Soul Eater no me pertenece. Es de su creador Atsushi Ōkubo.


Siempre igual.

Le observaba desde el suelo mientras él estaba subido en una gran estatua, como siempre, soltando sus majaderías: Que superaría a los dioses, que él era el mejor, y sabe dios cuántas chorradas más.

Suspiró cansada. Como siempre, ella tendría que ir pidiéndole disculpas a la gente y arreglando los destrozos que Black Star causara. Su técnico nunca cambiaría, pero a pesar de todo eso, ella le quería tal y como era.