Un amor de Verano

Apenas y los crisantemos empezaban a florecer y las noches ya parecían más cortas y los días más largos. El calor se iba haciendo un poco más fuerte cada día. Las golondrinas volvían a su nido ya olvidado en el marco de mi ventana; caras ya conocidas y nuevas, se veían en las calles, todos con un mismo objetivo, encontrar un lugar donde refrescarse. Definitivamente el verano había llegado.

Tu apareciste con el primer canto de las golondrinas, un extraño con ojos esmeralda y cabello del color del césped en verano, su nombre, Drew. Me enamoré de ti al instante y tú de mí. Fuimos dos niños jugando en el calor del verano, paseamos por los campos de moras y solo ellas fueron testigos de nuestro amor.

Nos reuníamos todas las tardes en el mismo lugar, nuestros besos no eran suficientes para demostrar nuestro amor, pero como siempre yo debía de correr todo el camino a casa cuando la noche empezaba a caer.

El calor del verano hacia mis mejillas sonrojar, pero eso no evitaba que me separarme del calor de tu piel, tus besos eran adictivos y no quería pensarlo, pero yo lo sabía, nuestros días estaban contados, pues tu debías de viajar al sur, apenas y el otoño empezara.

Las hojas se empezaban a manchar de colores tierra, ya no quedaba ninguna del color de tus ojos, todas cambiaron su color y como si supieran mi dolor, los árboles lloraban sus hojas, pues tú ya te habías ido. Los patios de las escuelas se empezaban a llenar, todo había vuelto a la normalidad, nadie parecía notar tu ausencia, solo mi cuerpo que con mi viejo abrigo que apenas alejaba el frío.

Los días pasaron y recibí una postal tuya de afuera del país, ninguna llegó después de esa y el frío de otoño seguía aumentando, como hubiera deseado que estuvieras conmigo y que nunca te hubieras ido, pues el frío me helaba hasta el propio amor que te tenía, espero no hayas cambiado y encontrado un nuevo amor.

Los campos por los que paseábamos ahora están dorados y solo quedó lodo en mis botas, mi corazón vacío y triste como las moras ya marchitas. Las noches eran más largas y los días parecieron acortarse, las amarantas ya a medio marchitarse y solo las violas blancas que me recordaban a ti.

Sé que tengo que olvidarte, que no volverás, que tú eres como una golondrina, un pájaro que solo viaja en verano, estuve equivocada al tratar de capturarte y tenerte solo para mí. Ahora vuelas lejos de mi amor, osé donde estés, solo espero estés bien.

El otoño empezaba a morir y mis viajes al lago eran más frecuentes y conocí a alguien caminando también junto al lago, él no era tan maravilloso como tú, no me mantenía caliente con su abrazo como tú lo hacías, no lo amé como te amé, pero por lo menos sé que él no volaría lejos de mí.

Al finalizar el otoño lo dejé ir como tú me dejaste ir, pasó el invierno con su fría mano y las pequeñas flores silvestres empezaban a florecer, las mariposas volaban como una vez volaron en mi estómago cuando te conocí y aquí está de nuevo los primeros toques de verano, pronto sabré si los pájaros del verano viajan en círculos o simplemente vuelan lejos de aquí.


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~LobitaAlfa