Hola a todos, aqui estoy de nuevo, con mi primer fic de Ruroken, espero que les guste. A todos aquellos que se animen a leerlo y no conozcan bien la serie (ja! Lo sé, la esperanza es lo último que muere), sólo quiero aclarar que "Kitsune" significa "zorra" en japonés, pero no en el estilo que se usa aquí, sino para designar a una mujer muy astuta o interesada. En el caso de "Tori atama", significa algo así como "cabeza de pollo".
¡Que lo disfruten!
DISCLAIMER: Rurouni Kenshin y todo lo relacionado es propiedad de Nobuhiro Watsuki.
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ME GUSTAS MUCHO, SANOSUKE
Parte I.
Un muchacho alto y delgado avanzaba en la silenciosa Tokio. Tenía el cabello castaño y peinado hacia arriba, así como la mano derecha vendada y el símbolo del mal en la espalda. Sanosuke Sagara, un poco entonado con el sake bebido en compañía de sus amigos, caminaba por las callejuelas de la ciudad silbando de alegría. Tenía mucho tiempo que no se sentía tan feliz sin motivo alguno, pero ese día en especial se había levantado de buen humor, con un buen presentimiento.
-Hoy no hace nada de frío… -le dijo a la oscuridad, reflexivo, mientras la brisa susurraba a su alrededor y hacía ondear la cinta roja de su frente- ¡y eso que ya es otoño!
Siguió caminando con un amago de sonrisa en los labios, cuando una mujer chocó contra él, al llegar a la esquina de la calle. Para él fue como sentir un mosquito, pero ella casi cae al suelo.
-Disculpe, señora –Sanosuke la detuvo con un brazo para que no cayera. Al verla mejor, abrió mucho los ojos, sorprendido-: ¡Megumi! Se puede saber qué estas haciendo a estas horas de la noche?
Pero la doctora en vez de responderle, le sonrió y se abrazó a él, sin miramientos.
-¡Sanosuke! Tanto tiempo sin verte, Tori atama… ¡hip!
Sanosuke se deshizo del abrazo y la observó de arriba abajo, perspicaz: ojos brillantes, mejillas sonrosadas, falta de equilibrio… ¬¬ aliento inconfundible… ¡Megumi estaba que se caía de borracha! Riendo ante semejante espectáculo (la pobre no podía tenerse en pie y aún conservaba en la mano izquierda su botella de sake), la detuvo pasando un brazo por su cintura y quitándole la botella de la mano. La condujo para llevarla a su casa, sosteniéndola y pasando el brazo de ella sobre su hombro.
-Kitsune, pero qué barbaridad. Estás tomando, y en plena calle. ¿Qué va a decir la gente cuando vea que la doctora se pasea briaga por la noche? –intentaba sonar serio, pero no tenía mucho éxito porque le divertía mucho ver a Megumi perder la compostura de esa manera, ya que a excepción de sus manías por Kenshin, solía ser muy seria.
-Vamoss, Ssano… deja de regañarme, que yo no esstoy tomada… -arrastraba las palabras al hablar y se colgaba aún más de su brazo- ssólo estoy muy alegre por verte, tú ssabess…
Sanosuke sonrió: sí, sí sabía que estaba alegre, se veía por las sonrisas que le mandaba a cada rato, pero era una alegría de alcohol, nada más (él sabía mucho de eso). Al siguiente día la Kitsune estaría de un humor de perros, algo nada raro en ella, por cierto, y ni siquiera recordaría esta felicidad "por verlo" ( ¡Pretextos! ).
Siguió conduciéndola a la Clínica Oguni, pero Megumi tropezó y casi ve el suelo otra vez, de no ser porque se agarró del hombro de Sanosuke, rasguñándolo (Para ser doctora tiene uñas muy filosas…) y riendo como boba al levantar la vista hacia él.
-No te rías, me vas a dejar todo marcado… a buena hora te encontré… anda, pásame el brazo otra vez… -Sanosuke intentó sostenerla y que caminara, pero Megumi ya no quería seguir avanzando y estaba a un abrir y cerrar de ojos de dormirse-. ¡Kitsune, camina!
Pero ella ya se había recargado en su hombro y dormía a medias, sin hacer caso de los ojos fulminantes del muchacho, que la llamaba por su nombre y sacudía su hombro con una mano mientras con la otra la sostenía para que no cayera.
-Sólo a mí me pasan estas cosas –resopló indignado, en tanto la subía a su espalda para llevarla cargando hasta la Clínica.
Megumi iba en duermevela, respirando cálidamente en su nuca y con los brazos alrededor de su cuello. Sentía su rostro reposando en la curva que formaba su mandíbula y su hombro, así como sus frescos labios muy cerca de su cuello… (manchándome de lápiz labial, seguramente). Sanosuke aspiró el olor a pétalo de cereza proveniente de la mujer, y se sintió un poco incómodo.
-¿Por qué me la tuve que encontrar? –se preguntó otra vez en voz baja frunciendo el ceño y viéndola de reojo.
No quería aceptarlo por su orgullo, pero en su fuero interno sabía que se la pasaba peleando con Megumi porque le inspiraba sensaciones que lo intranquilizaban, que lo confundían. Sentirse nervioso (aunque nunca lo aparentaba, por supuesto) o sin saber cómo reaccionar eran cosas que le sucedían cuando estaba cerca de ella, sobre todo a solas, y lo hacían enfadar y querer molestarla. Claro que ella tampoco se quedaba atrás, aprovechaba cualquier oportunidad para lanzarle indirectas o regañarlo.
A dos calles de la Clínica Oguni cambió de parecer de dejarla allí, pues no quería que Ayame y Suzume la vieran borracha, muy mal ejemplo sería ese ( ¿Y desde cuándo me interesa el mal ejemplo? U . U Me estoy volviendo muy sentimental). Pero tampoco podía llevarla al Dojo Kamiya, porque Kenshin, Kaoru y el enano de Yahiko habían ido a Hokkaido a un festival, y no habría nadie para recibirla.
Resignándose, la llevó a su casa, un lugar abandonado en las afueras de la ciudad. No era la gran cosa, pero al menos allí dormiría tranquila y en la mañana podría irse a su casa, ya sin aliento alcohólico y sin dar espectáculos.
La acomodó con suavidad en el futón, la cubrió con la frazada y la contempló durante un momento (qué hermosa se ve dormida), y después se recostó en el suelo con los brazos bajo la cabeza, masticando un pequeño trébol que cogió de camino a su casa. Al cabo de un rato de estar despierto mirando al techo, le entró el sueño y apenas había cerrado los ojos, escuchó la voz de Megumi junto a su oido, sobresaltándolo y haciendo que se atragantara con el trébol:
-Tori atama ¿dónde esstamos? –la doctora estaba sentada a su lado, mirándolo con ojos brillantes y maliciosos-. No me digass que me trajisste a tu cassa…
-Duérmete, que ya es tarde y tengo sueño –cruzó los brazos, todavía rojo y tosiendo, y se recargó en la pared, dispuesto a dormir sentado.
-Pero Sano… -se fue acercando lentamente a él, a gatas. Sanosuke pasó saliva, impresionado. Megumi se movía como una (insinuante, encantadora) gatita y lo puso nervioso por su proximidad- …yo no quiero dormir ¿sabes?
Ya no arrastraba las palabras ni se tambaleaba. ( ¿Qué demonios quiere decir "yo no quiero dormir" ? ) Obviamente estaba briaga, pero lo sugestivo de su mirada y su seductora sonrisita le daban una respuesta muy diferente a la que daría si estuviera sobria.
-No me interesa, acuéstate o te acuesto yo –se lo dijo con voz firme, pero sudando al notar el contacto de sus delgados y hábiles dedos en su pecho desnudo.
-A ver, inténtalo…
-Megumi... hazme caso y duérmete… –respondió vacilante.
Pero ella no paraba de recorrer su pecho y su abdomen con los dedos, produciendo escalofríos en su piel. Megumi quiso deshacer el vendaje, pero Sanosuke le detuvo las manos y le habló en voz baja, viéndola a los ojos:
-No… no sabes lo que estás haciendo, haz el favor de acostarte y dormir.
-Claro que sé lo que hago –le reprochó ella, y a pesar de que su tono ya no era agudo, aún tenía las mejillas encendidas y mirada febril- hoy no tengo ganas de pensar ni de contenerme, hoy quiero hacer lo que siempre he querido.
Y una vez terminado, sin darle tiempo para comprender siquiera, presionó con sus labios rojos la boca de Sanosuke, colgándose de su cuello y poniéndolo al borde de un infarto. Los labios de Megumi sabían a cereza y embriagaban con su dulzura, su aliento era cálido y entrecortado.
¡Al diablo, si es lo que ella quiere, pues se lo doy! pensó cínicamente Sanosuke, y correspondió con fuerza al beso de ella, ardiendo de deseo.
Se besaron apasionadamente el uno al otro, primero con los labios pero después también con la lengua, y él ahogó un gemido al sentirla recorriendo su boca lentamente, sin prisa y sin reservas. Se adueñaba de cuanto tocaba, seduciéndolo, invitándolo a acariciar su fina cintura, su espalda cubierta por el sedoso cabello que le caía con soltura y que estaba perfumado con su olor.
Poco a poco, las manos de Megumi bajaron por su pecho hasta llegar a las dichosas vendas, que esta vez desenvolvió sin que nadie la interrumpiera. En medio de todo ese respirar agitado y de manos que iban y venían acariciando cuanto encontraban, Sanosuke pensó que no estaba bien, que no estaba nada bien lo que pasaba. Pero se le olvidó cuando Megumi terminó de desnudar su tórax y empezó a besar su cuello, succionando con la boca abierta su sensible piel y despertando todos sus sentidos de una vez (despertó más que sólo sus sentidos).
El joven embistió también, echando la cabeza de Megumi hacia atrás con delicadeza y saboreando ahora el cuello blanco como la leche. Ya no se contenía él tampoco. Mientras con una mano sostenía su nuca con la otra desabrochaba sus ropas. Al quitárselas se encontró con un torso vendado, que dejaba ver el nacimiento de sus senos y su vientre plano. Excitándose con la visión de un cuerpo tan hermoso, se acercó para acariciarlo con la lengua cuando un gemido de ella le recordó que no estaba sobria (…Demonios…) y comprendió que él no podía hacerle una cosa así, porque ella era le era muy especial y si se aprovechaba de esta situación después no podría mirarla a la cara.
Se detuvo a centímetros de su piel, sintiendo el calor que ella emanaba, y le puso su propia camisa (no habría podido vestirla como había llegado). Megumi salió de su ensoñación mientras la vestía y lo miró, interrogándolo en silencio. Se veía bastante confundida.
-No está bien, Kitsune –contestó Sano con voz baja, todavía con la respiración agitada y levantando con la mano la barbilla de ella-. Sé que en este momento no lo entenderías, aún si te lo explicara… el caso es que me importas mucho y no voy a hacer nada que no quieras o que después no recuerdes.
Al terminar de decirlo se dio cuenta de que, efectivamente, Megumi no pareció entender sus palabras pero sonrió, quizá por el tono de voz calmado y afectuoso de él.
-Sanosuke… me gustas mucho…
Y se volvió a dormir, ya sin dar problemas, dejando a Sanosuke de una pieza por la última frase pronunciada ( "Sanosuke… me gustas mucho" ). Bastante confuso, terminó por echarse a reír por lo que había estado a punto de pasar ( "me gustas mucho" …definitivamente, me estoy volviendo un sentimental), sintiéndose entre aliviado y frustrado.
-Qué se le va a hacer, de igual manera esto no habría pasado si no estuviera bebida –pronunció con voz alegre, a la vez que terminaba la botella de sake que ella había llevado y durmiéndose en el suelo junto a la doctora, con las mejillas encendidas no sabía si por el licor o por los besos y caricias que le prodigara Megumi un rato antes, pero bien contento de lo que había pasado (al final, sí fue un buen día).
oOoOoOo
Un rayo de sol entró por la ventana de la habitación, despertando a Megumi de su sueño. Se incorporó lentamente del futón, algo alarmada porque no sabía dónde estaba o qué había ido a hacer allí, cuando bajó la vista y vió que en vez de su ropa traía puesta la camisa de Sanosuke. Escuchó un ronquido y volteó rápidamente, para encontrarlo durmiendo junto a ella, con el torso desnudo (las vendas estaban tiradas en el rincón) y una botella de sake junto a su mano.
-¡Eres un aprovechado, desgraciado Tori atama! –gritó en tanto lo empujaba y lo golpeaba en la cabeza con la botella de sake.
Sanosuke despertó confundido, pero en cuanto la reconoció se cubrió de los golpes, enfadado.
-¡Ya estate quieta, deja que te explique!
-Te aprovechaste de mi ¿verdad? No sé qué tanto me habrás hecho, pervertido!
-¡Eso quisieras Kitsune, ni que me gustaras!
Esa fue la gota que derramó el vaso, porque Megumi se levantó y ya se le iba encima cuando se escuchó que alguien entraba en la habitación.
-…
Yahiko tenía los ojos como platos, y miraba primero a Megumi (despeinada y con la camisa de Sanosuke) y después a su amigo (sin vendas y con rasguños en el hombro) , e inmediatamente soltó la carcajada, divertido.
-¡Ahhhhh! Por eso no habían querido ir con nosotros a Hokkaido… y yo que venía a preguntarte si querías desayunar en el dojo, pero veo que ya cenaste muy bien ¡ja ja ja ja!
Megumi puso cara de bruja malvada mientras Sanosuke le golpeaba la cabeza al chico, gritándole que se callara y se fuera a molestar a otro lado.
-Sanosuke y Megumi durmieron juntos… -Yahiko se alejó corriendo de ahí, cantando con malicia y todavía riendo por lo que acababa de ver.
( # ¡Tantos problemas, y ni siquiera pasó nada! # ¡Me quiero morir! # ).
-¡YAHIKO, ESTA ME LA PAGAS!
