Un nuevo huérfano

Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia son propiedad de JK Rowling.

Pobrecillo.

No era más que un niño desamparado.

Y un niño desamparado que pisaba la enfermería con tanta frecuencia que daba pena.

Nunca hablaba. Se negaba a delatar a sus atacantes.

Era un joven orgulloso que moriría antes de ser un soplón. Parecía más un Griffindor que un Slytherin.

En ese mismo momento se encontraba en la camilla donde el año anterior se le habían regenerado los huesos de la pierna derecha. Y donde se había recuperado de la impresión del casi ataque de aquel hombre lobo durante su cuarto curso. Y de aquella primera estancia en la enfermería, luego de la pelea sin magia con esos alborotadores, que por lo demás eran muy simpáticos…

El pobre dormía plácidamente, aunque el motivo de su presencia allí era diferente a los anteriores.

Se había alterado demasiado luego de enterarse de la muerte de su madre.

Y en su inconsciencia, provocada por una potente poción de sueño, no dejaba de invocar el mismo nombre una y otra vez…

—Lily… Lily…

Horas después, cuando el chico despertó, la mujer le preguntó si quería que Lily lo visitara.

—No se moleste. —Contestó indolente y endureciendo la mirada—. Ella debe estar en algún rincón besuqueándose con ese pendejo.

Madame Pomfrey le lanzó una mirada reprobadora.

—Cuida tu vocabulario, niño.

Era verdad que él ya no era un niño. Y también que ella nunca llamaba así a los alumnos que visitaban su enfermería. Pero era una verdad más grande y más fuerte, que había sido fácil al principio, sentir compasión por ese cachorrillo apaleado, luego, desear una realidad diferente para él y al final, sentir cariño por ese joven brillante que preparaba mejores pociones que el mismo Slughorn, en silencio y sin esperar reconocimiento por ello.

— ¿Ya me puedo ir? —Solicitó el joven luego de un rato.

—Si ya te sientes mejor, adelante. —Contestó ella.

Él salió rápidamente sin siquiera un gracias de despedida.

Chicos malagradecidos.

Aunque Poppy jamás podría enojarse con ese tímido niño de nariz ganchuda y mirada oscura.

Algunos meses después, Madame Pomfrey se encontró con un sorpresivo regalo en su escritorio.

Eran tres dosis de Felix Felicis.

"¿Horace?", se preguntó Poppy.

—Son para usted, o para quien usted quiera. —Dijo una suave voz a sus espaldas.

—Gracias. Pero no veo por qué. Tal vez sería mejor que las guardaras para ti.

—Yo no las quiero. Necesitaría demasiada poción para tener un buen día. —Dijo el joven sombríamente—. Gracias Madame Pomfrey, creo que le he dado mucho trabajo.

Y el chico sonrió. O al menos lo intentó.

Más tarde, Poppy se topó con su calendario mientras ordenaba las pociones curativas.

Era día de las madres.

Pobrecillo.

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Supongo que el Día de las Madres se celebra en diferentes fechas alrededor del mundo. En México es hoy, 10 de mayo, por lo que dedico esta historia a mi mamá.

Hace más o menos ocho años murió una mujer a la que consideraba mi segunda madre y también a su recuerdo va dedicada.

Gracias por leer.

PD. Sé que el título está horrible, pero no se me ocurría nada.