Historia Betada por Gabriela ( - Lady Ava'dore- )
DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, sólo la historia es de mi propiedad.
Todo comienzo siempre trae esperanzas y nuevas metas que alcanzar, no es así conmigo, aunque mi vida comenzará de nuevo, no podría librarme del montón de responsabilidades que caben en mi espalda…
Mi nombre es Isabella Marie Swan, tengo dieciocho años recién cumplidos, vivo en un pequeño país llamado Volterra, ubicado en la península que esta cerca de Italia. Mi vida es como vivir dentro de una caja de cristal, todas mis acciones son controladas por alguien más, mi vida es seguida paso a paso por millones de ojos atentos a cualquier error que cometa.
Se preguntaran porqué, ese es el precio que debe pagar alguien de la realeza. Sí, soy una princesa próxima a su coronación, mi madre dice que alguien tiene que hacer esto, y para mi mala suerte esa tenía que ser yo. Wow, es terrible no ser libre, ni poder hacer nada de lo que siempre has querido, o ser normal, solo una niña común y corriente, que va al colegio, tiene amigos, va a los bailes, tiene novio… Esas cosas están prohibidas para mí, en mi mundo solo existen bailes de etiqueta, entrenamientos y visitas diplomáticas.
En mi "palacio" (aunque cueste creerlo) vivimos mi papa: el excelentísimo Rey Charlie, mi madre Renée, y yo. Maldije toda mi vida haber sido hija única, porque tendría que cargar con esta responsabilidad. En fin, con el paso de los años me fui haciendo a la idea de que este era mi destino y que algún día tendría que lidiar con el reinado de este país. Es por eso que desde pequeña he tenido que tomar miles de clases de etiqueta, idiomas, etc, además de las materias que se cursan en una escuela común, ¡es terrible!
Tengo una cabezota llena de conocimientos que no comparto con nadie, porque ni siquiera tengo amigos. Mi vida apesta, aunque tiene sus ventajas, pero muy pocas veces logro divisarlas.
Además de nosotros, tenemos una montonera de sirvientes y ayudantes en el palacio, la mucama de mamá de toda la vida se llama Jessica, ella llegó muy joven a trabajar al palacio y ahí fue donde conoció a su esposo, ellos llevan casados muchos años, es por eso que me conocen desde que nací. Mamá los quiere mucho, Jessica es su mejor amiga.
Además, está mi propia mucama que me fue asignada hace poco debido a mi pronta coronación, su nombre es Angela, es una niña muy dulce y tierna siempre se preocupa de todo lo que necesito y trata de agradarme en todo, yo siempre le digo que me trate de tu y que espero que seamos amigas (sería por fin la primera), pero a ella se le olvida y vuelve a tratarme como su jefa.
Ya solo faltan meses para que asuma la corona, mi papá, a pesar de que no es para nada viejo, siempre dice que ya esta muy cansado y que quiere empezar a disfrutar de su vejez con mamá.
Y claro, digo yo: entonces me pasas la batuta a mí sólo porque quieres empezar a divertirte. A lo que siempre me responde con una sonrisa. Ya estoy tan preparada que trato de no hacerme problema con el asunto.
Todos los días miró y miró y vuelvo a mirar la corona de reina, un día mientras la miraba…
— ¿Señorita Isabella? —Era Angela— ¿Puedo pasar?
—Si claro —me da risa cuando me trata con tanta formalidad— ¿Qué te he dicho Angela?
—¡Ay sí, perdón! Bella. Es que es costumbre —dijo avergonzada.
—Si, no hay problema. ¿Que necesitas?
—Su madre la llama, esta en la biblioteca.
—Ah si, dile que voy enseguida.
Que locura se le habrá ocurrido ahora, mamá es una persona tremendamente espontánea que piensa y actúa en el momento, cosa que es muy rara en una reina (papá siempre lo ha dicho), pero además esa característica suya fue la que más le atrajo cuando se conocieron.
Camine muy lentamente pensando en que se le habría ocurrido esta vez, como siempre debe ser alguna burrada. Pero antes de entrar a la biblioteca oí que mamá estaba discutiendo con papá, se oía muy alterada.
—¡¿Pero cómo crees que aceptaré algo así?! ¿Estás loco? ¡Jamás! Me opongo terminantemente —decía mamá en un tono que sobrepasaba las diez octavas.
—Pero Renée, debes comprender, es lo mejor para Isabella, estoy seguro que me entenderá, debo asegurar la estabilidad de este país —decía papá tratando de calmarla.
—A mi no me interesa la estabilidad de este país, sólo me interesa el futuro de mi hija, yo sabía que tendría que ser coronada joven pero jamás accederé a lo demás, me opongo.
—Renée no lo hagas más difícil, la decisión ya esta tomada.
Al escuchar estas palabras me comencé a asustar, ¿que sería lo que tenían planeado para mí? Me arme de valor y entre en la habitación, cuando pase la puerta papá me miraba con cara de asustado, y mamá estaba furiosa mirándolo a él. Me acerque despacio a su lado y los salude con la mano.
—Hola papá, mamá. ¿Que es lo que tienen que hablar conmigo? —dije con una voz casi irreconocible para mí.
—Hija será mejor que te sientes, debemos hablar —dijo papá muy serio.
—Bella, hija, debes prometer que no vas a gritar y tratarás de pensar como la persona razonable que eres (mamá decía que tenía el razonamiento de una mujer de treinta años).
—Ah bueno… Si, lo prometo. Ya díganme, que me están poniendo nerviosa —dije, casi entrando en colapso.
—Hija —comenzó Charlie—, cuando tú eras pequeña y se decidió que ibas a pasar a ser reina a la edad de dieciocho años, pensamos en muchas cosas aparte de tu próximo reinado…
—¿Ya? ¿Y? —pregunte, medio extrañada por la situación, ¿que más podrían haber pensado aparte de que tenía que reinar?
---Pensamos en tu educación, en los pros y contras de tu asención al trono… Pero hay un pequeño detalle que no te habíamos querido mencionar, por miedo a que abdicaras el trono.
—¿Y cual sería el insignificante detalle? —ya comenzaba a asustarme.
—Que al asumir el trono debemos efectuar… tu matrimonio.
Comencé a digerir la información y cuando mis neuronas hicieron sinapsis abrí mis ojos como platos al entender de lo que se trataba.
—¡¿Qué?! ¿Estás queriendo decir que para poder reinar debo casarme por conveniencia?
—Algo así, pero créeme no será por conveniencia sólo será un matrimonio arreglado, algo así como una unión marital.
Solté una risa nerviosa que en mi vida había escuchado, mamá me miraba con cara de compasión y de rabia.
—No papá, tú estas muy equivocado si piensas que yo me casare con un desconocido. Estas completamente loco, ni aunque mi vida dependiera de eso. ¡No, no, no!
Estaba completamente loco, como creía que me iba a casar con un completo extraño, papá si que se pasó con esta. Había escuchado cosas estúpidas, pero esto sobrepaso todos los límites.
Me levante de la silla y comencé a caminar hacia la puerta, papá me detuvo antes de salir.
—Isabella Marie Swan, princesa de Volterra, alto ahí —odiaba cuando me decía la cola de adjetivos que venían con mi nombre.
—Papá, no puedes esperar que acepte esta locura así de repente, no puedo casarme con un desconocido.
—Ahí estas mal Bella, tu si conoces al elegido para ser tu marido, él es un chico como un año mayor que tú, es el príncipe del país vecino, jugaban juntos cuando eran niños.
—¿Qué? ¿Príncipe del país vecino? Pero papá yo ni me acuerdo de él. Además ¿no se supone que los hijos del rey vecino se habían mudado del país para ir a estudiar al extranjero?
—Si —dijo mi papá, muy seguro de lo que decía—, pero han vuelto hace pocas semanas ya que tu próximo marido también debe asumir el trono de su país. Por consiguiente al efectuar su enlace matrimonial pensamos unir nuestras dos naciones para conformar un solo país, el cual será mucho más fuerte.
¡Ah no, ahora si que a papá se le zafó un tornillo!
No podía creer lo que me estaba diciendo, ¿cómo podía ser que además de asumir el trono como reina debía casarme con un desconocido, compartir mi reinado y más encima unir nuestras naciones?
Esto era demasiado, lo único que pude hacer fue salir corriendo de la biblioteca, no tenía ganas de hablar con nadie, las lagrimas caían sobre mis mejillas de tal manera que no podía controlarlas. Me tropecé con muchas cosas en mi camino, cayendo algunas veces (para ser princesa, mi destreza era horrible y me había hecho pasar varias vergüenzas en el pasado).
Corrí lo que más pude hasta salir al jardín en dirección a una pérgola que estaba escondida en medio de los árboles y jardines del palacio, ya nadie se acordaba de que estaba allí, era mi refugio, el lugar en donde podía estar sola y pensar. Me metí hecha un cohete para caer como saco en la banca.
No podía dar crédito a lo que me decían, las palabras de papá recorrían una y otra vez en mi cabeza, ¿cómo podía ser así? Entregarme a un desconocido, y si no pensaba en mi, que pensará en su país, ¿como íbamos a fusionar nuestra nación con otra?
Después de pensarlo como mil veces todavía no daba crédito a lo que había escuchado, yo sabía que algún día tendría que casarme, pero siempre había pensado en un matrimonio con la persona que yo escogiera; y lo más importante: que fuera por amor. No por una estúpida condición.
Se hizo de noche y escuchaba a los sirvientes del palacio buscándome en los jardines, cuando comenzaron a acercarse a mi refugio supe que debía partir, no quería que se enteraran del único lugar en el que podía estar sola y no me sentía como una muñeca de porcelana en una repisa.
Apure el paso y me desvié por otro camino para que no supieran mi ubicación exacta, cuando iba rodeando un gran árbol, choque con alguien de improviso.
—Prince… ¡!Auch!! —alguien cayó al piso y soltó su linterna.
—Ay perdón, no vi por donde iba —yo también caí al suelo, menos mal que sobre hojas, así no dolió tanto.
—Princesa la he encontrado, que bueno que esta a salvo —dijo una voz que no reconocía.
Levante la vista para ver de quien se trataba y efectivamente era alguien desconocido, era un muchacho más o menos de mi edad o tal vez menor, de tez morena, cabello negro y grandes ojos del mismo color, de mi estatura y de complexión normal.
—Perdón por botarte, lo siento, ¿pero dime quien eres tú? —dije al no reconocer su cara.
—Mi nombre es Jacob, majestad. Jacob Black, y soy nuevo en el palacio, llegué hace poco —dijo el muchacho haciendo una reverencia al decir su nombre.
—¡Oh Jacob¡ Que gusto conocerte, mi nombre es Bella y te pido de favor que no me llames majestad. Me hace sentir incomoda.
—Este bien, Bella. ¿Pero dime dónde estabas?, estaban todos preocupados por ti en el palacio, nos mandaron a todos a buscarte.
Ay por dios, pensé, ya mi papá piensa que me perdí.
—Eh, no claro… Ammh… Estaba por ahí dando vueltas —balbucee, un poco apenada—. En todo caso, discúlpame por las molestias que les estoy haciendo pasar.
—No tienes nada de que disculparte princesa. Vamos a palacio, el Rey esta muy preocupado.
Nos fuimos caminando con Jacob conversando de su vida, me contó que había venido con su padre, que los habían llamado para servir en el palacio y habían llegado hace poco. Su padre era un economista que venía a ayudar a los contadores y ejecutivos que trabajaban con papá. Jacob se hospedaría en una de las casas de huéspedes aledañas al palacio.
—Bueno, ya llegamos princesa, esta a salvo —dijo el muchacho.
—Muchas gracias Jacob, ha sido un agrado conocerte, espero que nos veamos otro día para seguir charlando.
—Claro que si majestad.
—Ay por favor, ¿que te dije? Sólo Bella.
—Perdón, Bella. Bueno me voy, tengo que acomodar mi nueva habitación, nos vemos luego.
—Adiós Jacob.
Me pareció agradable, pensé, ojala nos hagamos amigos.
Para cuando entre a palacio este era un caos, papá daba vueltas por todo el salón y mamá no paraba de llorar en los brazos de Jessica, sin duda esta era un gran apoyo para ella. Cuando me fije en la hora note que era casi media noche, por eso papá y mamá estaba tan angustiados, había estado fuera casi todo el día.
—Papá, mamá, ya estoy en casa.
Papá giró bruscamente sobre sus pies y mamá levantó en un santiamén la cabeza, los dos corrieron a abrazarme como si no me hubieran visto en un año o hubiera sido secuestrada.
Cuando todo el embrollo paso me fui a mi habitación, un momento después alguien todo la puerta.
—¿Se puede? —dijo la voz inconfundible de mi madre.
—Claro mamá, pasa.
Mamá se sentó a los pies de mi cama y me miró.
—Hija no quiero que te sientas presionada por lo que dijo tu padre, siempre puedes rechazar la corona. No será el único país en el que haya pasado esto, yo estoy a favor de lo que tu decidas hija —mi mamá era la persona más maravillosa del mundo, mi mejor amiga, a ella podría decirle lo que fuera y siempre recibiría una sonrisa de regalo, ella era la mejor.
—Mamá no te preocupes, ya veré lo que hago con este calvario que me impusieron.
—En unas semanas tendremos un baile en donde serán presentados tú y el príncipe heredero del otro país, dale un chance, conócelo mejor, y quien sabe. A lo mejor él este en igual desagrado con esta idea, a lo mejor entre los dos pueden evitar este matrimonio, o a lo mejor…—mamá se tapo la boca con la mano para aguantarse la risa.
—Ay mamá, ¿cómo crees? No podría gustarme si ni siquiera lo conozco. Debe ser un niño engreído como muchos que conozco, y peor aún: es un príncipe. Que terrible, será una completa pérdida de tiempo, pero lo conoceré. A lo mejor podemos hacer lo que tú dices y logramos deshacernos de esta idea estúpida.
Mamá me dio un fuerte abrazo y las buenas noches, traté de no pensar en nada más para conciliar el sueño, lo cual fue imposible, pero mamá me había dado una buena idea.
No creo que el principito este en desacuerdo con la idea, si tiene sus cincos sentidos bien puestos, eso si, que espero por mi bien que sea así. Tratare de aliarme con él en contra de esta estúpida idea.
De tanto pensar me bajo el sueño y no me di ni cuenta cuando ya estaba dormida…
Era un sueño extraño, jamás lo había tenido, estaba sentada en mi pérgola, el sol brillaba afuera y hacia que el jardín del palacio se viera aun mas verde de lo que era, los arboles a mi alrededor bailaban con el viento. Yo estaba vestida con un hermoso vestido blanco que me llegaba a las rodillas, y con una capa del mismo color.
Estaba sentada en mi banca cuando sentí una melodía que provenía del bosque, traté de mirar para todos lados pero no podía identificar de donde salía la muisca, era hermosa… Mis sentidos parecían bailar al ritmo de ella.
Salí de mi pérgola en busca de ese sonido, quería saber de dónde venía, necesitaba saber quien lo tocaba. Mientras buscaba y caminaba por el bosque, la música se hacía cada vez más fuerte, parecía que estaba cerca. Mis pies bailaban solos al ritmo de la melodía, parecía un sueño, mi capa volaba contra el viento, mi cabello emitía ondas en torno a las notas musicales…
Era un sueño hermoso, al irme adentrando cada vez más al bosque la música se hacía más fuerte, cuando mire hacia enfrente, en medio de unos árboles noté una luz muy intensa. Decidí ir hacia esa allá, ya que la música hermosa provenía de ahí, camine o mejor dicho corrí hacia la luz, estaba impaciente por saber de donde provenía.
Cuando cruce los arboles, la luz me segó, cuando pude recobrar la vista estaba en un claro, un perfecto claro soleado con un gran lago de respaldo, el agua era cristalina, sus verdes prados hacían que la alegría explotará en mi pecho, ¿pero de donde provenía la música?
Al mirar por todos lados, me fije que en el medio del lago había unas especie de isla, cuando observe bien no podía dar crédito a lo que veía, era un piano. ¡¡Si, un piano!! Y ahí estaba sentado alguien, no podía saber quien era ya que estaba de espaldas. Intenté gritar pero la voz no me salía, muy enojada arroje rocas al agua y seguí tratando de gritar pero nada pasaba, cuando ya no podía más, me metí en el agua como pude, me llegaba hasta las rodillas y continúe arrojando piedras. Una de ellas dio en los pies del piano, haciendo que la persona que tocaba se diera cuenta de mi presencia y se girara para mirarme.
¡Si, que felicidad! Podré saber quién es.
