Renuncia: todo de Hoshino Katsura.
Nota: ahum, esto es bastante burdo. Y es por culpa de mi Chaton, que de no ser por ella habría tardado otros cien años en publicar algo para este fandom dude. Son OTP y me largo a llorar.
— Te extraño como una herida abierta —dice Lenalee.
(y esto es un amor triste, que se abre y se desgarra y se infecta y se come,
pero amoramoramor a fin de cuentas). O tal vez–
(&)
La verdad es que Lenalee tiene ojitos de espejo y una melena de mil colores (morada, verde y azul) que a veces es tan larga como un río místico y otras veces muy corta, como si fuese un muchacho —pero Lenalee no es ningún muchacho, claro está— e incluso hasta los hombros. Allen piensa (soy un payaso asustado) que es hermosa.
Que ella es la luna, brillando en lo más alto del cielo-lienzo de acuarela. Y él en el suelo no puede alcanzarla y estar a su lado.
Adiós, adiós me tengo que ir, a chapotear en las aguas del olvido y convertirme en un salvador que destruye y un destructor que salva pero.
— No te olvides de mí por favor, incluso si yo no me recuerdo.
Y Lenalee llora estrellas de papel y le suplica que se quede en la Orden (que se quede con ella) y dice: Allen-kun, tenemos los huesos laxos, pequeñosinocentespuros, no me rompas así.
Qué crueldad.
Pero Allen ya se ha ido.
(&)
Recuerda Lenalee cómo el te quiero se deshacía en su lengua y cómo dieciséis luces —las ha venido contando— explotaron en los alrededores, en el momento justo en que ella se animó a tomarlo de la mano, sujetándosela tan fuerte que le dolía.
Allen sonreía y pronunciaba muy quedito: estoy en casa —me voy de casa—.
Entonces su corazón latía demasiado deprisa, iba corriendo y tropezando por la vereda, y lloraba
y lloraba.
(&)
En el pasado–
A Lenalee le gusta acariciarle los cabellos de algodón a Allen y besarle los párpados de ceniza, incluso tocando con sus labios su maldición, ese ojo que sólo ve miseria—recordatorio de que ha pecado. Y Lenalee le jura que no es así.
— Odio a Dios y sin embargo sé con seguridad que él te cuida Allen-kun.
Casi le cree, casi puede pensar que cualquier cosa que ella le diga es cierto. Tiene que ver con su lánguido ser, el cuerpecito de muñeca y sus piernas que son como alas y la hacen volar, parece un ángel.
Eres demasiado buena Lenalee.
— Te voy a lastimar muchísimo, lo siento.
Lenalee lo abraza y. Thump, thump, thump.
— Está bien.
—todos tenemos cicatrices—.
Sólo
quédate
quédate
quédate.
(&)
Se lastiman. En la piel, en la voz, en el alma.
Y.
Lenalee tiene este tipo de anhelo donde espera secretamente darse la vuelta y verlo de pie frente a ella, con su sonrisa afligida de azúcar, y que nunca se vaya de nuevo. Es que las palabras de Allen son como cuchillas y duelenduelenduelen mucho, aún así las recibe con gusto y da las gracias y las prefiere por encima del silencio de abismo.
— Allen-kun.
(quítate el maquillaje de bufón, se te escurren las lágrimas).
Él la mira como avergonzado, más Lenalee parpadea, y desaparece otra vez.
Está sola,
y enamorada.
(&)
No obstante, Allen de pronto anhela escurrirse por los valles de sus órganos. Ignorancia infantil, casi triste (como un payaso). Desconoce que las pestañas de florero de Lenalee cantan un coro cuando él la besa (desde el otro lado del mundo), con cuidado y timidez. Y antes de que ambos se vuelvan polvo y la tierra llore sangre, resulta que.
(&)
Sus ojos se ven como las lunas de Júpiter—
(Y Allen la quiere).
