Es una tontería que se me ha ocurrido esta noche. Espero que os guste o al menos que no os disguste.
Su cerebro le repetía una y otra vez las palabras escuchadas, ella lo recordaba, lo había hecho desde el mismo día que despertó, le había tenido engañado todo aquel tiempo, y aquello sólo podía significar que ella no sentía lo mismo.
Un fuerte dolor le oprimía el pecho, ella le había mentido, creía que en esos años trabajando años ella habría llegado a conocerlo mejor. Tan sólo tendría que haberle dicho que el sentimiento no era de ambos, él con el tiempo lo habría asumido. Pero ella prefirió callar, y no sólo eso, decidió tenerle engañado. Le pidió tiempo, o eso al menos es lo que él había entendido en aquella conversación que ambos habían tenido en los columpios, y él se lo estaba dando, ahora se sentía como un idiota. Ella no le amaba y había jugado con él.
Salió de aquel edificio, tomó el primer taxi que pasó y una vez dentro dejó salir las lágrimas que había estado reteniendo. Giró la cabeza, miró a través de la ventanilla y dejó escapar un "adiós"
La detective Beckett salía de la sala de interrogatorios, descubría sobre su mesa su café, sus ojos comenzaron a buscar a aquel que le había traído su tan deseado café al tiempo que una sonrisa se dibujaba en su rostro, pero en aquella sala no había rastro de él.
-Espo, ¿ha estado Castle? – preguntaba a su compañero con el café ya en sus manos.
-Sí, pero se marchó como alma que lleva el viento, ni siquiera se paró cuando le llamé – Kate sacudía la cabeza intentando alejar la sensación que terminaba de invadirla- Supongo que habrá tenido que ir a algún sitio.
-Sí, será eso. ¿Quién hay registrando la vivienda del sospechoso? – sentada en su silla miraba la de su compañero vacía a su lado.
-Ryan, supongo que volverá pronto. ¿Qué ha dicho en el interrogatorio?
-Que no recuerda nada, pensé que lo estarías viendo – repasaba las notas de todo lo descubierto hasta ese momento.
-No, estaba Gates.
Castle abría la puerta del loft, entraba y directamente se encerraba en su despacho, no quería que las mujeres de su vida le vieran en aquel estado.
La puerta del despacho se abrió.
-Ahora no madre – dijo él de espaldas a la puerta.
-¿Qué sucede Richard? – Martha no se marchó al contrario se puso frente a su hijo descubriendo como las lágrimas corrían libres por su rostro – Oh, muchacho, ¿qué pasa? – tomaba entre sus manos las de su hijo.
-Me mintió, madre. Kate me ha mentido, siempre ha recordado lo que sucedió – apoyaba su cabeza en el estómago de su madre.
La noche caía sobre NY, en la 12th descubrían que su sospechoso sólo era un carterista, otro día pasaba y continuaban sin saber quién era el responsable de la bomba.
Kate continuaba con aquella sensación extraña, Castle no había regresado a la comisaría, no había llamado en todo el día. Aquello no era normal, no en un caso como el que tenían entre manos.
Llevaba varios minutos con su móvil entre las manos intentando saber si debería llamarlo.
-Llámalo de una vez – la voz de Lanie hizo que levantase la vista.
-¿Qué haces aquí? – Dejaba el móvil sobre su mesa y se levantaba poniéndose al lado de la forense- ¿Café? – Lanie asentía y ambas se encaminaban a la sala de descanso.
-Javi me contó que Castle no había venido desde esta mañana y que cuando llegó sólo había estado aquí cinco minutos. Supuse que te estarías torturando con si llamarlo o no – Kate la miró sonriendo y agachando la cabeza.
-Me conoces mejor que yo misma – le tendía la taza de café humeante- No entiendo que ha podido pasarle.
-Kate, llámalo, pregúntale, y hazte un favor – Kate la miraba esperando lo que su amiga le tendía que decir- anímate a decirle que tú también le amas – Kate abrió la boca para contestar a su amiga pero la forense continuó hablando – Ya es difícil, amar no debe serlo. ¿Hasta cuándo vas a esperar? La vida pasa, y cuando queremos darnos cuenta ha pasado tanto tiempo que las cosas que dejamos para hacerlas más adelante ya no podemos hacerlas. Hace unos meses estuviste a punto de morir, y lo habrías hecho sin darle una oportunidad a ese amor que sientes desde hace años.
Richard cerraba la cremallera de la maleta, tomaba su abrigo entre las manos y salía de su dormitorio.
-¿Estás seguro de lo que vas a hacer? – Martha sujetaba el brazo de su hijo.
-Madre, está decidido, ahora mismo necesito alejarme de ella, y la mejor forma o tal vez la única es salir una temporada de la ciudad.
-Hijo, tal vez deberías darle la oportunidad para que se explicase.
-No hay nada que explicar madre. Te llamaré cuando llegue – dejaba la maleta a su lado y tomaba entre sus brazos a su madre.
-Papá – Alexis aparecía en el salón recién llegada de la comisaría- ¿te vas? – señalaba el equipaje.
-Sí calabaza, llevo tiempo retrasando la firma de libros en Europa, pero ha llegado el momento de hacerlo.
-¿Te ibas sin despedirte? – la joven se abrazaba a su padre con fuerza.
-No cariño, iba a la comisaría para hablar contigo – levantaba la cabeza de su hija tomándola del mentón- Te quiero Alexis, tú y tu abuela sois lo más importante que tengo.
Un avión rodaba por la pista número 3 del JFK, un timbre sonaba en algún sitio de la ciudad de NY.
-Kate, ¿qué haces aquí?
-Hola de nuevo Alexis, venía a hablar con tu padre – la detective entraba una vez que la joven se hacía a un lado y la miraba con cara de sorpresa.
-¿Con mi padre?
-Hola querida – decía Martha al ver quien era la persona que se encontraba en el salón- Lex querida, ¿nos traes unas copas de vino?
- Venía a hablar con Rick – le extrañaba que él aún no hubiera hecho acto de presencia.
-Se ha marchado – Martha tenía apoyada su mano en el brazo de la detective.
-¿Se ha ido? – Kate no entendía.
-Sí, tiene firmas de libros fuera del país – Lex les daba las copas de vino- Os dejo tengo que estudiar mañana tengo examen – decía comenzando a subir las escaleras.
-Sentémonos – ambas mujeres se dirigían al sofá del salón.
-No entiendo, ¿desde cuándo sabía que debía viajar?
-Kate, lo ha descubierto – la detective miraba a la actriz sin saber de qué le estaba hablando- Esta mañana fue a la comisaría y te escuchó durante el interrogatorio – Kate abrió los ojos y con una de sus manos se tapó la boca.
-¡Oh dios mío! Me escuchó decir que lo recordaba todo – dejaba la copa en la mesa y se ponía en pie comenzando a caminar por el salón- Debe pensar que soy una persona horrible por haberle dicho que no lo recordaba.
-No querida, sólo piensa que le has mentido, que no has sido capaz de decirle la verdad porque no le querías decir que tú no sentías lo mismo – Kate se paraba y se giraba para mirar a Martha.
-Pero eso no es cierto, le amo – Kate se dejaba caer sobre el sofá, las lágrimas se agolpaban en sus ojos.
-Oh, querida, lo siento. Él, cree que no sientes lo mismo, se siente dolido por el engaño.
-¿Qué voy a hacer ahora, cómo le puedo recuperar? – Martha abrazaba a la detective con sumo cariño.
-Esperar – fue lo único que le pudo decir a Kate.
Las hojas del calendario fueron cayendo lentamente, más de lo que la detective hubiera querido. Días, semanas, meses, y ella continuaba sin noticias del escritor, seguía sumida en la mayor de las tristezas.
La sonrisa que se dibujaba en su rostro cada vez que él llegaba a la 12th nunca había vuelto a aparecer, su carácter volvía a ser el mismo que el que tenía antes de la irrupción del escritor en su vida.
-Kate, de hoy no pasa. Y salimos de fiesta – Lanie llegaba hasta la mesa de la detective.
-No me apetece, prefiero ir a casa y dormir – contestaba sin tan siquiera mirar a su amiga.
-Venga ya, ¿cuánto hace que se fue? ¿Dos, tres meses? Es tiempo suficiente, ya te has flagelado bastante.
-En serio Lanie, esta noche no me apetece – Kate la miró su amiga vio tal tristeza en su mirada que hasta ella sintió el dolor.
-Cariño, no te digo que dejes de pensar en él, sólo pretendo que por unas horas no te castigues. No te diré que sé cómo te sientes, porque no tengo ni idea, pero no quiero ver cómo te consumes día tras día. Sólo una noche libre.
Castle abría la puerta de su casa, las luces estaban apagadas, el silencio era total.
-¡Hola! – Decía al entrar y dejar la maleta- ¿Madre? ¿Alexis? Increíble, llego a casa y no hay nadie – decía tomando nuevamente su equipaje y dirigiéndose hacia su dormitorio.
Al abrir la puerta de su habitación notó como alguien saltaba sobre él.
-¡Papá!
-¡Richard!
Castle se giraba con su hija aun enganchada de su cuello y encendía la luz.
-Vaya, pensé que no estabais en casa – abría uno de sus brazos para que su madre se acercase y así poder los tres fundirse en un abrazo.
Una noche más Kate sentía la soledad de su cama, de su casa, de su vida. Su móvil sonaba indicándole la llegada de un nuevo WhatsApp, con pereza se giró mirando quién era la persona qué se lo enviaba.
"Mañana no te escaparás y saldremos. Intenta dormir, te quiero amiga"
Negaba mientras leía el ws de Lanie, sabía que no podría darle esquinazo muchos días más y tendría que terminar por ceder y salir a tomar esa copa con ella.
La mañana siguiente se despertó con una decisión tomada aquella noche saldría con Lanie a cenar y a tomar alguna copa, ya era hora de intentar despejarse.
Los detectives estaban teniendo un día tranquilo, sólo papeleo. El sonido del ascensor resonó en la tranquilidad de la planta de homicidios, unos pasos se encaminaron hacia las mesas de Esposito, Ryan y Beckett, los tres levantaron sus cabezas y clavaron sus ojos en la persona que terminaba de llegar.
La detective sintió como su corazón comenzaba a bombear descontroladamente, al tiempo que una pequeña sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro.
-Tío, ya era hora de que regresases – Espo se ponía en pie chocando su puño con el del recién llegado.
-Me llevó más tiempo del que pensaba en un principio.
-Me alegro de que hayas vuelto – Ryan le abrazaba.
-¿Qué tal Jenny?
-Bien, muy bien. Se va a alegrar un montón cuando le diga que has vuelto.
Ambos detectives se separaban del escritor, dejando el paso libre para que se acercase hasta la detective que aun se mantenía sentada ya que sus piernas no dejaban de temblar.
Castle se fue acercando hasta la mesa de ella.
-Buenos días detective Beckett, ¿qué tal todo? – dijo el escritor tendiendo la mano a modo de saludo.
-Hola Castle – su voz sonó más débil de lo que ella hubiera querido, el saludo de él la había dolido- ¿Cuándo has regresado? – se ponía en pie y sin que él pudiera evitarlo le abrazaba. Kate necesitaba sentir aquel contacto pero notó como él se tensaba bajo sus brazos.
-Regresé ayer, pero en dos meses volveré a marcharme – los tres detectives le miraron sorprendidos- Tengo un nuevo proyecto, y tendré que vivir una temporada lejos de NY.
Kate sintió como su corazón dejaba de latir, él se iría en dos meses.
-Vaya, ¿la detective Heat ha sido trasladada? – preguntaba ella de forma irónica.
-¿Recuerdas el proyecto de cierto espía? – Kate lo recordaba perfectamente, fue la primera vez que estuvieron a punto de separarse- Esta vez lo he aceptado, viviré una temporada en Londres. Bueno sólo vine a invitaros a una cena en La Guarida, esta noche. No faltéis ¿ok?
Tal como llegó se volvió a marchar, nada de sonrisas, nada de bromas, nada de abrazos, Kate fue consciente de que aquel que había estado la 12th nada tenía que ver con el hombre que trabajaba con ellos apenas hacía tres meses.
Condujo hasta la morgue necesitaba hablar urgentemente con su amiga.
-Ha regresado – dijo tras traspasar la puerta de la sala de trabajo de Lanie.
-Buenos días a ti también Kate – la detective ponía los ojos en blanco- ¿Quién ha regresado?
-Castle, Rick, ha regresado. O al menos alguien que se le parece, porque ese que ha venido a saludar no es mi Rick – caminaba sin parar por la sala- y además de va a volver a ir. En dos meses se marchará a vivir a Londres. Lanie ¿qué voy a hacer?
- A ver ¿cómo que no es tu Rick? – Kate lanzó a su amiga una de sus miradas asesinas- Vale, pillo lo que quieres decir. Ha vuelto y es frío, nada de la dulzura que te daba ha regresado – Kate asentía- cariño, tienes dos meses para demostrar a ese hombre que se ha pasado cuatro años enamorado de ti que tú le amas. Así que ponte las pilas si no quieres perderlo definitivamente.
-Nos ha invitado a todos a cenar en La Guarida.
-Empieza esta noche tu reconquista.
Hacía demasiado tiempo que no se juntaban todos, Espo, Lanie, Ryan, Jenny, Martha, Alexis, incluso la capitana Gates y Jim Beckett estaban allí.
Todos sonreían, se gastaban bromas, recordaban anécdotas, todos estaban alegres salvo dos personas.
-Querida, habla con él – Dijo Martha al pasar al lado de la detective.
Castle bajó a su despacho para coger una de las botellas de vino que tenía reservadas para las grandes ocasiones. Allí abajo, apoyó sus manos sobre su escritorio, y suspiró. Tenía que reconocer que pese a todo, el volver a verla le hacía sentirse vulnerable, y no quería sentirse así.
-¿Te ayudo? – la voz a su espalda hizo que se girase.
-Detective, ¿qué haces aquí? – preguntó mientras ella se acercaba hasta él.
-Ya te lo he dicho, ver si necesitabas ayuda.
-Ya ves que no – tomaba las dos botellas de vino.
-Rick, tenemos que hablar – le sujetaba del brazo cuando él intentó caminar hacia las escaleras.
-Tú y yo no tenemos nada de lo que hablar – contestó moviendo el brazo para que ella le soltase.
-Entonces hablaré sólo yo. Pero de aquí no sales sin escuchar lo que tengo que decir – se puso justo delante de él y apoyó una de sus manos en el pecho del escritor.
-Te escucho – contestó con voz de cansancio.
- Lo siento, lo siento mucho Castle. Debí decirte que recordaba todo lo que sucedió, pero no podía. Era demasiado para mí en aquel momento. El hombre del que estaba enamorada me había dicho que él también me amaba, pero mi vida se iba con cada latido – Rick giraba sobre sí mismo y regresaba a la mesa donde se sentaba en el borde- Cuando desperté en el hospital los recuerdos se agolpaban en mi mente. Me costaba aceptar mis sentimientos hacia ti, tras la muerte de mi madre me juré que nadie sería tan importante para mí como para destrozarme su me faltase. Me daba pavor aceptar mis sentimientos y los tuyos, me daba pavor comenzar algo porque estaba convencida de que no saldría bien, y aquello me destrozaría. Rick, te amo, eres el hombre de mi vida. Además sentía que no tenía nada que ofrecerte. Me repetía una y otra vez que para ti yo sólo era un capricho. En gran parte el acudir a terapia fue para lograr vencer todos esos miedos que no me dejaban ser feliz a tu lado. Quería sacar toda esa mierda de mi cabeza, para poder tener la relación que quería junto a ti. Estos tres meses que has estado lejos, han sido los peores de mi vida. Te amo, Richard Castle – se había acercado tanto que ambos sentían la respiración del otro.
Castle tomó aire, necesitaba sentir sus pulmones llenos, clavó su mirada en la de ella y allí sólo había sinceridad y amor.
-Me fui, porque no encontré razones, lo intenté durante cuatro años, lo intenté hasta la extenuación, pero alcanzarte era imposible. Me fui porque había estado cuatro años junto a ti y tú no me habías visto. Después de esperarte me rendí, aquella mañana me rendí, tras escuchar aquel interrogatorio me di por vencido. Necesitaba alejarme de ti, porque era la única forma de no volver a caer, si te veía o te tenía cerca nunca sería capaz de alejarme de ti. Y necesité marcharme, creí que el sentimiento era sólo mío. Te di muchas oportunidades para decirme que lo recordabas, para decirme que tú sentías lo mismo, te habría esperado. Kate, llevaba cuatro años esperando, podría haber esperado más, pero no me diste nada para que continuase ahí.
-Te amo, déjame que te demuestre que mi amor es real. Déjame que cure el daño que te hice – acariciaba el rostro de él con ternura.
- Kate, ahora soy yo el que no está listo – tomaba las manos de ella por las muñecas alejándolas de su rostro, veía como las lágrimas bañaban el rostro de ella- Ahora soy yo el que no sabe si quiere arriesgarse, ahora soy yo el que no sabe lo que siente. Nada es igual que hace tres meses. Mi corazón ahora está encerrado bajo cien llaves – a cada frase pronunciada por él Kate sentía como se rompía definitivamente su alma- Lo siento, lo siento mucho. Pero es tarde.
-No Rick, no es tarde, déjame sanar tus heridas. Por favor.
-No tengo nada que ofrecerte, lo siento Kate.
Castle se alejó de ella, caminaba hacia las escaleras con los hombros caídos, la cabeza agachada, arrastrando los píes.
-Rick, te lo demostraré. No me daré por vencida – Ella llegaba hasta él- Tú esperaste cuatro años, yo esperaré lo que sea necesario hasta que regreses a mí. Te amo – dijo dejando un dulce beso sobre los labios de él- Una historia como la nuestra se merece otro final, nuestro amor será leyenda. No me daré por vencida.
Rick la miró, no tenía palabras, él el escritor se había quedado mudo. Agachó nuevamente la cabeza.
-No sé si todo volverá a ser como antes algún día. Lo siento, dimos más vueltas en el tiovivo de las que podíamos.
-No será como antes, será mejor –levantó la cabeza de él- Confía en mí.
-Me gustaría, pero ahora mismo no puedo darte lo que pides, ya no.
-¿Qué necesitas? – ella estaba desesperada, aquello no podía terminar así. Su amor se merecía ser vivido. Y no quedarse sólo en un "Y si hubiera…"
-Tiempo – dijo él saliendo ya de aquel lugar.
