Esta historia nació de un reto. Se desarrolla en el mismo Universo Alterno de Incoherentes Crónicas, pero no es necesario leerla para entender esta.
Capítulo Uno: Cuando la chica conoce al idiota de su vida.
Sakura sabía que no era una chica que pudiera considerarse hermosa.
Era bonita, de cierta manera. El color de su cabello no ayudaba mucho, claro, pero sus ojos tenían un atractivo tono verde que era la envidia de muchas de sus amigas. También tenía sus puntos fuertes, era inteligente, educada y más o menos buena en gimnasia.
Por eso creyó durante varios años que podría llamar la atención del hijo menor de los Uchiha.
Pero eso no había sucedido y al final tuvo que conformarse con ser una de sus amigas. Aunque eso era muchísimo más de lo que otras tantas conseguían. Eso había sido gracias a Naruto, un chico de ciudad que un día había llegado para revolucionar su escuela y al pueblo en general. Se había hecho amigo de Sasuke casi obligadamente y la actitud desenfadada del chico terminó por conformar un sólido grupo con varios de los antiguos amigos que con el tiempo ella misma había perdido contacto.
Ino había sido su amiga durante sus años de primaria, pero en la secundaria su enemistad por gustarles a ambas el mismo muchacho terminó por separarlas. Ahora eran incondicionales de nuevo y eso la hacía feliz.
Había aprendido a tolerar la personalidad de Naruto, tan escandalosa y desastrosa en un principio y ahora era su entrañable mejor amigo. Lo adoraba. Sabía cuan leal podía ser y lo afortunada que era porque fueran tan cercanos.
A Sasuke había aprendido a apreciarlo y aunque en ocasiones, en la intimidad de su habitación se atrevía a preguntarse qué habría pasado si él le hubiese dado una oportunidad, aquella tarde en que lo encontró conversando tranquilamente con Naruto, creyéndose alejados de las miradas ajenas, supo que nunca podría competir con aquello que ellos habían logrado.
Sí, peleaban un montón.
También se golpeaban, demasiado para lo que la gente normal consideraría sano.
Se insultaban.
Sasuke aún provocaba que sus fanáticas persiguieran a Naruto por toda la escuela.
Naruto continuaba leyendo un montón de libros para encontrar diferentes formas de insultar a Sasuke.
Y la vida en general había adquirido un tinte de drama vespertino a punto de finalizar, tanto que la máxima preocupación de Sakura era decidirse por lo que habría que estudiar. Aunque para las elecciones finales aún faltaba casi un año.
Eso, hasta que lo conoció.
Casi podía recordar con detalle cada instante de aquel fatídico día en el que él apareció en su vida.
Su sonrisa casi tétrica debió haberle dado una pista.
La cara hastiada de Sasuke debió terminar de convencerla.
Sin embargo, venía hablando tan tranquilamente con Naruto que no pudo evitar sonreírle al extraño joven cuando le fue presentado.
Sai.
Dijo, cortando con la presentación de Naruto.
Algo sobre un nombre demasiado anticuado para los modernos tiempos que vivían fue la sencilla explicación que había dado cuando Sakura le miró parpadeando.
—Mucho gusto. —había mascullado ella luego de hacer una pequeña reverencia, apresurándose a decir su nombre. —Soy Sakura Haruno.
—Tienes la frente muy grande. —había dicho Sai, sin dejar de sonreírle a Sakura. Ella sintió la furia bullir en su interior y antes de darse cuenta ya le había estampado el puño en la cara.
Sasuke había murmurado algo sobre merecérselo y Naruto seguía machacándolo contra el suelo por haber insultado a su amiga.
Sakura supuso entonces que a pesar de su apariencia netamente japonesa, Sai probablemente era extranjero, pues jamás había conocido a nadie que dijera insultos tan directos. Por fortuna, Sai sólo estuvo un par de días en el pueblo esa vez.
La segunda vez, Sai había mencionado algo sobre su cabello pareciéndose a las copas de los árboles y Naruto tuvo que llevarse casi arrastrando a Sai, mientras Sasuke tomaba la mano de su amiga y la apartaba del lugar. La impresión de aquella acción (cuando aún sentía un poquito de amor por el moreno) le hizo olvidar su enfado.
La siguiente, se enteró que Sai iba a mudarse al pequeño pueblo y él hiciera un comentario sobre que lo hacía porque en ese pueblo había muchas bestias salvajes interesantes. Que lo dijera mientras la miraba fijamente a los ojos y después le sonreía con descaro hicieron que lo moliera a palos.
Naruto tratando quizá de disculpar a su amigo, le había explicado que Sai tenía algún tipo de trastorno psicológico que le impedía actuar con normalidad. Sakura investigó sobre un montón de enfermedades mentales y después de observarlo varios días, decidió que no indagaría más, pues Sai parecía no poder ser clasificado en alguna de las muchas enfermedades psiquiátricas sobre las que leyó. Ni el asperger, la esquizofrenia, el autismo o la psicopatías podían definir el carácter de Sai, por lo que concluyó que al chico decididamente le gustaba ser un jodido cabrón.
Cosa en la que tanto Sasuke como Naruto estuvieron de acuerdo mientras lo discutían en la sala del consejo estudiantil.
Aquel año Sasuke había sido elegido presidente. Ella era la vicepresidente y Naruto era el secretario. Aunque Sakura en un principio se mostró escéptica, Naruto demostró ser bastante organizado y a pesar de las bromas en doble sentido que el par de idiotas en ocasiones soltaban frente a ella, había aprendido a quererlos con su extraño comportamiento.
Cuando Sai había sido transferido a su instituto a mitad de su segundo año, Sakura fue la encargada de servir como su guía, como en su tiempo lo fuese Sasuke para Naruto, ahí fue cuando descubrió muchas cosas de las que no se había percatado sobre el extraño chico.
Sai era muy listo y buenísimo en los deportes, aunque no podía compararse con Sasuke, hubiese sido casi la segunda mejor opción para todas las chicas del instituto si no fuese porque siempre soltaba la primer barbaridad que le saltaba a la mente.
Naruto había explicado que eso se debía a que Sai se tomaba muy literalmente todo lo que leía y uno de sus libros que hablaba sobre la mejor forma de hacer amigos era ponerles apodos cariñosos. El libro probablemente no era japonés y Sai con toda seguridad era algún tipo de alienígena perdido porque más de la mitad de la población estudiantil había sido insultada hasta que Sakura le puso un alto. Se encargó de explicarle que las personas trataban con regularidad de resaltar los atributos positivos de las personas e incluso se encargó de darle algunos ejemplos.
Cuando llamó hermosa a Ino, Sakura volvió a machacar a Sai contra el piso.
No ayudo nada cuando en medio de la golpiza soltó:
—Eres muy fuerte, Sakura. Pareces hombre. —mientras sonreía y detenía el pie de la chica con ambas manos para evitar que volviera a pisarle el estómago. Ella, enrojecida por la indignación, terminó de estamparle la huella de su zapato en el vientre.
Muchos dirían que Sai pujó por el dolor. Pero Ino, quien estuvo presente en todo el proceso del machacamiento, se encargaría de asegurarle a cualquiera que quisiera escucharla que Sai había gemido con placer.
