A través De la Vida
Rurouni Kenshin, y todos sus personajes así como historia original e historia inventada por SONY, no me pertenece, si no a Watsuki Nobuhiro. Yo solo escribo esto por mera entretención y sin fines lucrativos.
Me presento. Hola =D este es mi primer FIC, publicado en Fanfiction, puedo decir que soy principiante en la escritura pero le prometo hacer mi mayor esfuerzo e intentar realizar una historia interesante. Como verán es un Battousai/Kaoru, de principio a fin, aun no se que rumbo tomará la historia ni cuanto capítulos me llevara terminarla, la clasificare M, por que como en la vida real tendra situaciones de adultos, así como mm un poco de escenas con sangre, tratare de no ser tan suave en esto pero tampoco tan fuerte.
Espero sus opiniones, a ver si me invitan a continuar este FIC. Algunas aclaraciones acerca de el texto:
-Hola- es lo que dicen.
-Hola- pensamiento
Hola Lo que dice el narrador o autor, como quieran verlo.
Actó Uno: Lavanda y Azúl
Busco un corazón fuerte,
pero lo suficientemente blando
como para percibir
el dolor de la gente
y sensibilizarme ante ellos...
Busco un corazón estable;
que me dé la seguridad que necesito
para enfrentar mi destino
y saber que todo tiene su lugar
y su tiempo;
que nada ocurre por casualidad..
-Busco un corazón, Autor Desconocido-
Tomo su espada y la contempló, estaba limpia o eso parecía, el brillo de su filo resaltaba en aquella oscuridad efímera que la noche dejaba caer sobre el paisaje de una ciudad. Aquél que él conocía perfectamente. Entre las sombras de un pequeño callejón esperaba a su objetivo, un joven de mediana estatura de unos 26 años.
Podría decirse que era invisible en ese momento, con su respiración reducida y sin realizar ningún movimiento pero atento a cualquier sonido que desentonara con la calma que bañaba el silencio. Miró entonces hacia el cielo y contemplo sus maravillas… "La luna es Fría pero hermosa a la véz". Unas voces a lo lejos lo sacaron de sus pensamientos -Es hora- dijo a manera de murmullo.
-Creo que deberíamos apresurarnos- decía un hombre de mediana edad, con cara de preocupación.
-No deberías asustarte, nosotros somos fuertes también, además ÉL es solo parte de una leyenda urbana, no puede ser real todo lo que nos han platicado…- Contestó su compañero
-Real o no, el miedo no es justificación, los honorarios que reciben por protegerme dicen lo contrario a la cobardía que me están demostrando ahora- sentenció un hombre mayor un poco obeso y sonrojado por haber bebido. Seguramente su jefe.
Dicho esto, se dispusieron a continuar su camino, y al doblar una calle se encontraron de frente con la silueta de un hombre pequeño casi como una mujer.
-Si no te retiras, te cortare con mi espada- Dijo uno de los guardias –Pequeño…- Añadió.
No hubo reacción de parte del "hombre pequeño" que tenían enfrente.
-Bueno si así lo deseas…-
-¡Espera!-, exclamó su compañero y de manera temblorosa, agregó -No es un hombre ordinario… - "no puede ser un hombre ordinario, ese cabello y esa marca"… -Battousai- Murmuró.
-¡Jm! Vaya, tu compañero, sí que es inteligente- Fue la única respuesta de la sombra. Tan pronto como termino la frase, se lanzó al ataque. Desenvaino su espada y sin ningún esfuerzo alcanzo a su primer víctima, realizando un corte limpio digno de un experto separó su cuerpo en dos. Aquel hombre no tuvo tiempo de reaccionar, ni de sentir el dolor de la muerte. Ese había sido su premio por haberlo reconocido, por haberle temido.
Levanto su vista y ubico a su compañero, que como cobarde corría camino abajo, dejando incluso a su "protegido". Sin nunguna emoción reflejada en su rostro lo alcanzo y con una rápida y segura estocada atravesó su garganta, contemplando el rostro del hombre "miedo" pensó. Llevó su espado en dirección cefálica, terminado así con el gesto de su víctima. No lo gustaba, ver el miedo en los ojos de aquellos que asesinaba.
Con pasos lentos se dirigió hacia la cabecilla del grupo.
-Takato Reyca, tu hora ha llegado, morirás para preservar un mejor futuro…- Dijo en voz grave, de manera tranquila y sin compasión en las palabras.
"Miedo" Pensó él pelirrojo, y con gracia casi como si fuese un arte el asesinar, levanto su espada y atravesó el pecho del individuo, el cual no tuvo tiempo de reaccionar muriendo así con la misma expresión. Su trabajo de esa noche estaba completo. Lentamente saco la espada de aquel cuerpo sin vida y sin ninguna gracia la sacudió para acabar con el exceso de sangre. Sin mirar atrás siguió su camino.
La posada era grande y tenía un toque hogareño, las luces estaban apagadas, entro sin ningún problema y como un acto autónomo se dirigió por el pasillo que comunicaba a un enorme jardín central, que se vestía alegre con la tenue luz de la luna. –Fría y hermosa así es la luna- murmuró, con la vista en alto hipnotizado por la apacible belleza.
Los pensamientos de Kenshin se vieron interrumpidos por un hombre alto, bien parecido, de semblante serio que emanaba respeto.
-¿Que ocurre Katsura-San?- Preguntó el pelirrojo sin apartar su vista del cielo.
-Himura, la luna de hoy parece no darse cuenta de todo lo malo que ha pasado esta noche…- dijo con voz pasiva –Siempre brilla llena de orgullo y nos muestra su semblante inquebrantable como si nada malo pasará- esta vez Katsura poso su mirada en Kenshin. -Buen trabajo, Idzuka se ha encargado de limpiar la escena y borrar cualquier rastro de evidencia, aunque debo añadir que como siempre ha sido un trabajo limpio y no ha sido difícil hacer el resto-.
-me voy a dormir…- con esas 4 palabras, Kenshin se levanto hizo una reverencia a su superior y siguió su camino hacia su pieza, entró y acostumbrado a moverse en la obscuridad se dirigió a la ventana y entonces tomo posición para dormir, o eso intentaría, volteo hacia el futón extendido a lo largo de la habitación y por un momento envidio a todos aquellos que podían descansar tranquilos sobre aquel objeto. Cerró sus ojos por un momento y aspiro profundamente y entonces lo percibió, un delicioso aroma inundo todos sus sentidos… "Jazmines" pensó, poso su mirada hacia la calle y como si fuese una visión apareció una chica menuda, de largo cabello color azabache, con tez blanca y pálida que parecía brillar en toda esa oscuridad. Corriendo calle abajo, estaba huyendo, asustada como un pajarillo. Vio como esa diminuta mujer se perdía entre las calles de la ciudad hacia el este. Sorprendido por tal visión, pudo sentir después de mucho tiempo ¿Preocupación?... no, no podía ser eso, decidido a olvidar cerro sus ojos de nuevo tratando de conciliar el sueño.
Kaoru, tenía 20 años, había estado corriendo toda la noche, llevaba una yukata blanca un poco manchada de lodo, los pies le ardían, no había tenido tiempo de llevar unas sandalias, solo se presento la oportunidad de escapar y no la perdió.
Esa noche después de haber limpiado el desorden de la cena, y cuando se disponía a descansar, la casa donde habitaba entró en pánico, pues al dirigirse a su pieza, un ruido en la parte trasera del patio llamo su atención, despacio y con un poco de miedo decidió investigar el origen de aquel sonido. Al acercarse a donde parecía había visto también un bulto caer sobre la barda se encontró con la sorpresa de que era un cuerpo, pero su corazón se detuvo cuando descubrió a quien pertenecía, la escena le pareció grotesca ya que en el piso yacía el señor de la casa con una profunda herida en el pecho, era horrible contemplarse así, ya que su cara estaba llena de sangre y no expresaba ninguna otra cosa que no fuera miedo. Kaoru corrió hacia la casa y comenzó a gritar, -¡El señor de la casa ha muerto!- exclamaba efusivamente. Con todo el alboroto se dejaron venir los hijos, sirvientes y guardias, sobre el lugar. Tras todo ese bullicio, Kaoru se percato que nadie vigilaba y decidida corrió hacia la puerta, era su única oportunidad de ser libre… Pero no paso mucho tiempo en que se dieran cuenta de su ausencia, y como un gato persigue a un ratón, comenzaron a seguirla.
Ahora esperaba quieta tras esa gran barda a que sus agresores se alejaran, cuando estuvo segura de no escuchar ningún ruido, comenzó a analizar su siguiente movimiento, pero antes de comenzar a correr, una enorme mano invadió su rostro y un fuerte brazo rodeo su cintura. La habían encontrado.
-Creíste que podías escapar, ¡jajaja!- rió fuertemente otro hombre que se paro frente a ella. –Rápido aquí esta, hemos encontrado al pajarillo…- pronto comenzaron a llegar un arsenal de hombres y rodeándola la miraron lascivamente.
-mmm, ahora entiendo porque mi padre estaba tan obsesionado contigo…- dijo con voz pastosa el hombre frente a ella. Como si fuese lo más normal del mundo acerco su mano a la apertura de la yukata de Kaoru y sin más preámbulos metió está por dentro y se apodero de una de sus pechos.
Kaoru comenzó a forcejar, odiaba ese tipo de contacto, le daba asco que alguien más tocara su piel, estaba herida por fuera y por dentro, ella ya había sido víctima de muchas situaciones como estas.
-No por favor… suélteme, se lo pido…- Decía entre sollozos la chica.
-¿Qué te suelte?, este será tu castigo por haber intentado escapar después de haber asesinado a mi padre, pagaras viviendo en el infierno al que él te sometía diariamente, y para mi será un placer darte esa vida.- Decía con asentó asqueroso y rencoroso.
El hombre saco una daga, y sin dudar desato el nudo de la yukata de Kaoru, realizó un corte no muy superficial pero tampoco profundo en el nacimiento de los pechos de la chica, la sangre comenzó gotear y Kaoru gimió de dolor, pero eso solo intensifico el deseo de aquel perverso, y continua el camino de la daga hacia abajo.
-Deténgase por favor me hace daño…- decía Kaoru de forma entrecortada, sentía que le faltaba el aire, sus lagrimas caían como torrente y se mezclaban con la sangre.
Un ruido, llamo la atención de su agresor y de varios de los guardias que entretenidos observaban la escena, un río de sangre comenzó a correr a los pies de todos aquellos que se encontraban en el lugar, cuando pudieron darse cuenta de que lo había provocado, presenciaron la caída de otros dos hombres, cortados a lo largo de su tórax, mientras los cuerpos se derrumbaban junto a otros tres, que nadie había presenciado cuando había llegado a esa situación, pero parecían ser la fuente de toda aquella sangre que cubría el piso.
El agresor de Kaoru contemplaba con horror, cuando un escalofrío recorrió todo su cuerpo al sentir el aliento de alguien más sobre su oreja. –Dejala, si quieres vivir-
Fue cuando se percató de la presencia de alguien más cerca, que Kaoru levanto su vista y se encontró con un mar de largo cabellos rojizos –Rojo, como la sangre- Dijo en tono bajo, pero su voz alcanzo a dicho hombre, quien sin resistir volteo, para ver de frente a la dueña de tan dulce voz.
Por primera vez, se encontraron. Azul profundo miró a violeta con sorpresa. El tiempo se detuvo, el aire le falto, un poco confundido por la reacción de su cuerpo ojos violetas voltearon hacia el agresor y con un simple movimiento de su espada, realizo un corte a lo largo del brazo derecho de este, provocando la caída de la daga y que se escuchara un grito de dolor, la sangre emanaba y escurría hacia el piso. Kenshin miró sin emoción a dicho hombre, y con un gesto de superioridad diviso a sus acompañantes.
Estos no dudaron, en entender la amenaza, cargaron a su señor, sin dificultad y emprendieron la huída despavoridos, esos ojos no podían ser los de cualquier persona, esos ojos daban miedo. Lo que Kaoru no sabía es que ellos no habían encontrad a exquisito lavanda si no al temible dorado, aquel dorado que hacía temblar al más valiente, aquel dorado que te despedazaba con un simple brillo.
Sin poder sostener más su peso, Kaoru cayó de rodillas, ensuciando de sangre sus piernas y entonces lloró, tan fuerte como pudo, todo su estrés, todo su temor, el dolor físico y mental que sentía salieron en forma de lagrimas. Sin saber más de sí y con la imagen del joven de ojos lavanda y cabellos rojizos, se dejo guiar hasta el suelo sin importar la sangre y quedo inconsciente, sintiendo por primera vez en mucho tiempo seguridad.
¿Qué hacía ahora?, había seguido sin pensar aquel delicioso aroma, y se había involucrado en una batalla, por aquella misteriosa mujer. Más tranquilo poso su mirada sobre el pequeño cuerpo que permanecía en el piso inmóvil, contemplo sus largas piernas, pudo imaginar así la piel suave y dulce que las cubría, su mirada viajo hacia arriba y un pequeño rubor se apodero de sus mejillas. La yukata seguía abierta, podía contemplar exquisita belleza que derramaba aquel hermoso cuerpo, ese abdomen plano y el contorno de sus pechos, todo ello tan blanco que parecía brillar. Aún así había algo que desentonaba con aquella aura de inocencia que dejaba salir, y eso era la sangre que bañaba y escurría de a gotas de la herida provocada por ese hombre despiadado, atento contemplo el viaje de una de ellas por exquisito camino, hacia abajo, pasando por el monte de sus pechos para luego comenzar su recorrido por su abdomen y perdiéndose por ultimo en el piso. Al darse cuenta de la sangre, reaccionó y se dirigió hacia ella, acomodo su katana en su funda. Con facilidad rasgo su gi y como pudo cubrió la herida del pecho de aquella mujer, ya estaba decidido la llevaría con él.
Lentamente abrió sus ojos, no se escuchaba ningún ruido. La luz cegadora obligo a Kaoru a cubrirse con la manta. –¿Una manta?- Se preguntó, más tranquila y preparada, destapo su campo visual y contemplo el lugar. Una habitación… se dio cuenta también que se encontraba tendida sobre un futón, rápido llevo su mirada hacia su pecho y se encontró con algunas vendas que cubrían su herida. Hizo un esfuerzo por levantarse pero un fuerte dolor punzante la obligo a tenderse en el futón de nuevo.
Comenzó a recordar lo ocurrido anteriormente, se vio siendo herida por el señor Hiroshi Reyca, también recordó mucha sangre, sangre tan roja como…. como… como ¡los cabellos rojizos de aquel joven!, de mirada lavanda, la imagen de este permaneció en la mente de Kaoru por un momento. Así que él la había salvado, pero, ¿dónde estaba?.
Cubierta aun de dudas, logro sentarse y su mirada viajo sin querer hacia la ventana de aquella pieza, una hermosa vista de la ciudad se apodero de sus ojos, allá afuera podía ver como la gente comenzaba su día sin preocupaciones, después de todo ellos podían llevar una vida normal. Sumida en sus pensamientos, deseo ser como ellos, vivir sin temor a nada y sintiéndose segura.
Seguridad. Un sentimiento que hacía mucho no percibía, pero esa noche lo había sentido, invadiendo todos sus adentros, brindando tranquilidad y un poco de esperanza. Sonrió para sí misma, quizás después de todo si podía ser como todas esas personas que paseaban ahora por las calles. Ya que aún contra todo pronóstico, había podido sentir la calidez de estar a salvo, y no había dudado en entregarse a esa emoción. Aquel muchacho de ojos lavanda le había prometido seguridad, con esa mirada, tan sincera que le había dirigido antes de ocuparse de sus agresores. Por eso ella lo había mirada con sorpresa, por eso ella se había sentido desnuda y un libro abierto frente a él en ese pequeño instante.
Con cuidado abrazo su cuerpo, y comenzó a llorar, pequeñas gotitas saladas humedecían tan reconfortable manta que la cubría en ese momento. Pero no eran lágrimas de tristeza, si no de alegría, pues en ese momento de su vida podía ver por primera vez una pequeña luz de esperanza. Con esa pequeña idea, decidió permanecer por un rato.
Kenshin, se encontraba en el comedor. Aun no entendía por qué había hecho lo de anoche. El simple hecho de verse inundado de tan exquisito aroma no era una justificación para su ácto. Sumido en sus pensamientos, terminó su almuerzo.
-Hey, Kenshin no sabía que fueses de esos hombres que ayudan a damiselas en peligro.- dijo un joven no más mayor que Kenshin, de cabellos castaños, alto y de buen cuerpo.
Como respuesta, Kenshin regreso una mirada amenazadora, con un destello de tan temibles ojos dorados. Por un momento Sanosuke se inmutó, pero después de eso, le dedico una sonrisa sarcástica y picara a la vez, después de todo Kenshin era su amigo.
-¿Qué ha pasado?, antes del almuerzo logre platicar con Megumi, y me conto que había tenido que cerrar una herida en una joven en parte de su pecho y abdomen, dijo que no era mortal, pero que si necesitaba cuidados para evitar una infección, pero lo que más me sorprendió fue que me dijo que tu la habías traído durante la madrugada y habías pedido su ayuda para atenderla. No se la habrás provocado tú pillín.-
-No, no fue eso.- Fue la simple respuesta del pelirrojo, para el castaño.
-Bueno y cuál es su nombre, me dijeron que era muy hermosa, quizás si no estás interesado yo pueda…- Idzuka calló antes de terminar su frase pues pudo sentir como los ojos amenazantes de Kenshin se posaban sobre él. –Al parecer los rumores corrían muy rápido en la posada- pensó Kenshin.
-Su nombre de ahora en adelante es Tabú para ti- Dicho esto, se levantó del comedor hizo una reverencia hacia con Katsura y se retiró. Detrás de Kenshin se fue Sanosuke, aun tenía mucha curiosidad sobre el acontecimiento y quería averiguar más sobre tan misteriosa damisela.
-Vamos Kenshin, dime que ha pasado- insistió, mientras caminaban por uno de los corredores de tan enorme posada.
-La rescate de algunos agresores, al parecer pertenecientes a la familia Reyca- dijo tranquilamente.
-¿Reyca?, pero dime Kenshin, tu misión de ayer fuer acabar con el cabecilla de ellos, según había escuchado fue un éxito, ¿cómo terminaste en dicha situación?-
La mirada de Kenshin se pozo frente a la de Sanosuke y simplemente le respondió –Coincidencia, algo sin importancia…- Al castaño no le gusto la respuesta, pero conocía a su amigo y no hablaría, ya tendría más tiempo luego para interrogarle. En ese momento se toparon con Megumi.
-Oye zorrita, dime ¿cómo está la mujercita de nuestro pequeño pelirrojo?- Una mirada fría fue la que recibió Sanasoke de parte de Kenshin por dicho comentario.
-Está bien, ahora lo que necesita es descansar.- Contesto la pelinegro de labios carmín. – Kenshin por favor, necesito procures ayudarle a limpiar la herida diariamente, no queremos que se complique y además evita por favor que realice esfuerzos…- Kenshin no sabía por qué pensar escuchaba atento las instrucciones de Megumi, después de todo ella era médico y debía procurar que la chica se recuperara y siendo él quien la había llevado a la posada lo más lógico era que se encargará de ayudar en el proceso.
Derrepente el mismo Kenshin se vio sorprendido por sus pensamientos, tanto le importaba el bienestar de esa mujer, que ni su nombre sabía. Era hermosa de eso no tenía duda y ese aroma tan delicioso que emanaba, lo llamaba a gritos desde su pieza, no sabía por qué ni cómo pero definitivamente quería conocerla. Y el saber eso lo asusto, el no podía permitirse ese tipo de emociones, pero aun así no pudo resistirse y en cuanto termino de hablar con Megumi, se dirigió de forma tranquila ha su pieza.
Kaoru, se había rendido al sueño de nuevo, después de todo se sentía cansada y un poco indispuesta. Fue así como la encontró Kenshin. Tendida sobre su futón, tapando medio cuerpo con su manta. La observo, tez blanca, largo cabello azabache podían distinguirse algunos reflejos azules por la luz, sus labios carnosos que gritaban posesión, el nacimiento de sus pechos... esas pestañas largas y negras que reguardaban sus ojos…. Definitivamente toda ella era hermosa
En ese instante, fue que Kaoru abrió sus ojos. Lavanda encontró a azul. Kaoru dedico una sonrisa a lavanda y entonces pudo deleitarse con algo que nunca nadie en ese lugar había podido presenciar. Lavanda respondió con una sincera sonrisa…
En ese momento en que sus miradas se cruzaron, también lo hizo el destino de los dos, que por azares de la vida a partir de ese mágico instante iban a seguir el mismo camino.
Muy bien aquí termina el primer acto. Espero sus reviews.
