Disclaimer: todos los personajes pertenecen a J. K. Rowling


Un trueno retumbó por la habitación oscura y Lily se estremeció. Tomó su oso de felpa y camino lo más rápido posible a la habitación de su hermano. James estaba durmiendo plácidamente, ajeno al sonido de la tormenta.

La pequeña pelirroja se acercó a su hermano y le movió el hombro para despertarlo.

—Jamsie, despierta —murmuró y su hermano abrió los ojos un poco, intentando enfocarla — ¿Puedo dormir contigo?

El mayor asintió, levantando la cobija para dejar entrar a su hermanita.

—¿Yo también, Jamsie?

Albus estaba parado en el umbral de la puerta, mordiéndose el labio mientras esperaba la respuesta de su hermano mayor.

—Claro, Al —respondió sabiendo que, al igual que Lily, le temía a los truenos.

James se movió hasta el borde de la cama y Lily se acomodó contra él, dejándole espacio a Albus. El niño corrió hasta la cama y pegó su cuerpo al de su hermanita, abrazándola como si fuera un oso de peluche. James los rodeó a ambos con su brazo y no tardaron en dormirse.

10 años después

Lily se removió en la cama intentando encontrar una posición más cómoda, pero al sentir el miembro endurecido de su hermano, soltó un chillido.

—¡James! —exclamó.

—No es mi culpa Lily, eres tú la que no se quedas quieta. Me estás restregando el trasero justo ahí ¿qué quieres que haga? no soy de piedra, ¿vale? —respondió él de manera brusca.

—Oh por Merlin, ¿Pueden callarse y dormir? —replicó Albus —Lily, por favor, deja de excitar a James y tú, vete a pajear al baño, pero ya déjenme dormir.

—¿Por qué debería irme al baño? Es mi cama, puedo pajearme aquí si quiero —replicó James con terquedad.

—¡No! —dijeron Albus y Lily al unísono.

James resopló.

—¿Por qué están aquí, de todos modos? —preguntó con el ceño fruncido.

—Hay tormenta —replicó Lily como si fuera obvio.

James rodó los ojos, pero en la oscuridad de la habitación, nadie lo notó. Desde aquella primera vez en la que sus hermanos llegaron a su cama, todas las noches de tormentas se la habían pasado con él, hasta que entró a Hogwarts.

—Oh vamos, ¡no pueden tenerles miedo todavía! Por los calzones agujereados de Merlin, Al tienes 16 y tú, Lily, 14.

Los dos hermanos se quedaron en silencio.

—¿Enserio? —preguntó James incrédulo —. ¿Cómo le hacen cuando estamos en Hogwarts? Nunca han venido a mi cama.

Escuchó a Albus removerse incómodo y probablemente mirar a Lily, porque ella soltó un suspiro de resignación.

—En las noches de tormenta bajamos a la sala común y dormimos en el sofá, frente al fuego —confesó.

—¿No pueden hacer lo mismo ahora? Al menos así dejan de molestarme.

En cuanto James lo dijo, supo que había cometido un error. Intentó posar la mano sobre el brazo de su hermana para pedirle perdón, pero ella lo quitó con un manotazo.

—No era lo que quería decir, es solo que ya no cabemos los tres en mi cama y no podemos dormir bien.

Ninguno de los dos respondió y James volvió a disculparse. Lily se dio la vuelta en la cama y apoyó su índice contra el pecho de él, picándole una y otra vez mientras le recordaba que su tarea como hermano mayor, era justo aquella, la de protegerlos de cualquier cosa.

—Tienes razón Lilu —dijo dándole un beso en la frente —, ahora vamos a dormir.

James se acomodó mejor y sus hermanos lo imitaron, intentando mantener las distancias entre ellos (cosa casi imposible en la angosta cama) para no volver a tener situaciones embarazosas.

Y como aquella primera noche, los tres se quedaron dormidos, sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier cosa.


Nota:

Debo dejar de pensar en la ducha, siempre se me ocurren ideas raras bajo el agua o.O