¡Hola a todos! Aquí les traigo una nueva historia, esta vez de Naruto, donde entrarán en escena algunos de los personajes de la nueva generación. Espero que les guste, la he hecho con mucho cariño y espero que se diviertan tanto como yo lo hice al escribirla. Ahora sin más preámbulos les dejo con el primer capitulo.
Disclaimer: Los personajes y la serie de Naruto no me pertenecen, pero sí la historia.
Capítulo 1: Un secreto entre amigos
Se acercó despacio hasta ella y tomó una de sus manos entre las suyas. Sus mejillas estaban fuertemente sonrojadas, pero aún así enfrentó su mirada.
—Yo ... llevo mucho tiempo queriendo decirte algo muy ... — no pudo continuar, pues una fuerte risa lo detuvo. —¿Y ahora qué te sucede?— preguntó con los ojos entrecerrados, aún sosteniendo su mano.
Le miró fijó de pies a cabeza para comenzar a reírse otra vez de él.
—Es enserio, ya no te rías. — poco a poco comenzaba a darle un tic nervioso en el ojo.
—Lo-lo siento. Continúa. — le dijo secándose algunas lágrimas que habían escapado de sus ojos por la risa.
—Bueno.
El rubio le miró y corrió algunos de los negros cabellos que cubrían su rostro.
—Pues, sucede que yo ... — una nueva carcajada le interrumpió. —Vamos, ¿por qué te ríes? — preguntó totalmente fastidiado.
—Es-es que no-no puedo... tu cara...
Tanta era su risa que, sin poder mantenerse en pie, se había dejado caer al piso en donde ahora se encontraba riendo con las manos en el estómago.
—¿Sabes qué? Yo me largo — el rubio cogió su mochila y dio la media vuelta dispuesto a marcharse.
—Amooor, ¡espérame!
Le gritó corriendo tras él. Al alcanzarle, se colgó de su cuello por la espalda.
— ¿Pensabas dejarme sola? — susurró un su oído con la voz más dulce que pudo.
—Ya basta, no seas idiota. — el rubio se soltó con fuerza de su agarre.
—¿Es que ya no me amas? — le preguntó mientras se restregaba un ojo como si estuviese llorando.
—No digas estupideces.
Con un certero golpe en la cabeza hizo que la negra peluca que traía puesta cayera al suelo dejando ver el blanco de su cabello.
—Se supone que me ayudarías, no que vendrías a fastidiarme.
—Mi-mi belleza.
Comenzó a lloriquear Mitsuki mientras se miraba en un espejo de bolsillo intentando acomodarse otra vez la peluca. El rubio se había sentado en la orilla del camino y afirmaba entre la palma de sus manos la cabeza.
—Ni siquiera sé por qué confié en ti para esto. — el peliblanco le imitó sentándose a su lado con la peluca entre las manos.
—Vamos, no te desanimes. — puso una mano en su hombro en señal de apoyo. —Estoy seguro de que todo saldrá bien cuando se lo digas.
Las palabras de su amigo intentaban en vano darle ánimos.
—Tal vez, pero soy demasiado cobarde como poder decírselo.
Una lágrima rebelde escapó de sus ojos resbalando por su nariz hasta caer al suelo, sin lograr pasar desapercibida por los dorados ojos de su compañero. Lentamente, con la peluca puesta una vez más, el peliblanco acercó su rostro hasta él lo suficiente como para susurrarle al oído.
—No llores, yo todavía te amo.
—¡Cállate cochino homosexual, yo no bateo para ese lado!
—Boruto, ¿acaso ya no me amas? Es porque mi cabello no es tan bello como antes, ¿cierto?
—Ya cállate, ¡solo espera a que te ponga las manos encima!
Su grito se escuchó claro por las calles de la aldea entre las que ahora comenzaba a perseguir al peliblanco.
—¡Auxilio, un degenerado quiere abusar de mí!
Todos los que pasaban por el lugar detuvieron sus actividades para ver a qué se debía tal griterío y fue con una extraña escena con la que se encontraron, en donde lo que parecía ser una chica era perseguida por un rubio envuelto en un aura asesina que le arrojaba todo lo que encontraba a su paso.
— ¡Cierra la boca! Ahora todos creerán que soy un pervertido degenerado.
Muchos de los presentes que observaban ya habían comenzado a cuchichear entre ellos sobre lo que sucedía.
—La juventud de hoy ¿no? Y pensar que es el hijo del Hokage
—Ni que lo digas Fumiko, cada vez empeoran más…
Desde las afueras de la florería se podía observar a un muchacho rubio que alzaba sus ojos jade al cielo para contemplar el día. El sol aún no llegaba a su punto máximo. Podían apreciarse algunas nubes que avanzaban con calma, dejando pasar poco a poco los minutos. De pronto, una refrescante brisa agitó su cabello mientras que él respiraba una gran bocanada de aire.
Qué hermoso día.
Pensó para sus adentros en tanto bajaba la vista del cielo para posar sus ojos en el hermoso ramillete de narcisos que tenía en una mano.
Mejor me voy, de seguro ha de estar esperándome.
Una sonrisa se formó en su rostro dando por finalizado el descanso.
El chico partió calmado y sonriente por entre las calles de la aldea. Su ánimo se veía impulsado por el hermoso clima de aquel día y por el exquisito aire fresco que emanaba de entre la vegetación, trayendo consigo aquel dulce aroma que inundaba sus pulmones. Distraído en el paisaje no notó que había avanzado ya bastantes calles.
Que rápido pasa el tiempo cuando uno se entretiene.
Tras un breve suspiro volvió a fijar sus ojos en el camino, de otro modo tal vez seguiría de largo. Rápidamente su vista se fijó unos cuantos metros más adelante donde dos de sus amigos corrían con prisa en dirección contraria a la suya. Instantáneamente alzó su mano derecha y formó una sonrisa en sus labios para saludarlos, pero tras unos segundos esta se borró, al mismo tiempo en que dejaba de agitar la mano luego de darse cuenta que los otros dos muchachos no corrían para encontrarle si no que, al parecer, el rubio que venía atrás se encontraba persiguiendo a un asustado peli… ¿negro? ¿Pero qué carajos sucedía aquí? De seguro algo malo le ocurriría si permanecía ahí por más tiempo, pero aunque quiso, no logró efectuar un escape.
— ¡Oh! Joven de buen corazón, le ruego que me ayude. Un secuestrador de jovencitas hermosas me persigue.
El ''pelinegro'' se escondió detrás del de coleta para evitar la paliza que Boruto estaba a punto de propinarle.
— ¡Cobarde! ¿Por qué te escondes?
Desde la espalda del oji-jade se asomaba por sobre su hombro el chico de la peluca. El rubio de cabello alborotado comenzó a correr para alcanzarle, pero ambos terminaron dando vueltas alrededor del otro muchacho.
—Oigan… — ambos ignoraron la voz del otro chico manteniéndose sumidos en sus propios asuntos. — ¿Chicos?
— Ya verás cuando te atrape, te dejaré como saco de boxeo.
— ¡Auxilio! Este sujeto me…
—¡Basta! — ambos jóvenes pararon en seco. — ¡¿Qué rayos les sucede?!
Los dos se miraron entre sí para luego posar su vista en Inojin.
— ¡Él empezó! — gritaron al unísono mientras se apuntaban mutuamente.
—No me interesa quien comenzó, ¡yo solo quiero que paren! — su vista de pronto se fijo en el de ojos dorados. —Acaso… ¿traes puesta una peluca?
— ¡¿Qué?! ¿Es que me veo mal?
De su bolsillo sacó un espejo y comenzó a mirarse, acomodándose la peluca como si de una joven rica con un extravagante peinado se tratase. Tanto a Boruto como a Inojin les resbaló una gotita por la nuca.
—Algo me dice que si pregunto, no me gustará oír la respuesta.
—Créeme, no quieres saberla. — dijo Boruto dándole la razón.
Creo que dejar que me ayudara fue la peor decisión de mi vida.
Flash back
—Hace mucho tiempo que quería decirte algo, y es que… ¡Te amo!
— ¿Qué tú me amas? — preguntó alguien a sus espaldas.
El rubio se sobresaltó tragando sonoramente algo de saliva. Se volteó de forma lenta, temeroso de hacerlo.
—Tú- tú… ¿hace cuánto estas aquí? — logró articular totalmente pálido.
—Lo suficiente como para escuchar todo lo que dijiste. — una sonrisa se formó en su rostro.
El rubio sólo suspiró y se dejó caer sobre la hierba.
—Pues entonces deduzco que ya lo sabes.
— ¿Saber qué? ¿Que me amas perdidamente? Eso es demasiado obvio, soy extremadamente hermoso como para enamorarte. — dijo Mitsuki con un aire de superioridad.
— ¡Tú no, idiota! Me enamoré de Sara-chan. — reveló finalmente.
— ¡¿De ella?! Amigo, estás perdido. — mencionó el peliblanco riéndose un poco de él.
—Gracias por el ánimo, ''amigo''.
—Oye, intentar conquistarla a ella es condenarse a muerte, es algo que ya todo el mundo sabe. Ah rechazado a cada uno de sus pretendientes sin mencionar que, además, está el problema del sobreprotector de su padre y…
El peliblanco miró al rubio notando como parecía cada vez hundirse más en una horrible depresión.
—Mejor me callo.
Tal vez hablar en ese momento no fuese la mejor idea, pero no le gustaba demasiado ver así a su amigo. Aunque… de pronto, una brillante idea cruzó por su mente, una muy brillante idea.
—Ya lo tengo.
Mitsuki se volteó dándole la espalda a su compañero para comenzar a buscar algo entre sus cosas. Cuando lo encontró, se quedó quieto con una amplia sonrisa entre los labios.
— ¡Ta-da! — el peliblanco se había colocado una peluca negra al mismo tiempo en que volteaba a verlo. — Puedes practicar el decírselo conmigo y yo fingiré ser ella.
El rubio levantó una ceja bastante confundido.
— ¿Por qué traes una peluca en tu bolso?
—Eso no importa. Dime, ¿qué tal me veo? — dijo acomodándose las puntas del cabello con la mano.
—Bien marica.
—Solo es para ayudarte.
—Sí… yo no lo creo. — el Uzumaki se levantó y comenzó a caminar dispuesto a marcharse.
— ¡Aguarda! Si vas a decírselo ahora estoy seguro de cometerás algún estupidez. ¿No quieres acaso que sea perfecto?
Su cuerpo se congeló en ese momento, ese había sido un golpe bajo. Era cierto, quería que fuera perfecto; estaba total y perdidamente enamorado de Sarada y no soportaba pensar que podía ser rechazado al igual que los otros si las cosas no salían bien.
El rubio se había llevado el pulgar a los labios y lo apretaba levemente con los dientes, nervioso, intentando acelerar sus pensamientos.
—Tal vez tengas razón. — mencionó derrotado dejando escapar un suspiro. —De acuerdo, dejaré que me ayudes.
El peliblanco sonrió victorioso.
— ¡Excelente! Ya sabes que para eso están los amigos. Pero sí quiero que recuerdes una cosa: Si vas a besarme primero deberás invitarme a cenar.
El oji-azul se golpeó la frente con la palma de la mano, algo le decía que todo esto no acabaría para nada bien…
Fin flash back
—Tú solo ignóralo, se le acabaron las pastillas que el doctor le recetó… Cambiando de tema, ¿qué te trae por aquí? — preguntó Boruto.
Inojin se quedó pensativo un momento y bajó la mirada hasta el ramo de flores que aún sostenía en la mano.
— ¡Oh! Es cierto, lo había olvidado. Lo siento chicos, debo irme. Hay algo importante que debo hacer.
El chico se marchó con prisa dejando a los otros dos colgados.
— ¿A dónde crees que irá? — el peliblanco se había llevado una mano al mentón, pensativo.
—No lo sé y no es de mi incumbencia. Por otro lado, será mejor que nosotros regresemos.
Ambos retomaron el camino por el que habían llegado en un inicio; el rubio había aceptado la amable petición de su madre para comprar los víveres de la cena y Mitsuki, como el buen amigo que era, aceptó (sin que se lo pidiera) acompañarlo, así podría fastidiarlo, ¡no! Quise decir ayudarlo… sí, ayudarlo.
Había pasado un rato y ya se encontraban tan solo a unas calles de la tienda, cuando de la nada, un fuerte grito arruinó la tranquilidad del ambiente.
— ¡Mira! Soy tan genial que ya le eh encontrado.
El rubio se volteó para ver hacia donde le indicaba su compañero. Tras echar un vistazo sus ojos se fijaron en el muchacho de coleta que yacía de pie frente a una puerta, aún con el ramo de flores en la mano. Cuando finalmente reconoció el lugar sus ojos se abrieron desmesuradamente.
— ¡Oye, Ino…! — el rubio le cubrió rápido la boca y lo arrastró tras un muro. — ¿Me puedes soltar?
Preguntó con dificultad. El rubio le soltó y comenzó a caminar de forma cuidadosa con la espalda pegada a la muralla.
— ¿Qué sucede? — no recibió respuesta. — ¡Lo estas espiando! Así que por él me cambiaste, ¿no? — le reprochó con un gesto de desprecio.
—Shhh… Fíjate bien.
Mitsuki dirigió su vista una vez más hasta el otro muchacho y observó con mucho cuidado.
—No me digas que…
—Sí.
— ¡Ese peinado se le ve fabuloso!
—Exacto. ¡¿Qué?! No idiota. Esa es la casa de Sara-chan.
—Aaaa… pff, ya lo sabía.
Mencionó con un gesto desinteresado. Desde donde estaban lograron ver cuando el otro rubio tocó la puerta la cual fue abierta tras unos segundos. Una chica alta, de esbelta figura y cabellera negra salió a recibirle, al solo instante de verle ahí de pie saltó hasta sus brazos para recibirle. Cuando se separaron de su abrazo él le extendió las flores que traía, ella las recibió alegre y lo invitó a pasar desapareciendo de la vista de los otros dos.
El peliblanco giró asustado para ver a su compañero quien se mantenía estático en su lugar.
—Amigo, ¿estás bien? — le miró preocupado.
—Ese- ese bastardo. ¡Lo voy a matar!
Con un impulso provocado por los celos comenzó a correr en dirección a la casa, pero para su mala suerte su compañero resultó ser más ágil que él y logró posicionarse delante suyo impidiéndole el paso.
— ¡Cálmate! ¿Qué piensas hacer? ¿Irrumpir ahí como si fuera tu casa?
El rubio comenzó a morderse nervioso el labio inferior.
—Entonces, ¿qué hago?
Su voz delató la clara desesperación que lo carcomía por dentro.
— Es obvio, deberás anticipar su próximo movimiento.
— ¿Movimiento?
—Así es. Él está usando un método de conquista que consiste en ejecutar una serie de tácticas infalibles para hacer que cualquier chica caiga rendida en tus brazos. Y en este mismo momento él está llevando a cabo el primer movimiento.
— ¿Y tú como se supone que sabes eso?
—Simple, porque soy un genio. — sonrió orgulloso. El Uzumaki alzó una ceja totalmente incrédulo. — ¿Qué? Ah, está bien. Lo saqué de este libro.
El peliblanco sacó un libro de tapa dura desde el bolsillo interior de su chaqueta y lo sujetó desde arriba para dejar el título a la vista.
Cómo conquistar a una chica en 5 días.
El rubio se acercó para tomarlo y le dio una rápida ojeada.
Para muchos conquistar a una chica es algo complicado o casi imposible, y qué decir de hacerlo en poco tiempo. Aquí podrás aprender cómo hacer que cualquier chica caiga rendida en tus brazos con unos simples pasos. ¡Comencemos!
Paso 1: Ve a la tienda y compra un ramo de flores. Asegúrate de que sean sus favoritas (…)
El chico levantó la vista y volvió a fijarse en su compañero.
— Jamás había visto un libro más extraño en mi vida. ¿De dónde lo sacaste? — preguntó curioso.
—Ah, Inojin me lo prestó. — mencionó restándole importancia.
— ¡Ese bastardo! ¡¿Cómo se atreve?! Lo voy a matar, estúpido traidor.
El rubio arrojó el libro al suelo mientras comenzaba a insultar al oji-jade. Por su parte Mitsuki solo lo observaba divertido hacer su rabieta; había pasado por alto ese ''pequeño detalle'' cuando mencionó al otro chico, pero ver la reacción de su compañero en ese momento no le hacía arrepentirse de nombrarlo. Solo aguardó hasta que su compañero finalmente se calmara para decidirse a hablarle.
— ¿Terminaste?
El oji-azul lo miró a él y luego al libro para comenzar otra vez a insultar al otro rubio, pero ahora además había comenzado a saltar sobre el objeto. Cuando se cansó, bajó y le dio una fuerte patada al libro mandándolo a volar unos cuantos metros tras el peliblanco, quien en cámara lenta lo vio pasar sobre sí. Completamente enfadado, Boruto se dio la vuelta y pasó por el lado de su compañero que solo observaba atento sus movimientos. El rubio caminó hasta donde había llegado el libro, lo recogió, lo sacudió un poco y lo cargó entre sus brazos. Luego, con una postura completamente erguida pasó por su lado con los ojos cerrados.
—Aún lo necesito.
Al peliblanco le bajó una gotita al verlo marcharse de esa forma tan orgullosa. Solo negó con la cabeza sin dejar de sonreír para luego correr hasta darle alcance.
—Muchas gracias por las flores, mi madre me volvería loca si no llegaban. Estoy segura de que estará muy feliz de verlas.
—No es nada, mi madre me dijo que estas eran sus favoritas. — mencionó mientras guardaba el dinero que la chica acababa de entregarle.
—Sí… bueno, algo así. — dijo admirando el ramo de narcisos que había colocado en un florero. —Gracias por traerlas hasta aquí, de verdad me has salvado.
—No fue nada, pero ahora será mejor que me vaya. Aún debo hacer otras entregas.
Suspiró con cansancio. La morena solo asintió y lo acompañó hasta la puerta. El muchacho salió a prisa mientras la chica desde el umbral le despedía con la mano.
Lejos de ahí dos jóvenes caminaban por las calles casi vacías del lugar. Uno se encontraba inmerso en un libro mientras que el otro caminaba totalmente aburrido a su lado con las manos tras la nuca.
—Oye, ¿ya sabes que será lo próximo que harás? — sus palabras solo se perdieron en el aire, ignoradas completamente por el rubio. —Tsk, que aburrido. — de pronto el ruido de un libro al cerrarse a su lado lo sobresaltó. —N-no me golpees. —suplicó.
—Ya lo terminé.
Sin decir más le extendido el libro y siguió caminando mientras el peliblanco le miraba extrañado.
—¿Y ahora?
—Sencillo. Comienza el plan: Conquistar a Sara-chan.
¿Qué tal? ¿Les ha gustado? Espero que sí. Sé que es algo corto por ser el primer capítulo y sé que tal vez algo loco, pero prometo que en los próximos capítulos se irá... ¿explicando más? Bueno, ya lo verán, solo sean pacientes. Estaré esperando con ansias sus reviews, si quieren que mejore algo o cualquier cosa, les agradecería sus comentarios. También aceptaré sus tomatazos y sus quejas, si es que las tienen.
Ya sin más que decir, nos veremos en un próximo capítulo. Muchos besos y un fuerte abrazo con todo mi cariño.
Claire fuera.
