¿El comienzo de algo?
Llevaba más tiempo del que me había dado cuenta con ese pensamiento merodeando en los rincones de mi mente. Algunas veces consideraba que se había vuelto obsesión.
Pensaba en ella todo el tiempo, soñaba con sus ojos, sus labios, su olor…
Comenzaba a enloquecer, tenía que sentirla cerca, saber que sería mía.
Vacié el vaso de wishky una vez más de un solo trago.
Me sentía agotado, era viernes por la noche, seguramente todos en el colegio estarían en el Gran Comedor, cenando, también debía estar ella, pero yo prefería continuar encerrado, observando las llamas crepitar con parsimonia en la chimenea.
Observe una vez más la hora en ese pequeño reloj de plata posado sobre una repisa detrás del sofá en el que estaba sentado.
La impaciencia comenzaba a apoderarse de mí, más de una vez pensé en correr hasta su habitación y hacerla mía ahí mismo, pero sería demasiado imprudente...
Llevaba casi tres meses sin saber nada de ella, sin ella saber nada de mí, tenía que verla cuanto antes y sin embargo aquel día ella ni siquiera sabía que yo había vuelto.
Dumbledore me había prohibido verla, al menos hasta que volviera, era por ella, la cuidaba, y yo también, pero cada vez era más difícil aguantar las ganas de correr a verla y tenerla entre mis brazos.
Saque aquel trozo de pergamino amarillento y desgastado del bolsillo de mi túnica.
Fue la primer y última nota que recibí de ella luego de mi partida.
Fue mi fuente de energías, de esperanza, de razones para continuar y sobre todo para volver y sin embargo ni siquiera pude responderle.
Comencé a recordar la manera en que terminamos juntos e, instintivamente observe aquel reloj de plata…
-¡Largo!- eran tan solo las 2:30 del día y los alumnos estaban más insoportables que de costumbre, en una sola hora, dos Gryffindor y un Slytherin consiguieron hacer explotar cuatro calderos, eso, debería ir a algún libro de records.
Pero no solo eran los alumnos los que estaban insoportables aquel día, también Snape iba de peor humor que mucho otros días.
Apenas escucho retumbar la campana, ordeno a todos salir. Y bueno, los alumnos salieron de las mazmorras disparados, sin considerarlo dos veces.
El profesor volvió con desgana hasta su escritorio a continuar corrigiendo aquellos estúpidos ensayos que comenzaban a enloquecerlo. *¿Cómo era posible que sus alumnos fuera tan idiotas?*
En aquello estaba, cuando vio un destello plateado que distrajo su vista.
Frunció el ceño confundido y se acercó hasta la mesa de dónde provenía aquello. Se trataba de un bonito reloj de pulsera plateado que alguien había olvidado en la mesa por las prisas de salir huyendo de ahí. Emitía un ligero resplandor plateado al tiempo que el Sol se reflejaba sobre él. Si no se equivocaba, aquella era la mesa de Potter y sus amiguitos.
-¿Profesor Snape?
No era algo común que un alumno le hablar en mitad de un pasillo, mucho menos Gryffindor, mucho menos ella.
-¿Si? Señorita Granger-
-Yo… creo que olvide mi reloj de pulsera en el aula de Pociones.
Snape recordó enseguida el reloj plateado que ahora reposaba en el escritorio de su despacho.
-Si supongo que si
La chica lo observaba apremiante.
-No ando por el castillo levando conmigo las cosas que mis alumnos olvidan en el aula, pase más tarde a mi despacho, a las 8 en punto.
-Gracias- agradeció la chica con una sonrisa (¿Una sonrisa? Si una sonrisa) y se alejó de ahí.
Snape la observo alejarse sin apenas darse cuenta de lo que hacía.
*La chica es bella* pensó *¿Pero qué?* Agito la cabeza como si inténtese alejar aquello pensamientos de él.
La idea continuaba dándole vueltas por la cabeza, era como una clase de enfermiza obsesión que no podía evitar.
La imagen de todo su cuerpo aparecía una y otra vez por su mente incitándolo a pensamientos nada correctos para ser ella su alumna y el un profesor. Observaba la hora impacientemente en aquel reloj plateado que justo en ese momento jugueteaba entre sus dedos.
Volvió a llenar su vaso de wishky hasta el borde y lo vacío de un sorbo.
Eran las 8:10 y la Gryffindor no aparecía.
Había comenzado a darse por vencido, tal vez ni siquiera iría.
A lo lejos, se escuchaba el ensordecedor tronido de los relámpagos y el susurrar de los arboles agitados por la brisa nocturna.
*Toc, toc*
-Pase- respondió con su acostumbrado tono frio.
Granger temblaba de pies a cabeza, y también escurría. Era obvio que venía de los terrenos del colegio y que, por miedo a más llegar tarde no había ido sin siquiera secarse un poco.
La puerta continuaba abierta y la luz proveniente de las antorchas detrás de ella delineaba cada curva de su cuerpo.
La ropa mojada se pegaba a su cuerpo, resaltando cada trozo de su ser.
Sus pezones erectos por el frio tacto de su camisa mojada parecían querer traspasar la tela de su sostén y también de su camisa.
Su pelo, enmarañado y revuelto por el aire solo conseguía darle un toque más excitante a toda aquella imagen.
La entrepierna de Snape comenzaba a responder a la vista.
-Granger cierre la puerta- siseo el hombre poniéndose de pie.
Hermione lo observo confundida pero aun así lo hizo sin dudar.
Tal vez, lo correcto hubiera sido que Snape le lanzase alguna clase de conjuro para secar su ropa, o algo por el estilo, pero no lo hizo, la vista le excitaba en demasía.
-Profesor Snape… yo… venia-vengo por mi reloj- Hermione apenas podía hablar, tiritaba incontrolablemente.
-Señorita Granger, acaso usted tiene frio- susurro Snape acercándose a ella.
Hermione lo observo atemorizada, sin dejar de temblar.
-Yo… si hace frio afuera- balbuceo la castaña
Snape sonrió de lado,
-Podría calentarla, si usted quiere
Los ojos de Hermione se abrieron desmesuradamente
**********Hermione**********
¡Por Merlín! Pero qué diablos me estaba diciendo ese hombre.
Podía notar la enorme erección que resaltaba en su entrepierna. Quería salir corriendo de ahí, pero era como si mis pies hubieran sido clavados al piso.
Snape se acercaba a mí, quería mover, salir corriendo, pero no lo hice.
**********Narradora**********
-Vamos Granger ambos sabemos que queremos esto- dijo él con voz melosa acercándose peligrosamente a ella.
La castaña temblaba de pies a cabeza, comenzaba a arrepentirse de haber ido al despacho de aquel hombre en esas condiciones.
-Yo… yo-o-o
-¿Qué ocurre Granger? Ha perdido acaso su gran capacidad de respuesta- inquirió el profesor divertido.
-Cre-e-o que yo debería i-i-rme- balbuceo
-Yo no lo creo
Sin previo aviso, atrapo los labios de la chica, con ansias, con desesperación, con hambre.
Hermione cerro los labios fuertemente, intentaba romper el beso, apartarse, pero el cuerpo de Snape aprisionándola contra la fría pared de piedra no se lo permitía. No se dio cuenta en que momento había terminado por abrir la boca.
No consiguió reprimir un traicionero gemido que surgió desde las profundidades de su garganta al sentir la suave lengua de Snape recorrer cada rincón de su boca.
Las manos de Snape habían comenzado a deslizarse por la espalda de la castaña.
Hermione había terminado por corresponder el beso sin apenas darse cuenta. Las manos de Snape acababan de posarse en el trasero de su alumno, cuando ella rompió el beso.
-Debo irme- susurro restregándose el dorso de la mano en su boca.
-Nadie dijo que podía irse- repuso Snape comenzando a besar el cuello de la castaña.
Snape había comenzado a deshacerse de la camisa de la chica.
**********Hermione**********
Aquello no era lo que tal vez pude haber pensado, sentir a Snape jadear en mi cuello como un animal, mientras besaba todo mi cuerpo con desesperación, jamás pensé en algo así.
Comenzó a deshacerse de mi camisa con impaciencia.
Un gemido de sorpresa escapo de mi boca al darme cuenta que Snape había comenzado a besar mi pezón izquierdo.
-¡Por Merlín Granger! Eres jodidamente Deliciosa- exclamo el hombre fuera de sí.
Volvió de nuevo a los labios de Hermione, más delicadamente esta vez, hasta que, sin previo aviso fue la lengua de Hermione la que se introdujo en la boca del profesor.
Hola!
Bien, es mi primer fic publicado en esta pagina, espero que les guste, y pues dejen sus reviews, quiero saber que les parece el primer capi.
Un beso
Feer :3
