El clima agradable de la mañana no acompañaba el humor de Souichi. Unos minutos antes había llegado al laboratorio donde Morinaga lo esperaba con una gran sonrisa y esto podía significar dos cosas: la primera era el significado habitual, Morinaga estaba feliz de verlo y además, estaba dispuesto a otra jornada de trabajo duro al lado de su senpai soportando todo lo que venía con ello, incluyendo gritos y golpes. La segunda opción pertenecía a la paranoia de Souichi y esto era que ¡Morinaga estaba ansioso por tener sexo con él! Ante tales opciones, el hombre de cabello largo solo esperaba a ver cómo se desenvolvía la mañana y cómo actuaba el otro joven. Existían días en que la paranoia era cierta y terminaban discutiendo (lo que para Souichi era sinónimo de heridas en el cuerpo de su amigo) ante la tentativa del chico más joven por seducir a su senpai y arrastrarlo a una cama.

Esta mañana había resultado ser de esas de "la sonrisa de la segunda intención". Morinaga se había acercado a un concentrado Souichi en la mitad de unas importantes anotaciones, bueno, no tan importantes, pero para él, el trabajo era SIEMPRE más importante. Unos brazos se apoyaron a los costados del hombre mayor, desde atrás, envolviéndolo en un brazo aún sin llegar a tocarlo del todo. Una boca, ya conocida, acarició un oído con una respiración firme y dulce…

–¿Quieres ir a mi casa hoy en la noche, senpai? –Liberó finalmente Morinaga.

¡Un volcán de rubor hizo erupción en las mejillas de Souichi! Apretó los dientes con tanta fuerza que casi se podía escuchar su rechinar en la habitación, y su puño, también apretado, dio un giro hacia atrás para encontrarse con la nariz del sujeto que lo incomodaba mientras él, ofendido y avergonzado gritaba como un loco -No se te ocurra tocarme, asqueroso pervertido- Fue un impulso de unos segundos, como si el sonrojado fuera el interruptor a sus golpes…Te lo mereces por idiota! pensó, sintiéndose orgulloso de haber sabido proteger su trasero otro día más.

–Ouch…senpai, eso fue muy duro, no ten...ouch! A….y! –Un adolorido y sangrante Morinaga estaba en el piso, con sus manos en su rostro para sostener la sangre que caía de su nariz…y también, en alguna parte de Morinaga, para sostener su nariz misma, ¡se sentía como si se la hubiera arrancado con ese golpe!

Al oír los quejidos de su compañero y verlo luego sangrado con esa terrible expresión de dolor, hasta Souichi sintió empatía, por lo que le alcanzó un pañuelo a un Morinaga ya de pie y sin mirarlo a los ojos emitió un casi imperceptible "lo siento". Lo cierto era que aunque Morinaga le había hecho una invitación sexual tampoco le había hecho nada en sí, aún, y al parecer sus técnicas de defensa personal se estaban volviendo cada día más mortales, ¡un día de estos realmente iba a matar a Morinaga!

Por su parte, el joven también se había dado cuenta de esto. Cada vez que intentaba acercarse a su senpai terminaba lastimado y su cuerpo no era la única víctima. El rechazo tan ferviente que recibía hería mucho sus sentimientos, pero también hería su ego como hombre, teniéndose que denigrar así para obtener un mísera noche de sexo! No entendía por qué senpai actuaba como actuaba. Él trataba de ser comprensivo y de entender la confusión de Souichi. Sabía que no debía ser nada fácil ser un homofóbico, casi violado por un gay, con un hermano pequeño que fue arrebatado por enamorarse de un gay, heterosexual, tirano y encima…objeto de amor de un mejor amigo homosexual. Morinaga lo comprendía y aún así…cómo podía ser tan cruel? Durante todos los años que había mantenido en secreto su amor, jamás se había aprovechado de Souichi y, la única vez que realmente lo había forzado había sido la primera, por lo cual se había disculpado y perdonado. Además de eso, el senpai le había dicho con lágrimas en los ojos que no se alejara de su lado nunca más. Entonces, ¿significaba eso que lo quería, aún si eso no llegaba a ser amor? La única respuesta lógica era que sí, Souichi lo quería pero lamentablemente, solo como amigos, un gran amigo, pero nada más. El último golpe le trajo a Morinaga la dolorosa realidad de que para senpai el sexo con él era solo una forma de no perder su amistad.

–No te preocupes, senpai, esta es solo otra herida más. Ya estoy acostumbrado, asique todo está bien. –Exclamó Tetsuhiro en una extraña y tímida carcajada; la falsa sonrisa del joven, ocultando la obviedad de su tristeza fue percibida por Souichi, quién sintió que no era la herida de su nariz de la que estaba hablando; sin embargo, no pudo decir nada, no supo qué decir. Sabía que sentía algo por Morinaga y que era bastante parecido a lo que el amor debiera sentirse, pero su caparazón, hecho de miedo, prejuicio, vergüenza y orgullo aún no se quebraba del todo.

Esa noche, en la barra de un bar gay se encontraba un joven con una pequeña venda en una sonrojada nariz, reposando su torso completamente en la barra.

–Ya no sé qué hacer, Hiroto-kun. Quiero ser paciente y esperar a que el mismo sea capaz de darme una respuesta, aún cuando sea negativa. Quiero esperar hasta el final…pero…pero bueno, mi cuerpo, este…no es tan paciente… ¡Aaah, soy patético! ¡HIROTO-KUN, NECESITO OTRO TRAGO AHORA! – Llorándole al cantinero frente a él le contaba el origen de su nariz rota.

Al otro lado de la barra, otro apuesto joven homosexual no podía creer lo que contaba su amigo. Entendía que Morinaga estuviese híper enamorado pero que se rebajara tanto por un idiota inseguro de sí mismo era demasiado! El chico era increíblemente atractivo, tenía un rostro delicado pero varonil, con una hermosa sonrisa y unos brillantes ojos verdes; con un cuerpo alto y tonificado; a punto de terminar una maestría y con un futuro prometedor, con una personalidad digna de un Ángel y la perfecta pizca de pasión para hacerlo un amante perfecto, había oído rumores de antiguos amantes de Morinaga sobre su desempeño en la cama ¡y parecía ser más que bueno! Para cualquier tipo en el bar, era el partido perfecto, por qué ese tirano tacaño no se daba cuenta? ¿Realmente tenía que ver con ser o no homosexual?

–Ne, Angel-kun, aunque estés enamorado si tu senpai aún no te corresponde, ¿podrías al menos divertirte tu solo hasta que ese momento llegue, verdad? No hay necesidad de permanecer célibes para siempre, ¿sabes? – Sea lo que fuere, Hiroto-kun estaba seguro de algo: no podía dejar que su Angel-kun practicara el celibato un segundo más. Si Morinaga no lo aceptaba a él como su compañero, ¡le encontraría alguien más!

–Hiroto-kun, ¿cómo podría hacerle eso al senpai? No ahora que de a poco de está abriendo hacia mí –respondía ofendido Morinaga, sabiendo en su interior que los avances obtenidos hasta ahora eran mínimos pero decidido a no perder la esperanza a un futuro junto a su amor.

–¡¿De qué mierda me estás hablando, Angel-kun?! – gruñe el cantinero furioso por la devoción de su amigo, que no es reconocida por la otra parte–, ese tirano no te deja tocarlo, no te acepta como amante, te trata como un enfermo y asqueroso, ¡te golpea, por el amor de Dios! Al menos, si planeas seguir conquistándolo, ¡date la oportunidad de vez en cuando de relajarte un poco y descargar un poco de deseo sexual!...mi Angel-kun va a morir de abstinencia –.

–Hiroto-kun, no voy a morir. –Se sentía avergonzado por la exageración, pero también sabía que algo de cierto había en las palabras de su amigo, meses de esperar poder avanzar habían sido en vano y realmente tenía muchas ganas de hacerlo. De todas maneras, no le convencía el hecho de engañar a su senpai, lo amaba demasiado como para pensar en otra persona y además, no quería traicionar la confianza que tanto le había costado construir entre ambos solo por una noche de satisfacción.

–Mmm, bien, si tu lo dices. Pero luego no vengas a mí llorando cuando estés muriendo de dolor porque tu %&$·& necesita descargar un poco de…hmmh –Morinaga le había tapado la boca antes de que pudiera terminar, Dios, ¡a veces Hiroto-kun era demasiado desinhibido…!

Al otro lado del bar, un chico de cabello castaño hasta los hombros los miraba.