"Saludos. Soy Chara".
Su mirada descendió al montón de polvo inservible que estaba bajo a sus pies. En su cabeza seguía reproduciéndose la voz del monstruo pronunciando desesperadamente aquellas palabras con angustia y cierto deje de resignación al encontrarse frente a un inevitable destino. Ella misma se lo había buscado al mostrarse asquerosamente detestable, tan estúpidamente confiada ofreciéndole un techo a alguien aparentemente perdido sin hogar alguno… Era tan molesta. En verdad se lo merecía, no había razón por la cual arrepentirse por su cometido. Resultaba tan fascinante el ser capaz de adquirir más LOVE y EXP, que un cosquilleo no tardo en invadir a cada poro de su diminuto cuerpo, mismo que temblaba emocionado ante el millón de posibilidades tentadoras que se mostraban ante sus carmesís ojos. La sonrisa se ensanchó en su rostro inmediatamente por el simple pensamiento de proseguir más allá de esa puerta.
Necesitaba más. Más. Rápido. No debía de perder tiempo, no más.
La mano se posó contra la superficie helada y lisa, ejerciendo la suficiente fuerza como para abrirla de par en par. Con pasos calmados se dirigió hacia adelante, asegurándose de pisar el resto del polvo que se encargó de esparcir en un movimiento frenético de pie. Una vez que se encontró completamente desparramado en todo el suelo, lo más posible que era capaz de hacer y al acabar, prosiguió con su camino. Su indiferencia al cambio climático brusco, el sonido de la nieve crujir bajo sus zapatos era una sensación distinta… Pero a la vez un incentivo de cambiar la tonalidad blanquecina del suelo por el gris… Probablemente el incluso visualizar la estela del polvo irse a través del ligero viento que soplaba meciendo suavemente sus castaños cabellos. Por ello mismo, aceleró levemente su caminar dejando marcas sobre la nieve, dejándose llevar por el ritmo alegre de su corazón –su alma- gritándole internamente que se apresurará de una vez por todas. Y así lo hizo.
Un puente de madera se cruzó en su campo visual. No tardó en caminar sobre este, deteniéndose pronto al oír sonidos venir de su espalda. Tras encontrarse cerca, se giró para encontrarse con un esqueleto observándole con lo que suponía serían sus ojos; dos brillos en ambas cuencas. Solo se trataba de un esqueleto bajito. De chaqueta azul, shorts y unas pantuflas rosadas. Aquel habló pero no demostró interés en sus facciones; no. Toda su palabrería era inútil, puesto que, no consiguió ninguna reacción, siquiera cuando le ofreció la mano. Sus siguientes palabras tampoco despertaron gran cosa, solo mostraba indiferencia y ojos fríos a quien tenía por delante. Finalmente cuando terminó, avanzo hacia adelante, deteniéndose debido a la insistencia del esqueleto. De haber sido posible, en cualquier instante un suspiro nacería de sus labios y los abandonaría debido a la impaciencia que estaba surgiendo en su interior. Se trataba de un torbellino de emociones entre la ansía y el aburrimiento de seguir de pie sin mover el cuerpo.
Entonces, una nueva voz se unió. Era la suficientemente alta cómo para percibir el tinte de reprobación tras construir esa frase y el otro, le pidió que se escondiera tras una lámpara. No lo hizo. Lo ignoró. En cuestión de segundos un esqueleto hizo aparición; uno alto con un extraño traje de tonalidad roja. El tipo siguió regañando al contrario. Fueron más minutos desperdiciados, sinceramente las ansías de salir ahí se volvían latentes y fuertes. Solo hablaban de algo que ni tenía que ver con su objetivo. Cuando acabaron, antes de salir, Sans sugirió una tontería. Su reacción fue no decir nada. Lo siguiente fue observar hacia arriba, en busca de un sol que mostrará el tiempo que se había desperdiciado con eventos molestos, tan iguales como los de Toriel… Qué bueno que ya ni existía. Lentamente avanzo recto, topándose con la agradable sorpresa de unos monstruos que no dudaron en saltar en una cuasi especie de emboscada. Era realmente inútil, ya deberían de saberlo, ¿No es así? Pero ah~, no dudaría en mostrarles que es lo que sucedería.
El cuchillo se clavó firmemente sobre la cabeza del individuo convirtiéndolo en polvo. Aquello fue lo mismo que compartieron los otros siguientes, mismos que creerían detener sus actos… Y no, se equivocaban enormemente, porque mientras más conseguía LOVE y EXP, más su DETERMINACIÓN crecía dentro de sí. Era un sentimiento que le llenaba el pecho y sus labios formaran una amplia, seguramente, enfermiza sonrisa. Por supuesto, no podía observar su rostro… Pero lo sabía, aquel gesto estaba plasmado en los finos labios que poseía, resaltando las mejillas sonrosadas, provocado por probablemente la pobre temperatura que poco a poco hacia mella en su cuerpo. Ansiaba más DETERMINACIÓN.
Su tarea consistió en blandir el cuchillo por los siguientes segundos, horas… ¿Quién sabe? Quizá días. ¿Pero qué demonios podría saber? Su cabeza estaba ocupada en números, en objetivos y en oh~, mirar con eterna diversión el miedo plasmado en el rostro de ese perro que se creía guardián de un ridículo puesto de madera... Y encima ciego. Esa inutilidad de existencia le debía un favor por haber clavado exitosamente el cuchillo certeramente, de tal manera en que solo de un golpe se convirtió en materia gris. Y aunque camino y camino… NADIE VINO. NADIE VINO. NADIE VINO. Eso significaba que parcialmente su misión estaba completa. Sentía la DETERMINACIÓN crecer con más fuerza dentro de su interior. En un movimiento calmo guardo el cuchillo y prosiguió; lo único que vio –y con decepción- fue esos dos hermanos esqueletos. Se trataban de puzles. Inservibles puzles que no le retenían o eso era lo que quería lograr el más alto. Una pérdida de tiempo, solo consto de seguir, así hasta llegar a un pequeño pueblo desolado.
"Snowdin" Se leía en un letrero grande. La decoración era típica para cuando se celebraba Navidad. Pero no se veía ni un alma rondando por los alrededores. Su primera opción fue entrar a una tienda en donde encontró una nota donde pedía que no hiciera daño a su familia. Era una sugerencia tentadora… Tan tentadora que maldijo a quien fuese que se largó de ahí con el rabo entre las patas. Su manera de contestar fue saquear los objetos que estaban en el interior, necesitaba provisiones y verdaderamente sentía hambre luego de una larga caminata. No era chocolate pero podía aguantarse con tal de saciar su hambre. También se llevó algo de dinero y continuó revisando casa por casa, pero no hubo absolutamente nadie. Deambuló cerca de un enorme hogar e intento entrar, siendo completamente en vano debido a que estaba cerrado. Fue el mismo resultado que consiguió al repetir la misma acción con la otra. Sus pasos le llevaron al sendero que estaba al otro extremo con absoluta tranquilidad. Sabía que encontraría más… Sabía que estaban ahí escondidos, no podían huir de su presencia.
Le recibió una espesa niebla que le impedía ver más allá de lo que sus ojos le permitían. Se mantuvieron abiertos más de lo normal en espera de poder continuar sin tener en mente que podría tropezar con una piedra o lo que sea. Por ello su ritmo se volvió lento y despacio; la espalda recta y con la mano preparada en el caso de hacer uso del cuchillo que tenía guardado con tanto recelo. Entonces, ahí, se frenó en seco al percibir una presencia cerca… Solo separada por un par de metros. Espero un sonido. Y lo tuvo. Esa inconfundible voz; era ese esqueleto ruidoso. No espero más y dio otro paso. Él volvió a hablar, no supo cuánto, pero sus piernas hicieron movimiento y la distancia se acortaba cada vez más. Tan cerca… Pero a la vez tan lejos. Le escrutó con una mirada fría y carente de emociones, levantando la cabeza un poco más de lo normal debido a la diferencia de estatura que había entre ambos cuerpos. De manera clara logró ver que abría sus brazos en una especie de abrazo, diciendo más tonterías con que conseguiría enderezar su camino.
¿Eso era enserio?
El diminuto cuerpo se impulsó hacia adelante. Como si fuera a corresponder el abrazo del alto esqueleto, pero no, solo constó de un movimiento rápido de mano para dar un tajo preciso a la altura de la huesuda cabeza, de tal forma en que salió la misma disparada hacia arriba para pronto caer sobre el suelo. Las facciones de él se perturbaron en una gran magnitud: los ojos enormes y la 'boca' desencajada lo decían todo; no se había esperado una reacción como esa, tan repentina, tan traicionera. ¿Cómo podía ser tan inocente? ¿Cómo podía ser tan idiota y confianzudo? No se lo podía explicar.
Pero se lo agradecía enormemente. Subió su LOVE Y EXP una vez más. Cuando se volvió en polvo como otros monstruos más, cuando pateó el polvo que quedó sobre la blanca nieve reiteradas veces mientras la sonrisa volvía aparecer en su rostro hasta sentir un poco de cansancio, piso la misma y dio un par de pasos. Uno, dos, tres y se hizo detener. Sus ojos se clavaron hacia atrás unos breves segundos y se volteó para seguir con aquel viaje en busca de más DETERMINACIÓN. Se internó en una cueva, envuelta en silencio y en flores enormes de color celeste que desprendían un curioso brillo... Además de otro puesto que parecía de guardia. Solo continuó hacia adelante. Aún quedaba mucho por hacer.
—Papyrus...
Undertale no me pertenece. Su total autoría es de Toby Fox. El fanfiction que surgió de una idea loca es completamente mío.
Las siguientes advertencias son:
—OOC.
—Posible desagrado ante lo que tengo planeado.
—Rating T. Por temas oscuros.
—Y, ante todo, CharaxPapyrus.
Porque el mundo necesita fics con Papyrus.
Y, dejando eso de lado, esta es la primera vez que publico en el fandom de Undertale un fic. Sé que, es una idea sin sentido y me surgió de pronto; siempre sentí curiosidad respecto a Chara. Así, decidí dejar su sexo definitivo según la interpretación de quien lo lee. Yo no decidiré si es chico/chica, por lo cual, su anonimato se mantuvo durante todo instante. Puede que, el orden cronológico de las cosas no estén bien; pero tengo una explicación para ello y lo abordaré en el siguiente capítulo que será, probablemente, el último. No tengo seguridad respecto a eso. Agradecería saber cuáles son sus opiniones. ¡Gracias!
