Empezó con un beso
Capítulo 1
Harry Potter corrió escaleras arriba hacia el apartamento de Ginny maldiciéndola por su fobia a los ascensores y su amor a la altura lo que la había llevado a alquilar un apartamento en el sexto piso de un edificio obviamente sin ascensor.
- ¡Ginny! – llamó a la puerta con preocupación.
Ginny le había mandado una lechuza para decirle que estaba metida en un lío y que necesitaba que fuera a su casa de forma urgente, y durante el trayecto hasta la casa de su
amiga no había hecho más que preguntarse en qué lío se había metido Ginny esta vez.
- ¡Voy! – respondió la voz de una mujer.
La puerta finalmente se abrió. Ginny tenía la mitad del pelo atado en una coleta mientras que la otra mitad caía suelto por un hombro. Llevaba puesto una bata y debajo de esta llevaba el suéter de quidditch del equipo de griffindor de Hogwarts que obviamente pertenecía a Harry y que había tomado prestado en el último año de Harry en la escuela y que además nunca le había devuelto.
Cada vez que se lo pedía Ginny le decía que estaba sucio, que se lo devolvía en cuanto se lo lavara. Habían pasado más de diez años y, o bien Ginny era una sucia, o simplemente no tenía intención de devolvérselo. Lo importante en esos momentos era que Ginny estaba bien, y él, Harry Potter, sintió un gran alivio. En realidad parecía algo nerviosa, pero bien al fin y al cabo después de todas las espeluznantes posibilidades que se había imaginado, un suéter no importaba demasiado.
- ¿Estás bien? – Harry entró por la puerta y la cerró de un portazo; dejó su chaqueta sobre la silla y se sentó en el sofá – te noto un poco pálida – añadió mientras le indicaba que se sentara a su lado.
- Esta vez lo he hecho de verdad – dijo con resignación - ¿Por qué no dejo de meterme en líos? Quiero decir, tengo casi treinta años. Tengo un empleo bien remunerado, estoy haciendo la pasantía para ver si puedo obtener mi propia consulta en la unidad infantil en San Mungo ya sabes, esa de la que te hable que me pidió mi jefe o sea Hermione incluso ella parece más emocionada que yo, pero ya sabes ella debía soltar la vacante para todos los que trabajamos ahí pero me dijo en tono estrictamente profesional que tenía los méritos para conseguirlo y tú sabes cuanto me gusta trabajar con niños – sacudió la cabeza y se dejó caer en el sofá junto a él – ¡Por Merlín!, no tengo idea de cómo pasan estas cosas. Me tomo mis vitaminas todos los días y los domingos salgo a correr siete kilómetros.
Harry arqueó una ceja, él había salido a correr con Ginny en más de una ocasión y sabía cómo era correr con ella exactamente.
- Y te paras en cada puesto de perritos calientes, donuts y chucherías que te encuentras en el camino.
- Pero al menos voy caminando – protestó – Y además no estoy hablando de eso. Lo que quiero decir es que no soy tonta, que me cuido bien, pero aún así…
- ¿Qué te sucedió esta vez? – Harry sabía que se lo contaría si le daba tiempo. A veces él permitía que se tomara un tiempo, pero en esta ocasión sentía demasiado curiosidad y muy poca paciencia. Los predicamentos de Ginny siempre resultaban interesantes, y muy inventivos.
- Esto es lo que pasa – dijo, apartándose la bata mientras colocaba su pierna en la mesa de centro.
Las tenía cubiertas de algo raro…
- ¡Que demonios…! – Empezó a decir Harry y Ginny frunció el ceño - ¿qué has hecho? – se dio cuenta que Ginny iba a comenzar a llorar y sintió lástima por ella.
- Voy a ir a la playa este fin de semana para ponerme un poco morena – le contestó como si eso lograra explicar lo que tenía en las piernas.
- ¿Y?
- Y no quería ir con las piernas llena de pelos. Quiero decir, soy pelirroja, por las barbas de Merlín. Cualquiera pensaría que tengo el vello de las piernas fino y colorín como el de mi cabeza. Pero no. Desgraciadamente es duro y negro. Si me las afeito por la mañana ya por la tarde me está saliendo una pelusa, una lata. Entonces Hermione me recomendó que me hiciera la cera, pero le faltó decirme un gran detalle.
Ginny se calló y empezó a meter las manos en los bolsillos de la bata, buscando un pañuelo. Y Harry se metió la mano en su bolsillo y le ofreció el suyo, sabía que no estaba de moda llevar pañuelos pero la señora Weasley tanto a él como al resto de sus hijos le había enseñado siempre a llevar uno, lástima que Ginny hubiera sido la única de los siete hijos de Molly que no había aprendido esa lección le hubiera sido útil. En todo caso para su suerte siempre estaba él con un pañuelo para ayudarla, algo muy oportuno con alguien como Ginny. Ella recibió el pañuelo y se sonó de un modo muy poco apropiado para una señorita.
- Decidiste hacerte la cera. ¿Y qué problema hay? ¿Qué fue lo que Hermione no te dijo?
- Que duele – gimoteó – Me quite una tira y me dolió muchísimo. Ahora no soy capaz de quitarme el resto. Llevo aquí sentada toda la tarde intentándolo, pero definitivamente no soy capaz de hacerlo – lo miró con cara de pena.
- Entonces es eso, ¿quieres que lo haga yo? – Harry dejó de preocuparse y en sus labios se dibujó una sonrisa, sabía que Ginny le vería el lado divertido de la situación pero no hasta que hubiera pasado.
- ¿Te acuerdas cuando se murió Arnold y me regalaste un perro y le puse Peludito y se tragó uno de mis anillos y te pedí que lo sacarás? – Ginny sonrió por el recuerdo de esa asquerosa tarea – incluso lo limpiaste por mí.
- Pero nunca te lo volviste a poner.
- ¿Te lo hubieras puesto tú? – respondió mientras reía a carcajadas.
Ginny era así, ni siquiera ella sabía de qué humor estaba y cuando él estaba con ella cambiaba de igual manera su humor.
Ginny siempre se había metido en las situaciones más ridículas y siempre había contado con Harry para que la sacara del apuro en cuestión. En esas ocasiones Harry se sentía como una mezcla de salvador del mundo mágico pero del mundo mágico de Ginny Weasley o un elfo doméstico a su completa disposición.
- ¿Entonces me vas a decir que el que te saque la cera es más fácil que el hecho de rebuscar entre la caca de Peludito?
- Pues, en verdad será mucho más sencillo para ti que para mí porque a mí me duele un montón y como te dije no soy capaz de hacerlo – se cambió de postura y colocó su pierna derecha sobre su regazo – y pienso que será más sencillo si seguimos hablando y tú me quitas la tira de cera cuando menos lo espere… ¡Ay! – Apartó rápidamente la pierna de regazo de Harry y empezó a frotársela – Me hiciste daño – protestó y lo miró como si fuera un colacuerno húngaro.
Harry arrojó la tira de papel cubierta de cera y vello sobre la mesa. Ginny se frotó la pierna dolorida un momento y seguidamente la colocó nuevamente sobre el regazo de Harry, entonces él le pasó la mano con suavidad por la zona enrojecida.
- ¿Te acuerdas cuando tenías trece años y te montaste en una escoba por primera vez? Ese verano que pase en la madriguera.
- Harry pasaste todos lo veranos en mi casa desde que te hiciste amigo de Ron, pero ya, ¿qué hay con ese verano?
- ¿Bueno…recuerdas o no cuándo te subiste a esa escoba? – sonrió y Ginny gimió mientras echaba la cabeza atrás sobré el cojín que había en un extremo en el sofá.
- Debo decir en mi defensa que esa ha sido la única vez que me caí en escoba que son menos de las que te has caído tú, además me caí porque apareció una abeja y les tengo pánico si no hubiera sido por eso me hubiera salido lo bastante bien.
- Si te hubieras afirmado aún más de la escoba, por suerte caíste de una altura muy pequeña – dijo Harry y le arrancó otra tira de cera.
- ¡Ay! Lo has hecho muy rápido. No me has dejado que me recuperara de la otra – contestó mientras se pasaba la mano por la pierna.
- Lo siento, pero casi hemos terminado con esta pierna – Harry le pasó la mano varias veces por la espinilla - ¿Bueno y que hay de nuevo?
- ¿Desde que hablamos de ayer? – Ginny hizo una pausa – he dejado a Ben.
A Harry nunca le había gustado aquel tipo, era muy presuntuoso como su nombre, además tenía los ojos esquivos y la enfermante costumbre de jugar con el pelo de Ginny cosa que lo sacaba de quicio además lo hacía sentir posesivo. Aun así Harry no podía disimular delante de Ginny que lo echaría de menos.
- Lo siento llevabas casi un año con él ¿qué paso? – hasta donde Harry sabía Ben trabaja en San Mungo pero en la parte administrativa quizás Ginny se había aburrido de verlo todos lo días.
- Verás, anoche mientras estábamos cenando decidí que él nuca sería mi hombre ideal.
Harry le quitó otra tira, pero Ginny ni siquiera gritó esta vez sólo lo miró con rabia y se frotó la pierna.
- ¿Por qué? – preguntó Harry.
- Porque los dos pedimos fettuccini – Harry debería estar acostumbrado con los rodeos de Ginny. En verdad durante su mejor época de auror cuando se dedicaba a casar mortífagos tenían que dar con muchos rodeos para poder sacarle la verdad, pero si era franco consigo mismo los rodeos de Ginny lo dejaban perdido en su extraña lógica.
- ¿Y?
- Y me di cuenta de que si hubiera estado contigo tú hubieras pedido gambas – contestó como si esa fuera la razón más lógica para terminar con alguien. Sin embargo, él igual sonrió porque se dio cuenta de que efectivamente él hubiera pedido gambas, aunque eso seguía sin explicar porque había dejado a Ben.
- No lo entiendo – contestó Harry con expresión confusa. Entonces Ginny lentamente como si él fuera imbécil se lo explicó.
- Cuando tú pides gambas siempre te robo unas cuantas. De ese modo consigo lo mejor de ambos platos, de mi fettuccini y de tus gambas. Quiero decir, es como cuando me llevas a esa entretención muggle done proyectan a un montón de gente haciendo cosas extremas y antes de entrar venden dulces ¿cierto? – Harry asintió – bueno, Ben también me llevaba ahí, es que como es hijo de muggles. Pero él nunca compraba caramelos de cola y yo tenía que comprarlos además de las cabritas y lo nachos con queso y era demasiado. Daba el aspecto de ser un puerco, bueno puerca en verdad.
Harry arrancó dos tiras más en rápida sucesión.
- ¡Ay! – gritó Ginny – estás disfrutando, ¿eh?
- Ya he terminado con una pierna, ahora sólo falta la otra – le agarró la pierna izquierda y se la puso sobre el regazo junto a la derecha - ¿Así que lo dejaste porque pidió el plato equivocado?
Ginny sacudió la cabeza y se puso colorada. Al verla, Harry se quedó asombrado. Había visto muchas cosas en los años de amistad con Ginny, pero jamás la había visto ruborizarse.
- No – se encogió de hombros – Lo dejé porque cuando me estaba dando un beso de despedida que en mi opinión era bastante patético, me di cuenta de que tú no besabas mal. Y no te estoy pidiendo que me beses – añadió apresuradamente – Es sólo que algún día quisiera encontrar un hombre que bese tan bien como tú y que sepa pedir la comida adecuada y todo eso – Harry se quedó inmóvil a mitad del tirón.
- Eh, termina de quitármela es peor cuando no sé cuando vas a acabar… ¡Ay! – apartó la pierna de su regazo y se frotó la pierna adolorida - ¡Mierda! Los hombres no tienen que depilarse las piernas, no es justo.
- ¿Cuándo me has besado tú? – preguntó Harry ignorando los quejido de Ginny. No recordaba haberla besado, una vez le había dado una patada por decirle que un novio de ella la había engañado pero esa vez Ron y él estaban seguros que era verdad que ese idiota la engañaba, recordaba también que Hermione le había dicho que no se metieran en la vida de Ginny, ¡ah, sí! una vez también habían causado una explosión en la sala común…pero eso fue gracias a uno de los productos de los gemelos, también había luchado codo a codo con él contra Voldemort, y jugado millones de veces quidditch con ella pero estaba seguro que jamás la había besado. Miró los carnosos labios de Ginny y estuvo totalmente seguro de que lo recordaría de haberlo hecho.
- Vaya, Harry, me sorprendes. En la clase de pociones – Harry siguió pensado, pero era incapaz de recordar el beso – Yo estaba mezclando unas sustancias junto con Luna mientras el profesor Slughorn iba a buscar a McGonnagal para que arreglara una disputa entre dos alumnos de griffindor y algo hizo explosión yo siempre fui buena en pociones así que no sé que pasó seguramente Luna le había agregado algo que no debía – se encogió de hombros – entonces perdí el conocimiento y recuerdo que estaba tumbada ahí en el suelo y tú te agachaste y me diste el beso más maravilloso que me han dado jamás. Desde luego me hiciste poner muy alto el listín con otros hombres. Me preocupó que no volvieras a besarme porque tal vez yo no lo hiciera bien. Y cuando te marchaste a la academia de aurors después de que la guerra hubiera terminado y todo el asunto del colegio lo hubieras acabado me pasé mi último año en Hogwarts practicando. Entonces esperaba que cuando volvieras a la Madriguera y yo terminara pudiéramos intentarlo otra vez.
Harry le agarró la pierna y le arrancó tres tiras de golpe, de la frustración que sintió.
- ¡Eh, no te pongas así!
- Eso no fue un beso – dijo Harry en voz baja intentando controlarse – Te estaba haciendo respiración boca a boca – Era realmente insultante que Ginny pensara que el mejor beso que podía dar era una respiración boca a boca, él sólo había estado ahí por pura casualidad como tenía hora libre quiso aprovechar ese momento para ir a ver si Slughorn le decía algo sobre los horrocruxes cuando todos hubieran salido de clases y la explosión había ocurrido entonces él había entrado y la había visto en el suelo inconsciente, se había asustado mucho.
Luego recordó con todos los chicos que Ginny había salido en el último año sobre todo recordó lo mucho que había detestado oír cada vez que iba a la madriguera los fines de semana junto con Ron sobre los nuevos novios de Ginny y pensar que en todo ese tiempo ella había estado practicando con la intención de mejorar. Ginny lo miró un momento antes de echarse a reír.
- ¿Quieres decir que me pasé el último año practicando para besar bien la siguiente vez que me dieras un boca a boca?
- Ginny – Harry quiso interrumpirla, pero ella continuó.
- Creí que lo había hecho fatal, pero entonces Gregory Thaker uno de los chicos más cotizados de Hufflepuff que iba en mi mismo año me dijo de que de todas las chicas que había besado, yo era la que mejor lo hacía. Recuerdas a Gregory, ¿no? El besaba a muchas chicas. De modo que, finalmente entendí que siempre me habías llamado pequeña porque era así como me veías, como la pequeña hermana de Ron así yo también pasaba a ser tu hermana. Además en ese entonces salías con Cho, pero después terminaste con ella y comenzó todo este asunto de la guerra y dejaste de salir pero luego cuando todo se calmó y empezaste la Academia saliste con Amy, luego Linda y después cuando empezaste a trabajar en el ministerio empezaste a salir con Julie la recepcionista entonces después vino tu gran amor otra vez Cho y volviste a salir con ella… - dejó de hablar y le echó una mirada llena de pesar – Lo siento, bueno así que finalmente me di por vencida – la sonrisa pareció vacilar un instante pero enseguida la recuperó – Al final me alegré de dejar de perseguirte. Eres el mejor amigo que cualquier mujer pudiera desear, lo sé porque eres muy buen amigo de Hermione y a mí siempre me salvas de las situaciones en que me meto aunque la mayoría de las veces me las puedo arreglar perfectamente. En fin, lo que quiero decir es que vamos a esa cosa muggle y sales a correr conmigo los domingos. ¡Eh, esa me dolió! – Protestó Ginny – Será mejor que duré seis semanas como dice la caja y que sea tan buena como dice Hermione porque sino me acriminaré primero con Hermione y después con…
Harry se la quedó mirando un momento, ajeno a su conversación ¿Ginny había estado detrás de él? El desde luego no lo recordaba así, hasta donde sabía Ginny lo había amado hasta sus doce años cuando se había dado cuenta de que él no era más que una persona común y corriente y luego cuando el creía estar siendo poseído por Voldemort fue Ginny la que había hablado con él porque era la única que sí había estado poseída por este, además Ginny había sido una gran amiga cuando Ron y Hermione comenzaron a salir en su sexto año y mientras más crecían más amigos se hicieron.
Amigos.
Eso era lo que eran, amigos. Si ella había estado detrás de él después de sus doce años no se había dado cuenta porque para él Ginny había superado ese enamoramiento infantil y había descubierto a la persona que vivía tras el nombre. Ella siempre había estado ahí, dispuesta a escucharlo y él también la había escuchado a ella cuando Fred había muerto, siempre habían estado rescatándose. Aunque Harry dudaba de que Ginny supiera cuantas veces ella lo había rescatado y tranquilizado, sobre todo después de la guerra y la ruptura con Cho…
No quería pensar en Cho, no deseaba enfrentarse a su fracaso. La lista de nombres que había citado Ginny era una buena prueba de lo que él había sospechado ya hacía tiempo: que era un fracaso en el sexo opuesto. Había tenido cinco relaciones y ninguna de ellas había cuajado, más encima había tenido dos veces una relación con la misma persona y ninguna de las dos veces había resultado. Porque cuando había vuelto a ver a Cho había pensado que era algo como del destino y que había encontrado a la mujer ideal y que acabaría casándose con ella y teniendo hijos, que por fin tendría una familia propia. Esos sueños habían muerto con el accidente de Cho. Poco después de eso se habían separado.
- Harry – dijo Ginny, sacándolo de sus pensamientos. Se puso de pie y sonrió – Harry, estaba a punto de hacer la cena.
Harry se resistió de gemir en voz alta por alguna extraña razón genética que él no entendía había sido justamente Ron el que heredara la mano de la cocina de Molly situación que Hermione agradecía enormemente a la hora de cenar y bueno Ginny no había heredado ese don porque definitivamente si algo no iban bien juntos eso era Ginny y la cocina, porque cocina y Ginny tenían relación más bien con la indigestión.
- Como tienes las piernas tan suaves, porque no las invito y al resto de ti a comer algo fuera. Prometo pedir gambas – ella lo miró aliviada.
- Estaba esperando que me lo pidieras. Ahora que ya no tengo novio, habrá demasiadas noches en las que tenga que cenar en casa. Eso me anima a buscarme otro novio.
Al levantarse del sofá, la bata se abrió un poco, dejando al descubierto unas preciosas piernas. Fue entonces cuando Harry se dio cuenta de lo bonitas que las tenía. Claro que no las estaba mirando. Ginny era una amiga y nadie le miraba las piernas a una amiga. Ella se anudó la bata.
- Supongo que será mejor que me cambie no puedo salir así.
Fue hasta el cuarto de baño para cambiarse, y Harry no pudo evitar observar el movimiento de sus caderas. Ginny era una mujer bien planteada. Harry decidió no pensar en eso, llevaban tantos años siendo amigos que estaba acostumbrado a ella. Ginevra Molly Weasley, su amiga, su hermana honorífica. Menos mal que Ginny no había continuado ni con su amor de adolescente ni con su amor infantil. De haberlo hecho, Harry hubiera estropeado cualquier relación. En realidad ambos eran afortunados de que la cosa no hubiera pasado de aquel beso de primeros auxilios.
Ginny sabía que cenar con Harry no era salir a comer hamburguesa con papas fritas, de modo que los jeans quedaban descartados. Y desde luego esa semana se había comprado el vestido perfecto para poner en práctica el plan de esa noche. Sí, tal vez ese vestido color marfil tuviera un aspecto recatado y virginal en la percha, pero puesto… Ginny sonrió. Se puso la prenda de diseño aparentemente sencillo y se miró en el espejo de cuerpo entero. Ese vestido años veinte, según Hermione, podía parecer inocente pero una vez puesto era una auténtica tentación. Y esa noche tenía la intención de interpretar el papel de tentadora para engañar a Harry.
Se sintió algo culpable por la artimaña que estaba a punto de llevar acabo, pero tanto Hermione como ella sabían la necesidad de aquel plan, Harry era demasiado obstinado y lo que habían creado era todo por su bien porque estaban seguras de que si Ron se lo sugería no lo haría ni lo convencería pero ella sabía que sí lo podía convencer. Hacía meses que estaba demacrado y ese mismo día había notado que perdido peso, y todo porque aun estaba penando por esa relación fracasada. Ginny se dejó de sentir culpable y se concentró en el plan, tal vez fuera algo turbio pero era por el bien de Harry, él era demasiado terco para darse cuenta de que necesitaba distraerse.
Terminó de abrocharse el vestido y se puso sus zapatos de salón color marfil. Después se recogió el pelo y se maquillo un poco y tras ponerse unos pendientes, un collar y un poco de perfume, decidió que estaba lista. Quince minutos. No estaba mal, pensaba mientras salía al salón donde la esperaba Harry.
- Lista – dijo alegremente – él silbo mientras se daba una vuelta - ¿Te gusta? – preguntó queriendo que él se lo dijera.
- No es precisamente la palabra que yo hubiera utilizado. ¿Qué he hecho yo para merecer un vestido como ese?
Estaba cayendo en su plan. En su papel, Ginny se encogió de hombros.
- Tú no. Si me vas a invitar a salir quiero estar guapa. Después de todo, ahora estoy libre y quizás el hombre de mis sueños aparezca esta noche y quiero estar lista para cuando lo haga – Harry dejó de sonreír
- ¿Lista para qué?
- Para lo que sea. Uno nunca sabe lo que está esperando cuando sale de casa – y dicho esto se fue hasta la puerta.
- Estoy de acuerdo contigo Ginny, pero no sé si deberías vestirte tan provocativamente.
- ¿Qué quieres decir? Es de lo más decente y será mejor que no actúes como mis hermanos diciéndome cómo vestirme que ya estoy bien crecidita como para poder tomar mis propias decisiones – abrió el ropero del vestíbulo y sacó un chal que combinaba perfectamente con el vestido, pero Harry no se movió estaba ahí con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
- Yo no diría que es un vestido decente, y no me retes por decirte lo que pienso porque de algún modo soy tu hermano mayor.
- Harry, no me pienso quitar el vestido – lo miró seria – Piensa que si no consigo ligar esta noche tendré que conformarme con mis propias comidas o ir a visitar a Hermione todas la noches y créeme eso no le gustará ni a mi hermano ni a Hermione. Y supongo que tú no querrás eso, ¿verdad? – Harry suspiró y salió por la puerta, Ginny lo siguió; cerró la puerta y echo la llave - ¿Pasa algo, quiero decir aparte del vestido? – Le preguntó Ginny por sospecha - ¿Es por Cho? – él se volvió, Ginny sabía que pasaba algo pero Harry sacudió la cabeza y continuó bajando las escaleras.
- No estoy bien, sólo un poco cansado.
- Pues claro – sonrió intentando ocultar su preocupación – estás trabajando demasiado, hace semanas que no salimos.
- Tú estabas demasiado ocupada con tu novio – le recordó y Ginny se tuvo que agarrar del pasamano para no rodar escaleras abajo por los estúpidos tacones.
- Pues él ya no está – Ginny le puso la mano en el hombro – y cuando quieras hablar de Cho, ya sabes que estoy para escucharte.
Para Harry sólo existía el trabajo desde que él y Cho habían roto, no sólo había trabajado duro sino que no había hecho otra cosa para divertirse. Todos y sobre todo ella lo habían observado con desconsuelo sin saber como ayudarlo, sólo Ron conseguía animarlo a veces pero parecía que tampoco había hablado sobre Cho con él y a Hermione tampoco le había contado qué le sucedía. Por eso estaban preocupados y ella como su mejor amiga también, sobre todo desde que su trabajo como administrador de los aurors se había vuelto una prioridad había sido como un escape para superar lo de Cho.
Cho, la ruptura con ella había sido motivo del silencio para Harry. Ginny estaba segura de seguía doliéndole y era su labor como amiga que Harry comenzara a vivir otra vez, sobre todo después de que nadie lo había conseguido. Y salir del ministerio sería el antídoto para Harry.
- Vamos, chico. Tengo un hambre de lobo – dijo mientras se metía en el coche de Harry.
- Tú siempre tienes hambre, es el típico apetito Weasley.
- Pues sí. Lo normal sería que ya me hubieras alimentado, pero seguimos aquí lejos de la comida.
- Tienes toda la razón, vayámonos.
Ginny sonrió cuando llegaron a uno de los mejores restaurantes de comida italiana "Tarantelli", de Londres dueño de unos magos. La primera vez que Harry la había llevado ahí se había sentido fuera de lugar, pero sólo hasta que le habían puesto la comida enfrente. Ginny se sentía muy bien cuando tenía un plato de buena comida y Tarantelli era uno de los mejores restaurantes de Londres.
- ¡Hola, Martín! – saludó Ginny al maître.
- Ah, el famoso Harry Potter y la encantadora Ginny… Es un placer verlos por aquí – Ginny permitió que Martín le besara la mano.
- No tenemos reserva Martín, y me temo que es culpa mía. Me ofrecí a prepararle la cena a Harry pero se asustó hasta el punto que sugirió traerme aquí.
- No se preocupen, para ustedes dos siempre hay mesa – Martín los condujo hasta la mesa - ¿quieren que les traiga algo de beber primero?
- Comida, Martín. Sólo comida. Es lo único que puede curar mi corazón roto.
- ¿Otro novio ha mordido el polvo? – el maître le preguntó a Harry.
- Eso parece – contestó Harry.
- Bueno pues resulta que Félix ha ideado un nuevo plato de pasta que te hará olvidar todas la penas.
- Yo tomaré gambas – dijo Harry y Martín asintió brevemente.
- Enseguida le traeré la comida – le dijo a Ginny y cuando se marchó Ginny le sacó la lengua a Harry.
- Ves, hay alguien que se da cuenta de la perdida tan grande que he sufrido.
- Ginny fuiste tú la que rompió con él – dejaría que Harry intentara darle la lógica a la ruptura. Lo que no entendía él era que su corazón no entendía razones. Ginny había aprendido la lección después del beso de Harry en Hogwarts. Porque ese beso la había hecho ver que él para ella era más que su mejor amigo y el mejor amigo de su hermano. Desgraciadamente él no había notado nada, se había ido a la guerra y después a la academia donde había tenido una larga lista de novias. Y si Harry se animara a hablarle de Cho ella le diría que esa oriental no era la mujer adecuada para él, pero él seguía empeñado en no querer hablar de eso y Ginny sabía que necesitaba tiempo y no sus sermones. Ahí entraba en juego su plan.
- Puede que yo fuera la que rompiera con él, pero sigue siendo una pérdida. Y eso me lleva a otro pequeño problema.
- ¿Qué problema?
El juego había comenzado y Ginny pensó que había llegado el momento de avanzar.
- Olvida lo que he dicho. Estoy segura de que otro hombre podrá ayudarme. Después de todo has dicho que este vestido era estupendo.
- Yo no he dicho eso – discutió Harry, Ginny había adivinado que respondería así y le dieron ganas de sonreír pero en vez de eso frunció el seño.
-Bien, lo has implicado. Tal vez deba comprobar por mí misma si es estupendo o no. Podría acercarme a la barra mientras esperamos la comida y alguien pueda que me ayude con mi problema.
- Ginny, cariño, sabes que yo te ayudaré si está en mis manos.
- No – respondió con firmeza – estoy segura de que podré arreglármelas solas. Sabes lo mucho que odio molestarte con mis cosas.
- ¿Ginny cuál es el problema? – le preguntó con frustración.
- ¿Bueno, sabes cuando me estaba haciendo la cera para irme a la playa a tomar el sol? – Harry asintió y Ginny resopló con delicadeza – pues ese es el problema.
- Pero te he quitado las tiras de cera de las piernas – protestó Harry.
- No es la cera sino la playa.
- ¿La playa? – preguntó cada vez más confuso. A Ginny le encantaba ir a la playa de hecho siempre lo obligaba a que lo acompañara en verano a algún lugar donde había playa y siempre iban en su coche junto con Ron y Hermione porque de los cuatro el único que sabía conducir era él y Hermione y tanto a Ron como a Ginny le encantaba viajar en auto, pero esa vez era distinto tenían algo en mente.
- Necesito un hombre que me acompañe y esperaba que conocieras a alguien.
- ¿Por qué necesitas un hombre?
- Porque – empezó a decir – es una playa donde sólo se admiten parejas. Harry se echo a reír.
- ¿Cariño dónde has oído eso? Cualquiera puede ir a un pueblo de la costa cerca de Londres, después de todo es público.
- No, no es aquí en Inglaterra sino en Italia en la Isla Amore. ¿Sabes cuál es? Te he hablado de ese lugar, esta cerca del mar Mediterráneo, en la agencia de viajes había una excursión en oferta y Ben y yo íbamos a ir, bueno ahora no está Ben y yo estoy en un aprieto.
- No te sigo – Harry la miró confundido.
- Para ser auror, a veces eres un poco lerdo – lentamente como si fuera uno de sus pacientes y le estuviera explicando su problema le dijo – es un centro turístico para parejas y yo ya no la tengo de modo que no me dejarán entrar a la isla y menos aun a la playa.
- ¿Y quieres que te presente a un amigo? ¿Qué te ayude a encontrar un sustituto? – Ginny sacudió la cabeza y sintió que se le soltaba un poco el moño. Suspiró mientras se quitaba las horquillas y se dejaba el pelo suelto. Lo tenía muy fino y le costaba mucho mantenerlo recogido.
- No, tonto – dijo – quiero que seas tú…
Muy bien, hola a todos.
Espero que estén muy bien, la verdad es que me imagino que se estarán preguntando, qué hago yo subiendo un nuevo fic si ni siquiera he terminada los otros dos. La respuesta es simple, es que estoy terminando de escribir mis otros dos fic para luego sólo subir los capítulos, sólo les pido paciencia, no los tengo abandonados.
Bueno, con respecto a esta historia quisiera aclarar un par de cosas.
Primero: La historia no es mía, yo sólo hice una adaptación de ella porque apenas leí esta novela me gustó y creí que sería prefecta para un fic Harry y Ginny.
Segundo: La novela se llama igual que el fic "Empezó con un beso" y es de Holly Jacobs. Por si alguien alguna vez la lee. Le cambié varias cosas para que concordara con el mundo mágico.
Después de estas aclaraciones espero que disfruten leyendo el fic y bueno a través de los reviews me digan si les gustó o no.
Una cosa más, como esta historia ya está terminada y me di el trabajo de adaptarla hasta el final prometo subir todos los domingos un capítulo, no es muy larga.
Espero que le guste y la disfruten.
Con cariño, Naty.
