Bueno, esta historia está en Amor Yaoi también, donde mi seudonimo es Juuri Kiryu. Solo vamos a aclarar un par de cosas:
Kaname y Yuuki no tuvieron una hija aquí.
Yuuki no es una perra loca(?)
Prólogo.
Dio una patada fuerte, derribando la puerta. Estaba molesto, claro. El pobre idiota les había derribado un bote de desperdicios encima al huir. Los habían enviado a un pueblito olvidado de Osaka, por lo que las construcciones eran terriblemente antiguas.
El nivel E al que perseguían era peligroso, ni siquiera estando vivo había sido muy humano. La urgencia que la Asociación tenía por encontrarlo era tal que los habían enviado juntos, a pedido de Yagari. Kaito era su complemento perfecto según muchos de los cazadores veteranos. Eran una buena dupla, además de que siempre mantenían a raya a los cazadores novatos.
— El bastardo no está aquí — Se oyó la voz de Kaito por el comunicador, tan enfadada que Zero podía imaginar su expresión también. Era algo… que lo ponía de buen humor la mayoría de las veces. — Carajo, te juro que más vale que tú lo encuentres, si yo cojo al hijo de perra… Me voy a divertir de lo lindo
— No te dejes llevar, solo atrápalo. Yo me encargo del resto — respondió desganado. Había interrumpido sus clases en la Universidad para poder ir tras ese nivel E, y aunque no le emocionaba demasiado ver a sus estudiantes, tampoco lo entusiasmaba su situación actual.
— ¿Te seguirás burlando de mí? — el reproche en la oración era bastante evidente. Zero sujetó con firmeza la Bloody Rose, y entornó los ojos al notar una sombra moverse. — ¿Sigues ahí?
— Estoy aquí. Pero hay algo que no me gusta. Llama a Yagari, hay demasiada porquería aquí como para ser de un mismo vampiro. — Zero entró a una casa en ruinas. Era extraño encontrar una de esas en Japón, especialmente porque todo se aprovechaba.
— ¿Qué es?
— No lo sé… Solo hazlo.
Y entonces se introdujo en la casa, observando las paredes machadas de suciedad. El olor era nauseabundo, impregnado de sangre y otros fluidos. La escena era grotesca, además de que en el aire se sentía cierta electricidad. Esa que anunciaba algo terrible, la acción, como Kaito la llamaba.
Hacía años que el lugar no había sido ocupado, pues no había rastro alguno de muebles, o de que alguna persona normal entrara y saliera con vida. La madera del piso parecía estar pudriéndose por la sangre fresca en el piso. Para que eso ocurriera, debía haber alguien desangrándose durante horas, por varias semanas. Y eso era precisamente lo que no le gustaba.
Mientras caminaba iba derribando cuantas paredes lo rodeaban. No le gustaban las sorpresas cuando trabajaba.
Observó restos de sogas en el suelo y luego tanteó una mancha grande de sangre que parecía ser de horas atrás, quizás.
No es humana. No del todo, pensó cuando la olfateó unos momentos. Habían transformado a alguien. Se limpió en su pantalón antes de seguir su nariz, el olor iba empeorando. Comenzaba a oír latidos lentos, demasiado para ser humanos. Una presencia detrás de él apareció de pronto, pero tan solo tardó unos segundos en tomarlo del cuello y enterrarle el arma en la cara. No iba a gastar un disparo en ese tipo. Ni siquiera era su objetivo. Eso no le gustó en definitiva.
De repente la presencia de vampiros fue aumentando de un instante a otro, cosa que nunca en su vida había visto. Quitó el seguro del revolver, dispuesto a disparar si era necesario aunque quería esperar. Vio unos ojos rojos antes de salir volando de la casa. Se estrelló contra la pared de la casa de enfrente. Cuando abrió los ojos maldijo y vio a Kaito enarcar una ceja y sonreír de lado mientras tomaba su espada, pero Zero se tronó el cuello y luego observó al mayor con sarcasmo. El castaño tomó en su lugar otro revolver parecido y le sonrió disculpándose.
Un vampiro profirió palabras que no entendieron del todo. Parecía ser inglés, o alemán, pero Kaito no logró entenderlo. El vampiro parecía ser viejo, por lo que sería humano, pero además de eso, era extraño.
Zero lo comprendió casi enseguida cuando lo reconoció.
Kaito, él era un cazador. — anunció con molestia.
Esa sería una larga noche.
La criatura los apenas los observó antes de lanzarse contra ellos.
Y el trabajo comenzó.
Una cuadrilla de cazadores había llegado media hora más tarde. Tanto Zero como Kaito estaban sentados a la orilla de la ahora derruida casa. Kaito fumaba un cigarrillo mientras Zero se limpiaba las manos con un trozo de su camisa rasgada. Estaban bañados en sudor, y apestaban a lo que fuese que era la criatura. Pero habían tenido que lanzar un hechizo de contención al sótano de aquel lugar. Habían encontrado varios niveles E, entre ellos su objetivo. Estaban en una especie de letargo, no habían reaccionado a tiempo para escapar.
Yagari llegó acompañado de dos hombres. Los mechones largos de cabello negro estaban atado en una coleta media, bastante mal hecha. Aunque sabía que a sus dos hijos les causaba gracia, era más cómodo para él trabajar en el escritorio con el pelo recogido. Especialmente en esas fechas.
Por eso mandó a callar a sus dos cazadores, que habían compartido miradas cómplices con Zero y Kaito.
¿Alguien me explica porque teníamos un cazador perdido y nadie me avisó? — dijo Yagari al fin, luego de revisar a los vampiros.
Estaba de servicio cuando dejamos de recibir sus reportes. Estaba custodiando la Academia Cross, señor. — informó uno de los cazadores que atendía el sangrado de Kaito.
Takamiya, quiero que visites a ese infeliz. Ya le dimos demasiadas prorrogas. — gruñó el moreno recogiéndose las mangas de la gabardina.
Iré yo. — comentó Zero ganándose la atención de todos los presentes.
¿Está seguro, Zero-dono? — otro de los cazadores que ayudaban a mantener el hechizo de contención — Todos en la Asociación sabemos que realmente es el último lugar que quisiera visitar.
Uno de mis cazadores estaba haciéndole un favor a Kaien. Y está muerto — replicó apagando su cigarrillo en el piso. — Además, dudo mucho que en su estado…— señaló la pierna rota del mayor — sea bueno para intimidar a alguien. — comentó con desdén.
Guárdate tu discurso universitario para tus estudiantes, hijo de perra. — se quejó el castaño estirando sus brazos.
La sonrisa arrogante el rostro de Zero irritó más a su hermano de armas, quien refunfuñó. Yagari suspiró y se masajeó el puente de la nariz.
Los demás cazadores se vieron entre sí, pues estaban acostumbrados a las discusiones de sus superiores. Pero sobre todo, complacidos por la actitud de Zero. Muchos dudaban aun de la lealtad del último hijo de la casa Kiryu, sin embargo eran más quienes confiaban en él y su nivel de compromiso para con la Asociación. Para con sus hermanos cazadores.
Bien, pero intenta no matar a nadie. — Dijo Yagari, acercándose para ayudar a su hijo mayor a caminar. — Y no quiero escándalos con los humanos, lo último que necesito es que entren en pánico y nos hagan más difícil nuestro trabajo.
Iré yo, no Kaito. — rezongó causando la risa de los demás cazadores.
Tienes un punto. — Yagari asintió y llevó a su hijo a uno de los caballos que habían llevado consigo.
—~O~—
Luego de la guerra entre puros, o como muchos cazadores habían comenzado a llamar a ese año: la Depuración; el clan Kuran había retomado el proyecto de convivencia junto con Kaien Cross. La Academia nuevamente había sido abierta, con su antiguo sistema. Clase diurna y clase nocturna, pero esta vez el mismo directo se había hecho cargo de supervisar el cambio de turnos. Una de las profesoras le acompañaba.
Por supuesto, la Asociación había impuesto dos condiciones. Ellos harían inspecciones sorpresa. Si algo parecía sospechoso, irrumpirían en el dormitorio de la Luna. También les debían entregar reportes de cada uno de los vampiros que pertenecían a la clase nocturna.
Yuuki Kuran, era la joven princesa sangre pura. Hermana menor de Kaname Kuran, la princesa Kuran era dirigente por excelencia de los vampiros. Luego del incidente con Sara no muchos confiaban en Kaname, aunque le temían bastante. Dos purasangre más residían en la Academia, Isaya Shoto, y el mismo Kuran Kaname. El resto eran nobles, del sequito de los tres.
María Kurenai, sin embargo se mantenía distante de los tres. Yuuki constantemente intentaba hablar con ella, como en esa ocasión.
Estaban sentadas en uno de los arcos del pasillo principal. María observaba la fuente con desinterés, pero prefería aquello a mirar a la pura sangre. El resto de los vampiros se mantenía alrededor de los dos varones purasangre, manteniendo algunas charlas insulsas. María podía escucharlas perfectamente.
Kurenai–san… — Habló delicadamente la princesa. — ¿No eres feliz aquí?
Kuran –sama, yo no pertenezco aquí. Mi lugar… — dudó un momento al decirlo — Mi lugar no está en este lugar.
Yuuki pegó sus piernas a su pecho e hizo un puchero pequeño, haciendo sonreír a la vampiresa. Volvió a mirar la fuente, y sonrió dulcemente.
¿Aun te escribe? — preguntó la castaña, dibujando corazones imaginarios en el piso.
Zero es un hombre ocupado. Tarda un poco en contestar — balanceó sus pies un momento y asintió.
Al menos a ti no te ha retirado la palabra.
María sonrió. Zero era, al parecer, lo único que la princesa de todo no podía tener. Zero era de naturaleza… salvaje. Si a él no le parecía bien ser encontrado, nunca lo hallaban. Y desde que se había único a los cazadores de tiempo completo, escribir era la única forma de comunicarse con él. Claro que las cosas entre Yuuki y él ya iban muy mal para cuando se fue.
Zero mantenía informada a Kurenai de sus movimientos la mayoría de las veces, pues sabía del lazo que ambos compartían.
Soy lo único que tienes. Y soy el único en el que puedes confiar ahora, había dicho al despedirse. Ambos habían estado bajo el mando de Shizuska, y ambos amaban con todo su corazón a Ichiru.
Razones no le faltaban. Pero… Hay algo que me molesta desde hace días. Es como si fuera a pasar. — explicó la noble alisando su falda, mientras Yuuki suspiraba.
¿A qué te refieres, Kurenai–san…?
¡Yuuki–sama! — Isaya se acercó con un paso lento, pero sus zancadas eran grandes. La princesa había aprendido a leer los significados de cada uno de los gestos del mayor. Y sabía que tenía prisa en ese instante. Kaname venía detrás de él, con los labios apretados en una fina línea recta. — Yuuki…
¿Ocurrió algo?
La Asociación, enviaron a alguien. — informó Kaname cuando estuvo lo suficientemente cerca. Los ojos cafés de la chica, refulgieron.
Kurenai, reúnete con él resto de los nobles. — ordenó la muchacha antes de ponerse de pie y echar a correr a la oficina del director. Los dos hombres reaccionaron tarde cuando comenzaron a seguirla.
La enorme puerta de la oficina central, era pesada. Aún así, para ella era como mover una cortina de tela, bastaba con un empujón suave.
Yuuki se enfadaba normalmente cuando los inspectores llegaban, Le parecían en su mayoría pretenciosos, y crueles. No parecían valorar realmente lo que ellos hacían.
Por eso, entró a la oficina dispuesta a intimidar un poco al pobre diablo que creyera que podía despreciar su escuela, su clase y a sus protegidos.
¡Director Cross! ¡Vine en cuanto lo escuché! — anunció antes de quedarse congelada en su lugar. Cross parecía triste, pálido como si hubiese visto un fantasma. Frente a él, un cazador alto y fuerte se erguía como un roble. Su presencia era intimidante en exceso, debía reconocerlo. Probablemente, era porque había visto lo que ese hombre era capaz de hacer. — Zero…
Kuran. — con un asentimiento de cabeza, el cazador le indicó que era consciente de su presencia. — Shoto –dono, y Kuran mayor. — agregó cuando vio entrar a los mencionados.
Tanto tiempo… — sonrió la princesa sin poder evitarlo. — Nunca viniste tú a hacer la inspección.
No es una inspección — informó Kaien, con la voz forzada por las emociones.
Es una investigación, Señorita Kuran. Y me temo que prefiero, me llame por mi apellido. Es lo más profesional.
Kaname observó al cazador con interés profundo. La fuerte presencia le indicaba que en efecto, ese era el joven a quien había visto crecer. El joven que en algún momento se le fue de las manos y representó un riesgo para él y para su hermana. Kiryu Zero, había sido como un perro listo para atacar de joven. Ahora, con los años haciendo su trabajo en él, ciertamente tenía el aura de un animal rabioso, pero astuto.
Ese hombre, su peón más fuerte, era un arma portando armas. Su sola presencia lograba inquietarlo. No le sorprendía, se había alimentado de más purasangres que él mismo. Había forjado una leyenda aun más horrorosa que la de Kaien Cross, el vampiro sin colmillos.
Kiryu Zero, era el devorador de puros.
Bueno, los comentarios y sugerencias son bienvenidos. Besos.
