Miraculous pertenece a Thomas Astruc y este fic es por mera diversión.
Something about us.
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El regreso.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que dejó de pelear con Hawk Moth? Oh sí, varios años. Marinette ya no era la chica que usaba sus coletas para llegar rápidamente a la escuela, al contrario, ahora debía llegar siempre rápidamente a su trabajo. Se había convertido en una promesa para el área del diseño de modas y todo el mundo la elogiaba como la fiel sucesora del difunto Gabriel Agreste. Aunque la marca había pasado directamente a manos de su hijo, Adrien Agreste, nadie sabía los verdaderos motivos del chico por haber declinado, en ese instante, el poder tomar la empresa de su padre, por lo que todo el cargo principal se lo llevó su fiel asistente Nathalie y gracias a eso, es que Marinette pudo integrarse más en el mundillo de la moda, directamente. Aunque había aceptado con recelo aquella oferta ―por lo que ella conocía del pasado de Gabriel―, decidió tomar eso como una oportunidad única.
Su futuro iba in crescendo y eso la mantenía contenta a pesar de todo.
En cuanto a lo sucedido con la familia Agreste, las malas lenguas hablaban de una ruptura entre padre e hijo que los llevó a distanciarse y eso fue provocando una pena en el siempre tan apático Gabriel Agreste, que siendo Adrien su única familia ―después de la desaparición de su esposa―, el hecho de que éste se alejara y lo dejara completamente solo, hizo que su vida fuera en picada, llevándolo a una depresión y finalmente muriera de pena.
Pero lo que en verdad había sucedido, es que cuando al fin Ladybug y Chat Noir pudieron vencer el plan de Hawk Moth, ambos descubrieron la verdadera identidad de su antagonista. Para ellos fue toda una sorpresa, que aun así quisieron ocultarlo. Por eso se imaginaba que habían «inventado» aquella historia trágica de la familia, y la prensa se encargó de agregarle más detalles. La gran duda que tenía Marinette al respecto era saber si Adrien se había basado en los chismes de la televisión o había descubierto la verdad de su padre.
Coincidencia o no para la diseñadora, Adrien y Chat Noir habían desaparecido de la faz de la tierra. Marinette tenía severas sospechas sobre eso, y sobre la identidad del gato, pero no quiso y tampoco pudo averiguar la verdad puesto que después de todo eso, el rubio había avisado a sus amigos por redes sociales que viajaría a Estados Unidos por un largo período. Que tuvo serios problemas con su padre y habiendo cumplido los 18 años, había decidido por fin despegarse del yugo de éste y marcharse.
Para todos fue una verdadera sorpresa que Adrien al fin se haya liberado de él, y sobre todo el hecho de haberse alejado de Francia.
En ese entonces Marinette sintió una gran pena en su corazón porque además, nunca pudo confesarle sus sentimientos al rubio.
Para superar todo eso, la compañía de su pequeña kwami fue de gran ayuda. El maestro Fu le había otorgado el Miraculous de la catarina a ella, no sólo para enfrentar en ese entonces a Hawk Moth, sino porque descubrió que ella también tenía un gran sentido del deber, de cuidar y velar por la ciudad donde vivía, por eso mismo pudo mantener a su kwami después de la batalla contra el padre de Adrien.
Tikki fue un gran consuelo para Marinette, quien nunca dejó de ser Ladybug, sólo que después de haberse graduado de la escuela, su tiempo debía organizarlo aún más. Por las mañanas iba a clases, ayudaba en algunos diseños a Nathalie, después de que Gabriel le cediera el poder a su asistente y en las noches salía patrullar París sigilosamente, para ver que las cosas marcharan bien. La vida de adulto se volvía más ajustada.
Marinette seguía viviendo aun con sus padres en la panadería, aunque no tenía el tiempo para ayudarles, salvo los fines de semana que era cuando podía descansar de la universidad y del trabajo con Nathalie.
[…]
Volver a París había sido difícil, pero necesario. Pasar más de seis años fuera lo habían hecho reflexionar, más aun sabiendo que su padre ya no estaba con ellos. Decidió tomar el control del trabajo, por insistencia de Nathalie, ya que en algún momento Gabriel había puesto alma y corazón a toda su marca.
Gorila fue quien precisamente llegó en su búsqueda al aeropuerto para llevarlo directamente hasta las instalaciones de su antigua casa.
―Sólo iré a saludar a Nathalie, la verdad es que no tengo intenciones de quedarme a vivir allí.
Gorila sólo emitió un par de ruidos ―como de costumbre― y manejó en silencio.
Adrien miraba por la ventana la ciudad. En todos estos años París seguía igual, aunque sin ataques de akumas provocados por su padre con la obsesión de conseguir los Miraculous de él y de Ladybug.
―Me pregunto si ella se pondrá contenta de saber que Chat Noir podría regresar ―pensó en voz baja, para que Gorila no lo escuchara.
Sintió como dentro de su chaqueta su pequeño kwami se removía, pero aun no era seguro salir.
Cuando llegaron a la mansión Agreste, Adrien sintió un tirón dentro de sí y un nudo en su garganta. La verdad es que esa casa, más que nada, pareció en su momento una prisión para cuando él era un niño, pero no podía negar que también tuvo sus buenos momentos con sus amigos, con su padre algunas veces, con Ladybug.
Suspiró y comenzó a caminar hasta la puerta principal. Una vez dentro se llevó la gran sorpresa de ver todo en el mismo estado que cuando la abandonó. Parece que los años no hubieran pasado dentro de la mansión.
Nathalie salió a recibirlo, siempre con su típico semblante. Adrien sólo le regaló una sonrisa con sorna puesto que aún no sabía cómo comportarse con ella después de todos estos años.
―Adrien, que gusto volver a verte.
―Lo mismo digo.
―Te pondré al corriente de todo lo sucedido en la ciudad y en la empresa. Seguramente estarás ansioso por comenzar.
―Claro ―dijo con ironía que ella no captó.
―La señorita Dupain-Cheng se encuentra en la oficina que pertenecía a tu padre, donde se encuentra trabajando en la línea que ella pronto desea sacar. Ha sido una chica muy talentosa…
¿Escuchó bien? ¿Marinette estaba trabajando acá? Una extraña ansiedad comenzó a invadirlo. Tenía muchos deseos de volverla a ver, como a todos sus amigos en verdad.
Cuando entró por fin a la oficina que Nathalie le había mencionado, pudo ver por fin a la chica, totalmente concentrada frente a la pantalla del computador. Había dejado de usar sus dos coletas, ahora llevaba un simpático moño en cola de caballo. Además de eso, estaba usando anteojos, seguramente para estar frente a la pantalla del computador, y como era costumbre en la chica, solía sacar su lengua hacia un costado cuando trabajaba en algo. Adrien rió ante esa expresión y sin querer llamó la atención de la chica quien lo veía con enormes ojos.
―A-Adrien… ―salió de su boca.
―Hola Marinette ―dijo levantado su mano para saludar.
―¿Volviste…? ¿Cuándo? Ha… ha pasado tanto tiempo… ―decía totalmente asombrada, casi con unas traviesas lágrimas en sus ojos.
Adrien se sorprendió de ver la reacción de la chica, como ésta le sonreía y no tartamudeaba cuando le preguntó aquellas cosas. Se acercó entonces con la intención de saludarle como corresponde, pero ésta no se movía de su lugar.
―¿No vas a saludarme cómo corresponde? ―dijo riendo.
Ella atinó a levantarse, para darle tímidamente un abrazo, pero Adrien fue más rápido y depositó dos besos en su mejilla, a cada lado por costumbre francesa, además de darle un cálido abrazo.
Marinette sintió como sus mejillas se encendían con ese gesto. Pero atinó a decirse mentalmente que ya no era una niña. E intensificó el abrazo para sentir que todo esto era real.
―¡Qué alegría volver a verte! ―fue lo primero que dijo y en cierto modo era real.
―Marinette, yo igual… ―habló atropelladamente Adrien―, a-aunque no quiero quitarte tu tiempo ahora, pero, dime… ¿Puedo invitarte a almorzar más tarde? ―sonrió―. Me gustaría que conversáramos, de todo… ya sabes: la vida, el trabajo, tu familia… Quisiera saber cómo estás y los demás…
La chica solamente asintió con una sonrisa, indicándole que a las 2:00 de la tarde, ella solía salir a alimentarse.
[…]
Cuando el reloj marcó la hora, la panza de Marinette ya comenzaba a rugir. Guardó todos los avances de sus proyectos para luego tomar sus cosas y salir de allí. Adrien justamente venía llegando hacia la oficina cuando la vio al lado de la puerta y le sonrió.
―No vayas a ser un descarado igual que en Estados Unidos, chico ―habló Plagg oculto en la chaqueta de Adrien.
―¡Cállate Plagg! ―bufó despacio―. ¡Yo no fui eso que dices!… además Marinette es una buena amiga de la escuela, sólo la invité a almorzar para recordar viejos tiempos y conversar…
―Sí claro… No te olvides de mí queso, o seguiré atormentándote como tu consciencia…
Por otro lado, Tikki hablaba con su amiga desde su bolso, disimuladamente.
―Marinette relájate, es sólo una comida… ―sonrió la kwami.
―¿Quién dice… q-que estoy nerviosa…? ―preguntó la chica.
La kwami reía divertida, su amiga y compañera no había cambiado su actitud frente al rubio después de todo.
Llegaron a un bonito y sencillo local, con unas pocas personas y se ubicaron en una de las mesas desocupadas. Cuando apareció un muchacho a tomar el pedido, éste les ofreció el menú del día que consistía en Magret de Canard (magro de pato asado) con arroz, cuscús o patatas asadas. Ambos aceptaron.
―Y una botella de vino merlot, por favor ―agregó Adrien.
Ambos se miraron y fue él quien comenzó a platicarle a la chica sobre cosas sin importancia, como: el clima en la ciudad, sobre París que seguía igual que hace años atrás, que extrañaba mucho la comida francesa, etcétera.
―¿Por qué te fuiste Adrien? ―preguntó de pronto Marinette muy seriamente.
Adrien se inmovilizó, pero debía decir lo que a todo el mundo le había dicho, que en cierto modo tenía algo de verdad. Que todo fue por causa de su padre y problemas entre ellos.
―Descubrí cosas de mi padre…, que no… que no me parecían ―dijo bajando la mirada― tenía a mi padre en un pedestal, a pesar de su forma de ser conmigo y de lo frío que solía ser, pero… me decepcioné ―El rubio comenzaba a jugar con los utensilios puestos sobre la mesa―. Aguanté lo necesario hasta que salimos de la escuela. Le dije que quería ir a estudiar afuera, no le comenté nada más…
Marinette internamente pensaba realmente si es que él se había enterado de la identidad oculta de su padre, porque de ser así tenía todo mucho sentido. Sus sospechas se hacían cada vez más evidentes, pero no se lo haría saber.
―Cuando murió me enteré por Nathalie a través de un correo que ella me mandó. Me sentía entre la espada y la pared en venir a verlo, en cierto modo ―comenzaba a rascarse el cuello como solía hacerlo siempre―, me sentía culpable de haberlo dejado solo, pero a la vez sentía que había hecho bien en hacerlo… pero es que estaba demasiado sentido con él.
―¿Q-que fue lo que hizo? ―preguntó Marinette, quería saber qué es lo que él chico podría decir.
―Él… era… estaba metido… en líos de falda con… Nathalie…
Marinette quedó sorprendida con esa respuesta. Adrien en cambio se maldecía internamente en disponer de esa mentira y culpar a Nathalie de algo que no era cierto. Plagg por dentro se movió y eso hizo sentir incómodo a Adrien. En ese instante los platos de ambos fueron depositados en la mesa y el mesero les servía vino en sus respectivas copas. Cuando éste se alejó, Adrien volvió a hablar.
―Pero, na-nadie sabe de esto, es un secreto, por favor Marinette… la gente piensa que me dio un ataque de rebeldía contra mi padre y por eso… Es sólo que… el recuerdo de mi madre aún seguía latente y no quería que nada ni nadie la desplazara… ―eso en parte sonaba razonable en cabeza del chico, su madre era alguien intocable para él, jamás podría haber dejado que alguien ocupara su lugar…
Adrien sentía como sus ojos comenzaban a picar al recordarla una vez más, pero al sentir la mano de su amiga sobre la suya, eso lo reconfortó un poco y levantó la mirada para encontrarse los ojos azules de ella que mostraban demasiadas emociones.
―Hiciste lo que creíste correcto ―le decía Marinette― y saliste adelante solo, sin la sombra de tu padre tras de ti…
―¿No piensas que fui egoísta? Al no haber estado con él o porque… bueno… ―Marinette negaba con su rostro―. Mucha gente del medio me recriminó por eso, por no haber estado, por haberlo abandonado, pero nadie se preguntó cómo estaba yo…
Marinette sintió algo de congoja al escuchar a Adrien, supiera él o no la verdad, el hecho de que su padre haya sido Hawk Moth y haya hecho tanto daño a la ciudad debe ser una cosa traumática. Si realmente Adrien sabía o no, Marinette era la mejor que podía comprender el porqué de la actitud del rubio de querer alejarse de su padre, y si no lo supiera, pues tenía una muy buena coartada.
―Pero… hablemos de ti ¿Cómo has estado? ―suspiró y trató de cambiar su semblante sin apartar su mano de la mesa donde Marinette seguía sosteniéndola ― ¿Alya, Nino y los demás que cuentan? ―intentó sonreír el chico y Marinette retiró su mano de la de él.
―B-bueno yo… he estado bien, dentro de todo ―sonrió sonrojándose―, sigo viviendo con mis padres, aunque estoy viendo si me mudo, el trabajo me ha dado buenos dividendos. Alya aún sigue junto con Nino, después de tantos años se fueron a vivir juntos. ¡Ah! Por cierto, el sábado harán una reunión de ex alumnos.
―Sí, me llegó la invitación por internet…
―¿Irás, verdad?
―Ahí estaré ―bebió un poco de vino para luego mirar a la chica, quien se limpiaba delicadamente sus labios con la servilleta, eso le pareció realmente sensual. Carraspeó un poco y habló― Y… ¿Estás saliendo con alguien? ―a qué venía esa pregunta, pensó Adrien.
―No… ―agachó su mirada―. Desde que terminamos con Luka, no he salido con nadie…
―¿Luka? ―preguntó con asombro, y sintió algo extraño en su interior.
Marinette afirmó en silencio y no dijo nada más… ella también quería saber en qué situación se encontraba Adrien.
―¿Y… tú? ―Adrien masticaba un trozo del pato y negó en silencio.
¿Por qué se sentía contenta con esa respuesta?
Una vez que acabaron de almorzar, ambos debían volver nuevamente hacia la mansión Agreste.
―Debo volver a trabajar. Gracias por la invitación ―sonrió la muchacha―. La… la próxima invito… yo ―insinuó tímidamente sorprendiéndose de lo que había dicho.
Adrien sonrió de lleno y aceptó lo propuesto por ella.
[…]
Adrien se encontraba en la que era su antigua habitación, paseando por cada rincón de ésta, observando con detalle todas las cosas que seguían intactas. Plagg salió de su escondite para pasearse también por la habitación del chico.
―Es increíble que esa chica te haya creído el cuento de tu padre ―decía con ironía Plagg―. Eres muy creativo.
―Ya basta Plagg, no podía decirle simplemente: «oye sabes que mi padre era Hawk Moth y por eso me alejé de él y de París, y claro porque resulta ser que yo soy Chat Noir…»
―Te falta abrir los ojos, chico ―Adrien miró a su kwami con una ceja alzada― ¿Me darás queso? Tú te alimentaste y estuviste de arriba para abajo con la asistente, y no me has sustentado con mi adorado queso.
Adrien rodó los ojos y abrió su chaqueta para que Plagg se escondiera una vez más allí.
Salieron entonces de casa para recorrer las calles parisinas y de paso para comprar el apestoso queso para Plagg.
Marinette por su parte, había salido ya de su jornada laboral y caminó apresuradamente hasta su casa. Una vez estando segura de estar dentro y de que sus padres no la vieran, pudo sacar a Tikki del bolso para que pudiera degustar unas cuantas galletas con chispas de chocolate ―sus favoritas― y comentar lo sucedido en el día.
Aunque Marinette no decía nada, sólo estaba sentada frente a ella con su mirada perdida hacia la nada.
―¡Marinette, reacciona!
La aludida miró a su pequeña kwami, sonrojándose al instante.
―Lo siento… ―dijo apenada―. Es que todo fue tan… extraño hoy.
―Por lo que pude percibir, tus tartamudeos volvieron ―emitió una pequeña risita.
―No es gracioso Tikki ―hizo un leve puchero y luego llevó una de sus manos hasta su pecho―. Parece que el tiempo no hubiese avanzado…
Tikki le preguntaba si volvió a sentir algo por el chico que fue su primer amor y mientras esperaba la respuesta de la ojiazul, siguió degustando otra galleta. Ella no le respondía, se quedó embelesada mirando hacia su ventana viendo como la ciudad comenzaba a iluminarse por las luces de los faroles de la calle.
Se giró hacia su kwami, quien la miraba con sus pequeños pero a la vez grandes ojos azules, esperando alguna reacción innata de la chica.
―Vamos ―suspiró―, es hora de dar un paseo por la ciudad ―Tikki se acercó a la mejilla de Marinette para darle un pequeño abrazo―. ¡Tikki, motas!
Ladybug salió como todos los días a patrullar las calles de París en completo sigilo, brincando de techo en techo. Parecía ser que la noche estaba siendo demasiado tranquila, cosa que le alegró, pero que le causó una extraña sensación. Era cuando más necesitaba un poco de adrenalina en el cuerpo.
Pasadas las horas y sin encontrarse con alguna novedad, decidió terminar su ronda, no sin antes dirigirse hasta la Torre Eiffel donde solía contemplar las luces y la ciudad en sí.
El viento soplaba en su rostro y cerró los ojos dejándose llevar por esa sensación. Era increíble como con el paso de los años, su actividad como Ladybug le permitió mantener su buena condición física.
Adrien, precisamente paseaba por el Place du Trocadéro cuando pudo reconocer claramente la figura roja de la heroína.
―¡Plagg, es ella!
―Chico, no crees que va a ser muy evidente si te apareces de la nada…
―No me importa si ella se llega a enterar, han pasado muchos años… ―decía Adrien sin despegar su mirada de la alta torre con su corazón latiendo a alta velocidad.
―No estás razonando…
―¡Plagg, las garras!
―¡No, espera…!
Adrien había vuelto a sentir el traje de Chat Noir ajustado a su cuerpo, parecía que los años no habían pasado en vano y este se moldeaba perfectamente a su figura de adulto. Y tampoco había perdido su capacidad de saltar por los altos edificios. Mantuvo el cuidado eso si de que ningún civil se diera cuenta de su presencia, porque por el momento no tenía una historia fiable que contarle a los parisinos por sus años de ausencia.
Cuando llegó hasta lo alto de la torre y vio de espaldas a quien siempre fue su querida bichito, no pudo evitar sentir el sonrojo en su rostro, sus mejillas azoradas, sus manos transpirando dentro del traje, su corazón latiendo velozmente y ese malestar estomacal por la ansiedad de saber qué le diría o qué haría la chica una vez que lo viera.
Tragó saliva pesadamente y comenzó a acercarse con calma y lentitud hacia Ladybug. Y tratando de apaciguar su propia respiración, por fin pudo hablar.
―Bugaboo...
La aludida al escuchar el mote con el que siempre solía llamarla él, olvidó pestañear y sintiendo un gran vuelco en su corazón giró de inmediato para encontrarse con su antiguo y añorado compañero Chat Noir.
―Chaton ―susurró casi sin poder creerlo.
Él simplemente le sonrió con una mirada triste.
Hola a todos, acá traigo esta historia, que se metió en mi cabecita y no podía dejarla así como así, por lo que me dediqué a escribirla y ser feliz. Esta historia contiene 3 capítulos nada más :) Así que espero que la disfruten y me hagan saber sus opiniones.
Actualizaré una vez por semana.
Les mando saludos a todos. Besos.
