Bueno esto no es un proyecto ni nada... es un regalo para dos grandes amigas, Breend y Lau... sin embargo, quiero compartirlo...

Besos

I would be
Parte I - Reencuentro

Ella estaba pasando por una situación difícil. Acababa de terminar con su novio, Joseph. Con él mantuvo una relación de cuatro años, pero fue muy tormentosa y ella muy tonta para notarlo. Las peleas y los celos eran el pan nuestro de cada día, él nunca había confiado en ella, ni siquiera un poco. Sin embargo, el amor había golpeado fuerte en su vida, ¿o simplemente estaba acostumbrada? Era difícil saberlo, lo único que tenía en claro era que, de cierto modo, Sam era feliz a su lado.

Nada ni nadie podría separarlos. Ni las peleas, defectos o maltratos, ella lo quería y si las cosas no pasaban a mayores, ella estaría bien con eso. Pero una noche, su novio llegó tomado al apartamento que ambos compartían. Como siempre, la pelea no tardó en iniciar y pasó lo que nunca debió pasar, él le pegó. Desde que Sam era una niña, se prometió que ningún hombre le pondría la mano encima; no permitiría que nadie le toque, ni siquiera su madre. Y eso fue más de lo que pudo soportar.

Así que, mientras él dormía en el piso, ella tomó la decisión más importante de su vida y la que cambiaría por completo todo lo que ella conocía y sabía. Cinco años atrás, fue aceptada en la Universidad de Nueva York. Todos sus amigos, incluyendo a Carly y Freddie, le hicieron una fiesta de despedida. Ese fue uno de los días más felices de su vida, al fin podía demostrarle al mundo que Sam Puckett podía ser alguien y no una chica sin aspiraciones. No podía estar ni un día más en ese lugar, por eso se mudo de Nueva York. Dejo atrás sus sueños y aspiraciones; su vida, su carrera y su trabajo. Todo porque necesitaba olvidar, darse un tiempo y que mejor lugar que su hogar, Seattle.

Entonces así se resumía su vida, en ser una cobarde que huía de sus problemas. Pensar que su vida estaba resuelta, que ya tenía un futuro seguro y que… "Bueno ya basta, Sam. No vale la pena compadecerte por tu error", pensó mientras se sentaba en una banca en medio de una acera llena de personas. A pesar de ser más de las doce de la noche, las calles eran concurridas y había muchas personas esperando entrar a los sitios nocturnos de moda.

Ella dejó escapar un suspiro entrecortado cuando observó la hora en su reloj. Eran casi la una de la mañana y no tenía a donde ir, claro que podía ir con su madre, pero no es justo despertarla a estas horas de la noche. Sam sabía que lo mejor sería buscar un hotel, comenzó a sacar cuentas y se dio cuenta que no tenía dinero, no lo suficiente para pagar por una posada decente.

De pronto, su mente viajo en recuerdos donde las cosas no parecían tan complicadas. Solo tenía que ir al colegio, molestar a algunos ñoños y su preferido que era Freddie. Cuando cumplió dieciocho años y se graduaron de la secundaria vio a sus amigos partir uno a uno hacia las diferentes universidades. Todavía, a esas alturas, se sentía bien consigo mismo. Tenía un excelente trabajo y, a pesar de no entrar en una universidad, le iba bien. Ser mesera no era un trabajo del que avergonzarse, después de todo, se ganaba la vida honradamente.

En ese medio conoció a muchas personas y menos de lo esperado conoció a Joseph, hijo del rector de la UNY. Al principio solo charlaban de cosas sin sentido, ella le explicaba como había sido su vida y él le mostraba con palabras lo excelente que era su vida en la universidad y lo gratificante que era superarse.

Muchos se sorprendieron cuando consiguió el cupo en artes, pero era de esperarse ya que su nuevo novio la había ayudado. Después de la fiesta de despedida y muchas promesas, Sam viajó a Nueva York para cambiar y vaya que lo hizo. Era la primera en su clase y en su nuevo trabajo tampoco le iba tan mal. Pero nada es de color de rosa, su novio era un alcohólico y mujeriego. Ella estaba dispuesta a pagar el precio, además, estaba enamorada de él. Poco a poco fue olvidándose de sus amigos, de su familia y de lo que importa en verdad.

"Fui una estúpida" pensó la rubia con resentimiento. Sin mirar a su alrededor, tomó su maleta y se giró para cruzar la calle. Pero el destino estaba en su contra, ella chocó con una persona y cayó sobre sus cosas ya esparcidas por el suelo.

-Lo siento, Señorita. Permítame ayudarle –escuchó la voz de un hombre joven, pero ella no quería ser ayudada.

-No se preocupe, yo puedo sola –gruñó Sam entrecortadamente. Ella no se había molestado en borrar sus lágrimas, total no se hacia ilusiones de conseguir a sus amigos.

-¿Te encuentras bien?

-Sí, perfectamente –soltó con ironía antes de mirarlo a los ojos.

Su rostro se transformó. Cuando el dolor y la desolación era lo único que podía leerse en su rostro ahora solo había sorpresa. La última vez que vio esos ojos fue cuando se despedían en el aeropuerto hace cuatro años o cinco, ya no estaba segura.

-¿Sam? –Su tono era de sorpresa. –Oh por Dios, tanto tiempo… -soltó de pronto con una sonrisa en los labios y antes de poder reaccionar ya él había rodeado sus brazos alrededor de ella.

-¿Fre… Freddie? –Ella solo lo vio asentir antes de romperse. ¿Por qué de todas las personas que se pudo haber encontrado esa noche, Freddie fue una de ellas?

El castaño apretó su agarre y la dejó desahogarse un rato hasta que la levantó y le pidió que la siguiera.

Mientras caminaban, Sam no podía dejar de preguntarse qué estaba mal con ella, había cambiado tanto. Su hermana Melanie se mudo a Europa y se casó con un hombre joven adinerado, al parecer todo estaba marchando bien porque pronto sería tía; su madre también se casó con un doctor, finalmente había conocido a alguien que valía la pena, se preocupara por ella y la respetara como se merece. Pero Sam, ella es otro cuento, siempre fue diferente.

Cuando era niña fue la rara de dos hermanas. Melanie jugaba con muñecas y era dulce, cariñosa y amable mientras que la rubia jugaba con sus vecinos varones y llegaba sucia todas las noches. Lo único normal que tenía en su vida era su amiga Carly Shay; ella siempre cuidó de Sam y buscaba sacarla de cualquier problema. Después vino Freddie, su némesis o eso pensaba al principio. A pesar de tanto maltrato y supuesto odio superaron todo y se convirtieron en buenos amigos, los mejores. Él fue su compañero de bromas, hasta su paño de lágrimas, siempre estuvo allí para ella y le pagó de la mejor forma, dándole la espalda.

-Vivo a pocas calles de aquí, te puedes quedar en mi cuarto y pasar la noche –explicó Freddie en voz baja. –Yo puedo dormir en la sala, no creo que Lily tenga problema alguno…

-¿Tu novia? –Preguntó Sam zafándose de su agarre. –No quiero causarte problemas, Freddie… yo no quiero…

-¿Novia? No, Sam… Lily es una amiga, es mi compañera de piso –explicó con una sonrisa en los labios. – ¿Recuerdas ese viejo edificio que veíamos desde la terraza? ¿Recuerdas que dije que algún día sería mío?

Sam asintió sin entender.

-Lo es. Al menos gran parte de ello… -susurró complacido. –Mi mamá casi se muere cuando lo supo, pero era uno de mis sueños y Lily me ayudó.

**Freddie**

Estoy sorprendido y feliz al mismo tiempo, cuando salí del trabajo esta noche no pensé conseguirme con ella. A pesar de la perdida de contacto, aun la considero mi amiga y alguien importante en mi vida. Cuando la vi pensé que me había tropezado con ella por accidente, pero no fue así. Esa mujer resultó ser Sam y por su aspecto no estaba bien, algo le pasaba.

Por lo que recuerdo, ella siempre fue una mujer fuerte y con muchas ganas de vivir. Retadora antes que nada y siempre luchadora. De ella aprendí tantas cosas que me es imposible ignorar su estado, pero por ahora solo le ofreceré mi casa, después tendría tiempo para hablar.

Cuando llegamos a mi apartamento las luces estaban apagadas, menos la del estudio donde Lily de seguro trabajaba. Liliana es un arquitecto recién graduado, tiene 23 años y es una hermosa rubia de ojos marrones. La conocí en la facultad de tecnología, ella hacía una campaña contra la destrucción de las obras más antiguas de la ciudad. Es hermosa, pero solo la considero como una amiga.

-Bueno… aquí puedes dormir, Sam –susurré besando su frente para dejarla allí sola.

Quería acompañarla, no lo puedo negar y me estresa de sobremanera que no pueda controlar mi sobreprotección hacia ella. Estoy comportándome como el adolescente que fui y tanto criticaron. En aquel momento Sam y Carly eran mi norte, mis mejores amigas, mis hermanas y no permitía que nada ni nadie las lastimara. Me dormí con esa sensación de que algo no estaba bien en mi pecho. Después de ese día, lo que iba a ser una noche se convirtieron en días y luego semanas. Pero poco a poco fueron bajando sus barreras y demostró que aun existía algo de esa Sam que tanto quise.

Ahora a tres semanas de su regreso, me atrevo a decir que es una persona completamente diferente. Al principio no pude ver la diferencia ya que no salía de mi habitación, ni siquiera para comer y para una persona como ella era increíble. Luego que sus ánimos volvieron a ser los de una persona normal, noté su cambio.

Sam siempre fue una mujer muy hermosa, algo tosca y ordinaría para muchas cosas, pero eso no le quitaba lo atractiva. Ahora, seguía siendo la misma chica que conocí pero más delicada… como si hubiera perdido su norte. Su cabello estaba corto, un poco más arriba de sus hombros y su cuerpo había tenía una forma femenina más pronunciado que en sus años de adolescencia. Sin embargo, se notaba una falta de alimento, estaba muy flaca y eso me preocupaba.

-Freddie, tengo más de diez minutos hablándote –me regañó Lily con las manos en jarra. –Deja de pensar en ella al menos por una hora, necesito que te enfoques en la nueva interfaz de la empresa…

-Eso lo tengo más que claro y no estaba pensando en Sam –murmuré con molestia.

-En ningún momento me referí a Sam como la chica que ocupa tus pensamientos, Benson –respondió con una sonrisa en los labios. –Acepta que desde su llegada no haces más que preocuparte por ella. No está mal y estoy muy feliz que encontraras a la chica indicada, pero…

-¿Chica indicada? –Dije sorprendido. –Ella solo es mí amiga. Es solo que… algo le sucedió en Nueva York, algo malo que la cambió por completo. –Le explique dejando escapar un gruñido. Estaba molesto. –Si la hubieses conocido hace cinco años, ella era alocada y siempre tenía una sonrisa dibujada en su rostro; por donde pasaba destilaba alegría y no permitía que nada le afectara… ahora –negué con la cabeza-, debo ser un completo fastidio, pero me preocupa.

La vi morderse el labio y asentir antes de enfocar su mirada en la computadora.

-Por cierto, debo irme temprano –susurré con intención. –La llevaré con su madre. Tiene que enfrentar sus problemas…

-Freddie, tu no eres su padre… tienes que dejar de intentar protegerla todo el tiempo –fruncí el ceño ante sus palabras. –Solo quiero que entiendas algo… me preocupas, saldrás herido.

-No pasará… -sonreí antes de salir y dirigirme al estacionamiento.

La buscaría y la llevaría con Pam. Su madre sabía que ella esta en la ciudad desde hace semanas, pero tuve que esperar a que Sam estuviera preparada. Cuando se trata de Sam me siento perdido, creo que estoy pisando un terreno difícil, pero luego recuerdo todos esos momentos vividos y sé que debo ayudarla. Le envié un mensaje para que me esperara en la entrada del edificio, así no perdería tiempo en subir.

-¿Por qué la prisa, Benson? –Preguntó con una sonrisa apagada.

-Iremos por un paseo. Solo espero salir vivo de esto –murmuré eso último ganándome una mirada llena de confusión de su parte.

Quince minutos más tarde me detuve en el garaje de una casa, si la dirección era la correcta esto pertenecía a Pamela Henderson. Ella me miró confundida hasta que una mujer apareció ante nosotros, yo sabía que ella descubriría de quien se trataba, no era tan difícil. El rostro de Sam se contorsionó de dolor y se giró para encararme.

-¿Qué significa esto, Freddie? –Tuve que recurrir a todo mi temple y coraje para no demostrar el miedo que le tenía a su reacción.

-Lo que ya sabes. Ahora baja… después puedes matarme –y con esa sentencia bajamos del coche.