasma (de ahí el apodo); y por último pero no menos importante se encontraba Papaleta, un hombre elegante ya mayor de cuarenta años, muy agradable y sensible. Este preparaba unos ricos hotcakes mientras siseaba una melodía pegadiza, aguardando todos a que Benson se dispusiera a dar "la buena nueva".
Los más jóvenes se sentaron en dos sillas muy juntas, saludaron como de costumbre con unos buenos días y se dispusieron a servirse en silencio unos cereales mega chocolatosos con yogurt sin sabor, por sus rostros alegres se notaba que los disfrutaban.
— ¿Saben a quién más le encanta el cereal con yogurt? ¡A mi mami!—Dijo riendo Musculoso mientras chocaba su palma con la de Fantasmín que reía en menor grado.
Los aludidos se miraron aburridos, y de nueva cuenta al hombre que solía ser muy agradable si no fuese por esas bromas que más que irritantes eran ridículas. Los demás habitantes ignoraron el mal chiste y siguieron con lo suyo por un rato, o por lo menos hasta que se escuchó la puerta principal abrirse. En ese momento todos prestaron atención, incluso Mordecai y Rigby dejaron caer las cucharas en sus respectivos platos, acomodándose en el asiento de inmediato.
Benson entró a la cocina seguido por una joven extraña: ella tenía el cabello largo y negro como la noche, la piel mucho más pálida que la de Fantasmín, casi podía opacarlo y eso era mucho decir. Sus ojos eran de color escarlata entremezclados con un vino tinto profundo, su cuerpo era un edén de curvas, y su vestido negro hasta las rodillas hacía resaltar que no era de atributos muy protuberantes, más bien se consideraría sencilla pero hermosa.
Para los hombres presentes su belleza natural la hacía sensual, sin embargo… algo en su aura no estaba bien, era bastante oscura y un tanto aterradora, tanto que un frío inexplicable inundó la cocina de repente. Mordecai, al parecer sin notarlo, sonrió al verla. No le gustó a primera vista, pero debía aceptar que era hermosa.
— Bien… Muchachos, esta jovencita es Luna Lear, es la nueva empleada —Informó Benson observando a los presentes.
El rostro de los empleados se mostraba impactado, no sólo porque era una hermosa joven la que trabajaría de ahora en adelante con ellos, sino porque era una mujer, y no que la menospreciaran pero imaginarla en un trabajo donde sólo había hombres… se preocupaban por su comodidad y la de ellos, una dama representaba una privacidad inquebrantable.
— Sé que están impresionados pero su hoja de vida es pulcra, es trabajadora, no le teme a la tenacidad de trabajar con hombres y sobre todo no es perezosa—comentó Benson mirando a Mordecai y a Rigby al mencionar lo último.
El pelirrojo miró con seriedad a la joven que yacía a su lado sonriendo, mas no era una sonrisa cálida. Era una que a pesar de su hermosura transmitía melancolía e incluso miedo. Pero él no prestó atención a tal detalle y se dirigió a ella para que diese unas palabras, a lo que Luna Lear asintió.
— Buenos días caballeros, como ya saben me llamo Luna Lear. Solicité el empleo esta mañana con su jefe aquí presente, di la entrevista y aprobé. No vengo a incomodar su espacio de hombres, tampoco espero un gran trato por ser una chica, sólo tener la mejor relación de trabajo con ustedes. —culminó sonriendo la azabache.
La voz de la nueva empleada era melodiosa cual encanto de sirena, Rigby pensaba que los ojos de Mordecai eran totalmente únicos y atractivos, y no obstante los de Luna también lo eran. En realidad toda su apariencia era muy hechizante, aunque transmitiera un inexplicable temor.
Luego de que todos se presentaran con cordialidad y le dieran la bienvenida, Benson ordenó a Skips y a Mordecai que ayudaran a la nueva joven a incorporar su equipaje en la habitación que habían dispuesto para ella, una al final del pasillo del segundo piso, que estaba vacía hace un tiempo ya. Era bastante amplia, aunque había que cambiarle el foco y limpiarla un poco, para más comodidad. Benson le dejó una pequeña cama que ella misma debía vestir. Una vez llevadas las tres maletas de la joven, esta dio gracias a sus compañeros y fue ella misma quien se dignó a cambiar el foco, justo cuando Skips se ofreció a hacerlo, demostrando así que los trabajos no eran un reto para ella. No cabía duda que dio la mejor primera impresión.
Luego de asimilar el asunto de la nueva pero hermosa empleada, Benson los llamó a todos, incluyéndola ahora en su lista, e inició por repartir los trabajos de ese día.
— Muy bien, hagan silencio… Musculoso, Fantasmín, les toca podar el césped de todo el parque. Papaleta, ve a atender el bar de comida. Skips, sólo arregla un par de cosas dañadas de la casa y del área de juegos y terminas tu turno; a Mordecai y Rigby les toca limpiar la fuente…
— ¿¡Que!? ¡Aagg! ¡Viejo, tienes que estar de broma! —Interrumpió Rigby con su típica apatía hacia el trabajo.
— ¡Sí, Benson! ¡Siempre nos das los trabajos que odiamos! —secundó el peliazul.
— Les ha tocado el más sencillo, así que dejen de quejarse. ¡Los veo de vagos y los despido!—gritó molesto por segunda vez el jefe.
Finalmente callaron los más jóvenes y, tranquilo, el pelirrojo miró con compasión a su nueva empleada. Todos esperaban que no fuese tan duro con ella por ser una chica, y hasta se lo recordaban con las miradas fijas. El jefe se lo meditó un poco y le dio una tarea doméstica como primera opción…
— Señorita Luna Lear, sé que es su primer día y pretendo no ser tan duro con usted, así que creo que es justo que limpie algunas áreas de la casa y con eso será todo.
— Con todo respeto, jefe—respondió sonriente—. No tenga compasión conmigo, puedo hacer todo lo que estos fuertes muchachos hacen, deme algo mejor—pidió con un deje de sarcasmo en su voz y a la vez de superioridad.
Todas las miradas asombradas se dirigían hacia ella, que no paró de sonreírles con sorna. Inclusive Benson estaba impresionado, pero más aun orgulloso, esa mujer era realmente increíble, mejor que cualquier empleado hombre que hubiese tenido. Respiró hondo para no llorar de la emoción y con una sonrisa, meditó un nuevo trabajo para ella.
—De acuerdo Luna, me motiva tu tenacidad, entonces te daré un trabajo el cual apostaría que puedes hacer, aparte de limpiar la casa organiza las cajas que se encuentran en el congelador de carne, te lo advierto, son pesadas, si no logras completar esta tarea pide ayuda y me lo comunicas. ¿Correcto?
Las miradas de impresión esperaban una negativa o una queja que saliera de la boca de la propia azabache, mas eso no sucedió, nunca paró de sonreír.
— ¡Correcto, Jefe! Empiezo de inmediato, muéstreme ese congelador por favor—respondió la joven levantándose de inmediato de su lugar en la escalera, siendo seguida por Benson que la llevaría hasta el congelador.
Los muchachos de nueva cuenta quedaron solos, aun muy impresionados y un poco preocupados por la salud física de la joven, ¿de verdad sería posible que ella pudiese con las cajas frías y pesadas del congelador? Es decir, hacían tambalearse desde Rigby hasta a Skips.
— ¡Wow amigos, está chica es un hueso duro! —exclamó entre sorprendido y maravillado Musculoso.
— Definitivamente… Me ha impresionado—añadió Mordecai.
— Acepto que si logra cumplir con esa tarea se ganara la estima de Benson y probablemente nos impresione más… Pero, ¿soy el único al que le parece sospechosa?—Dijo Rigby.
Las miradas de todos a excepción de Skips se fueron hacia él inmediatamente con una expresión pervertida.
— ¿Sospechosamente linda, hermano? —se burló Musculoso.
Todos los demás rieron, inclusive a Skips se le escapó una risita, pero aún se encontraba serio, mientras Rigby se enojaba de a poco por la mala interpretación de sus auténticas sospechas.
— ¡Cállense! ¡Les digo que es sospechosa, no me gusta! Es decir, me parece linda, es linda, pero es sospechosa—se explicó un poco alterado.
— ¡Rigby! Tranquilízate amigo, no está mal que por fin luego de años le eches el ojo a una hermosa mujer —comentó pícaro Mordecai.
— ¡Mimimimi! ¡Aggg! ¡Como sea! —acabó haciendo rabieta el moreno.
Los chicos reían a carcajadas, incluyendo a Mordecai que también miraba a Rigby con ternura, no cabía duda que pudiera ser tierno en las situaciones menos esperadas. Luego de las risas regresó Benson, y todos se separaron yendo a sus respectivos trabajos. En el caso del dúo vagabundo, a regañadientes limpiaban la fuente y de vez en cuando charlaban y bromeaban. Su relación era muy estrecha… lo cual ciertos ojos escarlata notaron de inmediato. Les observaba de lejos mientras terminaba sus tareas que no eran nada desagradables para ella, sonreía maliciosamente, las cosas en el parque iban a cambiar drásticamente…
…
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¿Las sospechas de Rigby tendrán algo que ver con los eventos paranormales de la noche anterior?
¿Qué busca Luna Lear en un parque común y corriente?
¿La estrecha relación de estos dos será escenario de una pasión desenfrenada? (Khé…?)
¿Por qué Skips estaba tan serio?
¿Rigby ha pensado en pintarse el pelo?
¿Las tortugas y los morrocoyes son lo mismo?
¿Por qué hago estas preguntas?
¡Dejad comentario si les ha interesado!
