Te Prometo

Narra Nathaniel

Salgo de mi casa y me dirijo a la escuela, al llegar entro al salón de clases y tomo asiento en el lugar que me corresponde. Para perder el tiempo observo como mis compañeros llegan, veo a Juleka y a Rose y después a Max y a Kim quienes discuten por videojuegos; siendo sincero, solamente estoy esperando a una chica.

Pasaron varios minutos, hasta que llegaste tan linda como siempre, te sientas junto a Alya y empiezan a conversar. Tomo una hoja de papel en blanco y observo tus facciones, empiezo a dibujarte detallando cada centímetro de tu rostro, vuelvo a mirarte pero ahora tu cara la adorna un sonrojo; siento un calor en mis mejillas al verte así pero ¿a quien se debe tu sonrojo? No a mí, eso es seguro, tu linda reacción se debe a él… a Agreste.

El timbre sonó marcando la hora de salida saque la cajita que guarde con tanto esmero, contenía un collar, recuerdo que al verlo en el aparador pensé en ti y no tarde en comprarlo, he tomado la decisión de dártelo hoy.

Comienzo a buscarte, vi a Alya y le pregunte donde te encontrabas pero no pudo darme respuesta; seguí buscándote necesitaba encontrarte rápido, tengo muchas ganas de darte este regalo, estoy feliz pero a la vez nervioso, emocionado pero con miedo hay tantas cosas que tú me haces sentir.

Te pude ver en la entrada principal de la escuela, al parecer esperabas a alguien pero no me importa hoy te entregaría este detalle junto con mis sentimientos. Camino hacia ti pero me detengo al divisar una cabellera rubia, alguien se acercaba, lo visualice mejor; era Agreste. Aun no lo había visto así que dije tu nombre robando tu atención.

Me miras y saludas cálidamente, respiro profundo tomando el valor para conversar contigo, empiezo torpe y con tartamudeos; me sonrojo al imaginar lo tonto que me veo bajo la cabeza por pena a que me veas de este modo cuando levanto mi rostro tu no me estabas mirando a mí, tus ojos miran a otra dirección, sigo tu mirada... no me sorprende que lo mires a él.

Agreste se acerca se despide de ambos, da media vuelta y camina hacia la salida esperando su limusina y agradezco internamente que no se quedara. Carraspeo un poco y hablo de nuevo sin embargo ya no me prestas atención, tu atención está en él, esa mirada llena de cariño y ternura es para él y solo él.

Mi corazón duele y se forma un nudo en mi garganta, ¿Por qué siempre es así? A partir del momento en el que Agreste aparece ya nada importa para ti, yo no te importo. No me siento nada bien; tratando de aparentar un buen estado me despido de ti y tú haces lo mismo pero no pones tu mirada en mí no me notas.

Me retiro y me dirijo al Puente Marie, pero de mi mente no se va la imagen de tu rostro adorándolo a él. Mis ojos comienzan a humedecerse ¿Por qué? Tú… sonríes para él, lo ayudas, piensas en él… lo amas a él ¿Por qué a mí no? Yo he estado ahí desde que te conocí…acaso ¿No valgo nada? ¿Ni siquiera para que me notes un poco? Las lágrimas corren por mi rostro y no hago el intento de secarlas, hoy tendré la libertad de llorar.

Tú no me amas, nunca lo harás, me rindo y lo acepto; no me queda más que desearte felicidad y buena suerte porque no me arrepiento de haberte conocido. Aprieto la cajita que se encuentra en mis manos, saco el collar y grito lanzándolo hacia el río, observo como el bello collar se va hundiendo cada vez más hasta llegar al fondo del río, donde se perderá para siempre y con ello te hago y me hago a mí mismo una promesa: desde este día mi amor por ti hará lo mismo.

Espero le haya gustado. Gracias por leer