Fantasmas

"¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?"

- Phillip K. Dick.

I-

.- Fue sólo una pesadilla.

Donatello escuchó, pero no respondió nada, sólo siguió paseando de un lado a otro de la sala, con la bata blanca todavía sin abotonar.

.- No lo entiendo, por qué justo ahora...

.- No tiene sentido pensar más en eso.- Volvió a hablarle la suave voz de la computadora.- Fue sólo un mal sueño.

Donatello detuvo su paseo y se quedó mirando la pantalla blanca que brillaba a un par de metros por sobre su cabeza. Era la única pantalla de toda la habitación que no mostraba datos o procesos, sólo era blanca.

Se suponía que era la computadora misma, lo que podría interpretarse como su rostro, en donde el color le demostraba su estado de ánimo, se suponía, pero en realidad todo eso estaba lejos de ser tal: los "ojos" de la computadora no estaban ahí sino en las múltiples cámaras de la habitación y repartidas por toda la ciudad; su voz no salía de esa caja, sino de un sintetizador en alguna parte del módulo central, como muchos otros en muchas otras terminales por toda la ciudad.

Los colores para demostrar el estado de ánimo eran sólo el resultado de algún estudio, tal vez demasiado azaroso, sobre las reacciones humanas que Donatello había encontrado por ahí y cargado en la programación básica de la computadora, dejando que el programa eligiese la más adecuada de acuerdo a la circunstancias y de acuerdo al parecía ser el estado de ánimo del que hablaba con ella.

El blanco parecía el más adecuado para tranquilizar momentos de ansiedad, pero sólo porque así era como la computadora estaba programada para actuar cuando lo notaba preocupado. En otras palabras, la pantalla no cumplía ninguna función salvo la de hacerlo sentir más cómodo, porque nunca le gustó tener que hablarle a algo sin cara...

Soltó una pequeña carcajada sin humor y luego sintió una leve punzada de angustia, lo que siempre anticipaba esa sensación de soledad; llevaba demasiado tiempo hablándole a la computadora como si fuera una persona real y eso le producía cierta tristeza: quien más le inspiraba confiaba en todo el mundo en ese momento, era sólo una máquina.

¿No era eso patético? ¿No era eso estar increíblemente solo en el mundo?

Pero no era tan malo como sonaba, además, sólo pensaba en eso cuando tenía esos sueños y eso tampoco era tan frecuente, no desde hacía varios años ya ¿Por qué ahora volver a soñar con los muchachos? Justo ahora que todo estaba por solucionarse definitivamente.

La pantalla volvió a cambiar, esta vez a un color perla.

.- Tranquilo profesor. Todo saldrá bien.- Dijo la computadora.

Donatello sonrió. Sonaba tranquilizador, de verdad quería creer en eso así que se dejó convencer. Sabía que la voz de la computadora era sólo el producto de una perfecta réplica de voz humana femenina, con sus inflexiones y emociones. Sabía que sólo decía eso porque estaba programada para identificar situaciones y actuar en consecuencia, no era que de verdad quisiera hacerlo sentir mejor. No era que de verdad pensara que todo iba a estar bien.

Pero lo convenció.

De pronto se abrió la puerta y apareció un jovencito de bata blanca como la suya, pero pulcramente abotonada. Lo miró un segundo antes de hablar, acababa de darse cuenta que había entrado de sopetón sin siquiera tocar. Don se rió ante su expresión avergonzada y antes de que pudiera comenzar una disculpa le hizo una seña con la mano para que acabara de entrar de una vez.

Todos los chicos del laboratorio le miraban igual, con una mezcla de respeto, admiración y temor. Las primeras dos reacciones las entendía, pero la última... la última todavía le molestaba un poco. No había sido fácil atreverse a salir a la superficie, para él menos que nadie. Hasta el momento en que no le quedó más remedio, siempre evitó el contacto con el mundo humano incluso después de haber sido descubiertos, incluso después de que todos se convencieron de que eran inofensivos y los dejaran andar a sus anchas por la superficie. A pesar de eso, siempre había demasiadas miradas, siempre había demasiadas preguntas, demasiados perjuicios, demasiados recelos, demasiado temor.

Odiaba eso.

Pensó que con el tiempo se acostumbrarían a ellos... a él. Pero todavía quedaba algo de ese temor, aunque al menos habían dejado de mirarlo como si fuera una rareza...

No. Ya no. Ahora era reconocido como una de las mentes más brillantes de su tiempo y los jóvenes como ese hacían cola por un puesto como pasante en su laboratorio, incluso después del gran desastre.

.- Profesor.- Comenzó el chico tímidamente.- Estamos listos para la prueba.

Donatello asintió.

.- Bien. Estaré ahí en un segundo.

El chico asintió y con una pequeña reverencia dejó la habitación. Siempre recordaba a Splinter cuando se encontraba rodeado de jóvenes, nunca pensó que algún día le llegaría a él el turno de ser maestro y trataba de recordar lo más posible al suyo.

Splinter.

Ese día los iba a extrañar mucho. A todos. Iba a ser un día difícil.

Dio una mirada a la computadora, a su cara artificial, antes de dirigirse a la puerta. Había veces en que su compañía era suficiente. Había otras en que no.

Suspiró y salió de la habitación.

.-

TBC