Hola a Todos!

Bueno, tras una votación en mi página de Facebook, quedé en resubir este fic, que dejé botado hace tres años con el afán de una vez por todas poder finiquitarlo y darle una buena editada porque estaba asqueroso xD.

Está en formato POV compartido, algo que no uso hace bastante tiempo.

Para los que no conocen como me manejo con este estilo, se trata de POV o Puntos de Vista de ambos protagonistas. Ambos lados de la historia.

Y como éste fic es de Pokémon y Pokéshipper, son POV Misty y Pov Ash.

Los días Lunes subiré el Pov Misty y los días Martes los Pov Ash si no es que hay ningún contratiempo.

Les dejo con el primer capitulo...

Quizás a algunos les resulte familiar la historia... y esperaron tres años para saber como continuará...

Lamento la demora xP


Capítulo I

«POV Misty»

~Remezón~

:….:::.…:::….:::.…:

Era uno de esos días pacíficos en ciudad Celeste, mis pokémon estaban en el centro pokémon para su revisión mensual y yo estaba aprovechando para limpiar cada pecera con todo el tiempo del mundo; la revisión duraba casi tres días, días que mi gimnasio estaba cerrado por mantenimiento. Se podría decir que era todo tranquilo, hasta que un suave movimiento agitó los cristales de los acuarios. Dejé lo que estaba haciendo y atenta a mí alrededor, me acerqué rápidamente a la escalera para salir de la piscina vacía. Espero que no sea lo que imagino. Pensé aterrada.

Me acerqué a la puerta y en ese momento todo fue en cámara rápida, un remezón mucho más grande hizo caer los cristales del techo del gimnasio. Uno por uno cayó convertido en añicos sobre el lugar donde hace poco había estado. Apenas podía mantenerme en pie, pero arrastras -producto del pánico que me embargo- llegué a las puertas de cristales, las abrí de forma manual y salí, caí sentada fuera del gimnasio mientras veía como todo se agitaba a mi alrededor.

Una pesadilla… una cruel pesadilla que esperaba que terminara pronto.

Nunca en mi vida había estado tan agitada, mis manos sudaban, mi cuerpo temblaba como jalea. Intenté un par de veces en ponerme de pie, pero fue inútil. Mis piernas no respondían. Aspiré profundamente unas cuantas veces y lo conseguí. No tenía tiempo que perder, tenía que llegar a la ciudad y ver que mis pokémon estuvieran bien. Busqué entre tambaleos mi bicicleta en una de las casetas traseras del gimnasio y me quedé impactada. Todo estaba destruido. ¿Acaso el sismo fue tan grave? Bueno, solo había una forma de saberlo. Acerqué mis manos al manubrio de la bici y vi el tintineo de ambas; volví a cerrar mis ojos y me dije mentalmente: Todo estará bien.

Monté mi bicicleta, y tomé el camino que lleva al centro de la ciudad…

El panorama ahí me desbastó. Si bien la ciudad era antisísmica, el agua del mar había entrado lo bastante para que la gente viera sus cosas destruidas y perdidas.

«Atención a todos los entrenadores»

Sonó de pronto la voz de la oficial Jenny así que me detuve a escucharla.

«El Centro Pokémon de ciudad Celeste no ha presentado daños de gravedad y todos los pokémon están en perfectas condiciones. Repito. El centro pokémon de…»

Respiré aliviada ante aquella noticia, pero ahora me concentré en otra cosa. Tiré mi bicicleta en el medio de la avenida principal, y me puse a ayudar a la gente a sacar sus cosas de las casas. Muchos niños pequeños fueron puestos a mi cargo -ya que conocía a la mayoría por las excursiones al gimnasio que hacia una vez al mes para mostrarles nuevas demostraciones- mientras los padres hacían lo que más podían.

Una nueva sacudida, me hizo agachar para abrazar a los niños más pequeños.

—Tranquilo, todo estará bien —les susurré tratando de calmar mi voz también—. Todo pasará, confíen en mí.

Por suerte todos se calmaron y la oficial Jenny junto con otros oficiales llegaron para llevar a todos al albergue de la ciudad.

—¿Puedo ayudar en algo? —pregunté moviendo mis manos entrelazadas, los nervios no me abandonaban.

—Gracias Misty —la oficial afirmó con la cabeza—. ¿Puedes ir con los entrenadores a la playa? Están tratando de arreglar las barreras de contención que se cayeron con el sismo.

—De acuerdo.

Busqué mi bicicleta, y me dirigí primero al centro pokémon; la Joy estaba pálida, pero no dudo en devolverme a mis pokémon para poder ayudar.

—Todo estará bien —le dije guardando todas mis pokébolas en los bolsillos porque ni siquiera había llevado mi bolso. Repetir tanto esa frase ya estaba haciendo que me la creyera también.

Cuando llegué a la costa, los entrenadores estaban feliz de verme; que decir, tengo una buena reputación en el lugar. Con ayuda de mis pokémon, levantamos unas improvisadas contenciones, solo podíamos rogar porque no llegara otra ola a la ciudad.

Ciudad Celeste fue evacuada hasta los albergues del centro pokémon. Veía a mi hermosa ciudad inundada con un nudo en la garganta.

«Tuvo una magnitud ocho» decían algunos.

«Pero debió ser en el mar para que entrara a la ciudad de esa forma» comentó otro.

No sabía cómo, pero cuando llegué al albergue y me pasaron una silla para que pudiera sentarme, pasó algo que ni yo misma entendía: Empecé a llorar, llorar como si me hubieran golpeado, el nudo en mi garganta se convirtió en un desgarrador grito y todos los nervios que tenía en mí desde esa mañana, me consumieron.

Sentía mi cuerpo titilar, mis manos transpiraban sin control y las lágrimas no paraban de caer por mis mejillas, pero tenía que seguir y ponerme de pie una vez más. Me sequé el rostro con el revés de mis manos, y me paré con un poco de dificultad, tratando de encontrar mi equilibrio. Me apoyé en el respaldo de la silla en la que me encontraba y aspiré profundamente antes de dirigirme a los teléfonos públicos del centro Pokémon.

Me comuniqué con las autoridades de la liga Pokémon para informar la situación y, tras esperar cerca de una hora, pasaron a recogerme al albergue para ir a ver en qué condiciones había quedado mi hogar. No quería. Tenía tanto miedo de ver lo que había quedado de mi gimnasio que me daba pánico solo pensarlo.

Aun así, enfrente resignada lo que viniera.

Por fuera la infraestructura no había sufrido daño, pero cuando ingresé, me quise morir y ahogué un grito tras mi puño derecho.

No puede ser. Pensé tratando de contenerme para no llorar. El techo estaba totalmente destruido, los vidrios de los acuarios destrozados contra el piso…

Lance volteó a verme con una cara que me hizo temer las palabras a pronunciar.

—El gimnasio así no puede funcionar, Misty —no quería escuchar—. Vamos a tener que cerrarlo.

—¿Qué? —fue lo único que pude pronunciar, lo demás se me atoró en la garganta.

—No te preocupes, la liga cubrirá esto aunque sea producto de desastres naturales. Cuando todo esté en su lugar, volverás a abrirlo —me miró con una sonrisa con la mirada triste—. De verdad, volverás a abrirlo en cuanto el gimnasio esté en condiciones de recibir entrenadores.

—Ah —susurré, recuperando el aliento y parte de mi alma que se me salió al oír el "vamos a tener que cerrarlo" —. Gracias Lance.

—No te preocupes por el gimnasio, déjanos a la Liga ocuparnos de todo. Tú, deberías preocuparte de conseguir un lugar mientras todo se arregla.

—Sí, no te preocupes —le dije abriéndome paso entre los escombros para llegar a mi escritorio y buscar mi teléfono celular.

«15 llamadas perdidas. 3 Mensajes de texto.»

Debían estar todos muy preocupados. Pero al abrir, fue raro. Todos eran de una misma persona.

«Delia K»

Me sorprendió el hecho de que la señora Ketchum me llamará con tanta insistencia. Toqué la pantalla para devolverle la llamada y esperé.

«¡Misty! ¡Por todos los cielos!» sonó del otro lado del teléfono y tuve que alejármelo un poco para que no reventara mi tímpano. «¿Estás bien? ¿No te lastimaste? ¿No necesitas ayuda?»

—Tranquilícese, Delia —le dije reuniendo toda mi paciencia, después de todo era la madre de Ash—. Estoy bien, salí justo a tiempo del gimnasio, no tengo más que un raspón en la rodilla, nada grave. Y lo único en lo que estoy complicada, es que no tengo donde ir.

«¿Cómo que no tienes donde ir?» sonó molesta «Ven a pueblo Paleta conmigo, en lo que todo se soluciona»

—Pero… —balbuceé, pero me interrumpió.

«Nada de peros, ya envié a Tracey por ti, debe llegar mañana en la mañana. No acepto un No por respuesta.»

—Pero, ¿y Ash?

«Mi hijo está trabajando en el sur de Kanto, en unas islas. No volverá hasta dentro de un mes, además no creo que tenga problema en que su amiga se hospede en nuestra casa»

—No, claro que no —respondí, girando mis ojos. Con Ash no nos habíamos visto desde hace un par de años luego de la gran discusión que tuvimos—. Sabe que Ash y yo estamos peleados todavía, ¿verdad?

El silencio del otro lado, fue la respuesta suficiente para mí. Cuando estuve a punto de declinar su oferta volvió a interrumpirme.

«¿Y qué? Ésta es mi casa también, Ash casi no pasa aquí así que mejor ni piense en venir a molestarme. Además, si no le gusta tu presencia aquí, siempre inventa un nuevo viaje. No te apures.»

No sé si eso me hizo sentir bien o mal.

«Entonces nos vemos mañana en la noche, te tendré preparada esa lasaña que tanto te gusta. Nos vemos» y cortó la llamada.

Sin duda, era madre de Ash, una versión más terca y femenina de mi mejor amigo… aunque ahora estemos peleados por estupideces como siempre.

Me acerqué a Lance, informándole que ya tenía donde ir. No le dije donde porque sabía que mantenía contacto secreto con Ash, ambos eran parte de los hombres G-Pokémon. Ese grupo de personas que están tras la lista de cualquier ser humano que atenté contra la vida de los pokémon.

Esa había sido nuestra pelea, veía su trabajo demasiado arriesgado, pero a él no le importó lo que yo dije.

«Es mi vida y yo decido como vivirla. No me vengas con consejos de madre, que para eso ya tengo una.»

Fue lo último que me dijo, giré sobre mis pies y me fui sin despedirme de nadie tras dejarle marcada mi mano en su mejilla.

Claro, todos estaban orgullosos de la decisión de Ash porque lo veían como un honor, algo de que enorgullerse. Yo al contrario, lo veía como la posibilidad de un día levantar el teléfono y escuchar a Delia decirme que habían matado a Ash…

¡Demonios! ¿Por qué soy tan pesimista a veces?

Sacudí mi cabeza para quitarme esas imágenes horribles. Lance llevaba tiempo en esa organización y no había pasado ningún problema. Había investigado tanto que terminé por descubrir que todos mis miedos habían sido infundados; pero no podía volver para decirle a Ash que me disculpara por tonta. No claro, siempre el ego primero…

Aspiré y suspiré.

Espero que no se enoje por estar en su casa.

Con ayuda de un par de agentes de la liga Pokémon, hice una pequeña maleta con ropa, metí papeles y documentos en una mochila para volver al albergue a esperar por Tracey.

Cuando volví a entrar, la enfermera repartía junto a los oficiales, café a los damnificados y chocolate caliente a los niños; dejé mis pertenencias en un rincón y me puse a ayudar a Joy.

Quería mantener mi mente ocupada porque sabía que después de aquel sacudón que había vivido, no podría pegar un ojo en toda la noche.

Leí cuentos, conté parte de mis aventuras, y ayudé a los ciudadanos de mi amada ciudad a pasar una noche agradable dentro de lo posible.

Mañana sería otro día, mañana saldría el sol de nuevo y mi querida ciudad volvería a ponerse de pie.