da de vida

Cap 1. Boda en Hogwarts

Apenas faltaba un mes para que cumpliera veintiún años y Harry sonreía bajo la suave brisa del lago. Ginny caminaba hacia él, vestida con su túnica marfileña de novia, avanzando entre sus amigos del brazo de su orgulloso padre, en aquella hermosa mañana de principios de verano en los jardines de Hogwarts.

Habían pasado ya tres largos años desde el final de la cruenta guerra y la amargura y el dolor había cedido en parte. La lucha se había cobrado muchas vidas, rompiendo familias en ambos bandos, pero finalmente, tras dedicar todo el tiempo libre de su sexto curso a un entrenamiento brutal y despiadado, espoleado por el dolor de la pérdida de Sirius, el Griffindor estuvo finalmente preparado para enfrentarse a Voldemort. Muchos habían caído en los interminables enfrentamientos, incluido Dumbledore, pero cuando la batalla final se desencadenó, las pérdidas de Remus, Tonks, Colins y Fred rompieron demasiado profundamente el ánimo del joven. Harry nunca olvidaría a los que habían caído, pero ahora, podía continuar con su vida.

Harry acababa de terminar sus dos últimos curso de Hogwarts, que había reabierto sus puertas tras un parón forzoso de un año, al finalizar la batalla. Habían admitido su solicitud para iniciar sus estudios como Auror, junto con la de Ron, tras aprobar el durísimo examen de ingreso, aunque el moreno no estaba totalmente seguro al respecto de seguir queriendo ejercer esa profesión. Ya había tenido suficientes batallas y muertes para toda una vida, pero la sombra de su padre aun era muy pesada como para apartarla de sí.

Pese a que Ginny y él no habían tenido un noviazgo muy largo, y fundamentalmente sostenido correspondencia; ni muy apasionado tampoco, ya que Harry encontraba perturbadora la idea de que Ron o cualquier otro Weasley le recriminasen por ello y las visitas del moreno a la Madriguera no eran el mejor marco para encuentros románticos. Todos le decían que era lo correcto y Harry se había dejado llevar dócilmente, sucumbiendo al entusiasmo de la joven pelirroja. Cuando el oficial del Ministerio, un hombre algo calvo y de mediana edad, alzó la voz, el Griffindor le escuchó formular entre ensoñaciones la pregunta de rigor antes de que ambos pronunciasen sus votos:

¿Hay entre los presentes alguien que tenga algo que objetar a esta unión?

Yo objeto.

Todas las miradas se volvieron y contemplaron a Narcisa Malfoy, acompañada de su hijo Draco, los dos impecablemente vestidos de negro de pies a cabeza. Ginny les dedicó una mirada rabiosa, y el moreno frunció el entrecejo, luchando para no perder la calma. No iba a permitir que le arruinaran su propia boda, eso estaba claro.

Con aire majestuoso, la altiva bruja se deslizó cadenciosa entre los murmullos crecientes de los invitados, seguida de Draco, que tenía un aspecto demasiado pálido incluso para un Malfoy, como si estuviese algo enfermo, más macilento incluso que días atrás, cuando realizaron los últimos exámenes. Su pelo, antaño rígidamente engominado, ahora caía hasta media espalda en una melena casi digna de una veela, recogida en una pulcra coleta atada flojamente por una sencilla cinta de seda negra. El Griffindor sintió una mínima punzada de preocupación por su ahora ya ex compañero de colegio. Después de todo, tener al patriarca de la familia en Azkaban durante los últimos años, aunque fuese en régimen de mínima seguridad, debía de ser muy duro para él.

Yo objeto.

Repitió la dama con voz sedosa y calmada, alzando la barbilla en gesto desafiante, mientras sus ojos azules se enfrentaban a los verdes del muchacho, como buscando en ellos algún signo de reconocimiento.

El Griffindor solo le devolvió una mirada de enojo contenido, mientras sus músculos faciales se tensaban levemente bajo la piel suavemente bronceada y recién afeitada. Harry era ya todo un hombre, y a punto de cumplir los veintiún años el próximo julio, se alzaba, atlético y fuerte, desde su metro ochenta, vestido simplemente con la túnica rojo sangre con ribetes y forro dorado de la Orden del Fénix, muy similar al uniforme de quidittch de Griffindor, pero con la silueta un fénix estilizado grabado en oro en la espalda.

La mujer estudió intensamente el rostro juvenil, que había madurado en los últimos años, perdiendo definitivamente la dulzura de la niñez, ganando masculinidad y fuerza. El pelo, negro azabache y más largo que nunca, alcanzaba los hombros del joven en una melena corta y desorganizada, con los mechones frontales recogidos precariamente tras las orejas y un largo flequillo desordenado y rebelde ocultando su distintiva cicatriz. Las gafas habían desaparecido, al menos temporalmente, y los ojos, más expresivos y brillantes que nunca, no parecían ocultar nada salvo desconcierto y enfado genuinos.

Alzando imperceptiblemente una ceja, ya que no esperaba esto, la bruja musitó suavemente aproximándose al estrado adornado de flores erigido cerca del sauce boxeador.

Objeto en nombre de mi único hijo Lord Draco Lucien Black Malfoy, ya que hay una deuda de vida pendiente entre él y Lord Harry James Evans Potter. Solicito que se fije la forma de cancelación de la misma inmediatamente.

Los murmullos entre los asistentes se intensificaron, y con un gesto de incredulidad, el moreno se giró hacia Draco, contemplándole atentamente. Ginny tiró suavemente de su túnica susurrando algo, pero el moreno se desasió bruscamente de su agarre, ignorando su voz y las miradas preocupadas de Arthur y Molly que se aproximaban a ellos con rapidez.

Con la mirada ahora llena de furia, el moreno bajó el escalón de la plataforma que le separaba de Draco, y el rubio le miró a los ojos verdes, los grises serios y apagados, tal vez angustiados, en un rostro casi inexpresivo. Harry agitó la cabeza y escupió entre dientes.

¿Interrumpes mi boda… POR ESTO?! ¡No quiero nada tuyo Malfoy! ¿Me has oído? NADA!!!

Draco retrocedió casi como si le hubieran golpeado físicamente y trastabilló, palideciendo aun más, con gesto de dolor. Exclamaciones y gritos ahogados se alzaron entre los magos asistentes y Arthur exclamó:

Harry no! ¡No!

¿Está seguro de sus palabras Lord Potter?

Preguntó a sus espaldas con voz helada Narcisa, y sin girarse a mirarla siquiera, el moreno gritó enfurecido:

¡SI!

Draco se desmayó súbitamente ante su exclamación, como herido por un rayo, los ojos repentinamente en blanco, y aunque el joven Griffindor estaba furioso, sus reflejos le hicieron saltar hacia adelante y sujetarle para evitar el impacto contra el suelo. Aun sobresaltado y sosteniendo a un desmadejado y totalmente desvanecido rubio entre los brazos, el moreno escucho la imponente voz de Narcisa, ganando volumen a sus espaldas y se giró, mientras el pandemónium estallaba a su alrededor.

Reclamo que la deuda de vida que Lord Harry James Evans Potter tiene conmigo sea saldada inmediatamente.

Cuando los ojos de ambos se encontraron por encima del cuerpo de inerte de Draco, mientras Harry notaba el cosquilleo de la magia de Narcisa enroscarse más y más en torno a su cuerpo, la bruja exclamó:

Daré por saldada la deuda cuando el primer hijo varón y la primera hija de Lord Harry James Evans Potter sean entregados a mi hijo Draco y adoptados en sangre y magia como los futuros herederos de la casa Malfoy!

¿QUE?! ¡NO!!

Exclamó el Griffindor mientras aun sujetaba el cuerpo inconsciente entre sus brazos y la presión de la magia extraña se hundía cada vez más en torno a sus sienes. Durante un breve rato, a su alrededor todo fueron lágrimas y gritos incomprensibles para él, hasta que la voz de Arthur se alzó sobre las demás.

¡BASTA! ¡Basta ya, he dicho!

El silencio fue imponiéndose poco a poco, aunque algunos sollozos de Molly y algunas otras brujas aun eran audibles. Harry no lograba encontrarle sentido a todo aquello, y deseaba sobre todas las cosas en ese momento, cancelar la boda y estar a solas para dar rienda suelta a su enojo y aplacar el colosal dolor de cabeza que estaba empezando a sufrir. Su propia magia estaba descontrolándose, y el aire se agitó a su alrededor, enfriando el ambiente veraniego. Ajustándose las gafas sobre la nariz, el pelirrojo y maduro mago le ayudó a dejar al Slytherin sobre un banco, ya que el joven no parecía volver de su desmayo y Harry aun le sujetaba entre sus brazos, recostándole contra su pecho.

Narcisa le acarició la frente por un instante, apartando un mechón de pelo casi blanco y luego se giró hacia el moreno que la miraba sin comprender.

Narcisa, tienes que ser razonable. No puedes pedirle eso al muchacho, también afecta a mi hija Ginny…

Murmuró el mago pelirrojo, intentando ser prudente.

Lo siento Mr. Weasley, pero mi decisión ya está tomada. Que busque otra bruja dispuesta a tener esos niños si es que su hija no quiere desprenderse de ellos. No es asunto mío con quien los engendra, después de todo.

Lady Malfoy ¿Cómo voy a darle a mis hijos?

Suplicó el moreno, empezando a pensar que acababa de cometer un tremendo error, notando el apremio de la deuda de vida oprimir sus sienes. Narcisa fue inflexible y seca, sus ojos duros y acerados, pero su voz dejó escapar un ligero matiz de posibilidades.

Lo lamento mucho Potter, pero es mi única opción de tener nietos. Serán hijos de Draco ante la ley. El…no se recuperará de esto nunca, al menos esos niños serán un aliciente para mantenerle durante un tiempo más con vida. Claro está, a menos que…

¿A menos que?

Pregunto esperanzado el Griffindor, aferrándose a la posibilidad como un naufrago a un tablón, mientras la magia giraba en torno a él, tratando de doblegar su voluntad.

Has declarado que su vida no vale nada. Y por lo tanto morirá lentamente de pena. Aunque podría considerar otra posibilidad… Solo si rectificas eso y vuelves a salvarle ahora… una opción que no te separaría de los niños.

Desesperado y sabiendo que nunca accedería a separarse de sus futuros hijos, aunque la posibilidad de tenerlos, parecía esfumarse a pasos agigantados, asintió en silencio, derramando amargas lágrimas mirando al suelo.

Haré lo que sea Narcisa. Lo que sea.

El moreno pensó fugazmente que acababan sus esperanzas de una vida de familia normal, pero la presión cedió, convirtiéndose en un suave toque. Su vida con Ginny, no se imaginaba como podía aceptar la muchacha todo aquello, pero algo tenía que hacer. Aunque acabase arrastrado ante los Malfoy, eso era preferible a tener que vivir lejos de sus hijos para siempre. Y tampoco deseaba ser responsable de la muerte de Draco, ya tenía bastantes sobre su conciencia para cargar con una más, no, no si podía evitarlo.

Sus pensamientos se convirtieron en palabras y susurró entrecortadamente:

Tampoco deseo que Draco muera.

La bruja se ablandó un poco y le tocó brevemente el hombro al muchacho, que alzó la mirada, desolado. Sus ojos verdes contemplaron el rostro serio de la dama y volaron brevemente con inquietud al cuerpo de Draco, que yacía aun desmayado a unos pasos de ellos.

No tenía idea… es culpa mía… No era mi intención lastimarle…

Una chispa insólita brilló en los ojos azules y la mujer murmuró:

¿Es eso cierto? ¿Nadie te había contado cómo funciona una deuda de vida Potter?

El muchacho denegó brevemente, y tragó saliva con la boca extrañamente amarga, sintiendo revolverse su estómago, aunque el vínculo de magia no estaba tan tirante como antes.

Pues básicamente crea un lazo entre los dos magos y usualmente el deudor siente la compulsión de compensar el favor. Y si el tomador reclama algo determinado, la presión se hace más concreta. La necesidad de equilibrar el lazo puede ser más o menos intensa, pero si lleva a estos extremos… entonces puede llegar a poner en peligro la vida del mago si no puede retribuir adecuadamente el vínculo. Y tú le has negado a Draco esa posibilidad.

Suspiró con aire pensativo y añadió en susurro muy bajo:

Ahora no puedes retractarte de lo que has dicho, Potter porque había verdadera intención y poder detrás de tus palabras, aunque tu propósito no fuese lastimarle. Y yo tampoco.

El moreno volvió a echar un vistazo angustiado a Draco y musitó sinceramente preocupado, ignorando las miradas y cuchicheos de sus amigos, e incluso a su novia que le miraba furiosa.

¿Está… bien?

Tartamudeó un poco y se sonrojó levemente antes de añadir:

¿Quiero decir, no deberíamos darnos prisa o hacer algo? Está…tan pálido…

Sorprendida, la bruja murmuró con una sombra de sonrisa en el rostro, apenas un leve rictus en la comisura de sus labios perfilados.

Ya veo…que eres sincero respecto a mi hijo. No te preocupes, solo esta desmayado por la impresión. Tengo que hacerte una pregunta eh…algo personal. ¿Le odias?

Denegando vigorosamente, el muchacho respondió alzando los ojos de esmeralda con la confusión y la preocupación ensombreciendo sus facciones, usualmente serenas.

No, por supuesto que no! No es que tengamos una relación cordial y amistosa tampoco, es más bien una competencia y últimamente, tolerancia mutua. Siempre le he admirado, en cierto modo, aunque suene confuso.

Con calma la dama le sostuvo la mirada.

Quiero que sepas bien lo que haces Harry, porque si aceptas esto, marcará tu vida para siempre, y tal vez quieras reconsiderar la otra propuesta.

El muchacho sonrió con tristeza, pero denegó levemente.

Siempre he deseado familia. No voy a renunciar de antemano a parte de ella Lady Narcisa.

La bruja suspiró, y le indicó que se sentara junto a Draco, cosa que el moreno hizo sin dudarlo un instante.

Está bien. La única manera de arreglar esto es sacrificando algo igualmente valioso a cambio de salvar la vida de mi hijo de nuevo. ¿Estarías dispuesto a mh…unirte a la casa Malfoy, Harry?

"Así que era eso" pensó el moreno. "Bueno, prefiero ser el criado de mis hijos que no volver a verles más que de lejos" Alzó los ojos con decisión y preguntó en un murmullo ahogado.

¿Y no tendría que separarme de mis hijos? ¿De ninguno? ¿Y sabrían que soy…su padre?

Narcisa asintió y murmuró:

Algo así. Pero me temo que para aceptar esa opción, esta boda no puede celebrarse, ni ahora ni nunca.

Aun con un nudo en la garganta, Harry miró a Ginny y a Arthur que le contemplaban, horrorizada la una y resignado el otro, con la respuesta ya claramente grabada en el rostro. La pelirroja le abofeteo furiosa y salió de allí como alma que lleva el diablo, mientras su madre corría tras ella, y el Griffindor murmuró masajeándose la enrojecida mejilla:

Creo que acabo de romper mi compromiso, así que... acepto.

Con una sonrisa maliciosa que a Harry no le gusto nada, la mujer murmuró:

No digas eso hasta saber a qué te comprometes Potter.

Alzándose de nuevo y mirando en torno a ella, a la multitud de magos y alumnos de los últimos cursos que les rodeaban a cierta distancia, la dama se alisó la túnica y volvió a mirar al Griffindor que se había levantado a su vez, y proclamó con formalidad en voz alta, acallando los murmullos.

Como dije antes, daré por saldada la deuda cuando el primer hijo varón y la primera hija de Lord Harry James Evans Potter sean herederos de la casa Malfoy. No obstante, si fuesen realmente hijos biológicos de mi hijo… también serian herederos de las casas Potter y Black, por supuesto.

El moreno tragó duramente saliva. Sabía que la preñez masculina era posible entre los magos, aunque infrecuente, y contempló con nuevos ojos a Draco, que seguía ajeno a todo el asunto, acostado sobre el banco. Sus ojos de esmeralda se dilataron de asombro, pero aceptó sin vacilar, asintiendo. El vínculo de magia entre Narcisa y él pareció desvanecerse convirtiéndose en un fantasmal roce en el fondo de su consciencia, y otra nueva sensación, en torno a su pecho, mucho mas cálida, la reemplazó casi totalmente, atrayéndole hacia el rubio. El Griffindor no tuvo duda de a quien le correspondería gestar, un embarazo así exige física y mágicamente mucho, y su mano acarició su abdomen, y por un momento, sus ojos brillaron con una danzarina luz casi juguetona.

Narcisa enarcó sutilmente una ceja, la mirada y el gesto del muchacho, aunque casi imperceptibles e inconscientes, no le habían pasado inadvertidas y se dijo que tal vez las cosas no fuesen tan malas después de todo. Su voz se hizo casi melódica cuando preguntó:

En aras a salvarle de nuevo y cancelar al mismo tiempo esta y la anterior deuda de vida… ¿Se casaría con mi hijo Draco, Lord Potter?

Los ojos verdes relucieron llameantes de incomprensión por un instante y la boca del joven se abrió y se cerró sin encontrar palabras. Pero no por nada el chico era conocido por su temperamento Griffindor. Se sonrojó intensamente, y volvió a tener el aspecto de un adolescente aturdido por un momento mientras sus ojos se posaban en la inconsciente figura de nuevo. Sus ojos parpadearon furiosamente y por un minuto, todos pensaron que el joven se negaría, pero este exclamó ahogadamente con un hilo de voz casi inaudible:

Ay Merlín! Si…

Y cayó redondo al suelo, el calor expandiéndose súbitamente en su pecho y desplomándose mientras el infierno se desataba nuevamente a su alrededor.

Cap 2. Tomando una decisión.

Cuando Harry abrió los ojos, y además de ser consciente de un gran dolor en su sien derecha, se percató de que estaba mirando el familiar techo de la enfermería de Hogwarts.

"Genial! Otra vez aquí. Decididamente, creo he batido el récord de la enfermería"

Se removió y parpadeó, molesto, debido a la punzada y al escozor de sus ojos, y una figura entró en su campo visual.

¿Cómo te encuentras Harry?

Draco, que aun estaba pálido, y su cabello algo desordenado, ya que algunos mechones frontales habían escapado de la coleta en que lo sujetaba, se inclinó sobre él con aire preocupado.

Deseando quitarme estas malditas lentillas. –"Y saber cómo demonios me he metido en este jodido embrollo"

Masculló entre dientes el moreno, todo rastro de enojo perdido en el recuerdo, alzándose sobre un codo para mirar a su alrededor. La mesita de noche solo contenía una jarra con agua y un par de vasos, y con aire desconcertado el Griffindor se giró hacia el único ocupante de la sala en esos momentos.

¿No sabrás donde están mis gafas por casualidad?

Asintiendo, el rubio rebuscó en su propia túnica negra, y sacó un estuche conteniendo las gafas mientras musitaba en un susurro apagado.

Tienes irritados los ojos. Tal vez usar esas lentillas muggles no sea lo más apropiado si te causan ese efecto Harry.

Con una mirada de desconcierto, el moreno abrió los ojos y trató de extraerse una de las lentillas, sin mucho éxito. Gruñendo de frustración, volvió a intentarlo con el otro ojo, sin lograr más que enrojecérselos aun más.

¡Genial! ¡Ahora no puedo quitármelas!

Se frotó los ojos, empeorando la situación y las manos del rubio le contuvieron murmurando:

Te lastimarás si haces eso. ¿Me dejas intentarlo?

Con sorpresa, los ojos verdes estudiaron al joven, que parecía sinceramente preocupado. Era tan extraño verle demostrar alguna emoción, que Harry se sintió casi desconcertado. Un año de tregua y respeto mutuos había granjeado el aprecio a distancia del Griffindor, que no había intimado más con el Slytherin a causa de sus amigos. Curioso, dejó que su propia expresión delatase sus sentimientos encontrados y preguntó un poco enfurruñado:

¿Debería?

Con una expresión casi dolida, el rubio vaciló y sus ojos se llenaron de melancolía. Sus palabras brotaron con angustia, teñidas de emoción.

No soy quien debe decidir lo que debes o no hacer Harry. Pero nunca te lastimaría a propósito, puedo asegurártelo. Ni te mentiría tampoco. ¿Me crees si te digo que no tengo nada que ver en la decisión de mi madre?

El moreno asintió levemente. El sutil calor de su pecho reapareció por un instante, dejando tras él una sensación parecida a la del recuerdo de una caricia, sorprendiéndole interiormente. Una tenue sonrisa animó las facciones del Slytherin y este susurró de nuevo:

¿Quieres dejarme intentarlo?

¿Sabes lo que haces?

En silencio Draco conjuró un contenedor apropiado para las lentillas y los ojos de Harry lo contemplaron unos instantes antes de musitar mordiéndose el labio con inusitada timidez:

Sin magia, vale?

Se recostó sobre las almohadas y dejó que el rubio le abriese los parpados, aferrándose a las sábanas, demostrándole su confianza. Las yemas del joven atraparon la escurridiza lentilla al segundo intento y el otro ojo fue mucho más rápido. Harry se recoloco sus gafas con aire preocupado y observó atentamente al joven depositar las malditas lentillas en el estuche.

Suspiró, cabeceando con desconcierto y el sonido atrajo la atención de Draco que se giró hacia él, repentinamente interesado, los ojos brillantes por un instante.

Tenemos que hablar Draco. Esto es…

Viendo su expresión, el rubio murmuró con voz cansada y triste, aunque serena y firme.

No tienes por qué hacerlo. No puedo hacer que mi madre deshaga lo dicho, pero si asegurarte que tus…hijos serán tan tuyos como míos una vez que los nombre mis herederos. Nunca te separaría de ellos.

Abatió la cabeza levemente y prosiguió con voz cada vez más tenue.

Firmaré cuantos documentos quieras, Harry. Fija tú mismo el régimen de visita al que me das derecho. Eres libre, Harry, ve y cásate con Ginny.

El Griffindor permaneció en silencio e inmóvil largo rato, tanto que Draco decidió que su presencia no era bienvenida y comenzó a retroceder, los grises ojos llenos de pena.

¡Espera Draco!

Los ojos grises brillaron con un destello plateado, y el muchacho se detuvo, el corazón saltando en su pecho. Harry se había sentado en la cama y luchaba para desenredarse de las sábanas que le impedían levantarse.

Has dicho que no me mentirías, verdad?

Su ansiedad hizo que su magia desvaneciese las ofensivas ropas y libre al fin, el joven se alzó sobre sus piernas, mirándole con expectación mientras Draco asentía suavemente.

¿Por qué todo esto Draco?

Los ojos del Griffindor relucieron con un relámpago verde de curiosidad y su rostro reflejó emociones muy intensas, su voz vehemente y vibrante.

¿Por qué tu madre me propuso el matrimonio, cuando podría haberme humillado cómo quisiera?

El moreno avanzó un paso, agitando la cabeza y musitó en voz algo más suave y profunda, teñida de nostalgia y tan vez anhelos ocultos.

No lo entiendo, de veras que no. Sé que has cambiado y que ya no eres el mismo niño arrogante y engreído que me insultaba por los pasillos, pero tampoco eres mi amigo, aunque este último año ha sido muy… mmh, tranquilo.- "¿Qué sientes por mi Draco?"

El rubio tembló de pies a cabeza y sus ojos destellaron de nuevo con una mezcla de orgullo y dolor, viendo la pregunta no formulada en la expresión de Harry. Suspiró levemente y murmuró, quemando la última de sus naves.

Te respeto profundamente Harry. Eres…alguien muy especial para mí. -"Y te amo. ¡Si me dejaras intentarlo, sería tan fácil simplemente amarte!".

Harry entrecerró los ojos y sus labios se curvaron en una enigmática semisonrisa. La promiscuidad y ambigüedad sexual era relativamente frecuentes entre los miembros de las familias más puristas, tal vez como resultado de los habituales matrimonios concertados entre ellos, dejando de lado los sentimientos reales de los contrayentes. Pero el Griffindor no percibió el matiz de velado afecto en sus palabras, demasiado agobiado todavía por los recientes sucesos.

"El Príncipe de Hielo tiene un corazón bajo ese pecho. El respeto no es mala base para una relación, y Draco se ha ganado el mío en estos últimos meses."

Cruzó los brazos ante el amplio pecho y alzó una ceja, remedando el gesto típico de Draco, que inclinó cortésmente la cabeza, añadiendo en un murmullo grave y suave:

Sería un gran honor para mí que aceptaras este matrimonio Harry, si eso te complace.

El moreno apreció la sinceridad en las palabras de Draco y la libertad que este le brindaba, una y otra vez. Sin embargo era un cambio tan radical en su vida… que dudó.

Digamos que quiero considerarlo un poco…¿Sería posible?

Draco sonrió dulcemente, iluminando su rostro con el gesto, y sorprendiendo al moreno.

Por supuesto Harry. Solo te pido una cosa. Ven a vivir conmigo mientras lo consideras, por favor.

Los ojos verdes se dilataron de sorpresa, y el joven se sonrojó intensamente, jadeando levemente al inspirar. No era desagrado ni rechazo lo que denotaba su expresión, sino una mezcla de curiosidad y tal vez cierto temor, y Draco se apresuró a clarificar sus intenciones:

Solo compartir unas vacaciones, para conocernos mejor, cada uno tendría un ala de la casa. Iríamos con mi madre, a un pequeño palacete de verano que tenemos en Francia, o si no quieres salir de Inglaterra, podemos ir a una casita que tenemos en Dover, al lado del mar...

Nada era fácil, pero la propuesta de Draco sonaba razonable, acorde con la idea de que aquel matrimonio era solo un compromiso, una especie de obligación para ambos. Después de todo, el Slytherin se había sincerado abiertamente con él, y darse mutuamente la posibilidad de conocerse mejor era la mejor opción en ese momento. Harry tendió su mano y murmuró con decisión:

Mis maletas ya estaban listas Draco. –"Espero no arrepentirme después de esto"

El rubio sonrió suavemente y sus ojos se iluminaron con un hermoso brillo plateado, mientras un rubor levísimo teñía sus mejillas. Un cosquilleo de la magia de Harry en torno a su pecho, algo suave y calmante le recordó que su propia deuda con el moreno no estaba saldada, pero a través del lazo mutuo que ahora compartían, sintió que, tal vez, lo que había hecho era después de todo lo correcto, a juzgar por cuan satisfecho se sentía el vínculo, más relajado de lo que había estado en meses. Asintió y murmuró dando un paso hacia Harry, ofreciéndole su mano extendida.

Mi madre no tiene por que saber nada de este mmh…acuerdo, Harry. Es mejor así.

Se estrecharon las manos brevemente y Draco recobró algo de su habitual seguridad. Sin dejar de caminar hacia la puerta de la enfermería, el joven preguntó curioso:

¿A dónde piensas ir ahora? No salimos de viaje hasta dentro de algo más de una semana …

Harry percibió la velada invitación y sonrió travieso, haciendo relucir sus ojos.

No lo había pensado, y no creo que me reciban muy bien en La Madriguera, al menos no de momento. ¿Sería mucha molestia…

¡Por supuesto que no! Mi madre estará encantada, y yo también, de tenerte como mi invitado.

Los ojos de Draco brillaron de entusiasmo y el muchacho murmuró una vez más con voz cargada de emoción:

Eres muy amable conmigo, mucho más de lo que merezco Harry, tan solo por darme esta oportunidad.

Harry le rozó levemente el hombro, llamando su atención y con la misma expresión sonriente murmuró, mientras le envolvía suavemente entre sus brazos, en un tímido abrazo. Los dos sintieron como la magia de la deuda de vida llameaba por un instante antes de desvanecerse, dejándoles extrañamente calmados, mientras el moreno susurraba:

En absoluto Draco. –"Si estoy a punto de entregarte mi vida, es porque la tuya realmente lo vale"

Cap 3. Dos hermanas y un destino.

Narcisa se mostro extasiada ante la idea de que Harry les acompañase de inmediato a Malfoy Manor, y aunque Hermione, la única de sus amigos que pareció decidirse a acercarse a él, le expresó su preocupación por tan repentina decisión, Harry se mantuvo firme.

Vamos Mione, después de todo no es el fin del mundo!

Pero Harry! Se trata de matrimonio! Y eso implica - la muchacha se sonrojo intensamente y murmuró: - intimidad, y ya sabes, mmh …sexo.

Riéndose muy bajito, el moreno murmuro:

No, no creo que sea así necesariamente. Se trata de un matrimonio solo de forma, de conveniencia, después de todo, aunque esa es la menor de mis preocupaciones ahora mismo.

Su rostro se torno un tanto más serio al añadir en un susurro:

Sinceramente, sobrevivir entre los Malfoy me parece más acuciante de momento.

La castaña musitó angustiada, con ojos llenos de dudas:

Harry, prométeme que si no te encuentras a gusto, nos avisarás de inmediato.

Lo prometo.

Hermione le conocía demasiado bien para tragarse su rápida aceptación, así que tras darle un breve abrazo de despedida, los ojos llorosos, le contempló mientras desaparecía en el interior de la limousine de los Malfoy.

El camino de regreso a Malfoy Manor fue relativamente largo y dio lugar a una singular conversación entre los ocupantes del vehículo, que se deslizó veloz como el autobús noctambulo por entre el trafico muggle, pero con muchísima más delicadeza. Ofreciendo a su invitado una bandeja de sándwiches y un zumo de calabaza, la bruja le contempló con curiosidad y abrió las hostilidades.

Espero que no te moleste que haya omitido el tratamiento antes, pero me pareció oportuno, dadas las circunstancias.

El muchacho asintió, sentado frente a la dama y a su hijo, sintiéndose claramente examinado por ambos.

Potter o Harry está bien, si a Ud no le importa.

Puedes llamarme Narcisa en privado, pero recuerda el adecuado tratamiento en público, Harry.

Guardando silencio, el moreno se removió inquieto y tras un tenso rato, incapaz de aguantar las miradas de ambos, giró la cabeza hacia la ventanilla, intentando contemplar el paisaje. El borroso panorama pronto le mareo y se vio forzado a mirarles de nuevo, aunque esta vez, el rostro de Narcisa estaba más distendido, y la mujer tomaba un sorbo de lo que parecía una copa de champagne. Draco sonreía imperceptiblemente, pero sus ojos relucían con un destello de emoción contenida, y aunque su postura era perfectamente correcta y elegante, algo le dijo al moreno que el joven estaba reprimiendo el deseo de hacer alguna diablura.

Buscando algo para romper la tensión, el Griffindor hizo una pregunta, una que le rondaba la cabeza desde hacia tiempo:

El año pasado, mientras Hogwarts estuvo cerrado, creo que fuiste a Beauxbatrons, no?¿Que tal te fue?

Contemplándole con serenidad, y mientras su madre tomaba un sorbo tal vez demasiado largo murmuró:

No demasiado mal, fue… interesante, teniendo en cuenta que es una escuela con un alumnado mayoritamente femenino, salvo contadas excepciones.

Harry se ruborizó, azorado por las implicaciones pero antes de que su mente procesara totalmente la frase, el rubio añadió algo más:

Creí que lo peor sería convencer a Madame Maxim de dejarme asistir, pero al final, esa fue la parte fácil. En cuanto el claustro me examinó, decidieron que reunía los requisitos y me aceptaron.

Picado en su curiosidad, el moreno enarcó una ceja y preguntó vivamente interesado.

¿Qué requisitos Draco?

Uno de los criterios de admisión es ser veela, semiveela o cualquier otro híbrido mágico humaniforme.

Harry tragó saliva audiblemente, los ojos dilatados de estupor, la boca entreabierta ante el alcance de lo que acababa de oír. Draco esbozó un guiño y añadió:

Tranquilo, en mi caso, aunque en la familia hay ascendencia veela, no tengo suficientes genes activos para ser considerado semiveela, Harry.

Sonriendo y mientras Harry recuperaba un tanto la calma y los latidos de su corazón se regularizaban, ya que por un momento había entrado en shock, el rubio murmuró con tono más ligero.

El otro, es que aunque seas totalmente humano, debes aceptar plenamente las normas de conducta de la escuela, fundamentalmente elaboradas para las veelas y criaturas similares.

Dejando relucir sus ojos por un instante, esperó hasta que el moreno tomó un nuevo sorbo y añadió con aire dolido:

Son muy pocos los humanos que asisten a la escuela, y el influjo de la atracción que despliegan los otros es ciertamente sofocante. Me sometieron a un hechizo de restricción… mhh… sexual, para evitar que interfiriera con las parejas de otras criaturas.

Harry se atragantó súbitamente con su zumo y comenzó a toser, los ojos llorosos, mientras el Slytherin añadía haciendo un mohín de disgusto:

Es algo cruel, no elimina totalmente el deseo, pero impide… satisfacerlo… incluso a solas.

El sonrojo del Griffindor hizo parecer su rostro una prolongación de su túnica, y el joven se encontró de repente muy, muy sofocado, cuando el rubio añadió:

Compartía sala de estudio y baño con tres chicas, dos semiveelas y una mediosirena, y aunque cada uno tenía su propio dormitorio, era muy duro verlas con sus parejas.

La muda pregunta del moreno, reflejada en sus ojos verdes hizoque el rubio sonriera, haciendo chispear sus ojos. Al parecer, Harry aun no se había percatado de un detalle, ciertamente muy importante.

Soy gay, Harry. Total y absolutamente gay. Este compromiso es de mi agrado y me hace feliz.

Las cejas de Narcisa se fruncieron levemente y su sonrisa se hizo calculadora.

Es una manera legal de romper el contrato de compromiso que su padre firmó apenas nacer, destinándolo a Pansy Parkinson, sin posibles quejas ni reclamaciones. ¿No creerías que iba a lanzar a Draco a un matrimonio que le desagradara hasta tal extremo, verdad?

Harry enmudeció, contemplando con ojos asombrados a ambos Slytherins. Tal cantidad de intrigas y enredos superaban su juicio, pero aunque los ojos celestes de Narcisa no revelaban emoción alguna, salvo orgullo y satisfacción, los de Draco contaban otra historia diferente.

Los grises espejos le miraban con respeto, con admiración y en aquel momento, rogaba calladamente su comprensión, prometiendo toda clase de respuestas para más tarde. El muchacho guardó silencio, pero su sonrojo y turbación aumentaron.

"Tal vez, después de todo, Hemione si tenía razón"

La confusión y la duda se reflejaron en sus rasgos, y aunque el joven había apartado de nuevo la vista y Narcisa se mantenía ocupada a sí misma en una revista, Draco si notó su creciente malestar, tan bien escondido, que el joven ni siquiera estuvo seguro de que su madre lo hubiera notado o reconocido el origen del mismo. Para cuando llegaron a Malfoy Manor, el Griffindor estaba tan tenso, que reaccionó bruscamente cuando Draco le rozó, abriéndole paso para indicarle el camino a sus habitaciones.

El rubio murmuró una disculpa y una vez que le abrió la puerta de su nuevo dormitorio, le dejó a solas, indicándole que la cena se servía en poco más de una hora y que vendría a buscarle un rato antes.

Las habitaciones eran magnificas, decoradas con elegancia y constaban de un saloncito con una amplia mesa para leer, trabajar o estudiar, cómodos sofás y sillones de cuero tostado; un dormitorio con una gran cama adoselada, vestida en sedas y damascos, de colores dorado y azul, con un vestidor dentro del mismo, y un gran baño de mármol blanco, lleno de toda clase de lujos.

Pero el moreno no se fijó en nada de eso y se dejó caer pesadamente sobre un gran diván de piel vuelta color avellana frente a la chimenea de mármol del dormitorio. Se sentía defraudado, utilizado y engañado. Había accedido a casarse con Draco, si, pero ahora le parecía haber caído de cabeza en una especie de trampa muy elaborada. Poco a poco, las lagrimas llenaron sus ojos y entre sollozos ahogados, el joven acabó adormilándose, confuso y triste.

Mucho más tarde, unos dedos rozando su cabello le despertaron y el moreno se incorporó sobresaltado. Sus ojos estaban rojos e hinchados, la cara aun con los surcos provocados por el llanto y ni siquiera se había cambiado de ropa, así que su túnica estaba arrugada y desarreglada por completo, al igual que su pelo. En la penumbra de la habitación vislumbró la cabellera casi blanca de Draco y exhaló un gemido de angustia, tensándose y alejándose del gentil toque.

Soy yo, Harry. Te quedaste dormido y no quise despertarte antes, así que te he traído un vaso de leche caliente y unos sándwiches, por si tenías hambre.

El Slytherin parecía sincero y por un momento Harry estuvo a punto de darle las gracias, pero entonces recordó en qué situación se encontraba y se contuvo, mirándole a los ojos, su pecho contrayéndose en un nudo angustioso. Su aspecto totalmente defraudado hizo que el rubio se sentara en el extremo del diván y murmura apesadumbrado:

Lo siento. Creí…que lo sabías, y que entendiste lo que te dije en el hospital. Cuando te dije que eras especial… es porque siempre he deseado tener la oportunidad de estar contigo. Entiendo que…no es tu caso, y valoro aun más por eso esta oportunidad, pero como te dije, eres libre.

Suspiró y musitó, sacando de su bolsillo un legajo de pergaminos arrugados y manoseados, depositándolos en el cuero del diván, entre ellos.

Si te tomas la molestia de leer estas páginas, veras que no tienes nada que temer de mí, pero si aun así no vas a ser feliz, cásate conmigo mañana y márchate de aquí, vete y vive tu vida como quieras, nunca más interferiré en ella, lo prometo.

El Griffindor le contempló, y la sinceridad que emanaba de Draco era tan grande, que a su pesar, se encontró tomando los papeles entre las manos, aunque murmuró con voz cansada:

Quisiera estar solo, si no te importa Draco.

Levantándose, el rubio asintió susurrando con afecto y desesperanza a la vez:

Tenerte aquí, aunque solo sea por esta noche, me hace muy feliz Harry. No lo olvides, por favor.

Dedicándole una mirada cariñosa y llena de afecto, el joven se marchó en silencio y Harry se quedó de nuevo a solas. Ojeó brevemente los pergaminos, atados con una lazada de una cinta de seda que los atravesaba, y le llamó la atención el titulo inscrito en la primera página tras la portada en blanco: Clausulas privadas de alcoba de Lord Draco Lucius Malfoy .

Curioso, comenzó a leer y encontró que Draco describía de su puño y letra, todo lo que su consorte estaba autorizado a hacer con él en materia de sexo, después de que se concertara que ninguno de ambos contrayentes podía tener hijos fuera del matrimonio, y de que Draco asegurara guardar estricta fidelidad dentro del matrimonio.

Las detalladas descripciones le hicieron sonrojar, ya que describían explícitamente toda clase de sexo entre dos varones. Abochornado, y ciertamente sofocado, el joven se preguntó como Draco pretendía que se sintiera seguro con aquello, y avanzó ojeando las páginas sin leerlas realmente hacia el final del documento, buscando algo más. En otro epígrafe, finalmente, encontró la respuesta. Si bien Draco aceptaba someterse a casi cualquier cosa, a juzgar por las numerosas páginas, solo demandaba tres de su cónyuge:

Compartir habitaciones, aunque a elección de su pareja quedaba si compartían dormitorio y lecho o no.

Aceptar besos y abrazos por parte de Draco, tanto en público como en privado.

Nunca serle infiel con otro hombre, no tener una amante fija, nunca pasar la noche con ellas ni traerlas al hogar y ser sincero y contarle siempre sus infidelidades.

Sin embargo, aun más llamativo fue ver la fecha de los documentos. Las últimas clausulas estaban fechadas más de un año atrás, mientras el rubio aun estaba en Beauxbatons. Sonriendo a su pesar, Harry supuso que las sistemáticas descripciones iniciales habían sido una válvula de escape para la frustración de Draco.

"¿Porque dar tanta libertad a su pareja y reservarse tan poca?¿Por qué aceptar ser poco más que un mera diversión en manos de otro?"

Pensó el moreno, ojeando la última pagina, que parecía ser una nota añadida, una especie de carta, tan solo fechada en la escuela, pero sin destinatario.

Beauxbatons

Sé que nunca estarás a mi alcance, que tarde o temprano tendré que afrontar un matrimonio que no deseo, por obligación, pero si alguna vez tengo el valor suficiente para decirte lo que me haces sentir, cuanto me atraes, quiero que sepas que hubiera preferido mil veces vivir de esta manera, quizás tan solo con tu mera compañía, tal vez un simple objeto de placer entre tus brazos.

Quizás este sea un extraño regalo, pero es cuanto puedo ofrecerte ahora, Harry. Firmaría esta clausula del contrato matrimonial sin dudarlo en este mismo instante. Si aparecieras en mi puerta en medio de la noche, te seguiría incluso bajo la tormenta sin dudarlo, feliz y alegre, aun que solo te tuviera por esa noche. Sería tu amante, sin dudas, sin reproches, sin pedir nunca nada, aceptando lo que quisieras ofrecerme.

Tal vez si un día la curiosidad te trae a mis brazos Harry, no quiero que pienses que rompo mis votos por ti, ya que nunca podré entregar a nadie lo que es tuyo desde hace ya mucho tiempo, amor mío.

Tuyo por siempre, Draco

La rúbrica del joven terminaba la extraña carta, y Harry releyó su contenido una y otra vez. Draco estaba enamorado de él, al parecer tanto como para decirle textualmente que sería feliz de ser su amante, aunque solo fuese para satisfacer la curiosidad del Griffindor.

El moreno releyó de nuevo las clausulas, esta vez completas, y encontró que Draco accedía incluso a transformarse temporalmente en chica, mediante pociones o hechizos, a ser golpeado, azotado, atado e inclusive a ser violado por él, siempre que no hubiese lesiones permanentes. El único límite establecido parecía ser no usar con él otros objetos aparte de látigos, cuerdas, cinturones, consoladores y algunos otros juguetes sexuales y no incluir a un tercero en el sexo, que podía ser casi cualquier cosa.

Era una sorpresa más para un día muy agitado, y dejando cuidadosamente a un lado los papeles en el cajón del escritorio, el joven se bebió en un par de tragos el vaso de leche, y se deslizó en la cama, francamente agotado y confundido, arrojando sus arrugadas ropas al suelo descuidadamente.

Sus sueños fueron tumultuosos y las vividas descripciones de Draco plagaron su descanso, haciéndolo demasiado tórrido. Harry se despertó muy temprano, pegajoso y húmedo como un adolescente y gimió, ahogando el sonido en la suave almohada. Desembarazándose de sus bóxers, y maldiciendo a su cuerpo por traicionarle de esa manera, se encaminó al baño, para aliviar la presión de su vejiga y eliminar los restos de semen y sudor que cubrían su cuerpo.

Apenas había terminado de orinar, después de arrojar la pringosa prenda que le cubría en una cesta, cuando un ruidito a sus espaldas le sobresaltó y se giró, completamente desnudo para enfrentarse al extraño, varita en mano. Un elfo, cubierto por dos manteles individuales anudados por las puntas, y sujetos por un cordón en torno a la cintura, a modo de toga, le contemplaba con ojos tímidos y retorciéndose las manos, se inclinó reverente ante él, murmurando:

Amo Harry, soy Beck, y estoy a su servicio personal. ¿Desea que le prepare el baño?

Asintiendo, el moreno disimuló su turbación, y el elfo chasqueo los dedos y la bañera comenzó a llenarse con sorprendente rapidez, desprendiendo nubes de vapor. Una loción fue vertida en el agua y el aroma de suaves flores y de hierba fresca se extendió por el baño. Suaves toallas, peines y cepillos fueron dispuestos a su alcance, así como zapatillas y un grueso albornoz y Harry entró en la bañera, recostándose en el agua ligeramente espumosa, notando como la poción limpiadora hacía su trabajo en su piel.

El elfo desapareció y los ojos verdes se cerraron, rememorando los acontecimientos del día anterior. Bien, había aceptado un compromiso de matrimonio con Draco, en aras a no tener que separarse de sus futuros hijos, y para salvarle la vida, pero no era eso lo que le perturbaba. Lo que más le inquietaba era la extraña sensación de liberación que experimentaba pese a todo. Era como si de repente fuese él mismo, después de mucho tiempo, y se dio cuenta de que realmente, las últimas decisiones de su vida no habían sido realmente suyas, sino de los que le rodeaban.

Acabó los estudios por Hermione y se preparó para ser Auror, por Ron. E iba a casarse con Ginny porque todos creían que debía hacerlo, pero ahora veía que no estaba realmente enamorado de la muchacha. No sentía dolor alguno por perderla como esposa, porque en realidad solo la valoraba como amiga. Lo que le molestaba era su incomprensión de sus propios sentimientos, y esperaba que tarde o temprano, la chica le perdonara.

Se sumergió bajo el agua, inmóvil y conteniendo la respiración hasta que sus pulmones gritaron y ardieron, para emerger una vez más.

Agitando la cabeza, el moreno, salió del agua y se envolvió en el albornoz, secándose el cabello. Al salir al dormitorio, encontró una túnica, pantalones y demás extendidas sobre la cama, de nuevo pulcramente hecha. Sonrió y se encaminó al escritorio, donde encontró pergamino, tinta y pluma.

Tras terminar la breve nota, chasqueó los dedos, y Beck apareció con un suave plop.

¿Podrías enviar esta nota, por favor? Es muy urgente Beck.

Por supuesto, amo Harry!

EL elfo se inclinó profundamente y desapareció de nuevo y Harry procedió a vestirse con calma. Releyó la carta de Draco y sonrió. El joven siempre le había provocado fuertes sensaciones y el Griffindor se preguntó a sí mismo, si podía llegar a corresponderle alguna vez. Sorprendentemente, el mero pensamiento era suficiente para despertar el interés de ciertas partes de su anatomía, y la sonrisa del moreno se ensancho.

"Vaya, parece que al menos siento curiosidad. Tiene una imaginación…vívida. Y es muy…atractivo, a qué negarlo. Supongo que realmente no soy tan heterosexual como siempre he pretendido."

Sentirse amado era algo que el joven deseaba y valoraba, no importaba de quien viniera ese amor, y en un rápido impulso, tomó otra pieza de pergamino y escribió unas letras apresuradas.

Me gustaría desayunar contigo, pero ¿No piensas venir a indicarme el camino?

Harry

Doblando cuidadosamente el pliego, le aplico un hechizo, y la pajarita de papel comenzó a aletear suavemente en su mano. Cuando abrió la puerta, se deslizó volando y desapareció de su vista, en busca de su destinatario.

No habían pasado ni cinco minutos, cuando su puerta resonó bajo los nudillos del Slytherin y Harry uso la varita para abrir la puerta desde el dormitorio, cómodamente recostado en el diván, vestido, pero aun descalzo.

El rubor de las mejillas de Draco decía que había venido casi corriendo en su busca, y el brillo de sus ojos era intenso, expectante. Sus ojos revisaron al moreno de arriba abajo, notando el pelo recién lavado, los vaqueros desgastados y ajustados a sus muslos como una segunda piel y la camiseta negra, suficientemente ceñida como para definir su cuerpo, sin ser escandalosa. Un antebrazo moreno y fuerte, reposaba en el respaldo y el otro en su regazo, y los pies, desnudos, estaban sobre el canapé, atrayendo la mirada del rubio.

Harry…

Draco…

Murmuró el moreno, inclinando cortésmente la cabeza, con rostro serio, ocultando sus emociones. Los ojos grises se apartaron de sus pies y estudiaron su expresión y tras una leve duda, el joven preguntó con esperanza:

¿Lo leíste?

Lo siento Draco, estaba demasiado cansado. Más tarde, ahora no quiero pensar en eso, por favor.

Su rostro era formal, reservado y Harry tensó apenas los hombros, dando la sensación de ponerse a la defensiva ligeramente. Si había de ser Slytherin, el joven también sabía representar su papel.

Está bien Harry.

Concedió Draco, con derrota en la voz. Sus ojos relucieron con tristeza y susurró con pesar y un deje de súplica en la voz:

Pero, por favor, prométeme que los leerás, al menos la última página. No te pido sino eso Harry.

Harry fingió dudar, pero asintió, observando la autentica desesperación del muchacho. Estaba jugando con él, pero necesitaba verle sin la máscara de frialdad habitual. Draco había dejado a un lado toda reserva, y su sinceridad parecía plena, así como las miradas furtivas que estaba dedicando a ¿sus tobillos?

Mordisqueándose el labio, añadió, con aire tímido, mientras estiraba los pies casualmente, reacomodándose un poco.

Me tomado la libertad de enviar una carta. Necesito mmh… hablar con… alguien más de todo esto. Espero que no te importe.

En absoluto. Tan solo avísame, a mi madre no le gustan las visitas inesperadas, pero por lo demás, está bien.

Los ojos de plata habían vuelto a mirar furtivamente sus pies y un leve movimiento delató que el joven estaba disimulando una respiración algo agitada. Sonriendo interiormente, el moreno se levantó y caminó para buscar sus zapatos, sintiendo los ojos de Draco fijos en él. El muchacho no había preguntado la identidad del visitante, y eso le satisfacía mucho, ya que cumplía su promesa, dándole la libertad prometida.

El desayuno fue calmado y sosegado, solo ellos dos, y Harry se sorprendió de encontrar en la mesa una amplia selección de sus cosas favoritas. Estaba hambriento, pero se esforzó por guardar buenos modales, era algo que había aprendido a valorar por si mismo y aunque algunas veces todavía cometía errores, procuraba corregirse poco a poco.

Draco sonrió casi imperceptiblemente apreciando el gran cambio de Harry y su soltura, ya que el muchacho solo había dado un curso de etiqueta el último año, pero parecía suplirlo con una elegancia innata, no de la clase que Draco poseía, perfección absoluta, cincelada por la práctica, sino una que hacía parecer natural cualquier gesto que hiciera, una vez comprendidas las normas básicas.

Observándole aun más de cerca, el rubio llegó a una conclusión: Harry tenía la espontánea elegancia de un felino, y Draco reconoció que eso era algo que le agradaba, y que incluso despertaba en él la vieja competitividad. Sus ojos brillaron con un destello repentino y un sentimiento nuevo dio paso al anterior: la sensación de que Harry era suyo, aunque fuese por unas horas, y su pecho se expandió, al igual que su sonrisa.

El moreno apartó el plato, y se preguntó por la reacción que antes había exhibido Draco al ver sus pies desnudos. Se prometió investigar más a fondo el tema, pero de momento se centró en la brillante sonrisa que el joven exhibía. Parecía…feliz, contento al menos, y un ligero rubor animaba sus mejillas, dando viveza a su rostro. Como buen anfitrión, Draco le enseñó la disposición general de la mansión.

En la planta baja se encontraban los diversos salones de recepciones, varios comedores, salitas y despachos, conectados con un gran hall desde las puertas de entrada, donde se encontraban las escaleras principales, el acceso a las cocinas y las bodegas, situadas en el sótano. La primera planta estaba ocupada por dormitorios de invitados en el ala sur, y tenía un par de pequeños comedores y salitas en las zonas de las otras alas que no ocupaban los salones, de techos muy altos. Era la zona pública de la casa, donde se mantenían los encuentros formales, pero cualquiera que pretendiera subir las escaleras sin el expreso permiso del dueño de la mansión, se encontraría con que las mismas le devolvían una y otra vez al Hall.

A partir de ahí, se accedía realmente a la zona reservada a la familia. La tercera planta estaba ocupada por una enorme biblioteca, una sala de música, comedores privados como el que acababan de dejar y varias salas de entrenamiento y para usos diversos, gabinete de dibujo, sala de costura y cuartos de juegos. En la cuarta, dormitorios reservados a los parientes y finalmente, en la quinta, los dormitorios y habitaciones de la familia. Sobre esa planta, se alzaban dos más, casi en desuso, donde el joven apenas se aventuraba, un ático y diversas torres. Narcisa ocupaba unas habitaciones en el ala oeste, y tenía una pequeña biblioteca personal en ellas. Draco se alojaba en el ala este, como Harry, y se sonrojo al pasar frente a la puerta que daba paso a sus aposentos. El ala Norte era donde Lucius había tenido su alojamiento, ahora vacío desde hacía años.

El Griffindor curioseó el aspecto del salón de Draco. Era sencillo pero elegante, siendo el objeto central de la decoración, resaltando sobre las paredes color crema, una chimenea de piedra rojiza con el escudo de armas familiar bellamente labrado en relieve. Suaves cortinas color turquesa muy pálido tamizaban el sol, y los sofás de cuero color tabaco muy oscuro y los cojines de seda parecían cómodos, invitando a relajarse en ellos. Estantes con libros y diversos objetos llenaban una pared, junto a un bello escritorio neoclásico.

El rubio esperaba su reacción, pero Harry se mantuvo en silencio.

¿Quieres ver el resto?

El moreno vaciló fingidamente por un instante, pero acabó sonriendo y aceptando. Draco abrió las puertas dobles de acceso al dormitorio y murmuró:

Espero que te guste…

Aunque era más grande que el suyo, no fue el tamaño de la habitación lo que le llamó la atención. La cama, levantada sobre una plataforma, era toda una escultura, una verdadera obra de arte. Sus cuatro postes, aunque sin dosel, representaban los cuatro elementos, personificados cada uno por una figura humana, aunque el Griffindor hubiera tenido serios problemas a la hora de decidir si eran varones o mujeres.

Las cortinas y sábanas estaban realizadas en diversos tonos coordinados de azul y plata vieja, y el suelo estaba cubierto de múltiples alfombras, en tonos similares, mezclados con algunos toques de negro.

Un gran diván de terciopelo gris marengo frente a otra chimenea, de líneas mucho más sobrias, acompañado de un par de mesitas bajas, y una mesa para desayunos con una única silla frente a la ventana hablaban de soledad. Las puertas del lateral daban sin duda al vestidor y al baño, como en su propio dormitorio, pero el moreno las ignoró.

Es…hermoso Draco.

Sus palabras hicieron sonreír al Slytherin, y Harry se sentó en el diván. Draco le imitó y los dos se miraron en un silencio un tanto incomodo por un instante. Con un gesto tímido, el moreno murmuró:

¿Te importa que me quite los zapatos? Son nuevos y me hacen un poco de daño…

Tragando saliva casi imperceptiblemente el joven rubio musitó, levantándose.

Por supuesto, ponte cómodo, por favor.

Mientras Harry se descalzaba, el rubio se perdió en su vestidor y retornó con un par nuevo de zapatillas de punta rizada, casi unas babuchas orientales, de suave fieltro negro entre las manos. Levemente turbado, las ofreció al moreno que, alzó una ceja en muda pregunta.

Pensé que querrías unas… puedes quedártelas, tengo varios pares mas.

Señaló sus propios pies, ahora enfundados en unas babuchas similares, pero de piel vuelta color gris oscuro y con el talón cerrado, con una punta igualmente graciosa. Harry asintió y ante su asombro, Draco se arrodilló ante él y le calzó delicadamente los pies, sonrojándose deliciosamente al hacerlo, sus ojos revelando más emociones de las que su dueño deseaba, sin querer cruzarse con los suyos.

El rubio aun no había soltado su tobillo, tras calzarle la segunda zapatilla, cuando el Griffindor le rozó la barbilla con los dedos, haciéndole mirarle. El rubor se intensificó y Harry percibió la ligera dilatación de las pupilas, el pulso algo más rápido de lo normal, y susurró con voz suave, mirándole profundamente a los ojos:

Gracias Draco.

De nada Harry.

Logró articular casi inaudiblemente el Slytherin, luchando contra las reacciones de su cuerpo, liberando finalmente el tobillo del moreno de entre sus dedos. La sonrisa del moreno le desestabilizó aun más, y cuando el Griffindor murmuró que aun tenía pendientes algunas cosas, Draco no se sintió rechazado. El moreno cogió sus zapatos en la mano, conservando puestas las zapatillas y se alejó camino de su habitación, meditando en silencio.

Cuando estaba sentado en su propio diván de nuevo, releyendo la carta de Draco, sonriente, un golpeteo repiqueteo en los cristales. Descalzo, se levantó y abrió la ventana, dando paso a la lechuza que pugnaba por entrar. El animal revoloteo y ululó hasta que el joven extendió su puño, aterrizando en este. Sin duda, era una de las aves de la familia, Harry sabía que Draco presumía a menudo de lo bien entrenadas que estas estaban y había visto como las lechuzas de sus padres se posaban de esa manera en su brazo.

El joven dejó al búho en una percha al efecto, situada cerca de la ventana, y removió con dedos nerviosos la carta atada a su pata. Murmurando para sí mismo, además de para el animal, agitó su varita y transformó en un pequeño roedor un caramelo que sacó de su bolsillo.

Espero que te guste, muchacho. ¿Puedes esperar, por si tengo que enviar respuesta?

El animal ululó, esponjando las plumas, y tomó el ratoncillo de entre sus dedos, acallando en un solo picotazo sus débiles chillidos. Mientras devoraba su presa, el moreno abrió la carta, tras comprobarla, y leyó la breve nota:

Querido Harry:

Llegaremos sobre las 4:45. Siento no haber estado presente en la ceremonia, aunque parece que al final, si que hubiera merecido la pena.

Besos

Usando el mismo pergamino, el joven escribió una breve respuesta en el reverso:

Por favor, ven con algo de equipaje para ambos, porque creo que voy a necesitaros a los dos durante unos días.

Harry

Atando la nota de nuevo a la pata del búho, le acarició la cabeza y susurró:

Te darás prisa, por favor?

Picoteándole con afecto, el búho ululó y parpadeó suavemente, estirándose, después de su aperitivo y saltó a su puño. El joven lo llevó hasta la ventana y le vio partir, volando suavemente en dirección al cercano bosque y regresó al dormitorio.

Pronto el mismo elfo de la mañana acudió a preguntarle sobre las ropas que deseaba llevar para el almuerzo. Por supuesto, esa sería una comida más formal, con la presencia de Lady Malfoy, y el joven tras un par de vacilaciones, revisó la ropa que tenía a su disposición, y eligió un pantalón del uniforme, un simple pantalón gris marengo, una camisa blanca y una túnica casi negra de diario, tan solo con un bordado muy sutil casi en el mismo color en puños y ribetes, formando una trenza de hojas en hilo de seda. No se puso corbata, después de todo, se suponía que estaban en familia, y optó por comportarse como si se sintiera más cómodo con la situación de lo que era real.

Draco acudió a recogerle y cuando el joven abrió la puerta, estudió su indumentaria por un momento. La camisa del rubio era de seda, pero la mayoría de ellas lo eran, y sus pantalones y túnica tampoco eran muy diferentes. Se le iluminó la cara al ver que el joven no llevaba corbata y sus ojos asintieron apreciativamente. Había cambiado los ofensivos zapatos por otros más cómodos, y caminaron hacia el comedor.

Mis visitantes llegarán en torno a las 4:45, según su carta. ¿Hay algún problema si tuvieran que quedarse a pasar la noche?

El rubio asumió que se trataba de Hermione y Ron, y denegó, apretándole ligeramente la mano.

Por supuesto que no, Harry. Hay sitio de sobra y si mi madre pone alguna objeción, yo mediaré con ella, no te preocupes. Gracias por advertírmelo.

En la sala adyacente al comedor les aguardaba la altiva bruja, vestida para la ocasión con una túnica color azul noche, muy hermosa, con el ruedo prendido de diminutas estrellas. Las largas mangas pedían gradualmente el color, hasta volverse casi blancas en las amplias bocamangas.

Harry inclinó la cabeza, mientras murmuraba su saludo y Draco ofreció su brazo a su madre, que lo aceptó y caminó con elegancia junto a él, seguidos a dos pasos del moreno, que adaptó sus pasos a los de sus anfitriones.

La mesa era más formal, aunque se había dispuesto una mesa circular, para permitir la conversación entre ellos. El intercambio de murmullos entre madre e hijo no le había sido inadvertido, pero como Draco dijera, cualquier objeción de su madre, había sido superada, ya que Narcisa tan solo hizo un comentario al respecto, preguntándole si su presencia sería requerida para la entrevista.

Supongo que al principio no, Narcisa, pero más tarde, si me gustaría que todos nos reuniéramos.

La bruja asintió y la comida transcurrió sin grandes incidentes, pese a que el Griffindor se sentía observado doblemente a cada instante. Tras la comida Draco le acompañó a una pequeña salita, donde se encontraba una de las chimeneas conectada a la red Flu y el muchacho dejó la misma abierta, rogándole que la cerrara tras la llegada de sus amigos. Charló con él, y aunque no dijo nada, Harry quiso darle algo en que pensar.

Leí la carta Draco. Varias veces.

Su tono no era enojado, pero tampoco alentador y los ojos del rubio temblaron levemente. Esbozando una sonrisa, el moreno añadió más conciliador:

No esperaba algo así, y es… muy turbador para mí. Por eso, quiero… necesito hablar con alguien más, lo entiendes?

Sonriendo levemente, el rubio asintió y murmuró:

Por supuesto, tomate tu tiempo, Harry.

Finalmente a solas, el moreno aguardó impaciente. Las llamas se avivaron repentinamente y la figura de Andrómeda Tonks con su nieto en brazos, emergió de entre las verdes llamas.

Cap. 4 . Licántropos, magia y paredes de cristal.

Teddy saltó a los brazos de su padrino, riendo de placer, los ojos cambiando al mismo verde esmeralda del adulto, y Harry le lanzó al aire, haciendo reír aun más al chiquillo de tres años, para acabar besándole y acariciándole el suave pelo, que refulgía con un espléndido arcoíris de colores. Andrómeda sonrió y besó la mejilla del joven, sentándose mientras el niño se calmaba poco a poco.

Teddy recibió con entusiasmo un pliego de pergamino y unos lápices de colores que el moreno había traído consigo, y se sentó a dibujar en una mesa, mientras su abuela y Harry conversaban.

Durante un rato, Andrómeda se limitó a escuchar las explicaciones de Harry, y su rostro ni siquiera se alteró cuando el muchacho mencionó las dichosas cláusulas de alcoba. Finalmente, con una limpia mirada de sus ojos negros, le preguntó:

Y tú, como te sientes Harry?

Vacilando, el moreno apartó los ojos y su voz se hizo apenas un susurro.

No lo sé, estoy demasiado confuso…

Denegando con la cabeza y esbozando una semisonrisa, tocándole un hombro con suavidad para llamar su atención, la mujer insistió:

No, quiero decir cómo te sientes aquí, no si lo comprendes.

Su otra mano se deslizó hacia su propio corazón y Harry jadeó levemente, asintiendo.

Nervioso, pero no enfadado ni triste. Al principio, me sentí traicionado, utilizado, pero la carta de Draco…

Esbozó una sonrisa y sus ojos chispearon con un destello de emoción contenida al musitar con velada sorpresa, aceptando súbitamente los sentimientos que bullían en su interior.

Realmente me quiere, no? Por eso Narcisa propuso el matrimonio en vez de …

El Griffindor sacudió la cabeza, apartando de su mente los nubarrones, las dudas y murmuró:

Draco ha sido muy gentil y atento conmigo, me ha dicho una y otra vez que puedo hacer lo que quiera, marcharme incluso. Se sacrificaría a sí mismo por mí…

La madura bruja le abrazó y el joven suspiró entre sus brazos, aceptando el confort que le ofrecían en silencio.

Sabes que nunca me pareció bien tu boda con Ginny. Ella no te hubiera hecho feliz.

Con un gruñido de descontento, el joven expresó su desacuerdo, pero dejó que Andrómeda siguiera acariciándole el pelo y la juiciosa mujer prosiguió, con tono algo más relajado.

Oh, sí, durante un tiempo hubierais vivido contentos, y antes de darte cuenta, tendrías un par de chiquillos o más, corriendo a tu alrededor, estoy segura de eso. Pero después, cuando el brillo de la fama se apagase, y tu trabajo te mantuviese más y más tiempo fuera de casa, acabarías siendo un invitado en tu propia casa.

La mujer prosiguió y acunándole aun más murmuró pensativa:

Los buenos Aurores están casados con su trabajo, y su familia debe aceptar eso, o las relaciones no sobrevivirían. Y tú te hubieras entregado en cuerpo y alma a tu trabajo, lo sé. Ginny es celosa y posesiva, Harry, y aunque ahora crea lo contrario, no sería capaz de soportarlo. Está deslumbrada por tu aura de gloria, no ha sabido separar al personaje público del hombre. Y realmente no te entiende tanto como creé, o hubiera reaccionado de otra manera, no?

Con tono más alegre, añadió, viendo el gesto de dolor reprimido del moreno:

Además, no hay que llorar sobre la poción derramada, verdad?

La mujer le explicó que las cláusulas de alcoba eran norma en los matrimonios de las familias tradicionales, especialmente si eran concertados, ya que delimitaban la flexibilidad que ambos cónyuges estaban dispuestos a dar a su relación. Otras determinaban como se repartían los bienes de los contrayentes, los de las familias y demás.

Andrómeda se exasperó especialmente al saber que el Griffindor no había firmado contrato de matrimonio alguno con Ginny, y bufó altamente indignada.

Por supuesto, los Weasley no tienen bienes de los que preocuparse, pero eso roza el límite de lo que es legal y moralmente permitido. Tú si tienes un patrimonio que legar, y casarte sin contrato hubiera dado la posesión inmediata de la mitad de tus bienes personales a Ginny. Menos mal que el patrimonio familiar queda a salvo siempre, pero aun así…

Chasqueando los dedos, un elfo apareció a sus pies inmediatamente y tras inclinarse y escuchar un murmullo de su ama, desapareció en silencio. La criatura regresó poco después con un grueso legajo de pergaminos y la cara de Harry palideció.

Esta es la relación de tus bienes personales, y de los familiares, tanto por parte de los Potter como los Black. Ya sabes que mi esposo era abogado, por eso esto estaba entre sus papeles, proceden del testamento de Sirius, del de tus padres y del de Dumbledore, por supuesto.

Con un gesto, la dama señaló otro fajo de papeles y añadió con voz práctica y descriptiva, aunque aún se percibía el enojo en el fondo de ella.

He añadido una copia del contrato matrimonial de tus padres. Y una copia estándar, con las variaciones más usuales. Puedes leerlo todo con calma y decidir cómo quieres que sea tu matrimonio.

Con gesto cansado, el muchacho asintió y murmuró angustiado:

¿Necesito un abogado?

No estaría mal tener uno. Los Malfoy trabajan con un buffete un poco exclusivo, pero afortunadamente, tu padre también era cliente y yo les conozco desde hace años, también trabajaban para mi familia. Les diré que es lo que necesitas. Usar el mismo buffete es un ventaja, solo tratareis con un abogado.

Harry asintió, y dejó que sus ojos se posaran en Teddy.

Ahora desearía que habláramos un momento con Narcisa y Draco. Quiero que paséis unos días conmigo.

El moreno suplicó con los ojos y la bruja suspiró, vacilando.

No sé si mi hermana…

Por favor…

Rindiéndose, la mujer aceptó, y Harry llamó a uno de los elfos, para que avisara a sus anfitriones. En pocos minutos, la puerta se abrió y Narcisa, del brazo de Draco apareció en el umbral. La altiva mujer se inmovilizó, y Andrómeda se puso en pie serenamente.

Por un instante, todos guardaron un tenso silencio, hasta que Teddy, ajeno a las preocupaciones de los adultos, se acercó a Harry y le tiró de la túnica, murmurando audiblemente en su vocecita infantil:

¿Quién es la señora rubia? Es muy guapa…

Tomándole afectuosamente en sus brazos, el moreno susurró, sonriendo:

Es la hermana de tu abuela, Narcisa Malfoy, y el que está a su lado es su hijo Draco, mi… prometido.

El sonrojo de Harry hizo sonreír a Draco, y los ojos de Narcisa refulgieron, deslizándose hacia el chiquillo. En un par de pasos, la dama cruzó la estancia y se arrojó en los brazos de su hermana, sollozando calladamente.

Vamos a dar un paseo Teddy. Tienen muchas cosas que contarse…

Harry miró a Draco, sonriendo veladamente y el rubio les acompañó, guiándoles por los jardines, mientras Teddy correteaba entre los macizos de flores, gritando y saltando por el césped.

Mantener ocupado al inquieto niño de tres años y al mismo tiempo tener un rato de intimidad parecía tarea imposible, pero el rubio les guió hasta un rincón del jardín, una fuente ornada por tres bellas estatuas, representando a un hermoso caballo, que observaba el sendero, un tigre tendido sobre una roca al borde del agua y un gran perro sentado sobre su cola al otro extremo.

Deslizando la mano sobre el lomo del caballo, la estatua de mármol cobró vida y se agitó, convirtiéndose en un animal real. Con ojos llenos de inteligencia, el caballo se inclinó ante ellos y murmuró con voz extrañamente dulce:

Ha pasado mucho tiempo desde que alguien me despertó por última vez. ¿Este adorable chiquillo es un nuevo miembro de la familia?

Draco tendió la mano a Teddy y el chiquillo se aproximó, fascinado, aunque Harry no le soltó.

Whinn, este es Teodore John Lupin, el hijo de mi prima Nymphadora Tonks. Y también es el ahijado de mi prometido, Lord Harry Potter.

El animal agitó la cabeza, sacudiendo las suaves crines y relinchó ligeramente, haciendo vibrar sus narinas. Los ojos negros estudiaron a los dos extraños con curiosidad y finalmente dictaminó, estampando un pesado casco contra el suelo:

Son familia, Lord Draco. ¿Desea el joven Teodore un paseo a caballo?

Los ojos del chiquillo relucieron de excitación y su pelo se hizo de un azul eléctrico, mientras tiraba de su padrino. Teddy tenía unos grandes ojos violetas, y suplicó con la mirada al muchacho moreno. Dudoso, el Griffindor examinó al animal y musitó, mirando a Draco:

No sé,Teddy. Me parece un poco… grande para ti. "¿Es seguro?"

EL Slytherin adivinó la pregunta en los ojos verdes y asintió, sonriendo:

Whinn nunca lastimaría a un miembro de la familia, Harry. Las estatuas de animales que veras por el jardín son guardianes familiares, y dentro de ellas residen los espíritus de los animales familiares que ligaron sus vidas a las nuestras en el pasado. Todos ellos cobrarían vida para alertarnos de un posible peligro o defendernos si fuese preciso, Harry.

El Griffindor meditó un momento, y acabó accediendo. Cogió a Teddy en brazos y se acercó más al caballo. Cuando depositó al excitado metamorfomago sobre su lomo, el animal encogió de tamaño hasta que su alzada se adaptó a la estatura del niño. Con una risa, el chiquillo se aferró a las crines y el caballo comenzó a pasear por el sendero a paso lento.

Tras unos minutos de ansiosa contemplación y de seguir constantemente al recién estrenado jinete, el moreno se relajó al percatarse de que aun que Teddy se soltaba ocasionalmente, parecía estar firmemente instalado en el lomo del caballito, que ahora había acelerado un poco el paso. Saludó al niño, que parloteaba incesantemente con su montura, y sonrió a Draco.

¿Crees que tu madre se enfadará mucho conmigo?

Con aire serio el rubio respondió, conteniendo a duras penas los deseos de abrazarle.

Probablemente…

Su sonrisa brotó al ver asomar un destello de pánico en los ojos verdes y añadió.

Las habitaciones para alojar a los miembros de la familia no estaban preparadas, pero te perdonará por ello Harry. Le has devuelto a su hermana, después de todo.

Murmurando que él no había hecho nada de eso y ruborizándose el joven apartó la vista a un lado. Draco se atrevió a rozar su mano y el moreno se giró a mirarle, sin alarma ni recelo, tan solo sonrojado.

Andrómeda fue repudiada por sus padres por casarse con un hijo de muggles, y siendo mi padre quien era, mi madre no pudo mantener la relación con ella tampoco. Alguna carta enviada a escondidas, y fugaces miradas en lugares públicos es todo lo que han tenido estos años.

Harry enarcó una ceja, y detuvo sus pasos, observando atentamente a Draco, que seguía sonriendo.

Al invitarla a venir, has roto la restricción de mi padre para siempre, y ahora siempre será bienvenida en esta casa.

Pasearon hasta que la tarde empezó a caer, charlando y conversando sobre pequeñas cosas, rodeados por los ladridos de un cachorrito y los suaves maullidos de un gato que se habían unido al caballito en sus juegos con el chiquillo. Contemplaron los jardines, simplemente disfrutando de la mutua compañía y regresaron a la mansión, con un agotado Teddy a punto de dormirse en el hombro de su padrino.

Hey, campeón! No te duermas todavía o tu abuela va a matarme.

Enfurruñado el chiquillo escondió la cara, somnoliento, en el cuello de su túnica y bostezó una vez más.

¿No quieres darte un baño con nosotros? Será divertido…

La voz de Draco tentó al niño, e hizo detenerse al moreno en su ascenso de la escalera, la curiosidad pintada en el rostro.

¿Lo dices en serio?

El Slytherin asintió y les guió hasta sus propias habitaciones. El cuarto de baño era magnifico, todo revestido en mármol blanco. Harry notó que a diferencia de su propio baño, aquel estaba sin duda diseñado para dos personas, ya que contenía dos zonas diferenciadas y separadas para las necesidades más mundanas, justo antes de la zona de baño. Dos lavabos empotrados en sendas encimeras de mármol ocupaban paredes opuestas, bajo espejos gemelos de plata, creando una zona para el aseo y relax muy hermosa, incluso con dos pequeños silloncitos, aun que solo se veían objetos personales en una de ellas. La ducha era tan grande como todo el baño de la casa de sus tíos, y junto con la bañera, estaba separada del resto por una pared a media altura de cristal traslucido. Al fondo, en el rincón, la bañera se hundía en el suelo, más parecida a una pequeña piscina que cualquier otra cosa.

A un gesto, acudió uno de los elfos, y comenzó a preparar el baño, mientras Draco, tomando al niño de manos del Griffindor, le sentaba en uno de los silloncitos y comenzaba a desvestirle. Con un murmullo casi tímido, el rubio susurró:

Puedes meterte ya en el agua si quieres Harry. Nosotros vamos ahora.

El moreno se retiró tras la pared de cristal, y comenzó a desnudarse, consciente de que Draco podía ver su silueta, pero no captar detalle alguno. El gesto le daba la oportunidad de desnudarse en privado, y al mismo tiempo, sin duda, creaba una situación que era suficientemente íntima como para provocar el sonrojo del Slytherin, y por rebote, el suyo propio.

Vacilando sobre si dejarse la ropa interior o no, el Griffindor escuchó la vocecita curiosa de Teddy hacer una pregunta, sobreponiéndose a su cansancio.

¿De veras vas a bañarte con nosotros?

Harry se tensó. Teddy era muy maduro, aparentaba al menos dos años más de los tres que tenía, y su mente, también estaba más desarrollada. El lobo dentro de él no estaba satisfecho con el hecho de ocupar el cuerpo de un bebé, y su tasa de crecimiento se había acelerado poco después de su nacimiento, hasta casi duplicarse, estabilizándose y ralentizándose de nuevo en cuanto el niño pudo valerse más o menos por sí mismo.

El chiquillo había sufrido su primera transformación meses atrás, y gracias a Merlín, sus habilidades como metamorfomago hicieron que la misma fuese casi indolora. El resultado había sido un precioso lobezno de pelaje castaño claro y ojos violetas, un cachorrito adorable, de agudos dientes, más interesado en hacer travesuras y destrozar el mobiliario y el calzado de su abuela que en otra cosa. Teddy no era peligroso, su saliva no contenía la ponzoña del lobo de momento y se comportaba casi como un animago, por lo que afortunadamente no precisaba poción matalobos.

De verdad?

Draco asintió y el niño le abrazó suavemente. No todo el mundo estaba cómodo con un niño que era parcialmente un hombre lobo, y el peque no tenía compañeros de juegos, a excepción de Rose, la hija de Bill y Fleur. Murmurando muy bajito el niño susurró acariciando el rostro del rubio:

A Ginny le daba miedo.

Con una sonrisa, el Slytherin supo que Teddy era un aliado a la hora de conquistar el corazón de su Griffindor y le sentó en el silloncito, mientras se desvestía. Tomándole entre sus brazos y usándole como resguardo para el pudor, ahora que estaba totalmente desnudo, entró en la zona de baño, y se introdujo rápidamente con el niño en el agua espumosa.

Cada uno en un rincón, con el niño entre ellos, el baño fue cualquier cosa menos relajante para ambos. Los ojos de los adultos se encontraban a menudo, y el sonrojo les invadía invariablemente. Draco estaba complacido, porque al menos Harry no parecía estar incómodo, sino más bien perturbado y eso era bueno.

Pero todo llega a su fin y llegó el momento de salir del agua. Harry se armó de valor, y se dijo que después de todo, no era la primera vez que Draco le veía desnudo – las duchas del campo de Quidittch cuando no tenían partido permanecían cerradas salvo una - y salió del agua, tendiéndole una mano a Teddy y envolviendo al niño en una toalla, antes de hacer lo propio. Los ojos de Draco se mantuvieron respetuosamente fijos en la pared antes de atreverse a girarse, y el rubio no pudo evitar mirar los pies desnudos del moreno, sonrojándose hasta las orejas mientras tomaba su propia toalla y desaparecía en silencio.

Harry vistió a su ahijado, que bostezaba de nuevo, con las ropas que los elfos habían dejado – un confortable pijama y unas zapatillas – y tras envolverse en un albornoz, le llevó en brazos hasta el dormitorio. El rubio ya estaba casi vestido, al menos con un pantalón y una camisa, aunque su túnica descansaba a los pies de la cama. Una bandeja con la comida del niño aguardaba y Harry se sintió complacido con la elección de Draco. Leche tibia con galletas, un sándwich de carne y verdura asada y un plato de pasta con boloñesa, eran comidas sencillas y apetecibles para el niño, que probó un poco de todo, sentado entre ambos, hasta que finalmente el cansancio le rindió. Harry le incitó a terminarse la leche y casi dormido, el niño se enroscó entre las sabanas de la cama de Draco, reclamando besos de buenas noches de los dos.

A un chasquido de sus dedos, el elfo de Draco apareció y el rubio le instruyó para vigilar el sueño del chiquillo, mientras Harry se retiraba al baño para vestirse apropiadamente. Estaban bajando al comedor, cuando el moreno susurró:

No se te dan mal los niños, Draco.

El rubio sonrió y murmuró:

A ti tampoco Harry.

Tras un silencio los ojos verdes del Griffindor miraron intensamente a su compañero y musitó con la voz cargada de sentimientos encontrados.

Siempre he querido hijos, pero ahora…

Sus ojos se apartaron y Draco vio el dolor oculto tras el gesto de su prometido. Se detuvo y le rozó el brazo, susurrando su nombre con afecto.

Yo también los deseo Harry, ¿Cuál es el problema?

Los ojos verdes se miraron en los de Draco de nuevo, llenos de angustia y vacilación y susurró con voz ahogada, aunque fue ganando volumen a cada palabra.

¿Hijos o herederos Draco? ¿Y cómo piensas educarles? ¿Vas a dejar que tome parte en ello o ...

Draco le rozó de nuevo la mano, interrumpiéndole y susurró, deslizando sus dedos por el cabello del muchacho, apartándolo de su cara.

Harry…

Los ojos verdes parecían tan perdidos que el joven suspiró, y acarició de nuevo el cabello de azabache, viendo complacido como una cierta calma retornaba a los mismos, cuando el vínculo que les unía hizo fluir la magia de uno a otro, como una suave corriente de agua.

Harry, ya te lo he dicho, nunca voy a separarte de tus hijos, pase lo que pase. Y por supuesto que tendrás parte en su educación!

Draco se interrumpió en seco al ver el destello en los grandes ojos de esmeralda, reflejando añoranza y curiosidad mezcladas con decisión.

Oh Merlín! Lo estas pensando de veras!

Tartamudeó y sus ojos se dilataron de sorpresa, llenándose también de alegría incontenible.

Tú…qui.. q.. quieres hacerlo…realmente? ¿Conmigo?

Harry asintió en silencio y reclinó la mejilla contra la mano de Draco, buscando sin saberlo el confort que esta leve caricia le daba.

Serás un buen padre Draco.

Murmuró casi inaudiblemente y sonrojado. El Slytherin le abrazó repentinamente y su rubor aumentó, aunque sus brazos se cerraron en torno al cuerpo del rubio casi inconscientemente.

Me haces muy feliz Harry.

Murmuró el rubio, mientras la magia brillaba a su alrededor, haciéndoles casi perder la noción de la realidad. Harry sintió la felicidad y el amor incondicional de Draco y este, sus miedos, esperanzas y dudas, mezclados con una atracción subyacente y fuertemente reprimida. La magia no les dejó dudar más de los sentimientos del otro, ya que era lo que ambos necesitaban realmente.

Los jóvenes rompieron el abrazo con renuencia, y Draco volvió a acariciar su cabello ondulado y negro, mirándole intensamente a los ojos. Saber que su amor le encontraba al menos atractivo era esperanzador, y su sonrisa se ensanchó con dulzura. Harry se sonrojó, y con timidez, le tendió la mano, comenzando a caminar de nuevo, devolviéndole la sonrisa.