Este fanfic es OOC, por lo tanto se mencionan cosas que podrían ser delicadas para algunos, por favor abstenerse quienes sean sensibles respecto al tema de las drogas y conductas disruptivas (contiene un tanto, tampoco abusa del tema, cabe destacar)

Ken es sólo un personaje necesario en la historia, es un fanfic Takari.
No es para herir sensibilidades de fans de Ken que pudieran molestarse con lo que se muestra acá, me gusta Ichijouji más que cualquier otro personaje de la segunda temporada de la serie.


Lo veía a diario, por donde fuera que caminara él aparecía. No quería encontrármelo pero por circunstancias incomprensibles parecía un deseo imposible.

Los fríos ojos que me miraban de otra manera no hacía tanto tiempo atrás, poco a poco fueron haciéndose más soportables. No había nada que pudiera hacer excepto tolerarlo.

Aún recuerdo el día en el que supe que él tenía una nueva novia. Fue el día en el que todo cambió para mí. En ese momento no pude manejarlo. Nunca me sentí así de mal antes, ni hasta ahora nunca nada se sintió así de sobrecogedor. Salí del lugar tan normal como pude, me hubiese gustado poder llorar o incluso gritar, sin embargo simplemente las lágrimas no salían de mi ojos… la angustia que sentía apoderó de mi y comencé a percibir como poco a poco la oscuridad me rodeaba e intentaba arrastrarme hacia ella insistentemente, y me encontré a mi misma no deseando luchar contra ella, porque era más fácil no batallar y simplemente me dejé llevar… Aparecí en el ya conocido Océano Oscuro y por primera vez no me pareció tan atemorizante como alguna vez di por sentado. Podía oír en el fondo algo como en un murmullo cautivante… el mar me llamaba hacia sus profundidades y no parecía ser una mala idea, pero estaba levemente consciente de que me estaba manipulando y pude resistir aquel llamado. Caminé por la orilla esperando encontrar algo distinto, pero el paisaje era el mismo aunque llevaba más de treinta minutos caminando. Me senté y miré el horizonte y me concentré en las oscuras aguas que me abstraían de mis pensamientos, observando aquel mar carente de vida me sentí menos pesada, mi mente poco a poco se tornaba en blanco y era una sensación fantástica de libertad… mi ruptura con TK, la noticia de su nueva novia, mi hermano yéndose a la universidad nuevamente, mis amigos haciendo su vida, mis constantes fallos en los exámenes de ensayo para entrar en la universidad que deseaba… los recuerdos más cercanos y más amargos se estaban alejando uno a uno y las malas experiencias que atravesé, aquellas cosas que no podía resolver, podía sentir como ya no eran más un problema…y que el murmullo atrayente que oía en un principio y que podía ignorar, cada vez me costaba más eludirlo. Me levanté y caminé hacia el mar, me acerqué peligrosamente a la orilla donde mis pies se mojaron en aquel mar increíblemente frío. Aunque a medida que pasaba el tiempo, me acostumbraba a la gélida sensación y percibía a mis piernas como solo se sienten cuando estas bajo el efecto de la anestesia. Seguí adentrándome sin querer otra cosa más que llegar hasta de dónde provenía el susurro, hasta que algo apareció me arrastró y me desvió de mi objetivo, sacándome del agua y me empujó bruscamente una vez que nos alejamos de la orilla, caí sobre la arena, sólo en ese momento fue cuando por primera vez noté a quien me había sacado del trance.

—¿Eres tonta? ¿Por qué escuchas lo que te dice este mar? ¡te dejaste arrastrar!… De cualquier modo ¿cómo puedes estar aquí?

Escuchaba sus preguntas y aunque traté de responder no pude, porque no tenía una sola respuesta para ellas. Él tenía razón, me había dejado llevar y no había sido como imaginé… supe que si me volvía arrastrar en el futuro sería mucho más fácil ceder.

—Tú debes ser otra elegida… ¿Cuál es tu nombre?
—Hikari…

Escuché su risa… y capté el chiste y si, era gracioso mi nombre en aquel lugar, en aquella circunstancia.

—Lo siento, no era mi intención reírme de tu nombre, de hecho me agrada… Es sólo un poco paradójico para la situación. Mi nombre es Ken Ichijouji.

Lo miré a la cara por primera vez y tenía un rostro amable y me parecía levemente familiar. Estiró su brazo y me ayudó a levantarme. Toqué la ropa que debía estar empapada y extrañamente noté que la ropa estaba seca. No lo cuestioné, cosas más extrañas me han pasado, sin embargo no dejaba de ser raro.

Estaba avergonzada por lo que había pasado, no obstante él parecía no cuestionarme, porque no hizo otra mención a lo sucedido. Una vez que comenzamos a caminar, me detuve a mirarlo nuevamente y traté de hacer memoria… sabía que lo había visto en alguna parte y súbitamente recordé dónde; él era de un curso distinto pero del mismo grado que yo. Tan repentinamente como lo había recordado, un sueño incontrolable se apropió de mi y apenas alcancé a mencionar su nombre, sucumbí.
Desperté y al instante noté un persistente dolor en la espalda, traté de incorporarme y un poco más allá vi a Ken… de algún modo había logrado salir de aquel mundo y creo que había sido gracias a él.

—Gracias por sacarme de ese lugar. Nunca sé cómo es que llego ahí ni mucho menos cómo salir.
—Entonces no deberías ir.
—¿Tú puedes entrar y salir a voluntad?
—¿Grandioso, no?

Entendí el sarcasmo y sonreí, él sonrió de vuelta y fue así como nos conocimos.
Él era muy distinto a todas las personas que conocí antes, era sarcástico, muchas veces demasiado serio, pero era gracioso de un modo retorcido. Resultó ser un elegido, como yo, pero que nunca conocimos. Una vez que llegué a entenderlo se hizo fácil pasar el tiempo con él y de esa manera TK poco a poco comenzó a ser menos necesario en mi vida, aunque Ken y yo solo éramos amigos, él llenaba su vacío.

Un día como cualquier otro, Ken me esperaba afuera del salón. Me pidió que lo acompañara a un lugar y como no tenía nada mejor que hacer acepté. Comencé a desconcertarme cuando nos alejábamos de los límites establecidos como seguros de la ciudad, para ir a un lugar que toda la vida se ha mencionado como peligroso: los alrededores del puerto de Shiba-ura. Los containers abandonados por el desuso, el olor a orina, basura descompuesta, a mar, y lo desolado del lugar, ciertamente me daban mala espina, pero Ken parecía saber a dónde iba, porque se detuvo ante un container en especifico y golpeó lo que imaginé debió ser una especie de clave, y una mano salió por la puertecilla, Ken le entregó dinero y la misma mano salió segundos más tarde, ya sin el billete, si no con algo que parecía una envoltura que Ken tomó y con un gesto me indicó que nos fuéramos. No puedo negar que me sentía curiosa… después de todo habían ciertos rumores sobre él y el consumo de sustancias no muy bien ponderadas.

Caminamos un poco más y Ken se sentó, suspiró y me quedó mirando fijo porque yo seguía interrogándolo con la mirada acerca sobre lo que había sido todo eso y finalmente él me mostró el contenido. Era justo lo que creía. Sería mentira si dijera que no me provocó cierto rechazo… nunca había sido testigo ocular sobre alguna cosa así, pero confiaba en él y no lo juzgaría. Todos tienen sus razones.
Después de verlo fumar y luego sucumbiendo al efecto, comenzó a reír. Yo no lo entendía del todo y lo rechacé cuando me ofreció en primera instancia, pero hubo algo en su distraída y divertida mirada que me hizo pensar que tal vez probarlo no sería tan malo… quería que él me incitara a intentarlo, porque soy demasiado cobarde para admitir que si quería experimentarlo, pero él no hizo tal cosa, por lo que tuve que admitir que lo deseaba también y él nuevamente no me preguntó el por qué y simplemente me indicó cómo debía hacerlo. Además de atorarme y sentir un sabor amargo, realmente no fue tan terrible como lo creí. Comencé a sentir el efecto y ahora comprendía su risa y era contagiosa... estábamos ahora en la misma sintonía y mis preocupaciones por un momento no circulaban en mis pensamientos y esa fue la segunda vez que me sentí así de libre…

Ken y yo emprendimos el camino de regreso a los "límites urbanos permitidos" y fuimos a comer algo. Nunca nada supo tan delicioso como aquella económica hamburguesa que compramos en el primer lugar que encontramos, aunque después el sueño que me dio era difícil de soportar, por lo que le dije a Ken que me iría a casa, él me miró sonriente y sin ningún previo aviso me besó, y yo no lo rechacé. Me agradó su beso, se sentía correcto y adecuado para terminar el mejor día que había tenido en meses. Nos despedimos y aquella circunstancia nunca más se dio, no volvimos a besarnos ni a hablar de ello, simplemente se quedó ahí, en nuestros recuerdos. Sin embargo en nuestra abstracción, no notamos que hubo testigos de aquel acontecimiento.

Al volver ese lunes a clases ya se habían esparcido los rumores acerca de que Ichijouji, el misterioso chico del otro curso y yo estábamos juntos. A mí no me podía importar menos a esas alturas, en realidad poco me importaba. Estaba soltera y no le debía ninguna clase de explicación a nadie, por que cuando se lo conté, me dijo que podía ser bueno, porque así no se harían más preguntas y estuve de acuerdo. Desde ese día íbamos todos las semanas sagradamente los días viernes al sector portuario, las risas abundaban, las aventuras sobraban y mis días se hacían más cortos.

Ese día, a diferencia de las semanas anteriores me encontré con TK frente a frente. Desde que había terminado nuestro noviazgo que no lo tenía a tan poca distancia de mi, desde ese día nunca más nos habíamos encontrado solos en ningún lugar. Lo miré, y busque la mirada glacial a la que me tenía tan acostumbrada, sin embargo no fue eso lo que encontré. Sus ojos ya no eran fríos, sino que me miraban ahora con ira contenida y parecía incapaz de desviar la mirada como lo hacía antes. Yo no entendí bien cuál era su intención o qué pretendía decirme, porque cuando finalmente iba a hablar apareció Ken en un tiempo justo, y como si lo hubiese llamado, llegó a mi lado, ignoró a TK y me pidió que lo esperara a la salida porque iba a tardar un poco. Me preguntó si ya me iba a la sala y yo asentí por lo que me volteé para seguirlo y sólo me detuve cuando oí que TK enojado habló.

—Ella y yo estábamos manteniendo una conversación.
—¿En serio? No escuché que hablaran… por cierto ¿y tu quién eres?

En algún momento me pregunté si sólo lo estaba haciendo enojar o si no sabía quién era él, pero al mirar a Ken noté que él no lo sabía de verdad y en realidad nunca le hablé sobre TK.

—¿Ella no te ha hablado de mi?
—¿Eres Taichi, su hermano? Pensé que eras mayor… no se parecen mucho…

TK estaba irritado y yo lo pude percibir, se dio media vuelta y se marchó sin decir otra palabra. Ken me miró interrogante, pero comprendió al instante que no quería hablar y él lo respetó.

Estaba esperando a Ken como me lo pidió, pero se estaba tardando demasiado y me estaba aburriendo, así que comencé a buscarlo y empecé por su salón, pero el chico con el que estaba haciendo aseando el salón me dijo que él estaba en el baño. Emprendí rumbo al baño y comencé a hablarle en voz alta y a pedirle que se apresurara o me marcharía sin él. Los pasos que oía lejanos de pronto se acercaron, vi unas zapatillas y levanté la mirada y los ojos que vi no eran los de la persona que esperaba ver. Encontré a TK nuevamente frente a mí.

—¿No puedes esperar un poco más a tu noviecito?

No me interesaba responderle. Por lo que di media vuelta y dispuse la retirada.

—No me gusta que me ignores, Kari.

Yo solo sonreí y seguí caminando. Él fue quien terminó conmigo sin ninguna explicación convincente ¿y me decía que a él no le gustaba sentirse ignorado? Era el colmo del descaro. Me había detenido para escuchar lo que tuviera que decir, pero preferí seguir mi camino. Takeru en tres zancadas se encontró delante de mí, impidió mi paso y con sus manos afirmó mi cabeza, me obligó a mirarlo y cuando nuestros ojos se encontraron fue que sentí como su cálida exhalación se acercaba a mi rostro para finalmente observarlo cerrar los ojos y besarme. Esa sensación tan conocida y tan anhelada en el pasado se sentía muy familiar… pero solo eso. Ya no sentía más mis rodillas debilitarse, mi estomago no se sentía inestable, no me quitó el apetito y tampoco me sonrojé. Mi corazón ni siquiera se agitó. Ya no había siquiera un solo resquicio de esas cosas que él me provocaba antes. No le devolví el beso, pero tampoco lo empujé, pero me limité a mantener los ojos abiertos cosa que él notó porque cuando aún mantenía su boca unida a la mía repentinamente abrió sus ojos y se encontró con mis ojos abiertos. Él se alejó y me miró sorprendido, él si se veía agitado y afectado, di un paso hacia atrás, luego otro. Di media vuelta y me fui.
Él ya no valía mi tiempo…


Continuará...