Disclaimer: los personajes le pertenecen al gran Masashi Kishimoto.


Avanzar


Prólogo


Mirar por la ventana del tren, era bastante aburrido. Ni siquiera podías decir que admirabas el paisaje, porque era mentira, ya que el transporte iba tan rápido, que sólo distinguías un borrón de todo lo que había afuera.

Estiró sus piernas, y se rascó la barbilla. Se sentía muy entumecido, lo único que deseaba era ya llegar a su destino.

Después se arrepintió. No quería llegar a ningún lado. Prefería quedarse por siempre en ese molesto tren, así no pensar mucho las cosas, y dejar de sentirse nervioso.

Y se preguntarán, ¿por qué estaba nervioso? Era una larga historia, pero se podía resumir en que estaba recién casado.

Se supone que debería estar saltando de alegría, pero desgraciadamente no, lo que menos sentía era felicidad, o algún sentimiento parecido. En esos momentos estaba siendo carcomido por el estrés, y una enorme preocupación.

Las cosas no habían salido tan bien como esperaban. Y con esperaban, también se refería a su esposa, quien estaba bastante entretenida leyendo un manga, de romance, supuso, puesto que la chica tenía las mejillas sonrojadas.

No le interesaba mucho.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz del locutor del tren, quien anunciaba que en quince minutos estarían llegando a la parada, en Niigata.

Ellos eran de Tokio, ahora iban a vivir en Niigata. Eso lo ponía el triple de nervioso. Nunca en su vida había pisado esa ciudad, sabía que no era tan grande como la capital japonesa, pero eso no desquitaba el hecho que no conocía a nadie, era, como quien dice, empezar desde cero. Y, ¿por qué había elegido esa localidad desconocida para vivir? Pues porque era el lugar de origen de su querido abuelo, y Naruto siempre había tenido la ilusión de visitar esa ciudad.

—Parece que ya vamos a llegar —comentó su esposa, dejando de lado el manga que traía entre las manos.

Naruto frunció el ceño confundido, ella estaba demasiado tranquila para su gusto.

—Oye Hinata, no te sientes, umm —buscó las palabras adecuadas—, ¿perdida?

La chica levantó una ceja en respuesta, sin entender muy bien.

—¿A qué te refieres?

—Pues, por todo lo que pasó, sé que te dolió mucho, al final actué como un idiota, y mira como terminamos.

Se sentía culpable. No tenía sentido ocultar sus sentimientos, porque al final ella lo conocía tan bien que se daba cuenta de absolutamente todo. Pero, ¿cómo no sentirse tan inseguro? No sabía qué sucedería de ahora en adelante, no tenían ni un centavo, y aparte de eso… el colmo, su familia les estaba dando la espalda.

Hinata tranquilamente tomó su mano, para apretarla suavemente.

—Estoy nerviosa, muy nerviosa —dijo suavemente—, pero, estoy contigo Naruto-kun, todo mejorará.

Él la miró dudoso.

—¿Incluso si tuviéramos que vivir debajo de un puente?

—No me importaría en lo absoluto —río bajito.

—¿Sin dinero? —se rascó la nuca nervioso—. Es decir… yo estoy acostumbrado, pero tú siempre has vivido cómodamente, no te puedo asegurar que tengas lo mismo que antes.

No le iba a decir que en la cuenta solamente tenían alrededor de ciento veinte mil yenes, los cuales probablemente terminarían siendo usados en comida, para por lo menos, subsistir un mes.

En pocas palabras, estaban a salvo alrededor de treinta días, después, quién sabe.

—Nos las arreglaremos —afirmó la pelinegra—. Y quizá y-yo tenía muchas cosas materiales, pero no era feliz.

Y la imagen del rostro de su padre apareció ante ella. Siempre mirándola con prepotencia, haciéndola sentir una inútil. Jamás pensó que él se negaría a que se casara, y después la lanzaría a la calle como un perro.

Naruto entendió aquello, porque inmediatamente le acarició el dorso de la mano, para llamar su atención.

—Lo siento si te recordé cosas desagradables.

—No, no pasa nada —le sonrió en respuesta.

Se quedaron en silencio unos segundos, cada uno pensando en todo el caos que se había desatado en los últimos días.

Cuando regresaron de su luna de miel en Okinawa, se habían topado con un desastre, y de un momento a otro, sus familias les habían dado la espalda.

No eran unos niños ya, tenían veinte años, sabían lo que hacían. Fue fácil para Naruto decirle a su esposa que tomaran las maletas, y se fueran. Ella lo siguió sin dudar. Al final, no dolía tanto el hecho de dejar todo atrás, dolía saber que no tenían el apoyo de sus padres.

Naruto aún recordaba a Sasuke, su mejor amigo, diciéndole que era un estúpido por actuar tan apresurado.

—Naruto-kun —Hinata se sonrojó—, ¿de veras terminaremos debajo de un puente?

Obvio era una broma, sería incapaz de tener a su bonita novia-esposa en un lugar así.

—Dijiste que no te importaría —dramatizó, mirándola tristemente—, ¿acaso todo fue mentira? —sollozó falsamente.

Ella inmediatamente empezó a hacer ademanes exagerados, intentando explicarse.

—¡N-no! No quise decir eso —habló tan fuerte, que algunas personas voltearon a verlos curiosos. Al notar esto, se sonrojó—. Lo que quiero decir, es que, yo nunca, pero nunca me retracto de mis palabras.

Fue bastante tierno, si le preguntan a Naruto. A veces se preguntaba si era lo suficientemente bueno para tener a esa preciosa chica a su lado, otras se sentía un idiota por todo lo que la hizo sufrir en el pasado, y en ocasiones, simplemente se prometía a sí mismo que nunca la dejaría ir.

—Es broma Hinata —se río—. La verdad es que conseguí un lugar donde quedarnos, bueno, el teme fue quien lo encontró, no me preguntes cómo —él tampoco quería conocer los sucios métodos de Sasuke para conseguir el dichoso apartamento—, pero le di el dinero del depósito, y el pago del primer mes, así que, supongo que tenemos donde vivir por mientras —levantó los hombros, quitándole importancia.

Sí, por eso casi no tenía nada de dinero. El dichoso mini departamento, había salido caro, y no porque fuera la gran cosa, sino porque en esa época del año, era difícil encontrar un lugar disponible. El precio había sido bastante alto, sin contar que había tenido que pedirle prestado a Sasuke. Al final, Naruto invirtió sus ahorros de la Universidad (lugar al que probablemente nunca iba a regresar), y lo poco que le había quedado de la herencia de su abuelo.

Pero siendo sinceros, ni siquiera estaba un poco preocupado por el mismo, sino por Hinata. Sabía que la estaba pasando mal, aunque aparentara estar bastante tranquila.

—No es justo —murmuró—. Siempre me haces bromas.

Naruto le sonrió.

—¡Lo siento! —dijo antes de cambiar el tema—. Por cierto, ¿cuál era el manga que estabas leyendo? —preguntó casualmente, mientras intentaba agarrar el famoso librito.

Pero la pelinegra no se lo permitió, fue más rápida, y lo tomó primero, aferrándolo fuertemente a su pecho.

—N-no es i-interesante —susurró. Mientras el rubor cubría fuertemente sus mejillas.

El rubio arqueó una ceja bastante confundido por la manera en cómo su esposa apretaba el dichoso manga sobre su pecho, con la cara de un intenso color rojo, dejándole en claro que no iba a permitir que lo viera.

Curioso, entrecerró sus ojos, a pesar de que el brazo de la chica tapaba la mayoría de la portada, aún podía distinguir el nombre del librito, que con kanjis rojos y grandes decía «Mi vecino caliente».

Si alguien supiera que la inocente y tímida Hinata Hyūga disfrutaba de leer cosas eróticas, no lo creería.

—¿Vecino caliente? —Naruto estaba haciendo todo lo posible por no reírse como loco—, ¿a estas alturas?

Ella estaba tan apenada como nunca en su vida.

—E-eso, y-yo… —se enredó en sus propias palabras, que ni siquiera se pudo explicar.

—No entiendo por qué lees eso, es pura ficción. Si quieres hacer algo, lo hacemos y ya.

Se dio cuenta del peso de sus palabras, treinta segundos después. Hinata lo miró con los ojos abiertos como platos, y él se sonrojó fuertemente. Ahora ambos tenían el rostro similar al color de un tomate.

—Lo que quiero decir e-es que estamos casados, ¿no? —dijo el rubio apresuradamente—, y t-tú sabes, los casados hacen esas cosas.

Sí, ya estaba diciendo tonterías.

Era bastante curioso que se apenaran con situaciones como esas, cuando durante ese mes en Okinawa, habían olvidado la timidez, y estuvieron mucho más concentrados en conocer el cuerpo del otro.

—E-e..staría bien —susurró Hinata muy bajito, pero aun así Naruto la escuchó, no pudo evitar sonreír un poco.

Mas no se miraron, ella se concentró en el techo, y de repente a él se le hizo bastante interesante el paisaje que se distinguía por la ventana.

Llegando a Niigata-shi, por favor de prepararse.

Se escuchó a lo lejos la voz del locutor, la gente empezó a ponerse de pie. Naruto soltó un suspiro, e hizo lo mismo.

Las puertas se abrieron, y todas las personas empezaron a salir del vagón.

Antes de avanzar, tomó la mano de Hinata.

—¿Lista? —preguntó, con duda y miedo.

—Sí —respondió ella con firmeza.

El inicio siempre era difícil.


Hola.

Sí, esta es mi nueva historia, algo bastante suave, poquito cómico y su toque de drama, pero no lo pude evitar, me encanta imaginarme a estos dos de recién casados, sin tener absolutamente idea de qué hacer con sus vidas.

Probablemente Naruto esté algo cambiado. En este fic lo verán algo más maduro, pero sin dejar su lado bromista y tierno de lado, trataré de mantener el equilibrio.

¿Qué más decirles? Este fanfic tratará sobre lo que les sucede en su nueva vida, las personas que van a conocer, problemas maritales, los amigos etc. Y sobre la familia, que jugará un papel muy importante. Así como también porqué tomaron esa decisión de irse, cómo se conocieron, y qué pasó exactamente cuando regresaron de la luna de miel

Muchas gracias por leer, espero contar con su apoyo :3.

Saludos.

Lolli.

07/07/2015