PRÓLOGO


[[ACADEMIA HONNOUJI]]

No son pocos los que verían el instituto como un tipo de retorcida prisión, un lugar donde tu cabeza es saturada con conocimientos que no durarán más allá del siguiente examen en la mayoría de los casos y que para muchos adolescentes supone poco más que un lugar de paso en su rutina diaria.

Para el observador casual, el aula de la clase 2-A de la Academia Honnouji bien podría reforzar dicha impresión. Jóvenes alumnos y alumnas intentando superar el sopor de una lección monótona a manos de su profesor en un entorno gris, casi estéril, con la luz del sol de la tarde como única nota de color. La imagen de prisión se vería reforzada para dicho espectador si dirigiese sus ojos a la puerta del aula. Metálica, con llave giratoria, más semejante a lo que uno esperaría ver en un barco militar o submarino, dando una cierta sensación de inexpugnable, de imposibilidad de huida...

...por eso resulta especialmente llamativo ver como la lección es interrumpida de repente cuando dicha puerta sale disparada, arrancada de sus goznes por un fuerte golpe, estrellándose contra la ventana deshaciéndose ambas. El ambiente de sopor pasa a ser tenso y cargado de nervios, sobre todo cuando los restos de la puerta, aun con fuerza acumulada del impacto, rebotan sobre las primeras filas de alumnos. De forma meritoria, el profesor mantiene la compostura hasta cierto punto. Aún más meritorio es el caso de la alumna de la cuarta fila que sigue dormida.

"Eh... disculpe, pero estamos en medio de una clase"

La única respuesta que recibe es la entrada de una figura humana gigantesca. Un hombre joven, corpulento hasta niveles ridículos, rubio y de tez morena, enfundado en un uniforme de prístino color blanco marcado por tres estrellas. Su voz retumba como el trueno en todo el aula cuando se planta ante el profesor.

"¡ASUNTOS DEL CONSEJO!"

En un instante le flanquean dos filas de otros alumnos también con uniformes blancos y aspecto casi militar, al tiempo que el docente responde con una reverencia alarmada: "¡M-muy bien, señor!". El gigante se gira al resto del aula, con el gesto iracundo y firme que uno esperaría de un sargento abroncando a soldados.

"¡SOY IRA GAMAGOORI, PRESIDENTE DE LA OFICINA DISCIPLINARIA!"

[[IRA GAMAGOORI]]

[PRESIDENTE DE LA OFICINA DISCIPLINARIA]

"¡Estudiantes de la clase 2-A!", continuó, "Ha salido a la luz que uno de ustedes se ha atrevido a desafiar a la Academia Honnouji ¡No hay lugar para excusas! ¡El culpable recibirá su castigo!"

Mientras la máxima autoridad disciplinaria de la academia proseguía con su discurso, uno de los alumnos, el sentado junto a la chica que seguía dormida y sin inmutarse, daba claras muestras de nerviosismo mucho más visibles que el resto. Sin mediar palabra y a ojos de todo el mundo, se levantó de golpe y arrojó una bomba de humor en medio del aula, para acto seguido salir a la carrera.

De poco le sirvió.

La risa de Ira Gamagoori resonó mientras descendía dejándose caer por el exterior del edificio al tiempo que el fugitivo corría como alma que le lleva el diablo escaleras abajo, de forma en retrospectiva fútil al darse de bruces con Gamagoori en la misma puerta de salida al patio, como un muro humano de una sola persona.

"¡¿En serio creías que una bomba de gas lacrimógeno podría ayudarte a escapar!?", exclamó el gigante al tiempo que agarraba al fugitivo y lo arrojaba volando con fuerza desproporcionada hacia el centro del enorme patio rodeado por muros. Para cuando se detuvo su avance tras rodar por el suelo, Gamagoori y el resto de su pelotón ya se encontraba frente a él. Con los nervios y el miedo sustituidos por frustración y rabia, el alumno fugitivo se incorporó al tiempo que sacaba de su maleta aquello que había robado.

"¡Mierda!"

"Mmmf", asintió Gamagoori, "Así que eres realmente el que robó ese Uniforme Goku de Una Estrella"

Sin apartar su mirada por un solo segundo del fugitivo, Gamagoori lo desafió, "¿Qué te pasa? ¡Vamos, pruébalo!"

El fugitivo no tardó un instante en hacerlo, poniéndose el uniforme. De forma casi instantánea la tela se apretó contra su cuerpo, constriñéndolo y afirmando los músculos, haciendo pasar su físico rechoncho a uno más atlético. El chico se vió inundado por un sentimiento de euforia y seguridad en si mismo como nunca había experimentado.

"¡Sorprendente!", gritó, "¡Puedo sentirlo! ¡El poder rebosante inundando mi cuerpo y alma!". Llevado por una nueva sensación, puede que de esperanza, puede que arrogancia ante el nuevo poder que sentía, el fugitivo no dudó en plantar cara a Gamagoori cuando este comenzó a atacar con un par de látigos extraídos de su propio uniforme. Los rápidos golpes del gigante parecían moverse a cámara lenta y no suponía ningún problema esquivarlos, "¡M-mi cuerpo se está moviendo con una agilidad increíble!"

De forma extrañamente tranquila, Gamagoori parecía limitarse a darle la razón al tiempo que atacaba "¡Por supuesto! ¡Ese es el poder de los Uniformes Goku!"

"¿¡Ah sí!? ¡Pues entonces cómete esto!"

Los Uniformes Goku eran un prodigio. De haber golpeado a una persona normal, el chico seguramente hubiese podido noquearla de un solo golpe, puede que incluso matarla si aplicase la fuerza necesaria. Por desgracia, el suyo era un uniforme de una estrella. Ira Gamagoori no se movió ni un milímetro al recibir el impacto en su abdomen y sentir como la mano del atacante se quebraba contra su cuerpo.

"Mi uniforme, sin embargo...", explicó Ira, "Es de tres estrellas ¡Un golpe lanzado por un Una Estrella no me hará ni un rasguño!"

Los látigos volvieron a sus manos y esta vez no se contuvo. El desgraciado ladrón no veía venir los golpes y apenas le quedaba consciencia para gritar cuando los látigos de Gamagoori se enroscaron en torno a su cuerpo para luego lanzarle repetidamente contra los muros del patio.

"¡¿Qué esperabas conseguir robando un uniforme de Una Estrella!? ¡Debes de ser un espía de los de Kobe! ¡Ese uniforme es un desperdicio en basura como tú!"

El último golpe de Gamagoori incrustó al pobre desgraciado contra el muro de entrada, "No estás hecho para vestir uno de estos uniformes ¡QUITATELO!", gritó al tiempo que lo dejaba desnudo al retraer sus látigos, recogiendo y doblando el uniforme Goku de forma extrañamente eficiente antes de entregarlo a uno de sus subordinados.

"¡ESCUCHEN, ESTUDIANTES DE LA ACADEMIA HONNOUJI! ¡MIENTRAS HAYA LUZ EN LOS OJOS DE IRA GAMAGOORI, LA DISCIPLINA DE ESTA INSTITUCIÓN PERMANECERÁ INQUEBRANTABLE!"

Un resplandor luminoso comenzó a manifestarse desde el punto más alto del edificio mientras Gamagoori proseguía su discurso.

"¡LA DISCIPLINA ESTABLECIDA POR LA PRESIDENTA DEL CONSEJO ESTUDIANTIL! ¡SATSUKI KIRYUUIN-SAMA!"

Una figura femenina se manifestó en lo más alto de la academia al tiempo que la intensidad de la luz, casi como si un segundo sol se hubiese encendido, interrumpía las palabras del presidente de la oficina disciplinaria y cegaba al resto de alumnos. Una mujer joven, aún una adolescente, de cabellos negros y largos, rostro hermoso pero severo y un porte de autoridad y poder puro observaba desde lo alto como una diosa. En muchos sentidos, era lo más cercano a una divinidad en la Academia Honnouji.

"Satsuki-sama", musitó Ira Gamagoori al tiempo que saludaba, antes de ponerse firme y llamar a filas al resto de alumnos de Una Estrella "¡ATENCIÓN! ¡LA PRESIDENTA DEL CONSEJO ESTUDIANTIL ESTÁ ANTE USTEDES! ¡SALUDEN!"

[[SATSUKI KIRYUUIN]]

[PRESIDENTA DEL CONSEJO ESTUDIANTIL]

La joven dio un paso al frente que resonó como un eco en todo el lugar, silenciado a todos aquellos que estuviesen ante ella. Firme, con sus manos sobre su espada envainada, Satsuki Kyruuin arengó a su reino:

"¡El miedo es la libertad! ¡El control es la libertad! ¡La contradicción es la verdad! ¡Esa es la realidad de este mundo!", su gesto severo se tornó en uno casi de desaprobación y desprecio, "¡Escuchen bien esto, cerdos en ropas humanas, y sométanse a la realidad!"

El resplandor que reflejaba la voluntad de Satsuki Kiryuuin inundó la Academia Honnouji. Su reino, su fortaleza inexpugnable, firme ante cualquier enemigo interno o externo. Invencible.

O casi.

AL DÍA SIGUIENTE

[[ACADEMIA HONNOUJI]]

Los vientos del cambio llegaban. En la periferia de la ciudad construida en torno al descomunal y militarista centro de estudio, sobre uno de los puentes de acceso a la urbe, aguardaban dos figuras.

Una era una muchacha, no muy alta pero complexión claramente atlética, bien proporcionada y fuerte, con ojos azules y cabellos negros y cortos algo despeinados sobre los que destacaba un mechón de llamativo color rojo. Vestía lo que parecía ser un sencillo uniforme escolar de blusa blanca, lazo rojo y falda corta, cubierto por una chaqueta blanca y negra. Calzaba zapatillas deportivas en vez de los zapatos habituales que alguien esperaría en una estudiante. A su espalda colgaba una suerte de estuche para guitarra que abultaba casi tanto como ella. Su notablemente atractivo rostro, que en otras circunstancias hubiese aparentado quizá más despreocupado, reflejaba una determinación implacable en su ceño fruncido, mientras plantaba su vista sobre su objetivo.

[[RYUKO MATOI]]

[ESTUDIANTE DE TRANSFERENCIA]

"Así que es esta... la Academia Honnouji"

Avanzando un paso, su compañero de viaje se situó a su lado.

El chico era sensiblemente más alto que ella, de hombros anchos y el cuerpo de alguien que claramente no era ajeno al ejercicio físico, ojos también azules y cabellos también negros, sobre un rostro de expresión algo más relajada que la de su compañera, pero no menos decidida. Vestía un viejo uniforme escolar de pantalones negros y chaqueta negra larga abierta, dejando ver una camiseta blanca de tirantes debajo. Las mangas de la chaqueta habían sido arrancadas mostrando unos brazos no exageradamente musculosos, pero lo suficiente para atraer algunas miradas, cubiertos en vendajes desde el codo hasta las manos. No parecía llevar nada más consigo, ningún equipaje o maleta de ningún tipo.

[[SEIKO KISARAGI]]

[[[[DATA EXPUNGED]]]]

Entre los dos, parecían una estereotípica pareja de delincuentes juveniles, dispuestos a meterse en problemas. Una afirmación quizá más cierta de lo que cabría esperar. El muchacho enarcó una ceja.

"Oye, Ryuko... ¿es cosa mía o acaban de aparecer nuestros nombres flotando enormes escritos en rojo en el aire"

"¿De qué puñetas estás hablando?"

Decid adiós a la tranquilidad.

A falta de un clavo, la herradura se perdió;
por falta de una herradura, el caballo se perdió;
por falta de un caballo, el jinete se había perdido;
a falta de un jinete, la batalla estaba perdida;
a falta de una batalla, el Reino se había perdido.

Y todo por la falta
de un clavo.