Introducción: Esta historia se desarrolla en un mundo donde Se vive bajo el gobierno de los más fuertes. Es una adaptación de historias creadas al paso del tiempo que dedique al rol por internet, espero les guste. Comentarios y sugerencias, son bienvenidas.

En un mundo extraño, habitado por protagonistas hermosos, horrorosos y fantásticos, personajes que solo podrían surgir de cuentos de hadas y leyendas.

Nacida en un linaje de vampiros, empieza esta historia de amor, guerra, odio e hipocresía.

Una joven mujer de ojos azules, comparables con el más inexplorado de los mares, cabellos tan oscuros como la noche que le tendía su manto para poder alimentar su cuerpo .instruida bajo los ideales de su padre, quien le formo como guerrera y asesina al perder a su compañera al nacimiento de Kaoru, el padre y líder del clan de vampiros de aquel territorio, se apropio y encargo del aprendizaje de su hija, mas como solo había tenido varones no entendía muy bien como formar a su hija, así que le educo como si se tratara de un muchacho. Nunca se decepcionó de esta, era tal cual la había imaginado, fuerte, una grandiosa contrincante para cualquiera que le retara o desafiara pero sin dejar de lado aquello que le era inherente al ser una agraciada mujer.

Al sentirse sofocada en su entorno, no muy contenta o convencida de su naturaleza vampírica. Poco o nada le gustaba su estilo de vida en especial le repugnaba necesitar del liquido tibio y rojo que manaba de las criaturas. Despertando con una inesperada avidez de conocer más allá de los territorios de su morada, Concluyó partir de su hogar, necesitaba salir de allí conocer otros estilos de vida, otras criaturas, abrir sus ojos a nuevos mundos, dejar volar a su espíritu aventurero y por que no, encontrar donde formar su propio hogar. Con todo conocimiento de su responsabilidad, como sucesora al liderazgo del clan, sabría enfrentar aquel reto cuando fuere necesario, pero ahora quería ser libre, libre de experimentar, de conocer, de fracasar sin ser juzgada por su padre y sabía muy bien, ello lo alcanzaría si se apartaba de su núcleo familiar.

Tras abandonar los límites de su morada, de aquello que tanto conocía y ya había memorizado a lo largo de su vida inmortal, tras algunos kilómetros recorridos sin noción del tiempo, se sintió contrariada al no haber considerado a su padre y hermanos, y dejarles algo que les explicara el porqué de su partida.

Transcurridos 3 meses desde su partida, ocultándose de criaturas de otras razas porque era un mundo lleno de muchas formas de vida, cada una con su característica que les aglomeraba en razas, con sus respectivos líderes y oponentes. Alimentándose de estas para aportar a su cuerpo la energía necesaria para continuar su viaje fuera de su hogar, Soportando la incomodidad que le provocaba hacerlo,

-¿Qué hermosa noche, verdad? Escucho el suave y seductor susurro de aquel hombre que se dirigía a ella, un hombre de ojos similares a los suyos, azules, profundos y con el inexistente resplandor que poseían otras criaturas en la mirada, cabello tan oscuro como la noche matizado con algunos reflejos celestes, evidentemente se trataba de uno de los suyos, aparentemente, pero poseía una extraña energía, muy lejos de parecerse a la de ella, era un hombre gentil, guapo, de alguna manera, dulce, caballeroso, diferente a cualquier hombre de su estirpe que tuviera memoria de conocer.

Sumergida en la imagen masculina no fue consciente de su cercanía hasta cuando su voz, sonó profunda, muy cerca de ella cuestionándole sobre su procedencia.

-¿Con quien tengo el placer de encontrarme?- fue lo que llego a los oídos de la perenne mujer, de ojos azules.

Un poco perturbada y distraídamente le respondió en un murmullo casi inaudible a no ser por las habilidades de su raza, aquellas mismas que compartían con las criaturas de la envolvente noche, los lobos, las lechuzas, criaturas que hacían parte de su naturaleza tenebrosa. Su condición de vida, la noche les requería en silencio y no podían ser ajenos a todas sus criaturas, al viento, a la obscuridad que acompañaba esta parte del siclo imperturbable de la vida.

-Así que Kaoru?, lindo nombre- dijo con una picara sonrisa al notar el sorprendido rostro femenino, al creer que su murmullo había sido imperceptible para él, usualmente solía susurrar como la muerte que pasa sin ser percatada por su víctima si no hasta que ya es inevitable ser ejecutado por ella y ahogarse en su manto, para algunos el esperado descanso tras una existencia vacía, para otros el inexorable castigo por lo cometido.

-¿Y tan impertinente locutor quién es?- cuestiono divertida al ver al hombre acercarse a su lado, al haberse ella apartado de él por precaución.

-Aoshi- dijo seguida de una sensual sonrisa que no fue esquiva a los ojos de Kaoru.

-¿Gustaría pasar el resto de la noche en mi casa?- dijo sorprendiéndola con su oferta.-Pronto se presentara el alba y no creo conveniente le atrape sin un lugar donde refugiarse-

-Aun que en realidad no necesito de vuestra generosa oferta, la aceptare- dijo Kaoru aceptando la mano que ofreció a ella.

No tomando muy en serio sus palabras prosiguiendo con su camino, dejándole tras ella, perdiéndose entre la brumosa niebla, su cuerpo inadvertidamente tropezó con algo, al fijar su mirada sobre el posible obstáculo, sus ojos se estrellaron de nuevo con los azules del apuesto y caballeroso hombre de la noche.

-Insisto, debería pasar al menos esta que surja la noche de nuevo, en mi casa- dijo acercándose a ella, percatándose Kaoru de estar siendo apresada por las fuertes manos masculinas.

-Le acompañare en esta ocasión, pero tan pronto se presente el crepúsculo continuare con mi camino- dijo solemnemente Kaoru.

-Está bien, mi lady, disfrutare de tan agradable compañía mientras sea posible- dijo coquetamente notando subir al rostro femeninos el color carmesí que tan ajeno era a ellos por su imperturbable palidez

Al empezar a guiarla por el perdido sendero que los conduciría hasta el cómodo hogar del hombre de ojos azul y cabellera tan negra como la de la hermosa mujer.

-es usted muy hermosa si me permite decirlo- susurro Aoshi, acercándose a ella acariciando a propósito la desnuda piel de sus hombros.

-Es muy generoso de su parte hacerme saber su gusto por mí, si se tratara de alguien más, puedo asegurarle que ya estaría obre mi atosigándome con sus besos y carisias, desenfrenadas-.

-Mi lady, tenga por seguro que yo no me atrevería tanto, aun que no le puedo mentir, si no tuviese en este momento algunas cosas más sobre las que pensar, estaría presa bajo mi cuerpo- dijo, observando la expresión de asombro en el rostro de Kaoru.

-lamento no poder actuar diferente- fue las palabras que escucho Kaoru antes de sentir su boca ser asaltada por la masculina, que le exploraba atrevidamente. Si le fuera necesario respirar, estaba casi segura que abría perdido el sentido a falta del aire que el pelinegro robaba de sus pulmones con aquel fogoso beso.

Un ahogado suspiro por parte de Kaoru, surgió de su garganta, no precisamente por el dolor en los pulmones que estaría presentando alguna mortal a causa del voraz y deleitante beso del hombre frente a ella. Noto tenso el cuerpo masculino al separar sus cuerpos, casi lo podía ver temblar por la excitación.

-No pretenderé disculparme por esto, ya que voz sois la única culpable- susurro apoyando dócilmente su mano sobre la espalda femenina, guiándola sin que se diera cuenta.

Kaoru le observo, no podía molestarse con él por lo sucedido. En varias ocasiones se había visto asaltada de tal manera, y no solo por conocidos, sino también por extraños que a causa de la mágica trampa de su cuerpo, su esencia sensual y obscura se desmoronaban perdiendo todo razonamiento coherente ante la tentadora fémina frente a ellos.

-No te preocupes, comprendo – susurro Kaoru, levantando el rostro para poder apreciar mejor el alto edificio.

- sea bienvenida mi lady- dijo aoshi muy caballerosamente, abriendo los amplios portones con un solo y suave movimiento de su mano. Tan pronto los portones se abrieron su mirada viajo sobre los Muebles, los amplios ventanales ocultos tras gruesas cortinas de terciopelo. Aoshi le instigo a seguir, y muy cortésmente le enseño el camino hacia una amplia pero acogedora sala, donde, no dudo en sentarse y descansar sus doloridos pies, el cuerpo le pesaba, tanto como si hubiese cargado con un peso mayor al de sus desasosiegos por partir sin previo aviso.

-Un lindo lugar, si me permite expresarle, Aoshi- dijo con tal confianza, alentada por su comodidad en el interior del hogar de aquel hombre. Se veía tan solitario, que no vio porque no hacerle compañía mientras el ocaso se presentara de nuevo.