La mujer no podía creer lo que había escuchado de boca de Naruto. Era algo simplemente imposible.
En cuanto salió de la estética, tomó la camioneta y se fue al departamento que compartía con su nuevo esposo e hijo adorado. Subió por el elevador sin hacer ruido, se acercó a la puerta y la abrió.
Al entrar, notó que la comida del desayuno seguía en la mesa del comedor, ¿acaso se les olvidó recogerla?
Caminó por el pasillo principal, percatándose de que sus tacones hacían mucho ruido, decidió quitárselos y seguir avanzando.
Sentía una dura opresión en el pecho, casi no podía respirar; las manos le temblaban, sudaban; por sí sola dejaba de respirar a ratos, caminaba con cautela revisando las demás habitaciones. No escuchaba nada.
Subió las escaleras, no sabía si tomar el camino de la derecha o la izquierda, éste último se dirigía al cuarto de su hijo; unos segundos más tarde, decidió ir por ahí. La luz del sol que se colaba de la ventana a medio pasillo la cegaba, colocaba una mano frente a su cara; tenía un mal presentimiento. Siguió caminando, al fin llegaba al cuarto de Sasuke.
El corazón de Mikoto latía tan rápido, podría explotarle. Tenía una sensación de calor helado por todo el cuerpo. Abrió sin hacer ruido, solo un poco, escuchaba algunos murmuros. Asomó solo la mitad del rostro, pero la pared que separaba la zona de estudio de la cama, tapaba cualquier tipo de visión, sin embargo alcanzaba a divisar algunos movimientos.
Entró a la habitación sin ser descubierta y se deslizó hasta la pared divisoria, se escondió ahí y escuchó la voz de su esposo-
-Te amo tanto –decía jadeante. Mikoto podía escuchar los suspiros y gemidos que emanaban de la boca de su marido- te amo tanto mi amor –se escuchaba como besaba aquellos labios ajenos- te deseo tanto, Sasuke... -la mujer no podía creerlo. Ahora podía oír bien las voces, podía diferenciarlas-
-Yo te amo más –la voz ronca de su hijo penetraba en la habitación. La de pelo negro se llevó ambas manos a la boca y lágrimas de sus ojos empezaron a emanar. No podía ser verdad, no era cierto. Tenía que ser una ilusión, una broma, podría estar delirando.
Presionaba fuerte la quijada, no quería que se dieran cuenta de que ella los estaba viendo. Un calambre recorrió su cuerpo, sentía literalmente que se moría.
Mikoto quedó en shock. No sabía que hacer o como proceder.
Trató de respirar y a hurtadillas salió del cuarto. Rápidamente se dirigió al que compartía con su esposo, entró al vestidor y de uno de los cajones sacó un arma que mantuvo escondida desde que se mudaron de casa; la sujetó con ambas manos y la dirigió apuntando a la ventana. Su respiración se entrecortaba, seguía temblando, quería vomitar. Lo que había visto era simplemente, atroz.
Corrió al cuarto de Sasuke, azotó la puerta de par en par y fue hasta entonces que su esposo se quitó de encima de su hijo. Ambos la vieron estupefactos. Sasuke quería desaparecer, mientras que el otro solo optó por decirle que bajara el arma. De inmediato se puso delante del chico. Lo protegería a toda costa.
Mikoto se acercaba más a ellos, Sasuke se removía entre las sábanas, intentaba cubrir su desnudez con todo lo que tuviera a la mano. El otro alcanzó a cubrirse con una almohada y se tiró de la cama para recargarse en una de las paredes más cercanas a su cuerpo.
Tanto madre como hijo no dejaban de llorar.
-¡Mamá¡ –el chico exclamaba sentándose en la cama. Alcanzó a jalar un poco de sábana y una almohada, para tapar las zonas más nobles- por favor, déjame explicarte...
-¡No hay nada que explicar Sasuke –la mujer sollozaba- todo está muy claro¡
-Mikoto por favor...
-¡Tú cállate, malnacido¡ –la mujer le apuntaba con el arma- todo esto es tú culpa –le decía con furiosa- eres un maldito cerdo. ¡Enfermo¡
-¡Mikoto, estás muy alterada¡ –él también le gritaba- platiquemos, todo esto es delicado, además tú te has sentido mal últimamente...
-¡Deja de hablar desgraciado¡ -de nuevo le gritaba a todo pulmón- ahora lo entiendo todo –lloraba de dolor- ustedes dos –ahora Mikoto le dirigía la pistola a Sasuke, el chico solo desvió el rostro; la verdad es que para ese momento, su madre era capaz de dispararle- me han estado engañando...
-¡Perdóname mamá¡ -El menor gritaba sin poder verla a la cara-
-Sasuke... -murmuró. La mujer le dedicó una mirada lastimera- mi Sasuke, mi hijito, mi pequeño, mi angelito –sonreía de forma maniaca dado el shock que recibió- siempre estuvimos juntos, compartimos tantas cosas –hablaba con nostalgia- ¿por qué me hiciste esto? –de nuevo lágrimas caían al piso.
El menor agachaba la mirada, también derramaba lágrimas en la cama recién usada- perdóname –murmuró-
-Ya no digas nada –se le acababa la voz a Mikoto entre llanto y sollozos- el verdadero culpable de todo aquí, eres tú –de nueva cuenta, señalaba a su marido con el arma- ¡tú sedujiste a mi hijo¡ -la mujer agitaba el arma de tal forma que en cualquier momento podría disparársele- ¡tú le hiciste esto¡ ¡él no sabe la gravedad de lo que está pasando¡ -Mikoto trataba de tomar aire para seguir- ¡tú deber era cuidarnos¡ ¡A tu nueva esposa y a mi hijo¡ En lugar de eso, ¡lo manipulaste para que él hiciera todo esto¡
¡Pero juro que me las vas a pagar maldito cerdo¡ -decía rabiosa- juro que te mato –murmuró lo último. Sasuke se dio cuenta de que ya tenía el dedo en el gatillo, dio un salto para ponerse por delante del otro y protegerlo-
-No lo hagas mamá –sentenció. Aún no podía verla a la cara y su expresión de culpa remarcaba el delito; pero no podía evitarlo, con la totalidad de su cuerpo, cubría a su padrastro- por favor, te ruego que no lo hagas... -murmuró entrecortado-
-¿Qué estás haciendo Sasuke? –Contestó Mikoto confundida, tratando de sonar maternal- ¿Acaso no ves que él es el culpable? No debes de preocuparte por nada mi amor, tú mami se encargara de... -en ese instante el moreno la interrumpió-
-¡Eres tú la que no está entendiendo las cosas¡ -exclamó ante la atenta mirada de los dos adultos. Aunque su padrastro intentó quitar al chico de en medio, fue en vano. Sasuke se rehusaba-
-¿De qué hablas? –Le dijo aún más alterada. Apenas podía articular palabra-
-Él no me sedujo como tú dices mamá –la tímida voz del muchacho se entrecortaba otra vez. Apretó los dientes y puños para continuar- él y yo nos conocemos desde antes de que tú lo hicieras... –las lágrimas de nuevo caían de sus mejillas- lo conozco desde antes de que se casara contigo...
-Sasuke no... -el hombre lo tomaba por los hombros, intentando rodearlo con sus brazos ante la mirada de asco de Mikoto- es demasiado, tú no debes decirle...
-Tengo que hacerlo –el menor le dirigió una mirada determinante, aferrándose a uno de los brazos del mayor- tienes que saber madre –tomaba aire, era tan irreal, no sabía qué sentir. Tal vez frío, calor, adormecimiento, todo junto y en todo el cuerpo- Yo lo seduje a él –soltó sin más. Cerró los ojos con fuerza y se aferró al envolvente abrazo protector que el otro le brindaba- porque yo lo amo mamá –murmuró, dejando todo en silencio.
-La mirada perdida de Mikoto explicaba la situación-
-No, no estoy –la mujer tartamudeaba, estaba con la boca desencajada y muy confundida- no entiendo Sasuke. No comprendo lo que dices, tú...
-Lo amo, madre –hablaba fuerte y claro- ¿necesitas que lo deletree? –Contestó con frialdad; su verdadera personalidad salía a flote- desde que lo conocí, yo sabía que teníamos que estar juntos –suspiraba con pesadez- después de estar dos semanas en la agencia, un día –por un momento el chico dudó, no planeaba decir toda la verdad; no era necesario que Mikoto se enterara de cosas de más- él llegó. Dijo que necesitaba a varias personas para un desfile; todos estuvieron de acuerdo en que yo tenía que participar –miró a la mujer unos segundos. Esa mirada lastimera lo carcomía, de nuevo agachó el rostro. No podía verla- fue así que nos conocimos y después él, me invitó a salir.
Me gustó desde que lo vi, y yo a él... pero pasaron muchas cosas y yo... quise alejarme... -el otro lo interrumpía-
-A pesar de que Sasuke quiso alejarse de mí por rumores muy fuertes en la agencia, yo nunca dejé de insistir –sus ojos estaban enfocados en el chico que tenía en brazos- lo necesitaba tanto, me hacía tanta falta –hablaba con dolor en su voz- yo no podía vivir sin él. Yo, siempre que me acercaba, me evitaba o trataba de escapar... Después, cuando renunció a la agencia, no podía aceptar que todo acabara de ese modo; Sasuke tenía que estar a mi lado y... yo entonces un día por casualidad lo vi contigo y... -ladeaba el rostro de un lado a otro- y pensé que tal vez podría estar cerca de él si yo...
-Si te casabas conmigo, ¿no es así? –Respondió Mikoto de forma seria- ese era tu asqueroso plan ¿no?
-Nunca creí que las cosas... terminaran de este modo...
-¡¿Estás diciendo que esperabas revolcarte con mi hijo, en su cama, mientras yo miraba televisión en nuestra habitación?¡ –De nuevo exclamaba de forma violenta-¿ese era su plan? El de engañarme toda la vida –lo miraba directamente a los ojos- ¿ibas a engañarme toda la vida con mi propio hijo? –El otro no pudo contestar- ahora me queda claro; sabía que algo estaba raro –movía con nerviosismo los brazos, cosa que hacía temblar a la pareja, imaginando que en cualquier momento el arma se disparara- ¡pero soy una burra, una ilusa¡ ¡no quería creerlo¡ es que, ¿cómo? ¿Cómo pensar en algo tan... aberrante como esto?
He aquí la razón de los celos contra tu sobrina Karin que rallaban en lo absurdo, he aquí el porqué de darle tanta ropa, trajes, relojes, perfumes; he aquí el porqué de esas miradas que le dedicabas cada vez que Sasuke cruzaba la puerta, tu suma preocupación por él... sus pláticas extrañas, sus... situaciones confusas en las que los encontraba... -Mikoto se llevaba ambas manos a la cabeza, jalándose el cabello con desesperación- yo era la única idiota que no quería verlo, la que imaginaba ver cosas o exagerarlas. Yo, cada vez que veía las sonrisas, las... miradas que se dedicaban, siempre me repetía a mí misma que solo era, no lo sé –trataba de sonreír- que por fin se estaban llevando bien. Que tú, Sasuke, mi hijo –lo miraba sin expresión- lo estabas aceptando... ¿por qué? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto? –una lágrima se le escurría de uno de sus ojos- ¿A dónde se fueron las cosas que te enseñé? –Decía con lástima- no. La persona que está aquí no es mi hijo, ¿quién eres? ¿Eres Sasuke? ¿O debería de llamarte Alexander? ¿Dónde está mi hijo? Tú no lo eres. Sasuke jamás haría algo como esto... No te reconozco, ¿desde cuándo dejaste de ser tú? ¿Desde cuándo te convertiste en Alexander Duvuó?
-Yo... -el menor no podía responder. No había palabras para hacerlo-
-Solo quiero preguntarte algo más –el menor asintió con misterio-
-¿De verdad lo amas Sasuke? –No se tardó ni medio segundo en contestar-
-Lo amo en verdad –dijo determinado- es la persona que más amo en el mundo y yo... no podría vivir sin él.
Amo a Minato, madre –el susodicho lo interrumpía-
-Y yo amo a Sasuke, Mikoto –murmuró. La habitación se quedó vacía, en silencio.
La expresión de ella era inexplicable-
-Quédense aquí y no quiero que salgan –respondió Mikoto- necesito pensar –suspiraba decepcionada- si alguno de los dos se atreve a cruzar esa puerta, juro que les doy un tiro –miraba a Sasuke- tu mejor que nadie sabe que nunca fallo –en cuanto se dio la media vuelta y se fue, Minato intentaba calmar a Sasuke, le prometía que todo estaría bien.
Lo primero que hicieron fue levantarse y buscar su ropa. La armadura del menor se había quebrado, estaba al borde de una crisis nerviosa. El rubio lo colocaba en su pecho, dándole besos en la frente para tranquilizarlo-
-Todo esto es mi culpa –susurraba- jamás debí de haberte conocido, no debí de haber entrado a la agencia yo... -Minato tomaba el rostro del menor entre sus manos-
-Sasuke –decía con suavidad- no fue un error el habernos conocido. Pase lo que pase, prefiero afrontarlo, a vivir mil años sin ti –sonreía con alegría- tu madre deberá entender la situación. Será complicado pero no imposible
-Pero, y sí...
-Pase lo que pase –sentenciaba- estaré contigo, siempre
-¿Siempre? –El chico agachaba la mirada-
-Siempre –respondió abrazándolo con fuerza- así se quedaron en la cama, esperando lo que sea que tuvieran que esperar; a esas alturas Minato ya sabía que su hijo Naruto había sido el causante de todo. Tenía sentimientos encontrados.
En cuanto a Sasuke, lo que mermaba en él, era la culpa.
La puesta de sol estaba llegando, todo era tan silencioso, la luz alumbraba todo el cuarto, el azul se cruzaba con el negro y después de un profundo y largo suspiro, se escuchó un disparo.
Ambos salieron corriendo del cuarto, dirigiéndose al lugar de donde provenía el impacto; todo había sido muy rápido. Minato se adelantó a Sasuke; la escena en la sala no debía ser vista por él.
La sangre escurría del sillón y se hacía camino en el piso de madera. Salpicó algunas zonas de la sala, todavía se olía la pólvora esparcida.
Ni siquiera el adulto era capaz de ver, sintió desmayarse con la primera impresión. Detrás de él, venía el chico de dieciocho años gritando por su mamá.
La vida pasó en cámara lenta. Minato alcanzó a sujetarlo de la cintura y darle la vuelta para que no la viera; Sasuke pataleaba fuerte y gritaba fuera de control sin ser capaz de entender lo poco que vio.
Los intentos del rubio por detenerlo fueron en vano, inmediatamente cuando se soltó, fue directo a abrazar el cuerpo inerte de Mikoto.
La escena no podía ser más surreal.
Mikoto, la madre de Sasuke, se había suicidado.
Sobre la mesa de centro que también alcanzó a ser salpicada, se hallaba una nota. Minato la sujetó y se arrodilló en el piso; sus cabellos le tapaban el rostro y con una mano se frotaba la cien, no podía creer lo que estaba pasando.
Sasuke se llenaba de la sangre de su mamá, la llamaba, gritaba de forma desgarradora, la abrazaba y le pedía que lo perdonara.
Para ya entrada la madrugada, el cuerpo de Mikoto Uchiha ya estaba en la central forense de la ciudad para realizar la necropsia de ley. Efectivamente no había dudas, después de los exámenes practicados a ella y al arma, era evidente que cometió suicidio.
Ya entrada la mañana y después de realizar las llamadas pertinentes, Minato se encargó de todo lo relacionado al funeral; se realizó en una pequeña capilla en el centro de la ciudad.
Mientras esto sucedía, tanto Sasuke como Minato se dirigieron a otro de los departamentos del mayor, necesitaban cambiarse y lógicamente, ninguno quería regresar a donde Mikoto se había disparado.
Puede que el rubio se viera afectado, pero no lo suficiente. Lo tomó por sorpresa sí, pero se podía notar que su psique no estaba tan alterada como la de Sasuke; probablemente Minato regresaría a la normalidad en unos días, pero el menor... seguro que necesitaría incluso ayuda profesional. Se cambiaron sin mencionar nada; Sasuke no hablaba y Minato quería darle su espacio, a pesar de todo, también se sentía culpable por lo sucedido. Y además por más egoísta que sonara, le daba miedo lo que el menor ahora pudiera pensar de él; seguramente le echaría la culpa de la muerte de su madre, ¿dejaría de quererlo? ¿Lo alejaría de su vida? ¿Ya no querría saber nada más de él? ¿Cuál sería su nueva posición? De solo imaginar todos los posibles escenarios, Minato quería llorar.
Ya listos y arreglados, subieron al coche, ambos con lentes oscuros que les cubrían toda la cara; llegando al lugar, el mayor ayudó a Sasuke para salir del coche bajo la mirada atenta de los presentes. Cuando los más allegados se enteraron, hubo reacciones de todo tipo, pero la más común de todas fue, que algo debió de haber pasado entre Minato y Sasuke. No dudaron en criticarlos fuertemente. Seguro que algo horroroso había sucedido, seguro que Mikoto vio algo espantoso como para hacer eso.
Los dos recorrieron el pasillo hacia el ataúd de la madre, mientras Minato recibía el pésame de cada presente. El ambiente se sentía osco, todos los focos estaban dirigidos a ellos dos y las especulaciones estaban al por mayor.
Minato estaba desesperado, sabía lo que pensaban los demás, pero no podía decir nada; si lo hacía, las cosas podrían salirse de control y lo que más necesitaba Sasuke en esos momentos, era tranquilidad.
Tsunade y Kakashi también estaban ahí; ellos eran los más confundidos y los que más dudas tenían al respecto de lo que pasó con Mikoto. En pocas palabras, no creían lo que había sucedido. Para ellos, Minato y Sasuke debieron de hacer algo... y sí, si se les cruzaba la idea de que tal vez, Mikoto los encontró haciendo algo inapropiado; pero no tenían valor para decírselos directamente.
Sasuke lloró lo que tuvo que llorar y Tsunade tuvo una plática muy seria con Minato; le pidió que se alejara, que todo estaba terminado. De ahora en más, el padre del chico se haría cargo de él.
Terminado el funeral, Fugaku se hizo presente.
-¿Qué quieres? –Contestó el chico de mala gana. Tsunade y Kakashi habían ido por algo de comida para el joven y Minato aprovechó para acercarse-
-Hijo –le dedicaba una mirada de tristeza y mientras colocaba una mano en el hombre del moreno menor, prosiguió- no sabes cómo lo siento. Pero tu mamá ya traía consigo una depresión muy fuerte y...
-No sigas –murmuró- estaré bien, pero no me la recuerdes de ese modo –respondía de forma apagada-
-Está bien –asintió- estoy aquí para saber si quisieras venir a vivir con nosotros –hacía referencia a su nueva esposa-
-¿Después de todo lo que pasó? –Respondió de forma burlona- estás loco, yo jamás viviría con... -el menor se veía interrumpido-
-Sasuke, ahora que tu madre no está, necesitas a alguien que te ayude a administrar los negocios y locales que Minato le dio. Tenemos que ir a leer el testamento para saber cómo...
-Cada vez que creo que no puedes sorprenderme más, terminas sobrepasando todas mis expectativas –gruñía- ¿sólo has venido a eso no? –Se sobaba la cien- a ti no te importa mamá o incluso yo; lo único que quieres es el dinero... eres increíble –espetaba con rabia-
-Sasuke –interrumpía Minato con una voz suave- no debes de preocuparte de eso ahora –le dedicaba una mirada cálida, el chico solo desvió el rostro- yo platicaré con él –y diez minutos después, ambos regresaban con una sonrisa cordial-
-¿Qué es todo esto? –Preguntó el moreno menor confundido-
-Tengo que decir que tu padrastro es un excelente negociador –Fugaku lucía feliz con el acuerdo al que seguro llegaron. Sasuke se preguntaba cual habría sido el precio final, pero igual no le importaba mucho- me ha dicho que en caso de que tú estés de acuerdo, él costeará todo lo que necesites de aquí en adelante; incluso la universidad y...
-¿Puedo irme a vivir contigo? – Dijo sin prestar atención a las cosas que parloteaba su padre.
La pregunta era directa para Minato; una pregunta que los descolocó, pero dentro de todo resultaba natrural-
-Sasuke –el rubio murmuró. De inmediato sus ojos retomaron la alegría perdida- bueno, si tu padre está de acuerdo...
-Ya eres mayor de edad –contestó de forma seria. Tenía sus dudas, pero el trato con Minato lo cegó lo suficiente como para que no le importara. En realidad a Fugaku no le importaba; y si además de recibir todo el dinero que el rubio le prometió sin tener que cuidar de Sasuke, qué mejor. Su esposa estaría feliz- si quieres vivir con él, está bien. De todas formas sabes que puedes ir a buscarme cuando quieras –le dijo sujetándolo de los hombros- te quiero hijo
-Sí –contestó a secas- Minato, ¿podemos irnos? Quiero descansar –aprovechó el momento para salir corriendo hacia el coche del mayor.
Fugaku se despidió del rubio de manera formal, le dio el pésame y se fueron por caminos diferentes.
Para cuando Kakashi y Tsunade regresaron, ya era tarde. Sasuke y Minato se habían marchado. La rubia se quedó preocupada, pero al final, ni siquiera era un familiar. Ya no tenía derecho de meterse.
Si tan solo Mikoto se hubiera enterado de ciertas cosas desde antes, tal vez ahora las cosas serían diferentes. Pero lo dejó ir, ahora, ya no le correspondía.
Sasuke le dijo al rubio que quería ir a su casa de descanso que estaba a tres horas de ahí. El mayor solo asintió, no hablaron mucho en el camino y Minato no podía dejar de ser un manojo de nervios pensando en los sentimientos del moreno. Su mirar denotaba vacío-
-Minato... -el menor habló en un susurro-
-Dime –dejó la frase al aire. Inmediatamente se tensó; seguro que algo fuerte venía-
-Me dijiste que pasara lo que pasara, estarías ahí, siempre –el chico sonaba algo nervioso, jugaba con sus manos. ¿Qué era lo que estaba pasando por su cabeza? ¿Acaso era el escenario que Minato más deseaba? ¿Iría directo a sus brazos a decirle que lo ama y que siguieran como hasta ahora?
Tragó saliva, sintió un frío correr su cuerpo y siguió- sí –sentenciaba- y lo sigo manteniendo, ¿por qué lo dices? –Minato lo miraba de reojo para después seguir concentrándose en la carretera. Estaba tenso-
-Es solo que pensé –se removía en su asiento- que después de lo que pasó tú, no querrías saber nada más de mí –impactó tanto al rubio que casi frena de golpe. Decidió estacionarse a un lado del camino. Esa plática requería de su total atención-
-De hecho, debería ser al revés –desviaba la mirada- estaba seguro que ibas a decirme que me fuera de tu vida
-Minato –dijo de forma lastimera. Los ojos se le aguadaron-
-Quiero que seas sincero Sasuke –de nuevo el ambiente se puso algo tenso y el rubio colocaba su mano izquierda en la mejilla del menor- ¿qué es lo que harás ahora? –solo se escuchaba el pasar de los autos. Sasuke agachó el rostro y después tomó la mano derecha del mayor, la sujetó y por fin lo miró-
-Yo... -Después de escucharlo, Minato no pudo contener el llanto.
Mientras, Naruto estaba en el avión que lo llevaría al estrellato junto con Sakura. Italia los esperaba, estando a menos de una hora de aterrizar-
