Muy buenas a todos!
Aquí os traigo mi nueva idea para una historia SwanQueen (cómo no jajaja) que he decidido tirar adelante en vista que a mis otros fics (Be your obsession y Sisterly love) les quedan un par de capítulos respectivamente. Así que, bueno... hace unos días que empecé a idear todo este tinglado y aquí está el resultado (?). Espero que os guste leerlo igual que a mí me ha encantado escribirlo jaja :)
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen ya que estos son propiedad de la cadena ABC y su serie "Once Upon A Time". Las situaciones y espacios corren a mi cargo.
Capítulo 1. Un giro inesperado
- Tendrías que dejar de soñar despierta, nunca harás nada de provecho en tu vida si sigues así… - la mujer mayor dejó escapar un suspiro y se pasó la mano por la frente – en buen momento decidí darte un techo bajo el que dormir – hizo una pausa y puso los ojos en blanco – debería haberte dejado en la calle, sí, eso habría sido lo mejor….
[…]
El lejano sonido de su despertador no cesaba, era algo insoportable, como una especie de ruido que ametrallaba su cabeza por dentro. Estiró la mano y lo paró, dándole un brusco golpe. Aquel era el amargo inicio de otro día de trabajo. Pero… ¿A quién iba a engañar? Al menos debía dar gracias por tener uno. La rubia se incorporó paulatinamente, arrastrando el cuerpo y obligándolo a despegarse de aquellas sábanas tan suaves para después enfundar sus pies en unas desgastadas zapatillas azules. Salió de la habitación, bostezando cual chewaka y se dirigió a la cocina. El reloj de cerámica de la pared marcaba exactamente las 6:05 de la mañana "madrugar así debería estar prohibido" resopló y se dispuso a prepararse un café.
- Buenos días, Emm – la voz de su compañera de piso la sorprendió por detrás.
- Buenos lo serán para ti, Mary – renegó entre dientes mientras se peleaba con el mango de la cafetera – odio este cacharro, en serio, lo odio…
- Anda, quita – la apartó con un ligero movimiento de brazo y en a penas dos gestos consiguió poner en funcionamiento aquella máquina diseñada por lucifer – con la cafetera más vale maña que fuerza – murmuró, ofreciéndole una sonrisa de oreja a oreja.
- Hablas como las abuelas – le respondió, adornando sus palabras con una sonrisa burlona, a lo que su compañera le contestó frunciendo el ceño. La joven era blanca de piel y de cabellos oscuros como el azabache pero, aun así, tenía cierta dulzura en su tez que la hacía inesperadamente preciosa.
- Si no tuviera tu edad quizás yo también lo pensaría – la morena le guiñó un ojo y volvió a centrarse en la cafetera - ¿Lo quieres solo o con leche? – a decir verdad debía estar contenta de tener por compañera de piso a Mary Margaret Blanchard. La joven era una muchacha afable y todo un cacho de pan que siempre estaba dispuesto a ayudar a quien hiciera falta, y eso incluía a Emma.
- Solo. A ver si consigo despertarme de una vez… - se frotó los ojos con la palma de la mano y se sentó en el taburete que limitaba la barra americana de la cocina – bueno, tú qué… ¿lista para ir a clase? - Mary era estudiante de magisterio y trabajaba en un pequeño restaurante para costearse la carrera.
- Por supuesto, adoro mis estudios – sacó dos tazas de café y las llenó en la cafetera – no como otras con su trabajo – espetó con tono jocoso.
- Eh, eh, baja esos humos, que pese a ser una becaria yo me tomo muy en serio mis funciones, ¿vale? – la rubia habló con un tono tan fingidamente solemne que provocó el estallido de risas de ambas.
- Anda, calla, que va a subir el pan – Mary hizo una pausa para recobrar la compostura - y bébete el café, a este paso llegarás tarde.
- Querida mía – cogió una de las galletas que había en el pote de pastas variadas y le dio un bocado – yo nunca llego tarde.
Ojalá hubiera sido así, pero no. "Tú siempre tienes que entretenerte, Emma Swan" se lamentó. Su reloj de muñeca marcaba las 7:15 y aun estaba a dos manzanas de la agencia en la que trabajaba. Respiró hondo y echó a correr con todas sus fuerzas, esquivando el cúmulo de personas que se amontonaban por las calles de Nueva York. Después de la pequeña charla durante el almuerzo con su compañera de piso había ido a ducharse y, al salir, se había entretenido de más viendo la televisión. Pero no era su culpa, le encantaba ver los programas matutinos, hacían que se sintiera con más energía. Fuera como fuese, todo aquello carecía de importancia ante la apremiante bronca que iba a caerle. Agradecía, sin embargo, haber tomado la sabia decisión de dejarse puestas sus Converse blancas y llevar los tacones en el bolso para cambiarse después, no se habría visto capaz de correr con tanto ahínco llevando 10 centímetros de aguja bajo sus pies.
Tumbó en la esquina de la última manzana que le quedaba por recorrer y volvió a echarle una ojeada a su reloj "7:28, no llegas Emma, no llegas…" apretó la marcha y al fin se encontró ante el gran edificio de la agencia para la que trabajaba. La importante y conocida Bewitched Models Agency. El edificio estaba recubierto enteramente de cristal y metal, ofreciendo un agradable reflejo de los rayos de luz que en él impactaban. Lo cierto es que se trataba de un impresionante rascacielos pero su agencia tan solo ocupaba las seis primeras plantas de este, el resto eran oficinas que alquilaban empresas de lo más variopinto. La joven entró en el vestíbulo, quitándose torpemente los zapatos con la mano derecha mientras sujetaba su bolso con la izquierda.
- Buenos días, Emma – la saludó la recepcionista detrás del escritorio - ¿Otra vez tarde? A la directora no le hará ninguna gracia… - la recepción del edificio era general y estaba esculpida en cerámica y mármol brillante. Al margen de aquella, claro está, coexistían las recepciones individuales de cada empresa en sus respectivas plantas.
- No es necesario que… - la rubia le contestaba como podía mientras se cambiaba de zapatos y guardaba sus Converse en el bolso - me lo digas, Claire – aquella mujer siempre le había parecido detestable, se metía en la vida de los demás como si de la suya se tratase - Buenos días a ti también – con aquellas palabras y una sonrisa fingida se metió en el ascensor y apretó el botón de la primera planta.
El aparato se puso en marcha con un ligero sonido de elevación y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraba ante todo el meollo y el caos que suponía su lugar de trabajo. Decenas de personas corrían arriba y abajo transportando telas, vestidos, zapatos, revistas de moda y demás objetos que no podía divisar. Respiró hondo "aquí empieza un nuevo día" y salió del ascensor, procurando no chocar con ninguno de los entes –así es como le gustaba llamarles ya que parecían no poseer vida propia- que circulaba por la sala. Realmente no le agradaba en absoluto trabajar en aquel lugar tan superficial pero era un pequeño paso que debía tomar para intentar alcanzar su gran objetivo.
- ¡Emma! ¡Emma! – alguien gritó varias veces su nombre y se giró, buscando de dónde provenía tal escándalo para dar con Ashley, una de las modelos que tenía la agencia – la directora dice que te presentes en su despacho cuanto antes – la chica era una joven promesa, rubia y de mirada y rostro dulces. Realmente una belleza poco común – no sé en qué lío estarás metida pero los demás empezamos a cansarnos – ojalá la dulzura de su rostro se correspondiera con la de sus palabras.
- Muchas gracias por el aviso, Ashley – balbuceó sin ganas. Odiaba que las modelos segundonas vinieran a echarle pestes a la cara. Bewitched solo tenía una estrella – por cierto – no podía evitar sentir la necesidad de hacer algo para hacerle pagar la insolencia que había tenido - ¿has engordado?
- ¿¡Qué!? – la pregunta había merecido la pena tan solo por ver el grado de preocupación que había invadido el rostro de la rubia - ¿¡Me ves más gorda!? – Emma intentó aguantarse la risa pero, al ver que no había modo humano de hacerlo, se dio media vuelta y volvió a adentrarse en el ascensor - ¡Emma, contéstame! – ignoró por completo las súplicas de la modelo y apretó el botón de la sexta planta - ¡Emma!
Los gritos e insultos de la modelo fueron desvaneciéndose conforme el ascensor seguía subiendo. La rubia empezó a frotarse las manos, impaciente "¿iban a despedirla?" no tenía ni idea pero había un 90% de probabilidades que así fuera. Alzó la vista al techo del ascensor y suspiró. Ahí acababa su patoso intento por acercarse a la mujer de sus sueños. Se frotó los párpados con la yema de los dedos, intentando no llevarse por encima el maquillaje y respiró hondo. Hacia un año que estaba trabajando para la agencia y aun no había tenido la más mínima posibilidad de entablar conversación con ella. La verdadera razón por la que decidió presentarse a la oferta de trabajo en prácticas de Bewitched fue que en ella trabajaba la única persona que había logrado despertar un sentimiento en lo más profundo de su ser. Podría llamarle admiración, pero no estaba del todo segura si una simple admiración acarreaba tantas cosas. Las pocas ocasiones en que se la había cruzado por los pasillos la habían dejado sin aire e incapaz de acercarse a menos de 5 metros de distancia. Pero ahora todo daba igual, no iba a poder conseguir nada.
El pequeño sonido acampanado del ascensor le indicó el fin del trayecto y, tras de este, las puertas se abrieron paulatinamente. Ante ella estaba la inmensa sexta planta que hacía las veces de despacho de la directora de la agencia. Avanzó unos pasos y se esperó delante del mostrador de la recepcionista, quien parecía estar hablando por teléfono.
- Espera un momento, John, ahora te llamo – la mujer colgó y se la quedó mirando a los ojos - ¿Qué ha sido esta vez? – le preguntó, alzando una ceja.
- Vamos, Ruth… ¿Me vas a preguntar eso a palo seco, sin invitarme a cenar ni nada? – bromeó sagazmente.
- Si no fueras un encanto haría muchos meses que ya estarías fuera, ¿lo sabes, verdad? – la castaña le sonrió con cierta picardía.
- Lo sé… pero… qué ibas a hacer tú sin m…
- ¿Sí? – la recepcionista recibió otra llamada y contestó, interrumpiéndola – Sí, está aquí, ¿le digo que pase? … De acuerdo – colgó – puedes pasar – le indicó, acompañando sus palabras con un leve movimiento de cabeza - Suerte.
- Entendido – Emma la miró con cierto pánico en los ojos y le sonrió – no será necesaria – realmente eso quería creer pero no estaba para nada segura.
Abrió el pomo de la inmensa puerta de madera de nogal que limitaba la entrada al despacho de la directora y tiró hacia ella, balbuceando un "con permiso". Se coló dentro de la sala y cerró tras de si. Pese a haber estado allí un par de veces, aquel lugar no dejaba de sorprenderla. El despacho estaba iluminado por amplios ventanales de cristal y en sus paredes habían todo tipo de posters de modelos famosas que había acunado la agencia. En el centro de la sala se encontraba el escritorio y mesa de trabajo de la directora, tras el cual permanecía ella sentada. La jefa de la agencia era una mujer sorprendentemente joven, es más, tan solo tenía 29 años. Además, era una muchacha preciosa y con muchísimo estilo –no era para nada de extrañar que su abuela decidiese dejarla al cargo al jubilarse-.
- Emma, Emma, Emma… - canturreó mientras la rubia se acercaba al escritorio - ¿Qué vamos a hacer contigo? – la miró fijamente con aquellos ojos grisáceos que más bien se asemejaban a los de un animal a punto de atacar a su presa – Es la quinta vez consecutiva que llegas tarde al trabajo, eso sin contar el resto de ocasiones que se han ido desarrollando a lo largo de estas semanas… - le dolía admitirlo, pero su jefa tenía toda la razón – toma asiento, por favor – le indicó con un gesto de manos. Emma obedeció dócilmente y agachó la mirada, algo avergonzada – sé que como becaria te exigimos demasiado, lo sé… pero aun así hay unos mínimos que deben cumplirse…
- Entiendo lo que quiere decirme, señora Lucas – admitió con un hilo de voz.
- Vamos, deja las formalidades. Ya sabes que prefiero que me llamen Ruby – contestó con una amplia sonrisa - ¿nuestro horario de trabajo te supone un problema? – se apartó uno de los mechones de cabello oscuro y se lo puso detrás de la oreja.
- No, claro que no… - realmente la rubia no sabía cómo excusarse y un sudor frío empezaba a recorrerle la espalda.
- ¿Entonces qué deberíamos hacer? Mira, Emma… me caes muy bien – la morena suspiró – eres de las pocas becarias que han entrado en los últimos años que ha conseguido agradarme y odiaría tener que despedirte… - no le gustaba en absoluto el rumbo que estaba tomando la conversación - pero son demasiadas cos…
- ¡Ruby! – alguien irrumpió en la sala, abriendo de par en par la puerta y obligando a Emma a girarse para ver de quién se trataba – tenemos un serio problema – la causante de todo aquel escándalo era Belle Looper, la fotógrafa y scout de Bewitched – se trata de quien ya sabes – avanzó hacia ellas, ignorando por completo la presencia de la rubia y sin despegar la mirada de los ojos de la directora – ha vuelto a hacer que uno de sus managers se despida.
- ¿Otra vez? ¿Con este no van cuatro en lo que va de mes, ya? – Ruby se acarició la frente con la yema de los dedos y soltó una bocanada de aire.
- Cuatro, en efecto. Pero lo más complicado es que nos estamos quedando sin sustitutos para suplir la vacante y mañana tenemos la sesión de fotos de Donna Karan – Emma ya tenía a la fotógrafa al lado y la miraba con extrañeza, esperando algún tipo de saludo por su parte. El temple serio de la castaña no se desvió en ningún momento hacia ella - ¿Qué narices vamos a hacer?
- No lo sé, Belle, no lo sé – la morena se acomodó en su enorme silla de cuero granate y suspiró – por el momento deberíamos encontrar a alguien que quisiera ocupar el cargo de manager temporalmente mientras buscamos al adecuado… pero cualquiera de la oficina se negará a aceptar tal cosa…
- Ya lo había pensado… - la castaña se colocó bien las gafas de pasta – estamos en un verdadero aprieto – Emma sentía que estaba completamente perdida. No, lo suyo superaba el nivel corriente del termino "perderse".
- Disculpad… ¿De quién estáis hablando? – preguntó con cierto miedo por haberse inmiscuido en la conversación.
- Pues de… - la directora iba a contestar cuando, súbitamente, en sus ojos apareció un extraño brillo divertido - ¡Ya está, ya lo tengo! – exclamó con tanto énfasis que provocó que tanto ella como Belle se asustasen - ¡Emma! ¿Tú siempre has admirado a Rina, verdad? Recuerdo cuando te hicimos la entrevista de trabajo que dijiste que te presentabas al puesto de becaria porque la admirabas desde hace años.
- Sí… - balbuceó, incapaz de atar cabos respecto lo que estaba anunciando la directora – pero no entiendo qué tiene esto q…
- Perfecto pues – la interrumpió - señorita Looper ya tenemos nueva manager para la estrella de Bewitched – sentenció con una sonrisa triunfal.
- ¡¿Qué?! – los ojos de Emma se abrieron de par en par.
- Lo que oyes, Emma, a partir de hoy serás la manager suplente de Rina – comentó Ruby, dibujando una sonrisa cómplice en los labios – para ti es una gran oportunidad, míralo desde esa perspectiva…
- Pero… pero… no tengo ninguna experiencia como manager – parpadeó un par de veces, incrédula - es decir… soy solo una becaria, no creo qu…
- Bobadas – volvió a interrumpirla – lo harás muy bien y, en cualquier caso, es solo un apaño temporal – hizo una pausa y desvió su mirada hacia la fotógrafa - Por favor, señorita Looper, acompañe a Emma hasta el camerino de Rina.
- Será un placer – Belle le sonrió y después se dio media vuelta, encaminándose hacia la puerta mientras murmuraba un "vamos". La rubia se levantó de la silla, aun algo aturdida por todo lo que acababa de suceder y siguió a la castaña.
- ¡Ah! Y por cierto… - Ruby volvió a tomar la palabra y Emma ladeó la cabeza para mirarla – Emma… si no consigues que Rina te acepte como manager… no es necesario que vuelvas.
[…]
"Ay, Emma Swan… en qué lío te has metido" era la tónica que se repetía una y otra vez dentro de su cabeza mientras daba vueltas alrededor de la puerta del camerino de la estrella de Bewitched. La directora tenía toda la razón al decir que aquella era una gran oportunidad, sí, lo era… pero no estaba preparada para ella. Admiraba a la modelo desde que tenía 14 años y vio sus fotografías en el escaparate de una perfumería pero… no estaba preparada para conocerla y mucho menos para ser su manager. ¿Qué iba a decirle cuando la viera? ¿Qué iba a hacer cuando la viera? No tenía ni idea y en su mente se debatían mil opciones, a cada cual más estrambótica. La imponente Regina Mills –alias Rina- era toda una belleza de pies a cabeza. Rezumaba erotismo y sensualidad por cada poro de su piel, desde esa media melena azabache, algo alborotada, hasta esos brillantes labios rojizos. Seguramente una diosa como aquella se reiría en cuanto la viese entrar por la puerta del camarote pero… si no consigues que Rina te acepte como manager no es necesario que vuelvas sacudió la cabeza ante el recuerdo de las palabras de Ruby y apretó los puños "venga, Emma, tú puedes…" respiró hondo y dio un par de golpes a la puerta tras lo cual agarró el pomo y lo giró, haciendo que la entrada se abriese al son del ya habitual "con permiso".
En cuanto la puerta se abrió de par en par, la boca de Emma decidió seguirla. Pero no fue precisamente porque se había quedado atónita al ver a la persona que había admirado durante tantísimo tiempo, no. En el interior del camerino se encontraba una estupefacta Regina, tan preciosa como ella la recordaba, tumbada en el suelo y completamente desnuda, mirándola con ojos curiosos. Eso sí, la acompañaba otra mujer, también como dios la trajo al mundo, que se situaba justo encima del cuerpo de la morena. Los segundos pasaron rápidamente pero Emma supo reaccionar a tiempo y escupió un "¡Lo siento!" a la par que salía de la habitación y cerraba la puerta tras de si. Realmente aquella había sido la escena más estúpidamente cómica e incómoda de toda su vida.
¿Qué tal os ha parecido el primer capítulo? Dejadme leer qué opináis de él :)
