- 12:00 AM. - Nueva York.

En una habitación donde apenas se hacía presente algo de luz, se encontraba un joven sentado en una cama con sus manos cubriéndole la cara, como si estuviera debatiéndose en tomar la decisión correcta, o era una realmente mala.

Se revolvió el cabello mientras daba otra mirada a una fotografía a su lado, esta tenía marcas semi negras debido al contacto con el fuego, pero a él solo le importaba lo que contenía.

En ella se podía apreciar a una familia teniendo una merienda en un parque municipal, casi se podía sentir el momento feliz que tenían atrevas de sus sonrisas, había dos niños de corta edad y distinto sexo sentados en las piernas de alguien de mayor edad, a ambos padres en sus lados, la madre estaba pegada a los infantes y el padre tenía un brazo alrededor de su hijo mayor.

Y finalmente él, en el centro de la fotografía con sus dos hermanos riéndose en sus piernas y su padre abrazándolo, su madre sonriendo con su familia, y él con una aun mayor, sonrisa que se había esfumado desde hace meses.

Su mirada se había tornado con melancolía y tristeza, pero rápidamente la endureció, pensando en su objetivo dejando de lado toda su tristeza y remplazando-la con ira.

y sed de venganza.

Se paró de su cama, guardo dicha imagen en su bolsillo donde guardaba un boleto en barco hacia Japón y camino hacia la puerta llevándose consigo una maleta negra, grande y pesada, llena de armas de fuego y entre otras variedades jamás vistas o hechas por fabricantes de armas, y algunas ni siquiera expuestas al mundo.

Abrió la puerta, salió y con algo de brusquedad la cerró, dejando en aquella habitación un objeto que resaltaba bastante.

En la pared colgaba otra fotografía por un cuchillo incrustado, un joven adulto de cabello ligeramente azulado y con una cara que ni una madre podría amar. Un nombre resaltaba sobre aquella foto en marcador negro.

"Shigaraki Tomura"