Mi Maid personal

No tienes idea de lo mucho que te amo. Amo la forma en que me miras, con esos ojos dorados capaces de desafiar a cualquiera que se interponga en tu camino. Amo todas tus expresiones: cuando te enojas, cuandl te avergüenzas, cuando te asustas y, especialmente, cuando sonríes. Sin embargo, son muy escasas las veces que te veo con una sonrisa de verdad. No es aquella que muestras en tu trabajo de medio tiempo en el Maid Cafe. Sé que te molesta que sepa tu secreto, pero me alegra saberlo. Y más aún me alegra ser el único que tenga a su disposición una maid personal.

Y otra vez estás ahí, sonrojándote por algo que te dije. Poco a poco vas abriendo tu corazón, pero enseguida lanzas un grito de enojo seguido de unos golpecitos en mi pecho, como queriendo alejarte de mí. No importa lo que piensen los demás. Aunque el mundo te vea como una mujer fuerte y valiente, solo yo puedo ver tu fragilidad, el cual lo escondes detrás de un escudo por temor a ser lastimada. Aún así, destruyo tus defensas y, poco a poco, logro acercarme a tí acariciando tus suaves cabellos negros. Y al ver que no opones resistencia, te beso en la frente con el deseo de que seas mía para siempre. Así que, prepárate, porque haré que te enamores de mí una y otra vez, presidenta.