Capítulo 1: ¿Qué hago ahora? (/EDITADO/)

Miraba la puerta que sería mi nueva lugar donde quedarme; hacía rato que estaba parada ahí temiendo por mi nuevo futuro y de tan solo imaginarme que me pasaría de ahora en adelante; me congelaba la idea de entrar, incluso más que el frío nocturno de allá afuera.
De repente la puerta se abrió y una silueta alta se paró enfrente de la puerta, con esa sonrisa tierna dibujada en toda la cara.

- Kagome...- Un escalofrío me recorrió la espalda al escuchar mi nombre.

Ahí estaba el, con la mirada fija hacia mí, esperando respuesta.

- Inuyasha...- respondí con la voz temblando.

- ¿Te vas a quedar ahí toda la vida o vas a pasar?

Dude, aunque el lugar de Inuyasha de veía agradable no tenía voluntad de entrar a su hogar.

- Bien, si no puedes entrar, yo te ayudare. – Dio dos pasos y agarro mis maletas, las metió corriendo y al reaccionar trate de evitarlo; al final terminaron en el suelo y yo sumergida en los cálidos brazos de inuyasha que me rodeaban para abrazarme.

- Me alegró tanto que por fin estés aquí...- Una cálida sensación me recorrió, por fin estaba a salvo.

Estaba protegida a su lado.

Sin evitarlo, llore en su hombro; él no dijo absolutamente nada y agradecí por ello.

Éramos solo nosotros, dos viejos amigos reencontrándose.

Estuvimos así un buen rato y al final terminamos en el sillón yo aferrada a él; sentía que si lo soltaba la poca parte cuerda de mí se iría con tanto dolor que sentía en ese momento.

No podía permitirme perder a nadie más, ya no...

Al final, termino rompiendo el abrazo y fue por algo a la cocina; Observe el lugar, los sillones blancos rodeaban la pequeña chimenea, el piso era de una madera oscura y las paredes estaban pintadas de un rojo mate.
Colgado estaba un espejo y se reflejaba la espalda fuerte de Inuyasha y su largo cabello plateado atado en una coleta, pude observar como cocinaba y como en la mesa tenía una botella de vino tinto junto a dos copas, por fin me percibí del olor a comida que estaba desde hace rato y pude sentir como un pequeño mareo me llego de repente.

Odiaba esto...

Me levente y empecé a observar las fotografías del lugar; había muchas de sus padres, de su madre más que nada ya que sus papás nunca estuvieron mucho tiempo juntos.
La fotografía siguiente me rompió el corazón; Ahí estaba el, abrazado a una persona parecida, igual con su cabello largo plateado sonreían como si enserio se llevaran bien, aunque las apariencias siempre engañan.

Seshomaru; El hermano de Inuyasha, mi primer amor y quien me había roto el corazón.

Conozco a Seshomaru desde siempre; Su padre lo traía para que conviviera con Inuyasha, pero estos nunca congeniaron. Lo ame desde el primer día que lo conocí y quizás en algún momento el también. Fuimos novios cuando cumplí la edad de 15 y él tenía la edad de 20 pero eso no nos importó, mis padres lo aceptaban, mi madre decía que tenía suerte de encontrar un hombre tan guapo y rico que me mantuviera y mi padre era el gran amigo del suyo lo que eso nos convertía de una manera social de la "Gran sociedad"

En el día de la boda Seshomaru me dejo; horas después de que le dijera que estaba embarazada.

Dejo en la mesa de su casa una nota que decía:

"Lo siento, no puedo...

Por favor toma tus cosas y vete."

Así fue como llegue aquí, lo espere 3 días esperando que regresara pero nunca volvió y quizás esperaba que no volviera, no tenía corazón para enfrentarlo.

Así que salí de esa casa de la risa y no supe dónde ir.
Mis padres no me ayudaron, en cuanto entre a su casa me miraron con una cara de vergüenza.

Mi madre lloro, me dijo que quizás había estado con otro hombre y que quizás por eso me dejo. Mi padre no cabía en sí de vergüenza, no supo cómo aceptar que se haya cancelado la boda con el hijo de su gran amigo así que ambos me sacaron de su casa.

Inuyasha me encontró dos días después en casa de mi mejor amiga Sango; ella está casada, junto con su esposo Miroku me abrieron las puertas de su casa pero me negué. En dos meses tendrían a su bebe y la idea de interrumpir su hogar no me agradaba.

Con Inuyasha también me negué al principio pero tampoco me dejo opción, sabia de mi embarazo y se resistió hasta que dije que sí.

Me ofreció un lugar grande donde quedarme hasta tener a mi hijo, con la condición de que cuando me aliviara le pagaría renta.

Prácticamente la casa se la pasaba mayormente vacía, se iba a trabajar y no se la pasaba en la casa la mayoría del tiempo así que era perfecto para que yo tuviera mi espacio, la nevera estaba siempre llena y como decía el, tenía dinero de más.

Me senté de nuevo en el sillón, el mareo disminuyo dándole paso al hambre. En ese momento llego Inuyasha con dos copas de vidrio y una botella de vino tinto.

- Lo siento… no puedo tomar alcohol. -Dije apenada

- ¿Y quién dijo que te iba a dar?- Me sonrió y se devolvió a la cocina, regreso al poco tiempo con un jugo de uva y me lo sirvió. - Para ti... ¿Crees que te daría alcohol en tu situación? – Le dio un largo trago a la botella, ignorando la copa - Sé que soy mala influencia pero tengo sentimientos sabes. – Exclamo indignado.

Sonreí, no había cambiado su sentido del humor.

Una alarma sonó e Inuyasha se levantó directo de nuevo hacia la cocina, regreso con dos platos de espagueti y me lleno de nuevo el vaso con jugo de uva.

Empecé a comer, me revolví de la felicidad al probar un bocado rico de nuevo, con Sango no comí nada porque hasta eso me daba pena, así que salía a la tienda más cercana y me comía unas galletas de chocolate con el poco dinero que me sobraba.

-Inuyasha, muchas gracias enserio...- El, con la boca llena de espagueti me negó con la mano y luego trago.

- No agradezcas, Kagome, es lo mínimo que puedo hacer por ti, por nombre de mi familia por mi sobrino y por el amor que aun te tengo. –Dijo, mirándome con una sonrisa rota.

-Yo te hice mucho daño Inuyasha, no pude corresponder a esos sentimientos que aun tienes – Murmure con seriedad.

- Como si eso importara – Ahora la comida había sido dejada de lado y me miraba serio, con esos ojos dorados profundos – Yo sé que no soy mi hermano, me rendí al principio porque pensaba que serias feliz con él. – Dijo nostálgico - Pero lo que hizo no tiene perdón. – Ahora tomaba mi mano fuertemente y me miraba de forma formal, seria y verdadera.
- Yo no te dejare sola, ¡¿Lo entiendes?!... Ni a ti y a ese hijo que traes en tu vientre, no me permitiré abandonarte nunca más. –Se sentó en el suelo y acostó su cabeza en mis piernas. –Yo quiero protegerte, aunque nunca me ames, permíteme seguir viendo esa sonrisa tuya para siempre, si es posible.

Un remolino de emociones se juntó en mi interior, toda la tristeza que cargaba se hizo menor y una parte de mí se sintió mal por no poder corresponder ese amor que el sentía hacia mi.

Inuyasha se incoó enfrente de mí y me abrazo por la cintura.

Y por primera vez en mi vida me permití sentirme a gusto con su agarre.

-Gracias, Inuyasha… - Exclame agradecida, plantándole un beso en la frente.

¡HOLA!

Estoy volviendo a escribir... ¡Yei!

Ojala les guste, le he puesto alma, sangre y lagrimas... pero aquí estoy, díganme si les gusta.

Hasta la otra.

-Sandy 3