08/08/2007

La nueva 13

- Y recuerda Manta, que no debes abrirle la puerta a desconocidos – bromeaba la capitana Ela enfrente del senkaimon.

- Taichou, no hace falta que te preocupes tanto solo es una misión rutinaria, en un par de días estarás de vuelta y te montaremos una fiesta para celebrarlo - le respondía el tercer oficial.

- Woooo ¿y a mi¿y a mi? – saltaba la teniente Mizu agarrada de la manga de Manta.

- Claro… para las dos… - intentó arreglarlo Manta.

- ¡Mal! Muy mal… ¿así como quieres que me vaya tranquila? Tenías que hacerme una fiesta para mi regreso y a continuación otra para Mi-chan… -reía Ela.

- Bueno ya está bien de bromas, es hora de irnos. Ja-nee! – se despidió la teniente mientras cruzaba el brillante umbral.

- Volveremos pronto Manta, ve poniendo a enfriar las bebidas – y la capitana Ela Kuroikawa desapareció tras el umbral, siguiendo a su teniente y amiga, acompañada de su mariposa negra.

Hasta el día de hoy, no se ha vuelto a saber nada de ambas.


Las horas que los chicos de la división esperaron se convirtieron en días, y los días en semanas. Esto había sobrepasado el límite de cualquier misión rutinaria. La división entera se volcó en patrullas de búsqueda infructuosas, se habían empleado todos los medios que se tenían en la división para localizarlas. Se había incluso avisado a las demás divisiones. Y aunque todas ellas reaccionaron de la misma forma volcándose en su búsqueda, un mensaje lo cambio todo.

- Manta-san. ¿Puedo pasar? – preguntó tímidamente Yorleni asomándose a la puerta. La oficina de Manta estaba hecha un caos, los documentos apilados se erigian como columnas a medio derrumbarse, mapas y planos colgaban de todas las paredes e incluso del techo. Y Manta se encontraba en medio de todo ese caos, con barba de pocos días unas ojeras impresionantes y en definitiva, muy muy demacrado.

- ¿Te encuentras bien? - Preguntó Yorleni nuevamente mientras avanzaba lentamente hacia el escritorio. Manta levantó la vista y sus ojos enrojecidos de cansancio se clavaron en la joven shinigami.

- ¿Crees que parezco estar bien? - Respondió secamente. Segundos después, se llevo la mano a la cara, se frotó los ojos y con voz cansada se disculpó. – Perdona Yorleni no quería hablarte así… es solo… que hemos hecho tanto… y no hemos conseguido nada… tan frustrante… - Yorleni se acercó para intentar reconfortarle.

- Intenta tranquilizarte, llevas aquí encerrado 3 días sin dormir, apenas si has comido. Anda, intenta descansar un poco, Me-chan está intentando convencer a los Kidohshuu para organizar un escaneado a gran escala en busca de su reiatsu.

En ese momento Aiolos entró corriendo sin ni siquiera llamar a la puerta. Parecía extremadamente alterado y Manta por un momento pensó que el quinto oficial abriría la boca para anunciar el regreso de la capitana y su teniente sanas y salvas. Pero su rostro no expresaba buenas noticias.

- Manta… malas noticias.

- ¿Como de malas? – preguntó temiéndose lo peor.

- Nos han impedido seguir buscando.

- ¿¡Qué!? – dijeron a coro. - ¿Quién¡Solo otro capitán podría haber hecho algo así!

- En realidad no… la orden de cesar la búsqueda de la Taichou y de Mi-chan salió de La Cámara de los 46.

Manta alucinaba, no podía creerse que los altos mandos se resignasen a abandonar a uno de sus capitanes y su teniente a su suerte. Yorleni apenas conseguía creer que había oído decir eso, e incluso Aiolos se repetía mentalmente que era un sueño y que no podía estar pasando eso. Finalmente Manta se desplomó sobre su sillón con la mirada perdida.

Todos intentaron romper el molesto silencio producido pero tras abrir la boca para decir algo, simplemente volvieron a cerrarla al darse cuenta que no tenían palabras.
Finalmente Manta consiguió salir del trance.

- ¿Quiénes mas lo saben?

- ¿Por ahora? Solo nosotros 3, además del mensajero que trajo el mensaje. Los demás capitanes de las otras divisiones han recibido la orden de guardar silencio y están pensando en organizar un funeral si no vuelven pronto.

- ¿¿¿Un funeral??? – interrumpió Yorleni – eso es una locura. Ni siquiera sabemos si realmente están muertas.

- Lo sabemos Yorleni, y aunque la cámara de los 46 nos anule la ayuda seguiremos buscando a Ela y a Mizu, aunque sea barriendo el Seiretei, el Rukongai, el mundo humano e incluso Hueco Mundo si hiciese falta. Al fin y al cabo. Soy el de mayor rango en la División.

- Eh… esa es la otra mala noticia… - anunció Aiolos. – Nos mandan a otro capitán…

- Así que los de la cámara se han cansado de que gastemos recursos y han cortado por lo sano. Van a considerar que la desaparición de Ela y Mizu es definitiva y van a sustituirlas. – concluyo de explicar Aiolos.

- ¿reúno a todos para darles el aviso que se detiene la búsqueda de Ela y Mizu? Preguntó Yorleni dirigiendose a la puerta.

- No… reúnelos a todos para avisar del funeral de Ela y Mizu. – Los dos Shinigamis se quedaron a cuadros.

- ¡Pero si tu mismo decías de seguir buscándolas!, No me creo que hayas cambiado de opinión tan rápidamente. – espetó Aiolos con indignación

- No, quiero seguir buscándolas, pero si les decimos a todos el motivo autentico del final de la búsqueda se negarán a aceptar a la decisión de la cámara y puede haber una revuelta. En la que saldríamos perdiendo. Por ahora… haremos eso. E intentad que no salga de aquí. Y sobre todo, tened cuidado con el nuevo capitán. No se habrían dado prisa en parar este asunto si no hubiese intereses de por medio… Ahora por favor. Dejadme solo un rato, quiero pensar antes que llegue el nuevo capitán.

Ambos Shinigamis salieron de la habitación cerrando tras de si. Pasaron al lado del carro de comidas que dejaban siempre al lado de la puerta destinado al oficial. Y cuando el pasillo se quedo en silencio dos figuras salieron de los faldones del carro.

- ¿Has oído eso Kara?

- "Si Kaiden, la cosa es peor de lo que parece, deberíamos avisar a los demás."

- No… por muy doloroso que sea, Manta tiene razón. No podemos arriesgarnos a que salte una rebelión. Intuyo que los demás capitanes han pensado lo mismo. Solo actúa por nuestro bien. Tenemos que hacer lo que Manta dijo.

- "¿Y que deberíamos hacer entonces?"

- Lo que Manta realmente quiere que hagamos.


El funeral conjunto de Ela y Mizu se llevó a cabo en la intimidad del cuartel. Solo la división y los capitanes acudieron. Dos Piedras talladas representaban no solo la perdida de los altos mandos si no todo el dolor, tristeza y desesperanza de la división. Los nombres tallados con trazo delicado sobre la fría piedra gris rezaban.

"Ela Kuroikawa, Capitana de la división 13. Caída en acto de servicio."

"Otaka Mizu, Teniente de la división 13. Caída en acto de servicio"

Esas frases hicieron sentir a todos como si una enorme carga, un yugo, les cayese sobre los hombros. Pero lo peor vino justo después, tan pronto como los capitanes marcharon de nuevo a sus cuarteles una figura se encaramó a la loma y posteriormente a la improvisada tarima que servia como capilla ardiente.

- Vamos, Hijos de la división 13, no lloréis, vuestras lagrimas no tendrán cabida a partir de este momento. Hoy es el momento de dejar atrás el pasado, de olvidar todo el dolor sufrido y seguir mirando adelante. – Dijo la figura desde lo alto.

- Soy Unmei Ushinata. Vuestro capitán desde este mismo momento. Recordad mi nombre, pero a partir de este día, dirigíos a mí como Capitán Ushinata cualquiera que no lo haga pasará una semana en el calabozo bajo cargo de desacato. Me siento muy desilusionado con vuestra reacción. Abandonasteis las tareas de patrulla, me he informado y el papeleo se ha paralizado, la división parece estar bajo la sombra de la perdida de la capitana. Pero se como evitarlo. Desde este momento se prohíbe hablar de Ela Kuroikawa, de Otaka Mizu e incluso de cualquier relación que haya con ellas hasta este momento de mi proclamación. Y ahora… agradecedme este gesto que os dedico. – Y sin media palabra una esfera de reiatsu prendió la capilla ardiente mientras Unmei bajaba del estrado ante el asombro de todos los Shinigamis.

- ¡Es una locura¿Por qué haces eso¡rápido que alguien apague el fuego! – gritó una voz en las primeras filas.

- ¿Eso que oigo ha sido una puesta en duda de mis órdenes? - Se giró hacia quien se intentaba abrir paso entre las filas y agarrándolo por le cuello lo alzó en el aire – Sexto Oficial, Kage… un oficial nunca debe cuestionar las ordenes de su superior. – y sin mediar palabra dio un golpe seco en el brazo izquierdo de Kage que callo al suelo gritando de dolor.

- Aaaaaaahhhh… creo que me ha roto el brazo… - se revolvía en el suelo

- Que alguien se lo lleve a los calabozos hasta que piense en el significado de Orden. Durante una semana entera.

En cuanto el nuevo capitán se hubo alejado, las primeras filas se lanzaron sobre Kage para atenderle. Hiroe comenzó a utilizar kidoh de curación mientras algo mas atrás Manta observaba como el nuevo capitán entraba en el cuartel. Apretó el puño con tanta fuerza que comenzó a manar sangre de la palma de su mano.

- ¿Realmente está bien esto? – preguntó Aiolos viendo como se llevaban a Kage en una improvisada camilla

- La situación será peor de lo que imaginé… - murmuró observando como las llamas devoraban la capilla ardiente de las dos shinigamis. – Mucho peor…


Al caer la noche dos sombras se perfilaban en la oscuridad junto a las lapidas recientes.

Portaban capas amplias y una mano femenina acarició la superficie de la fria piedra. La otra se agachó ante la pira de brasas que aun crujía por los rescoldos. Entre las cenizas sacó un trozo de tela blanco con un 13 dibujado. Se encontraba en pésimo estado, amarillento por el calor con los bordes requemados. Aun así, lo cogió en brazos, le quitó algunas manchas grises de ceniza y lo guardó bajo la capa oscura. Después se volvió hacia la otra figura y sin media palabra, desaparecieron de allí.