Disclaimer: Transformers y sus personajes no me pertenecen. Este es mi tributo a uno de sus tantos personajes.


Había sido asesinado, destruido por completo con un agujero en la placa pectoral.

Al morir, su Chispa no desapareció en el olvido como tantas otras antes que la suya. suya era especial, pero hasta el instante de su último suspiro no lo supo.

Una aberración, una mutación de origen desconocido. Y al morir pudo verlo todo, todos los mundos, los universos alternativos en los que existían otras versiones de si mismo.

Su Chispa existía en todos y cada uno de esos mundos. Una anomalía, una esencia omnipresente sin importar la situación en que se hallara.

Pero siempre se repetía el mismo patrón. Siempre con los Decepticons. El eterno segundo al mando.

En todas las dimensiones en las que existía había versiones de otros tantos enemigos, aliados y la sombra de la presencia de aquel que siempre desafiaba inútilmente. Megatron.

Y cada vez que lo destruían, a cada muerte, se daba cuenta de otro de los fracasos de alguna otra versión de si mismo.

En uno era leal a Megatron, se hacía amigo de una niña y se sacrificaba para unir los bandos de Transformers enfrentados, para detener a Unicron; en otro llegó a ser rey de Cybertron hasta que la versión mejorada de su antiguo amo lo desintegraba de un disparo, en otra su destino caía en manos de los Predacons cuando su líder desertaba,...

Y así innumerables veces, incluso en un sorprendente escenario, donde los Decepticons eran los buenos, los protectores de la galaxia.

Pero con cada muerte, su Chispa reclamaba los conocimientos, fuerza y personalidad (ligeramente distinta pero siempre muy similar entre sus versiones alternas) de los otros. Y podía obtener nuevos cuerpos aunque así fuera.

Y su Chispa presente en todos las facetas de este multiverso se conservaba en un limbo negro sin más luz que la que emitía por si misma.

Sin posibilidad de descansar, sin finalizar el viaje de regreso a la Matriz. Pero era persistente, no dejaría que su situación lo desanimara y lo desviaran de su objetivo. De mejorar y alzarse de una vez por todas. Fallar y repetir. Así hasta el éxito.

Tal es Su Desgracia, tal es Su Goria.

Su nombre era StarScream.