Sumary:–Estoy harta de las relaciones serias –Murmuré adormecida –¿Bueno… entonces qué te parecería tener sexo libre, sin ataduras? –Me susurró sugestivamente en el oído – Umm esa sería una excelente propuesta, sino fueras un jefe tan recorrido y amargado–
Bella es una diseñadora gráfica que se encuentra cansada de las relaciones fallidas, pero no tanto como lo está de su jefe mujeriego y amargado. Pero todo eso está por cambiar, cuando en una noche de tragos, Edward le propone tener una relación sin compromisos, libre y abierta. ¿Podrá Bella sobrellevar esa clase de relación? Sexo, pasión y celos, una carga demasiado poderosa.
Decalimer: Los personajes no me pertencen, solo la historia
Free Land
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Beatiful Sound´s
Prefacio.
– ¿Es necesario que hagas esto ahora? – Jacob me preguntó mientras aparcaba el auto a un lado de la calle.
– Lo es para mí – Murmuré en respuesta, sin dejar de ver al elegante restaurante a través de la ventanilla del auto. No había cambiado mucho, a excepción quizás por las guirnaldas navideñas que colgaban afuera debido a la época decembrina, se encontraba tal y como lo recordaba.
– Debería acompañarte, también es mi responsabilidad lo que ha sucedido – Su mano que antes ocupaba la palanca de cambios, tomó la mía con delicadeza dándole un pequeño apretón. Su tacto cálido me transmitió una oleada de paz por todo el cuerpo, haciéndome suspirar suavemente.
Oh, Jacob. Si tan solo supieras la verdad… no estarías aquí conmigo.
– Gracias Jacob, pero esto es algo que debo hacer yo sola – Le sonreí y me solté de su agarre sin esperar respuesta alguna – Volveré en unos minutos – No quería indisponerlo aún más con Edward, y además, no deseaba que interfiriera en algo tan personal como esto.
Fuera del auto, todo me pareció más real. Los golpes que había recibido las últimas semanas comenzaron a aparecer lentamente mientras avanzaba por la calle; uno a uno recordándome lo absurdamente equivocada que había estado al confiar en un hombre tan frío y traidor como lo era Edward Cullen.
No, no me podía dar el lujo de sentir ahora.
Tal vez después cuando llegara a casa, podría desahogarme y llorar toda la noche por este estúpido sentimiento que casi había acabado con mi carrera.
Podría tomar sus costosos regalos y lanzarlos en la chimenea para que ardieran desapareciendo de mi vida, tal y como quería que Edward se extinguiese de una vez por todas.
Sí, podría hacer todo eso y más cuando todo acabase. Pero ahora, en este momento, lo último que deseaba era parecer una mujer débil, que sufría a carne viva por un amor no correspondido. No le daría ese gusto, y mucho menos a esa mujer, que sin pensarlo dos veces había acabado con todo lo que más me importaba.
– Buenas noches señorita ¿Tiene usted reservación? – Me preguntó la anfitriona apenas ingresé a la recepción del restaurante.
– El señor Edward Cullen me está esperando – Abrió los ojos un poco más de lo normal, pareciendo sorprendida. Luego me miró de arriba abajo, como si no entendiera como una mujer como yo, pudiese tener una cita con un hombre tan sofisticado como Edward. Le sonreí mínimamente para demostrarle que eso sí había sido posible, aunque ya no lo fuera.
– Uhmm, si, por supuesto. Sígame – Me echo una nueva mirada y negó con la cabeza. La ignoré y solo me limité a seguir sus pasos. A medida que avanzábamos a la zona más alejada del restaurante, el corazón me comenzó a bombear erráticamente, pero no de emoción, como lo hubiese hecho hasta hace apenas unos días. No, ahora lo sentía palpitar de nervios, ira y un revoltijo de sentimientos negativos que nunca pensé sentir hasta el día de hoy. Después de todo lo que me había hecho, lo que había pasado, ya no quedaban en mí buenos sentimientos para él. Todo lo contrario, ahora solo quería acabar con todo y desligarme de su miserable vida para siempre. Pero para eso, debía poner punto final, también, en nuestra relación laboral.
Solo así, podría ser libre. Solo así podría comenzar una vida nueva lejos de él y de todo lo que me hacía daño.
– Señor Cullen, ya ha llegado su invitada – Sonreí socarronamente porque esta tipa en verdad había creído que yo era su invitada. Se giró sin mirarme y se fue moviendo exageradamente las caderas mientras se iba.
Edward elevó la mirada, apartando su atención del móvil. ¿Por qué era tan hermoso? ¿Por qué tenía que ser tan absolutamente perfecto? Maldije por lo bajo cuando nuestros ojos se encontraron, verdes grisosos se estancaron en los míos por varios segundos, como si quisieran succionar mi alma entera. Como si me poseyeran.
No, no, no, no….
Aparté la mirada con rabia e ignoré mi cuerpo traicionero, que cosquilleaba en deseo y ganas de olvidar todo y regresar a sus brazos fuertes y dominantes.
– ¿Qué haces aquí Isabella? – Su voz gruesa y contenida, distó mucho de la normalmente aterciopelada a la que me había acostumbrado. Esta era la clase de tono que utilizaba con sus empleados y conocidos. Por un momento me dolió su exclusión, pues claramente pretendía tratarme como una empleada más.
– Señor Cullen – Dije con voz imparcial – No me voy a demorar en lo que tengo que decirle, asi que agradecería que me escuchara – No quise verlo, pero lo vi. Mientras me acercaba un paso hacia su mesa decorada con manteles elegantes, Edward arremangó su camisa negra hasta los codos, como si yo no estuviese presente, dejando entre ver una porción de esos antebrazos blanquecinos y bien formados.
¿Por qué tenía que ser tan sexy?
– ¿Es qué no podías esperar hasta el lunes? – Inquirió volviendo su atención hacía su móvil e ignorando mi presencia.
– No, no podía esperar hasta el lunes – Apreté las manos en puños y quise lanzarle un tenedor a ese jodido aparato – Ese día no voy a estar en la ciudad, así que debía ser hoy –
– ¿Y qué tal el martes? Podrías haberle dicho a Lauren que apartara una cita para ese día o para cualquier otro – Hizo un gesto con la mano que me pareció déspota, y me vi obligada a contar mentalmente hasta diez. Edward me estaba tratando como lo hacía antes de que todo se complicara. Me estaba tratando como una extraña, como si nada hubiese pasado entre nosotros. Y me dolió, como si enterraran un puñal bien profundo en el estómago. Me dolió tanto que por un momento pensé que me derrumbaría en el piso.
Definitivamente de seguir así, no podría culminar esto.
Respiré profundamente, intentando aclarar mi mente.
A pesar de que no me miraba directamente, sabía muy bien que él estaba atento a mis movimientos, siempre lo estaba. Tomé mi bolso y lo abrí, para sacar los papeles que debía entregarle para poder irme lo más pronto posible de ese lugar.
Saqué los documentos, organizados en tres carpetas diferentes y las dejé sobre la mesa.
– Greta me ha pedido que le entregue esto personalmente, y que por favor cuando tenga una respuesta, se comunique con ella lo antes posible – Ni siquiera miró las carpetas cuando las deje allí – Eso es todo señor Cullen, que tenga una magnifica cita – Le deseé sarcásticamente y me giré para salir de ese sitio, que esa noche me pareció horrible y superfluo.
Cada paso que di alejándome de su mesa, fue acompañado de retorcijones dolorosos en todo mi cuerpo. Porque sabía que lo estaba dejando atrás para siempre, junto con los recuerdos y los buenos y malos momentos que vivimos.
Lo estaba dejando ir.
Me estaba dejando ir.
No miré a nadie, ni a la anfitriona y tampoco a la preciosa modelo junto a ella, que de reojo me pareció un poco familiar. Respiré con todo lo que mis pulmones podían aspirar cuando salí de nuevo a la oscura y fría noche de diciembre. Se sentía bien, nostálgica y liberadora. Pero ya no pertenecía más a esta ciudad, ni a estas calles. Ahora podía ser libre de irme y volar lejos hasta Nueva York, donde el equipo de trabajo de Jacob, me esperaba con los brazos abiertos.
Ya no más lágrimas, ya no tendría que verlo por los pasillos de la empresa, coqueteando y agarrándose con mujeres distintas.
Ya no tendría que aguantar las ganas de saltar sobre esas fulanas para arrancarles las extensiones.
Ya no tendría que correr al baño más cercano para llorar y desahogar mis penas en privado.
Porque había puesto fin a lo único que nos unía en las últimas semanas. El trabajo.
Crucé la calle sintiendo las piernas temblorosas, como gelatina. Temí caer desparramada sobre la carretera, por lo que apuré el paso para poder llegar al auto de Jacob lo antes posible.
– ¡Isabella! – Un grito profundo y ensordecedor se escuchó desde atrás mío. No dude ni por un segundo de quien se trataba, pero no me importó. Edward no se merecía mi atención, mucho menos después de la forma en la que me había tratado, como si yo fuese una metiche desconocida.
– ¡Isabella detente! – Llegué al otro lado de la calle, y como pude conseguí visualizar el auto de Jacob a unos pasos de donde me encontraba.
– ¡Espera! – Me agarró del brazo deteniendo mi huida abruptamente. Me hizo girar con tanta fuerza que casi me estrello contra su pecho – ¿Qué significa esto, Isabella? ¿Qué quieren decir esos currículos? – A pesar de la consternación que sentí, el hormigueo potente y familiar hizo mella en todos mis sistemas.
Me solté de su agarre bruscamente cuando reaccioné y lo desafié con la mirada, hastiada por primera vez de él – ¡Está más que claro lo que eso quiere decir! – Gran idiota – Eso quiere decir que ¡Renuncio! ¿Qué más puede significar el que te entregue los currículos de otras personas que posiblemente ocuparan mi puesto de trabajo? – Tenía tanta ira, tanta decepción, porque ¡Demonios! Yo no tendría que estar pasando por esto, yo tendría que estar acomodada en el auto de Jacob, llorando camino a casa.
Su cuerpo se tensó, cuadro sus hombros y alzó la barbilla mirándome altivamente – No puedes renunciar ahora, Isabella. Estamos a la mitad del proyecto de LaneWest y tus diseños fueron escogidos por el comprador. Necesitamos tu trabajo – Mordí mi labio conteniendo el torbellino de porquerías que quería decirle. ¿Solo por eso no debía renunciar? ¿Solo por eso Edward? Era lo único que te importaba, el trabajo, el proyecto y las ganancias…
Solo eso significaba para él. Un utensilio útil que producía dinero a la constructora. ¿No habíamos creado ningún otro lazo…?
– Ya todo está hecho, Cullen. El lunes irá el nuevo diseñador gráfico, y yo estaré trabajando para BlackCorp – Medio sonreí a la vez que me encogía de hombros.
– ¡¿Qué jodidos estas diciendo Bella?! – Emitió un gruñido bárbaro, que me erizó la piel. Su rostro se descompuso mientras que los ojos se le oscurecían tenuemente.
– ¡Ya basta! Tú no tienes ningún derecho de venir a cuestionar mis decisiones, así que te guste o no, ya no trabajo para ti, ahora trabajo para Jacob – Me gire con la idea de dejarlo solo en la calle, pues ya no quería seguir discutiendo con él, no sabía cuánto más iba a soportar.
– Tengo derechos sobre ti, que ningún otro hombre posee y eso lo sabes bien – quede estática, petrificada, anonadada por su descaro.
¿Cómo se atrevía? Después de hacerme sentir como una puta más de su lista. De hacerme tragar entero todo este dolor que sentía cada que lo veía pasar con otra…
Venía a insinuarme ¿Qué? ¿Qué podía disponer de mi cuerpo, de mi trabajo, de mi vida?
Tragué pesado, con la ira y el dolor amenazando con explotar mi cuerpo.
– Eres tan soberbio y tan arrogante que dispones de tus amantes como una infinita lista de putas deseosas a complacerte – Lo miré por sobre el hombro, el lucía su mandíbula apretada y las manos sumergidas en los bolsillos de su pantalón negro – Pero no tienes las pelotas para retener a ninguna de ellas. Y mucho menos las tienes para retenerme a mí – Y con eso lo dejé parado allí, clavado en el suelo como si no creyese lo que escuchaba de mi boca.
Bueno aquí les dejo el prefacio, por favor díganme que les parece :)
