Full Summary: Metódico, calculador, dedicado. Son cualidades que definen a Midorima Shintaro y que aún como estudiante de medicina perduran. En palabras de Takao, es un tsundere repelente que morirá virgen. Shin debe tener una prometida a la altura al terminar la universidad, según sus padres. Pero la chica de la que todos hablan en el campus por ser extranjera no entra ni a empujones en su definición. Aunque Ryota y Kazunari no piensen lo mismo. Y confabulen.


Disclaimer y advertencias: Kuroko no Basuke le pertenece Tadatoshi Fujimaki, con excepción de algunos OC's. Este fic se sitúa después de la Winter Cup y del juego contra Jabberwock, o mejor dicho, en el la vida universitaria de nuestros queridos Kiseki's. Algunos ya tienen vida hecha. Este fic contiene spoilers, algo de OoC (ya que nunca queda perfecto) y como ya había mencionado OC's. Tambien contendrá escenas sexuales (no explicitas), insultos, violencia y algunos temas fuertes. Los lugares e informaciones universitarias son aproximadas y algunas suposiciones, ya que yo no he estado en ninguno de ellos.


Nota de la autora parte 1: Generalmente esta sección irá después de capitulo y no serán dos partes, este por ser el primero es una excepción. Gracias a todos los que siguen en esta travesía, como sabrán esta es la nueva versión de esta historia. Los que apenas llegan a este fic, sean bienvenidos. Espero que les guste todo esto y estén tan entusiasmados como yo. ¡Bienvenidos sean todos!


Informe importante: Hola a todos. kappa al habla, después de todo este tiempo en el que nadie supo nada de mi existencia vengo con la cola entre las patas a tratar de arreglar esto. Propósito de año nuevo, ya se la saben. Este anuncio antes era un capitulo pero ya es hora de adjuntarlo en los capítulos.

Como ya había avisado, me encuentro corrigiendo y editando los capitulos. Además de que habrá cambios en la trama, claro que seguirá siendo la historia de Shin-chan y Cat. Solo que mejoraré algunas cosas.

Poco a poco iré subiendo los viejos capítulos corregidos y con cambios, prácticamente serán nuevos, noté que no me acababa de gustarme como se veían los capítulos. Muy secos, casi sin narrativa y algo sosos. Así que me esforzaré por cambiar eso.

Esta historia tenía 7 capítulos publicados hasta que detuve su publicación. La razón por la que sucedió esto fue por mi falta de planificacion e inspiración, además de situaciones externas. Sin embargo a través de estos 4 años he pasado por muchas situaciones y muchas ideas han pasado a ser bosquejos de historias y personajes. Pero antes de cualquier cosa debo terminar lo que he empezado.

Le calculo unos 20 capítulos a este fic, uno mas, uno menos.

Me disculpo con todos mis lectores, las personas que agregaron esto a favoritos, o a alertas. Espero de verdad que disfruten esta edición y sepan comprender mi crisis. Los amo, sin ustedes nunca hubiera pensado en terminar.

Gracias a todos los que me han acompañado hasta aquí. Espero leernos pronto.

Muchos cariñitos y deseos buenos para este 2018, -kappa.


1. Nippon

El estruendo que emitió la cajuela del viejo Volvo Amazon de su familia al cerrarse, le hizo caer en cuenta de la realidad. Al parecer los últimos meses no habían sido suficientes para que ella terminara de creerse su propia decisión.

Estaba yéndose de casa. No para siempre. Pero nunca se había alejado más de Glasgow o Edimburgo. Ahora no solo se alejaría de Escocia. Si no de todo el continente en sí.

Frente a ella, su padre terminaba de bajar su última maleta. Miró a su familia.

—O, mo nighean bheag! (Oh, mi pequeña niña) No puedo creer que nos dejes. —exclamó su madre abrazándola. Ella sintió ganas de llorar.

Su padre se unió al abrazo junto con su hermana menor.

—Bidh mi ga ionndrainn (Los extrañaré). Pero no será para siempre. Solo un año.

—Sigue siendo mucho tiempo. Por lo menos me tranquiliza que Max está esperándote allá. —habló su padre.

—Cuídate mucho, hermana. Estaremos en contacto. No te olvides de las sesiones de Skype. —le dijo su hermana mientras le daba un último abrazo.

Unos cuantos abrazos más, lágrimas y lamentos retrasaron su despedida. Pero finalmente tomó su equipaje y se dispuso a documentar.

Un trámite lento pero fluido de una hora para que finalmente le dejaran dirigirse a las puertas de abordaje.

"Pasajeros con destino a Tokio abordar por el andén número doce, repito, pasajeros con destino a Tokio abordar por el andén número doce."

Ahogó un gritito. Era hora. Necesitó un par de respiraciones profundas para que sus piernas se movieran.

Aunque su equipaje no era demasiado, ya que lo más grande había sido enviado por paquetería y probablemente ya estaba en Tokio, sentía que era pesado.

Era la situación, el alejarse de casa. Una nueva aventura. Le picaba toda la piel.

Emoción, miedo, esperanza, expectativa. Sabía que no todo sería diversión pero se sentía lista. Era ahora o nunca.

Apretó la manija de su maleta de ruedas, luego la que llevaba cargando y se dirigió al andén.

"Once horas de vuelo, aquí voy."


La familia Midorima solía desayunar junta los domingos. Ese no era la excepción.

Shintaro se disponía a cortar una porción de su filete de pescado cuando su padre empezó a interrogarlo.

Ninguna pregunta era extraña, cosas de la escuela, calificaciones, fechas de internado y esas cosas. Pero entonces su madre decidió intervenir.

—Creemos que es momento de que te intereses en contraer matrimonio, o por lo menos consideres un Omiai. —espetó su madre mientras tomaba un poco de su té. Como si nada.

Shintaro por otra parte casi vomita el pescado de la tos que lo invadió.

—¡Madre! Aun no termino la carrera, tengo cosas importantes que hacer.

—Y yo me hago vieja y aun no tengo nietos. No te pido que te cases mañana, pero por lo menos me gustaría que tuvieras una relación estable.

—No tengo tiempo para esas cosas. Debo concentrarme en mi año de residencia, para obtener el programa que quiero debo de esforzarme este semestre. No tener… citas. —dijo él. Se sentía incómodo.

La mujer arrugó la nariz. Obviamente seguiría insistiendo.

Su hermana menor se encogió en su asiento. Calculaba que le quedaban unos dos años más antes de que su madre le presionara a ella también.

Eran tan tradicionales.

—Escucha a tu madre, Shintaro. Es importante que cuando comiences tu vida laboral y te independices completamente empieces a vivir con alguien que te cuide a ti y a tu hogar. Debes empezar a formar tu vida adulta.

"Ni siquiera sé si quiero casarme" —pensó. Sin decirlo. Ya casi podía visualizar el escandalo familiar.

El resto de la reunión transcurrió en silencio, solo roto por su madre inquiriéndole cosas a Sayaka, su hermana.

Cuando terminó casi huyó al departamento que compartía con Takao. Al abrir la puerta se encontró a su excompañero jugando Play Station con otro excompañero que Midorima odiaba ver en su espacio.

—Es domingo, maldición. ¿No tienen nada que hacer?

—Te lo dije, Kise-chan. Hoy Cáncer está en el último puesto, ni siquiera con el ridículo broche de mariposa que trae en el suéter pudo evadir la mala fortuna hoy. —se reía Takao.

—Midorimacchi, ¿estás bien? Luces algo impactado.

—No les interesa en absoluto. Par de idiotas. —sin dar explicación alguna se encerró en su habitación.

Kise y Takao se miraron con mueca de despecho. Luego el pelinegro se encogió de hombros.

—No te preocupes, mañana me dirá que es lo que ocurre. ¿Otra ronda?

—Vamos, vamos. Si vas perdiendo, como siempre. —canturreó Kise.


Al final terminaron siendo catorce horas de vuelo. Había tenido que transbordar en Ámsterdam así que al final prefirió leer o hacer anotaciones en su libreta sobre cosas que debía hacer. Dormía y se despertaba continuamente. En una de sus siestas fue que la azafata le despertó con un golpecito en el hombro indicándole que debía salir y ella agradeció que la espera hubiera acabado.

Cumpliendo con la rutina reglamentaria se dirigió lista a la entrada del aeropuerto después de haber lidiado con la molesta cinta de equipaje.

Buscó en la entrada a su primo entre el montón de gente que esperaba a sus familiares. La bandera de Escocia hacía evidente que era a ella a quien buscaban.

Ceardach Maximus Lennox, Max para los amigos, era un hombre joven bastante alto y corpulento. Jugaba futbol americano en la selección universitaria así que sus músculos y semblante rudo prevenían a bastantes personas a su alrededor. El cabello castaño se arremolinaba alrededor de su rostro, necesitaba cortárselo, y tal vez rebajarse la barba de leñador.

—Co-ogha! (Primo)lo abrazó efusivamente. Algunas personas los voltearon a ver.

—Cat beag! (Pequeño Gato)la abrazó él también. —Bienvenida. Aunque será mejor que comencemos a hablar en japonés, ya sabes, integración.

—Como quieras. —le respondió ella. Sabía que los extranjeros llamaban mucho la atención.

—Bien. Te ayudo. —contestó él quitándole las maletas. —¿Cuándo tienes la entrevista?

—Se supone que mañana debo presentarme antes de clases en las oficinas de orientación para arreglar lo que falte. Estoy muy nerviosa. —se rascó el cuello.

—Tranquila, lo harás bien. Ya estas dentro, solo necesitan corroborar datos. —el chico le indicó que lo siguiera.

—Gracias por ayudarme con lo del departamento.

—¿Bromeas? He esperado toda la vida para que vivamos juntos, será una fiesta espectacular.

—Gracias, eso significa que un ninguno de los dos sabe cocinar, ¿verdad?—inquirió. Deberían aprender. Aunque el menú en las tiendas fuera totalmente desconocido para ella.

—Exacto.

—Baothair (Idiota). —se burló ella.

Max tenía un pequeño auto, subieron el equipaje y se dirigieron hasta un distrito residencial estudiantil, o al menos eso parecía para ella, había mucha gente joven, demasiado. Y la mayoría eran espacios compartidos y comunitarios.

El edificio de departamentos que se extendía frente a ella no se miraba totalmente nuevo pero no era un lugar de mala muerte. No tenía elevador, era una serie de escalones exteriores que conectaban las cuatro plantas de apartamentos en el edificio.

El apartamento de Max no era muy espacioso, pero tampoco era diminuto, era justo para dos personas. Su primo sacrificaría su estudio personal y ahora los instrumentos de medición que terminaría compartiendo con ella se encontraban acomodados en un escritorio en el recibidor.

Las paredes pintadas de color arena, impersonales, exceptuando algunos cuadros con fotografías de su familia, ella se recordó que también colgaría las suyas.

Después de la típica entrada japonesa donde dejaría sus zapatos, estaba el pequeño recibidor con el escritorio, piso de madera, paredes arena, puerta del sanitario, la próxima habitación era grande, la sala-comedor, donde una mesa para dos le daba la bienvenida, le gustaba la mesa, era color rojo junto con las sillas. En la pared un reloj de cucú, y más allá los sillones marrones, junto a una ventana una televisión de segunda mano y películas VHS amontonadas en el piso. Miró de reojo a su derecha, la entrada a la cocina, pequeña, esencial, con una pequeña estufa de dos fogones, un refrigerador que hacia un extraño ruido. Un microondas blanco, un tostador plateado y una cafetera azul. La alacena con vajilla de flores, un regalo de la abuela.

—Tu habitación es la de la derecha, es más pequeña pero tiene salida al balcón. Espero te sientas cómoda. —le explicó mientras llevaba su equipaje a la habitación indicada.

—No te preocupes. No hay problema. —sonrió con cansancio.

—Puedes comenzar a desempacar, terminaré unos reportes y si te sientes con animos vamos a cenar a algún puesto de comida cerca de acá.

—Me encanta la idea. Oye, ¿podemos pintar las paredes? —preguntó observando el color actual.

—Sí. Aunque no tengo pintura en este momento. —se encogió de hombros.

—No importa, ya la compraré yo luego, quisiera poner algunas cosas en mi pared.

—Adelante.

Entró a su nueva habitación cerrando la puerta con cuidado. Paseó la vista lentamente. Un espacio de paredes arena y piso de madera con cajas de cartón en una esquina, un ropero vacío y una cama en la esquina lejana.

Suspiró.

"Manos a la obra."


Eran entradas las 10 de la noche cuando decidió que su hambre podía más que su molestia. Para su fortuna Takao lo esperaba poniéndose los zapatos en el recibidor, consciente de que Shintaro buscaría comida a esa hora, como ya antes había sucedido.

Sin mediar palabra ambos se dirigieron a un puesto de ramen que se encontraba a unas cuadras del apartamento.

Takao miraba de reojo a su amigo, últimamente las reuniones con sus padres lo ponían de mal humor. El sospechaba el por qué, pero mientras no fuera confirmado solo era eso, una sospecha.

—Puedo seguir taladrándote con la mirada lo que resta de la noche si es necesario, Shin-chan. —dijo Takao.

Shintaro gruñó.

Tal vez ya que hubiera comido algo dejara de refunfuñar tanto.

El lugar de ramen estaba con una carpa, era algo amplio ya que extendía algunas mesas además de la barra. Justo había dos lugares libres cerca de la barra, se preguntó el porqué de ello, pero luego observó a los dos extranjeros más próximos a los lugares, en una mesa del costado. A Takao le importaba un reverendo pepino, y sabía que a Midorima también, así que tomaron asiento listos para pedir.

—Un Shoyu para mí y un Miso para él. —pidió Kazunari rápidamente. También pidió dos cervezas que sabía que a pesar de no ser del gusto del más alto, no se negaría.

—Mis padres quieren empezar a organizarme un Omiai. —dijo Midorima luego de tomar el primer sorbo de la lata.

Takao pudo haberse sorprendido, pero no lo demostró. Iba a responderle, pero sus oídos captaron algo extraño.

Eran los extranjeros, estaban conversando entre ellos, pero lo que le hizo observarles fue que no reconocia el idioma, Shintaro al parecer estaba en la misma situación, seguro los comensales que habían llegado antes que ellos también.

—Ciamar a tha thu? (¿Cómo estás?) —era una chica la que había hablado. Notaba que era alta. Con cabello de un naranja terroso, algo cobrizo.

—Gu math. A bheil thu deiseil? (Bien. ¿Estás lista?)—respondió el chico. Era alto, fornido y la barba lo hacía ver mucho mayor de lo que probablemente era.

—Aye. Tha mi neònach. (Si. Estoy nerviosa).

—Tha e àbhaisteach. (Es normal).

Takao se moría por seguir husmeando, aunque no entendiera ni una sola palabra. ¿Cómo podría describirlo? Era un acento fuerte, rasposo, tronador, probablemente arrastrado en la lengua. Parpadeó tratando de ignorarlos.

—¿Qué esperabas? Sabes como son. Tenemos veinticinco, es cuando empiezan a contar los días. Doy gracias a que mis viejos no insisten tanto. —habló por fin Takao.

—No tengo tiempo para estas cosas. Tengo demasiado con la universidad y la selección.

—Puedes resistir la presión, Shin-chan. Aunque una linda novia no le hace daño a nadie.

Midorima arrugó la cara como un limón y Takao soltó una carcajada.

Comieron en silencio, pero más relajados.

Takao tenía razón, debía resistir la presión de sus padres. Podía intentar el método de Aomine, que se la pasaba con el fax desconectado e incluso había cambiado el registro de su madre en el directorio del teléfono a "No contestar a la vieja chismosa".

El plato de ramen, como siempre, mejoraba el ánimo. Terminaron y se marcharon.

Shintaro se dirigió a la máquina de bebidas que estaba cerca de allí, cuando se dio cuenta que debía esperar su turno con el dispensador.

—Caoch! (¡Mierda!)

Kazunari alzó una ceja. Frente a ellos estaba la chica pelirroja del puesto. Parecía que estaba a punto de asesinar a la máquina de bebidas. Al parecer estaba sola.

—¿Necesitas ayuda? —decidió acercarse. Midorima rodó los ojos.

Al estar frente a frente, Kazunari se dio cuenta que eran de la misma estatura. Una chica alta.

—Algo hice mal. Es la primera vez que utilizo una de estas. —habló la chica. Takao casi se rie en su cara. Si pensaba que Shintaro tenía un acento gracioso es porque no había escuchado el japonés de esa chica.

Ella pareció darse cuenta.

—Lo siento. ¿No eres de por aquí?

—Obviamente, Kazunari. —habló Midorima sorprendiéndolo. La chica lo miró.

En silencio se encargó de la máquina. Que dio fácilmente la bebida. Ella se sintió tonta.

—Eh… muchas gracias. Disculpen mi japonés, llegue hoy. —parecía avergonzada.

—¡Oh! Eso lo explica. ¿De dónde eres? Mi nombre es Kazunari Takao, un placer. —sonrió.

Ella también. Era bonita.

—Escocia. Caitrìona McTavish. —le extendió la mano y Kazunari la tomó.

—¡Cat!

Desde la esquina de la cuadra estaba llamándole el chico que la acompañaba antes.

—Nos vemos. —tomó la bebida rápidamente mientras trotaba hacia el otro chico.

Kazunari se quedó mirando por donde se había ido. Midorima solo se dedicó a obtener su bebida.

—Era bonita.

—¿Ah, si?

—¡No lo niegues!

—No me fije en eso realmente.

El camino de regreso al apartamento fue prácticamente llenado con los parloteos del pelinegro sobre la exótica pelirroja que acababa de llegar de quien sabe dónde.

Pero para fortuna o desgracia de Shintaro, realmente no volvió a encontrarse con la extranjera hasta varios, pero varios meses después.

Y estaba seguro que no era bonita, era un demonio.


Nota de la Autora parte 2: Antes de que me maten por haber cambiado la nacionalidad de Cat quiero decirles que realmente hay una razón para eso. Además de que ando medio celta estos días jajajaja. Espero que les haya gustado este primer capítulo. Como han notado las edades son diferentes. Tengo intenciones de convertir a Cat en completamente lo opuesto de lo que Shin esta buscando. Por cierto, Cat y Max (antiguamente llamado César) hablan gaélico escocés. También tienen un acento muy diferente al hablar inglés, por consecuencia el japonés también.

Espero colgarles pronto el siguiente capítulo.

Cariñitos, -kappa.


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