Prólogo

El millonario griego SasukeUchiha entró en el lujoso salón de su fabuloso yate donde le esperaba el personal. Eran las siete y media de la mañana. Conscientes de que su rico y dinámico jefe solía empezar a trabajar a las seis y que raramente dormía más de cinco horas, todos hacían un esfuerzo por parecer despiertos.

Su asistente más veterano, Naruto, le entregó una carpeta.

—Espero que le agrade, señor.

Con una expresión de concentración que remarcaba sus hermosas facciones, Sasuke sacó las fotografías de Madrigal Court. La densidad de los bosques ocultaba la casa isabelina desde todos los ángulos excepto el aire. Hasta ese momento, sólo había visto la casa en las fotografías de infancia que conservaba su madre. La increíble definición de las fotografías aéreas dejaba a la vista el gran deterioro que había sufrido en las últimas décadas.

Sus ojos de color bronce adquirieron la frialdad del metal. El tejado tenía agujeros y las paredes estaban a punto de desplomarse. Sin embargo, Ayame Senju se había negado sistemáticamente a vendérsela a su difunto padre, Aristide. El hecho de que la anciana estuviera gravemente enferma hacía que Sasuke tuviera la certeza de que pronto podría adquirirla.

Madrigal Court había pertenecido a la familia de su madre durante varios siglos, antes de que las adversidades económicas les obligaran a venderla. Con el tiempo, la readquisición de Madrigal Court se había convertido en una cuestión de honor para los Uchiha. Y el honor familiar era algo que Sasuke valoraba por encima de cualquier cosa. Su crueldad era legendaria; era un hombre peligroso al que era mejor no enfadar.

Pero aunque era uno de los hombres más ricos del mundo, nunca había olvidado su humilde origen ni lo que había padecido hasta que la fortuna le sonrió, proporcionándoles a Virginia y a Aristide Uchiha como padres adoptivos.

Esa deuda era una de las pocas cosas que le hacían perder la calculada frialdad por la que se regía. En los últimos tiempos, recuperar la casa ancestral de Virginia se había convertido en una obsesión. Tenía que conseguirla a cualquier precio. Y pronto.

Una despampanante morena, vestida con una túnica transparente que dejaba poco lugar a la imaginación, entró pausadamente. Con dedos acariciadores, describió una provocativa espiral en el dorso de la mano de Sasuke

—Vuelve a la cama —susurró, seductora.

Sasuke se tensó imperceptiblemente.

—Estoy ocupado —masculló.

El personal intercambió una mirada. Ninguna mujer duraba más de un par de semanas en la vida de Sasuke Aquella amante no lo sabía, pero ya formaba parte del pasado.

—Naruto —Sasuke miró a su ayudante—¿quién ha permitido que pusieran túneles de plástico en el jardín cercado?

Naruto miró la fotografía con sorpresa.

—¿No es eso parte del terreno de Madrigal Court, señor? Me temo que no tengo ni idea.

Sasuke le lanzó una mirada fulminante y pidió que llamara a su equipo de abogados.

Para ellos, el día se convirtió en una pesadilla. Se amenazó con hacer rodar algunas cabezas, tuvieron que deshacerse en disculpas. Prometieron solventar el problema al instante, pero el magnate griego dio la orden de que no hicieran nada por el momento. El decidiría cuándo debían entrar en acción.