Evangeline, sintió como las mejillas se le sonrojaban debido a la irritación. Y eso la enfureció aun más.

Lanzo una mirada asesina al hombre que estaba frente a ella, que a su vez le dedico una sonrisa. Sus ojos grises relampaguearon mientras lo miraba fijamente con indignación.

Albireo Imma, el objeto de su enfado, sonrió, con entusiasmo. Adoraba ver a Evangeline así.

Y por eso, no dudaba ni un solo segundo en provocarla.

Miro a Negi, y su sonrisa se torno más tensa.

No debería ser así, puesto que el pequeño mago era una excusa fantástica para lograr enfadar a la vampiresa.

Quizás fuera por eso.

Todo lo referente a Negi, atraía la atención de Evangeline.

Daba igual lo insignificante que fuera la información que ella consiguiera sobre Negi. Ella la atesoraba en su mente con verdadero fervor que malamente ocultaba.

Su interés hacía Negi era genuino, y Al debía de reconocer que era eso lo que más lo molestaba. Al igual que hacía ya años lo había molestado, la admiración que Evangeline sentía por su poderoso amigo.

En realidad, él sabia muy bien a que se debía esa molestia tenía un nombre.

Celos.

Al sentía celos de cualquiera que tuviera las atenciones de Evangeline. Porque, él, había adorado a la rubia desde el momento en que la había visto, hacía ya muchos años. Aun recordaba ese día.

Ella parecía una muñequita, y no se había dignado a mirarle. Pero el había observado cada uno de sus movimientos, y escuchado cada palabra que Evangeline pronunciaba con un gran interés desde aquel momento.

Sin embargo, ella, nunca habría reparado en su existencia si el no dedicara todo el tiempo posible a hacerla perder los papeles, daba igual que el modo fuera mediante apuestas surrealistas, apodos que ella odiase o simplemente, usando a su discípulo.

Porque mientras ella estaba enfadada, solamente el ocupaba sus pensamientos. Puede que fueran pensamientos asesinos. Pero, mientras fueran para él, Al era feliz.

Y hasta que tuviera el valor de intentar llamar su atención de una forma más galante, él se conformaba con eso.

Evangeline se tranquilizo y sonrió maliciosamente.

Y Al, cautivado por esa sonrisa, insistió en su batalla verbal, hasta lograr que las mejillas de su vampiresa favorita, volvieran a estar ruborizadas.


¡Aqui de vuelta!

Otro mini-fic de Negima n.n Esta pareja me encanta, y hacia tiempo que queria escribir algo sobre ellos... Pero no sabia como escribirlo. Al final, se me ocurrio esto tras leer uno de los capitulos del manga. ¡Espero que os guste! Y dedicado a los fans de Negima.