Este fic esta basado completamente en el libro 6, asi que sigue las líneas del mismo. Todos los personajes pertenecen a JK, aunque algunos nombres no.
Black Future
¿Crees en la reencarnación?
Capítulo I
LOS DOS FORASTEROS
Dos figuras encapuchadas caminaban silenciosamente a través de los terrenos que rodeaban al imponente castillo lleno de torres, una de las figuras era evidentemente un adulto, el otro bien podía ser un enano, un elfo doméstico o un niño; sus pasos se amortiguaban por la suave hierba que guiaba su camino, el mas pequeño miraba con gran curiosidad y cada poco el mas grande se adelantaba tanto que tenía que alcanzarlo con una corta carrera. El hombre adulto miraba discretamente y con nostalgia aquel viejo camino que tan bien recordaba y que tantas veces había recorrido en su juventud.
Y es que habían pasado tantas cosas desde entonces, tantos sueños rotos, tantos secretos y tanto sufrimiento. Y ahora, de nuevo, caminaba ese viejo sendero que tantos recuerdos le traía, pero él ya no era el mismo y sabía que la situación a la que ahora se enfrentaba tampoco lo sería.
Se detuvo frente a un par de rejas con cerdos alados, los miró atentamente, nunca antes se había preguntado porque precisamente esos animalillos, curioso que hasta ahora lo hiciese cuando tantas veces cruzó las mismas rejas cuando iba al pueblo o cuando llegaba al castillo. Sacó su varita de dentro de su capa negra y la levantó, al instante una lluvia de chispas plateadas inundó el cielo.
Esperaron muy poco, con un chillido como si sufrieran al abrirse, las rejas se separaron dándole paso a los forasteros que no se detuvieron mucho a admirar el lugar, uno a regañadientes porque el otro lo conocía demasiado bien y aunque el tiempo había pasado, inevitablemente se vio rodeado de recuerdos, la mayoría alegres pero muchos otros tristes. Apenas le dirigió una mirada al sauce boxeador, inmóvil porque aquella noche no había viento; notó vagamente como la cabaña de madera a las afueras del bosque prohibido emitía humo por la chimenea.
Pero no pudo evitar mirar con atención de manera hipnótica la torre de astronomía, bajó su mirada hacia los pies de esta y se quedó ausente un momento observando un pedazo de césped, como si alcanzase a ver mas de lo que había. Retiró la vista de ahí y una mueca de desagrado cruzó por su pálido rostro, el día que eso había ocurrido todo había cambiado para siempre.
-Buenas Noches –se oyó de pronto una voz grave y potente. El mas pequeño dio un respingo y se colocó instintivamente detrás del hombre mas alto.
El hombre se giró con sorpresa para mirar de frente al hombre mas alto que había conocido, o por lo menos parte hombre, Rubeus Hagrid los miraba con desconfianza cargando una pesada ballesta en el hombro, a su lado, un imponente perro los observaba también. No pudo evitar sentir un escalofrío cuando lo vio y también, una gran alegría aunque la ocultó.
-Buenas Noches –dijo con voz amable y tranquila el hombre –Usted debe ser Hagrid, el guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts.
-Si... –contestó Hagrid mirándolo con aprensión, parecía muy informado –Y usted debe ser el aspirante a profesor de Defensa contra las artes oscuras.
-Asi es, perdón por llegar tan tarde pero tuve algunos asuntos importantes que me impidieron llegar antes. –iba a encaminarse a la puerta principal cuando la gigantesca mano lo detuvo.
-¿Cómo puedo saber que realmente es usted? Vivimos en tiempos peligrosos
-Oh, claro -dijo dándose un pequeño golpe en la cabeza –Que descuidado soy¿supongo que la directora le mostró una fotografía mía?
Hagrid asintió mientras el hombre se quitaba la capucha para revelar un hombre que rondaba los treinta años, de cabello castaño que se sujetaba con una coleta baja, nariz recta y ojos de un verde pálido enmarcados por unas pequeñas gafas ovaladas, su rostro era delgado y sonría con amabilidad. El semigigante lo miró con atención, el sujeto era idéntico al que la directora le había mostrado pero eran tiempos peligrosos y no podía fiarse.
-Pues si, la cara es la misma pero... –Hagrid se quedó mirando a la pequeña figura pequeña que aún se escondía detrás del profesor.
-Oh si, disculpe –sonrió el hombre con un poco de pena y acto seguido le quitó la capucha a su acompañante revelando un pequeño niño –Él es mi hijo, no tenía donde dejarlo y lo traje, espero que no haya problema.
-No, claro que no –dijo Hagrid mas aliviado de que fuera un niño pero de todas formas lo miraba con atención –Aún así...
-Lo entiendo, miré, si se siente mas seguro, tome –le ofreció su varita –puede tenerla mientras esté aquí si así se siente mas tranquilo.
Hagrid tomó la varita con sorpresa, había algo en ese sujeto que le provocaba confianza, pero no sabía que, tal vez era la sonrisa amable que le recordaba a la del gran Dumbledore, pero había algo mas que no podía definir, algo en su mirada que le resultaba familiar pero a la vez completamente nuevo. Sus dudas se esfumaron cuando el mago acarició con cariño y efusividad a Fang, quien por lo demás parecía conocerlo de toda la vida.
-Gran y muy buen perro ¿Cómo se llama? –preguntó mientras el guardabosques lo miraba algo sorprendido
-Fang... –murmuró
-Buen nombre –se puso de pie sacudiéndose –Creo que hemos hecho esperar demasiado a la directora del gran colegio Hogwarts ¿no lo cree?
-Si –dijo Hagrid recordando de pronto ese detalle –Por aquí profesor.
El hombre no comentó nada y se limitó a seguir en silencio a Hagrid, a pesar de que conocía muy bien el camino hacia el despacho de la directora, aquel pasaje detrás de la gárgola... cuando Dumbledore era la cabeza de la escuela. Su hijo miraba como si se quisiese comer con los ojos cada rincón del colegio por donde pasaban, nunca había estado ahí y, aunque el castillo tenía un aura de oscuridad y misticismo, mas que miedo parecía tener un gran interés y si no hubiese sido porque su padre lo había sujetado de la mano se hubiese escapado a explorar. No dijo nada porque la mirada de su padre se ensombrecía con cada paso que daba.
Y es que el niño no sabía que si todo salía bien, Hogwarts volvería a ser el hogar de su padre como hacía tiempo atrás...
Y también, volvería a ser el Comandante General de la Orden del Fénix... aunque no lo recordara
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En la gigantesca habitación que en parte era el despacho del director, una figura sentada era iluminada tenuemente por la luz de la chimenea, alta, delgada y mucho mas vieja de lo que aparentaba, Minerva McGonagall, directora general del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería aguardaba pacientemente la llegada del invitado. Detrás de ella se alzaba majestuosa la pintura de Albus Dumbledore, sonriente y tranquilo como siempre, con sus gafas de media luna sobre su torcida y larga nariz, estaba despierto y atento, pero guardaba silencio.
La directora miraba la puerta cada vez con el ceño mas fruncido, por sus ojos se veían una cuantas arrugas mas desde la muerte del anterior director en Junio. Y no era para mas, lograr mantener el colegio abierto había sido todo un milagro, no tenía una idea concreta de porque el nuevo ministro había insistido en mantener la escuela abierta, debía tener gato encerrado esa idea y presentía que cierto chico de apellido Potter tenía que ver con esa idea aunque él no lo supiera. El ministro parecía estar tramando una especie de trampa para Voldemort y quería usar a Harry de carnada, eso era seguro. Probablemente Potter volvería al colegio en septiembre, puesto que no tenía a donde mas ir, y así estaría muy vigilado por el ministerio, pero un ataque a Hogwarts sería muy peligroso y esta vez no tenían a Dumbledore para protegerlos y eso la inquietaba. Muchos alumnos podrían morir por esa idea descabellada del ministerio.
Aunque tampoco estaba segura de cuantos alumnos regresarían a Hogwarts ese año, estaba segura que muy pocos. El mundo mágico había caído en un total caos después de la repentina muerte de Dumbledore, el pánico y la desorganización se habían hecho evidentes, se había disparado el número de muertes en ambos bandos. Eso sin contar el desastre que se había vuelto la Orden del Fénix.
Por mucho que hubiesen intentado mantener en pie el principal bastión contra Voldemort, no había sido fácil, Alastor Moody se había convertido en un líder suplementario desde la muerte de Dumbledore, era de todas formas el miembro mas antiguo después de Dumbledore y en quien este depositaba toda su confianza, o casi toda
Todavía quedaba el asunto que Dumbledore se traía entre manos cuando murió, la única pista que contaba es que tenía que ver con Potter, pues este lo acompañó en esa misión. Pero por mas que lo habían intentado, el chico se había rodeado de un mutismo total, siempre alegando que la última instrucción que había recibido del director era no contarle el plan a nadie. No importaba la cantidad de veces que la ahora directora le hubiese insistido, ni cuantas cartas hubiesen mandado, Harry contestaba con evasivas o no devolvía las cartas. Eso la desquiciaba.
Tenía la ligera sospecha de que el señor Weasley y la señorita Granger estarían enterados de lo que en verdad ocurrió, así que el siguiente paso lógico era intentar que ellos dijeran algo. Sabía que Molly Weasley había intentado hasta el cansancio que su hijo dijera algo, pero este, como Harry, había mantenido un silencio inaudito. No importaba cuantos argumentos usaran sus padres en él, Ron Weasley era totalmente fiel a Harry Potter y nada ni nadie lograría que hablara si es que sabía algo.
Ella misma había intentado razonar con Hermione Granger, chica con una mente mas consciente de lo vital que era esa información y de lo peligroso que podría resultar ocultar algo que tendría como principal consecuencia el triunfo de Voldemort. Había redactado una carta inteligente elogiando la siempre razonable y calculadora mente de Hermione, aunque también su gran sensibilidad, pero de nada había servido, la chica había devuelto la carta con inteligentes agradecimientos y sutiles formas de señalar que, si sabía algo, no diría ni una palabra.
¿Qué tramaba Dumbledore que confiara mas en tres niños que apenas y eran adultos legalmente (sin contar que Harry estaba por cumplir los 17) y no en sus compañeros de un movimiento que el mismo había fundado? Sentía la mirada, por decirlo de alguna manera, del retrato detrás de ella, intentó sacarle información al cuadro de Dumbledore, indicándole que le debía total lealtad al actual director del colegio, pero este, con una sonrisa tranquila le había dicho que todos los retratos habían tenido una última orden de Dumbledore: en caso de que algo le pasara, ninguno de los cuadros podía decir ni media palabra de lo que el director había estado haciendo ese último año, sobre todo con Harry Potter, esa orden se había extendido a su propia pintura.
Lo que la llevaba a la actual situación, lo único que le quedaba era intentar mantener el colegio en pie y a sus estudiantes seguros, como Dumbledore siempre quiso. Y para eso necesitaba un nuevo profesor, porque el último... solo de pensarlo su sangre hervía con rabia. Por lo menos debía evitar que el ministerio metiera un profesor que trabajara para ellos, no quería mas espías, de ningún tipo.
El sonido de toques en la puerta la sacó de sus pensamientos, agitó su varita y el despacho quedó iluminada por cientos de velitas flotantes. Se acomodó su túnica y se irguió en su asiento.
-Pase. –Por la puerta de roble apareció Hagrid seguido de un hombre que junto a él se veía muy pequeño, aunque en realidad era un poco alto y bastante delgado.
-Buenas noches profesora –dijo Hagrid aunque su mirada quedó atrapada en el gran retrato de su mentor.
-Buenas noches, un placer –dijo otra voz que cortó el ambiente. La directora miró un tanto intrigada al hombre frente a ella, de sonrisa y mirada serena ¿Por qué esos ojos verdes le recordaban otra mirada?
-Hagrid, puedes retirarte –le ordenó McGonagall un poco intranquila. Pero el semigigante se acercó a su escritorio y dejo sobre este una varita de madera negra.
-Solo por protección –dijo el semigigante –Con su permiso.
Solo cuando Hagrid cerró las puertas la directora centró nuevamente toda su atención en el recién llegado. Quien por lo demás parecía no haberle quitado los ojos encima, unos ojos que parecían ocultar mucho mas de lo que se notaba a simple vista.
-Debe ser consciente de que generalmente no permito que un aspirante al cargo de profesor se presente a la hora que se le de en gana. –dijo con molestia, esos ojos la incomodaban.
-Naturalmente –un escalofrío recorrió a la profesora al oírle decir esa palabra, justo en el mismo tono que Dumbledore –Sin embargo tuve algunos contratiempos que impidieron que llegara mas temprano, le ruego me disculpe. –justo cuando McGonagall iba a preguntar sobre esos contratiempos, el hombre pareció recordar algo de pronto -¡Pero que malos modales tengo¡Aún no me he presentado!
La directora no había notado ese pequeño detalle, distraída como estaba en ese enigmático personaje que se había presentado en su habitación, por supuesto que sabía su nombre, su información había llegado en una lechuza hacía unos días. Le indicó con una mano que continuara, mientras el hombre se ponía de pie.
-Mi nombre es Henry Porter -¿por qué precisamente ahora ese nombre le sonaba inquietante? Estrechó la mano delgada del señor Porter, no había nada extraño en esa amable sonrisa.
-Minerva McGonagall, directora de Hogwarts. –le hizo el ademán de que se sentara. –Debo reconocer que me sorprendió ver su solicitud para el puesto, no esperaba que alguien estuviese interesado en él, considerando los últimos acontecimientos ocurridos en Hogwarts. ¿Qué le hace pensar que es el indicado para el puesto?
-Bueno, para empezar debo comentarle que lo que ocurrió el Junio pasado me impulsó a intentar obtener el puesto, soy experto en Defensa contra las Artes Oscuras y creo que podría ser una gran contribución para mantener seguro el colegio.
-Debo informarle que a pesar de que Hogwarts abrirá sus puertas, no creo que muchos alumnos regresen.
-Eso no representa ningún inconveniente para mi. –juntó sus dedos de una manera que le generó otro escalofrío a la directora –Sin embargo, y abusando de su confianza y hospitalidad, hay algo de lo que me gustaría hablarle.
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Fuera del despacho, sentado en una silla que era muy alta para él, el niño mecía sus pies en el aire, estaba en el lugar mas interesante del planeta y se moría por tocar todo lo que veía, pero no lo hacía, no precisamente porque su padre le hubiese ordenado quedarse quieto, sino porque el gigantesco hombre que los había recibido lo mirada con terrible detenimiento como si quisiera ver algo en él también.
No era un niño muy peculiar como para que lo observaran tanto, era mas listo que los demás niños (tal vez demasiado, como su padre le repetía cuando se metía en problemas) su cabello negro caía graciosamente cuando ladeaba curioso la cabeza incluso para mirar el techo, sus ojos castaños se movían muy abiertos y brillaban cuando se posaban en algún artefacto extraño y misterioso. Pero después de un rato le comenzó a tomar atención especial al semi gigante.
-¿Tu eres Hagrid? Eres un hombre bastante grande, pareces un ropero.
-Y tu un niño bastante precoz ¿no crees? –le contestó Hagrid enarcando una ceja ante lo directo del comentario.
-Todos me dicen eso –comentó el niño sin gota de vergüenza y sin dejar de escrutar a Hagrid con sus grandes ojos castaños. –Papá dice que debo aprender a pensar antes de hablar. Pero sigo sin entender porque.
-¿Qué edad tienes? –le preguntó Hagrid algo sorprendido.
-¡Siete! Bueno, casi. ¿Qué guardas en ese abrigo tan grande¿Si me metiera ahí desaparecería para siempre? –esta vez Hagrid no pudo evitar reír un poco, ese niño era ocurrente.
-También me gustó tu perro, yo tengo un perro, pero no es tan grande como el tuyo. Me gustaría que fuese así de grande, lo podría usar de caballo o algo así.
-Hablas bastante, niño. Todavía no se como te llamas.
-Oh, si. –dijo como recordando esa parte –Me llamo S...
Pero no pudo terminar porque la puerta del despacho se abrió y la cabeza del profesor Henry asomó con su tranquilidad natural.
-¿Podrías venir un momento por favor? –le dijo a su hijo.
El niño obedeció bajando de un salto de la silla y alcanzó la puerta en pequeña carrera. El profesor le puso una mano en el hombro y lo condujo hacia dentro. Hagrid los siguió en silencio, pero no pasó de la puerta, se quedó de pie escuchando. Por alguna razón la directora no le dijo nada, parecía muy interesada en mirar al niño frente a ella, casi como Hagrid hacia unos momentos, como si le causara tantos escalofríos como el padre.
-Este es mi hijo, Sirius.
El niño enarcó una ceja al notar la palidez que pareció invadir el rostro de la mujer sin entender, levantó la cabeza para ver el rostro de su padre, pero este se mantenía tan impasible como siempre, aunque le daba la extraña impresión de que casi parecía divertido.
-Ella es la directora del colegio, se educado y saluda.
-Buenas noches. Mucho gusto directora. –dijo educadamente, McGonagall aún parecía un poco perdida, pero inmediatamente se repuso.
-Un placer –musitó recuperando su compostura –Debo decirle, profesor Porter, que es inusual que alguien pretenda obtener un puesto de académico en Hogwarts y se presente con un niño pequeño. Francamente...
-Le aseguro que si no fuera una causa de fuerza mayor no le pediría esto, directora –le interrumpió con amabilidad –pero me es imposible dejar a Sirius con nadie y por el momento estamos sólo nosotros. Estaría mas tranquilo con él a mi lado, usted entiende, son tiempos peligrosos.
Lo dijo de tal manera que denotaba un gran amor paternal, lo había hecho parte de corazón, parte de manera calculada porque sabía lo sentimental que era la nueva directora, su corazón era mas blando de lo que llegaba a aparentar. Comprobó la eficacia de su plan cuando McGonagall desvió un poco la mirada.
-Comprendo. –guardó silencio unos segundos. Tal vez si su situación no fuese tan desesperada y él no fuera el único aspirante que no perteneciera al ministerio, McGonagall no lo hubiese considerado para el puesto –Muy bien, el puesto es suyo y le permitiré a... su hijo vivir aquí también -¿por qué le costaba tanto decir Sirius? Su mirada se endureció –Pero debo advertirle que debe comportarse como es debido y no lo quiero dando vueltas por ahí y haciendo travesuras.
-Gracias, directora McGonagall, no sabe cuanto se lo agradezco, no se arrepentirá –luego miró a su pequeño hijo –Y no se preocupe, Sirius se comportará como un pequeño ángel. –El niño juntó sus manos y sonrió inocentemente. –Creo que ha llegado la hora de retirarnos¿Habrá algún inconveniente si venimos a vivir a Hogwarts en tres días?
-Todavía falta un mes para las clases, -dijo sorprendida -¿no tiene asuntos que arreglar antes de venir a vivir aquí?
-Oh, no, para nada. He dejado todo arreglado, además, uno de los lugares mas seguros para vivir es Hogwarts –agregó mientras le lanzaba una mirada rápida al semi gigante.
-Supongo que en ese caso, no habrá ningún problema –la directora parecía un tanto intrigada, parecía que ese hombre estaba seguro de obtener el puesto.
-Entonces, será mejor que nos retiremos. Con su permiso –se excusó al tomar su varita Un placer directora, buenas noches y nos vemos pronto –dijo educadamente. –Sirius.
-Buenas noches directora –repitió el niño.
Dio media vuelta con una pequeña inclinación de cabeza y su hijo le siguió. Se detuvo un momento frente a Hagrid quien lo miraba de manera extraña.
-Buenas noches, Hagrid –dijo con media sonrisa –No se preocupe en escoltarnos, conozco el camino.
-Adios, Hagrid –se despidió el niño, el semigigante solo lo miró, el desconcierto y la sorpresa aún reflejados en sus negros ojos.
Sin importar lo amable de su mirada y de su tono amigable, la directora se propuso no dejarle de vigilar estrechamente desde que llegara al castillo, había algo inusual en él.
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Salieron silenciosamente del despacho y posteriormente del castillo, ambos envueltos en sus capas. Al llegar a las rejas con cerdos alados, el profesor se detuvo y dio media vuelta, para contemplar las fantasmagóricas luces que emitían las ventanas del castillo, su mirada indescifrable. Su hijo parecía cansado, emitió un sonoro bostezo, lo cual sacó a su padre de su ensoñación.
-Ha sido un día muy largo –le dijo con cariño mientras lo levantaba en brazos, el niño luchaba porque sus ojos se mantuvieran abiertos. –Sirius, debes prometerme, por lo que mas quieras, que te vas a portar bien –lo dijo con algo de resignación, era cierto que le había prometido a la directora que su hijo se comportaría pero... –no quiero que me despidan porque decides tomar el puesto de alborotador general. Es muy importante que yo este aquí. ¿Prometes que te portarás bien?
-Está bien –contestó con voz soñolienta mientras se tallaba un ojo -¿Papá?
-Dime.
-¿Por qué tenemos que vivir en Hogwarts tan pronto?
-Porque necesito que te quedes en un lugar seguro mientras atiendo unos asuntos.
-¿Cuándo... volveremos a casa? –le dijo en voz baja casi dormido.
-No estoy del todo seguro –murmuró mirando de nuevo hacia el castillo –Pero prometo intentar todo lo que este a mi alcance para que sea dentro de poco tiempo.
Y el pequeño cayó dormido, el profesor sonrió con calma y le acarició el cabello. La verdad es que no sabía cuanto tiempo pasarían en Hogwarts, cuanto tendrían que esperar para volver a casa. Por el momento lo mas importante era estar cerca de la acción, necesitaba preparar su plan de acción, debía ser precavido y muy discreto. El primer paso era recuperar su posición y sabía que iba a ser muy difícil que los miembro de la Orden confiaran en él con la rapidez que necesitaba y sin revelar lo mas importante, necesitaba mover sus cartas con suma cautela.
Pero antes había algo que era de vital importancia, tenía que estar listo para el primer acto, porque en dos días, Harry Potter cumpliría diecisiete años.
Y sabía perfectamente lo que eso significaba. Su mirada verde claro se endureció repentinamente, Harry Potter siempre había sido su responsabilidad.
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Hao a todos!
Bienvenidos a este nuevo fic que estoy iniciando, Black Future es una historia que ronda mi mente desde antes de salir el libro 6 pero que espere en publicar. Es una historia de muchos matices, pienso explotar mi vena malvada y en la que pienso lograr mantener bajo completo secreto las situaciones hasta el final, sobre todo algunas. Por lo pronto este fue un pequeño prólogo porque el siguiente capítulo será exclusivamente de Harry y sus últimos días en Privet Drive, los preparativos y sus desiciones, será un capítulo largo: "Fuego en Privet Drive"
