N/A: Bueno, esto iba a ser un OneShoot, y ha acabado convirtiéndose en el Prólogo de una entrega por capítulos, cosas que pasan. Advierto, la historia se va a centrar en el Captain Swan, aunque no por eso va a ser coser y cantar, lo fácil no me va. La situación inicial sería tras el final de la segunda temporada de OUAT, en Neverland. No digo más, que os estropeo la lectura, disfrutadlo y comentad.
Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes de la serie Once Upon A Time y no me pertenecen. Este fic está hecho sin ánimo de lucro, es puro entretenimiento.
On another love.
El Jolly Roger surcaba las ennegrecidas aguas del reino de Nunca Jamás, con la parsimonia del navío que ya conocía aquel terreno mejor que cualquier otro. La noche cayó como remedio a un día excesivamente largo. La convivencia de todos en aquel espacio reducido y limitado, era cada día más complicada, pero no les quedaba otra. El capitán trataba de hacerse a la idea por enésima vez, mientras manejaba el timón aunque ni siquiera le hiciera falta marcar un rumbo determinado en medio de aquel mar que parecía no tener fin. Necesitaba distraerse, y navegar siempre fue uno de sus remedios para el insomnio y los quebraderos de cabeza.
Lo que más le jodía de todo el asunto, es que siendo él quién les dio finalmente la oportunidad de ir a Nunca Jamás, y para colmo, les proporcionó su navío, era el más excluido de aquel grupito tan variopinto. Por eso prefería trabajar solo. Desagradecidos todos. Le hizo una mueca a la nada, crispando el puño sobre el timón, el cual soltó antes de hacerlo virar y tirar a todo el mundo de sus camas allí abajo. Sonrió ante la idea, sopesando seriamente el hacerlo. Quizá alguno se abriera la cabeza de golpe…
Y entonces la vio.
La rubia que protagonizaba sus pensamientos más de lo que él hubiera deseado, salió a cubierta, echando un rápido vistazo a su alrededor y deteniendo sus ojos azules en él al percatarse de su presencia. Sin saber bien porque, se quedó ahí pasmado, mirándola, hasta que ella tomó la decisión de ir hacia él, subiendo al castillo de proa.
— ¿Insomnio o desconfianza? —Apuntó, dejando claro que no eran horas para andar por ahí.
— Un poco de ambas. —Alegó el pirata, encogiendo los hombros con despreocupación. — ¿Y tú, Swan? ¿Insomnio o desconfianza? —La asaltó con su misma pregunta, dedicándole una sonrisita.
— Preocupaciones… Eso que tenemos los adultos responsables. —Puso una de sus miradas acusadoras marca de la casa, provocando que él rodara los ojos en respuesta, restándole toda importancia a su acusación.
— Así no vas a conseguir mis favores… Tendrías que ser más buena conmigo. —Soltó una carcajada cuando la rubia lo fusiló con la mirada. Desde luego, si las miradas matasen, ella ya lo tendría muerto y enterrado.
— Eres imposible… —Murmuró, desviando la mirada con aire contrariado, desconcertando a su compañero de charla nocturna. Sentía esos malditos ojos azules clavados en ella, estudiándola con detenimiento, aunque bueno, quizá solo estuviera comiéndosela con la mirada… Sí, eso era más propio de él. Carraspeó, enfrentándose directamente a la mirada del pirata, quién ni hizo el esfuerzo de ocultar su escrutinio.
— Y aun así, siempre acabas buscándome… —Dijo al fin, usando un tono bajo y ronco, rematándolo con una media sonrisa que la puso más nerviosa de lo que ya estaba, aunque no dejara que se notase.
— Yo no te busco. —Espetó a la defensiva, inspirando profundamente para erguirse en su pose de mujer imponente. — Eres tú el que me busca a mí. —Replicó, siendo ella esta vez quién sonrió triunfante.
— ¿Ah, sí? No soy yo el que ha venido justo aquí, para tener una charla a horas poco aconsejables… —Dio un paso hacia ella, invadiendo descaradamente su espacio personal, aunque para su sorpresa, ella no hizo amago de apartarse. Iniciaron un duelo de miradas que solo era el preludio de lo que, de seguro, sería una batalla de caracteres. Otra vez… — Aprecio tu compañía nocturna, pero yo aprovecharía la noche en labores más… Interesantes, que una charla sin sentido. —Se relamió los labios, buscando provocarla con todo el descaro del mundo.
Emma apretó los labios, decidiéndose entre darle una bofetada y luego insultarlo o insultarlo y luego darle la bofetada, cuando se sorprendió a si misma recorriendo las facciones de aquel vil pirata como una mujerzuela encandilada cualquiera. ¡Ah, no! No iba a ceder a sus encantos. Se lo prometió desde el primer día.
— ¿Por qué tienes que estropearlo todo siempre, intentando seducirme? No soy una cualquiera, Garfio. Ahórratelo, no te va a funcionar. —Le reprochó, al fin, tras una pausa que hubiese deseado fuera más corta. Él frunció el ceño, enarcando una ceja como si no acabara de comprender las palabras de la rubia.
— ¿Estropear, el qué? No sabía que hubiera algo que estropear. —Se defendió, mostrándose ligeramente molesto ante esa acusación tan abierta por su parte. No es que se ofendiera porque ella no tuviera razón, sí, llevaba intentando seducirla desde que la vio por primera vez, pero una cosa era hacerlo y otra admitirlo.
— Pues… Nuestra rel… Amistad. Posible, amistad. —Titubeó ella, tratando de aclararse las ideas conforme hablaba. — Nos entendemos muy bien, y en lugar de tomar ventaja de ello para forjar una alianza, lo estropeas pasándote de listo. Para ser un libro abierto, no sabes muy bien cómo manejarte conmigo. —Añadió lo último con algo de rencor por sus palabras de hacía tiempo.
— Y eres un libro abierto… —Se apresuró a replicar él, aprovechando la cercanía para admirarla con mayor detalle. ¿Por qué tenía que ser tan jodidamente guapa e interesante? No se lo estaba poniendo fácil la dichosa Salvadora. — Si repudiaras tanto mi comportamiento, no vendrías a hablar conmigo, me evitarías… Así que, asumo que no te molesta, sino que te frustra el querer corresponder, pero verte vetada por tus ideales, y en resumen, por el bando en el que te tocó nacer. Debe de ser frustrante querer hacer algo y no poder, por culpa de un puñado de normas que algún idiota impuso vete a saber cuándo…
En esa ocasión, Emma no tuvo ni que pensarlo. Alzó la diestra para soltarle una bofetada en plena mejilla al pirata, y no porque no tuviera razón, sino porque odiaba que la tuviera. Apretó los labios, deseando mandarlo al infierno y soltarle una sarta de insultos que una señorita no debería ni conocer. Para colmo, el muy condenado se echó a reír con el triunfo impregnado en aquella socarrona risita entre dientes.
— He acertado de lleno. ¿Verdad? —Susurró, agarrándole la mano por la muñeca cuando ella la alzó de nuevo, dispuesta a dejarle la mejilla contraria marcada, por compensar el enrojecimiento de la otra.
Tiró de su muñeca, pegándola a su cuerpo sin reparo alguno, haciendo que sus respiraciones se entremezclaran por la repentina cercanía de sus rostros. Y antes de que ella pudiera articular palabra, selló su boca con un fiero beso. Pasó por alto cualquier consideración o comportamiento caballeroso, presionando sus labios hasta conseguir que los entreabriera y así, poder asaltar su boca con la lengua.
Lejos de quedarse quieta sin más, ella le golpeó el pecho con la mano libre repetidas veces, removiéndose para intentar zafarse de su agarre, sin mucho éxito. Sin embargo, sentir la pasión con que obraba, sumados al calor de su cuerpo y la humedad de su lengua, le nublaron el poco juicio que le quedaba en pie. Dejó de golpearlo para agarrarse a la solapa de su camisa en un momento de debilidad, correspondiendo al beso al entrelazar su lengua con la ajena.
Durante largos segundos, estuvieron devorándose, liberando al fin aquella maldita tensión sexual que parecía desquiciarlos de tanto en tanto. En lugar de escucharse los típicos gritos de sus discusiones, solo podían oír sus respiraciones aceleradas y el choque de las olas contra el casco del barco. Y así fue, hasta que deshicieron el beso por la falta de aire y Emma soltó la camisa del capitán, propiciándole otra sonora bofetada. Él ladeó el rostro por el golpe, empapándose de una paciencia de la que carecía, antes de mirarla de nuevo, aún sin soltar su muñeca.
— Vale… Vas a tener que dejar de pegarme… —Advirtió, con la voz algo entrecortada por lo acelerado de su respiración.
— ¿O qué? —Lo desafió ella, relamiéndose los labios en un gesto involuntario que solo le hizo desear más al catar el sabor de él aún impregnado en estos.
— O tendré que volver a besarte… O a atarte las manos. —Rozó sus labios entreabiertos contra los de ella, jadeando contra su boca, deseoso de cumplir sus amenazas cuanto antes.
— Eso me suena a excusa desesperada… —Murmuró ella, entrecerrando la mirada ante el constante roce de sus labios, moviendo los propios contra los de él sin poder evitarlo.
— No necesito excusas… —Sentenció, volviendo a tomar su boca como si le perteneciera ahora que ya la había conquistado una vez. De nuevo, se dejó llevar por ese irrefrenable deseo que había contenido ya demasiado tiempo, besándola como si su vida dependiera de cuan bien lo hiciera y cuanto interés mostrara, siendo correspondido de la misma forma, por una más que satisfecha, aunque contrariada, Salvadora.
Ya no había forma humana de negarlo, había algo entre ellos, algo tan fuerte que era cuestión de tiempo que la bomba estallara… Solo hizo falta una chispa.
N/A: Sí, lo sé, ahora mismo me odiáis porque ha sido corto y el final os ha dejado con las ganas, pero tranquilos todos, que no es el final. Acepto comentarios, críticas, sugerencias y lo que os plazca, estoy a solo un review de distancia.
