Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

-Bla bla - Diálogo.

-Bla bla - Pensamientos.


~oO:: Plateada Esperanza ::Oo~

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Capítulo I/II

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El escenario estaba opaco, sin una luz que regurgitara en lo nublado para que iluminara la tarde. Todo era un manto casi autocompasivo. Quizá era cierto lo que decían acerca de que el clima se asociaba al estado de ánimo de las personas, aunque dudaba que todo el mundo se sintiera una mierda como ella.

Era demasiado extensa la categorización como para relacionarla, aún así, no ayudaba en absoluto que las pomposas nubes grises comenzaran a desprender diminutas gotas de agua.

Ino no sabía por qué, pero ya sospechaba que todo se trataba de una confabulación en contra de ella. Lo más probable era que, si comenzaba a llover, se desmoronaría.

Suspiró, tratando de sopesar el sabor amargo que albergaba en su corazón.

—No sé cómo pudiste, Shikamaru… — susurró, lanzando con fuerza una kunai que dio de lleno en la corteza de un árbol, quedando estancada en éste. —Soy una idiota…

Enseguida cogió otra kunai de su cartuchera, lanzándola en la misma dirección que la anterior, provocando que un ruido filoso del roce entre los metales, hiciera eco en el extenso del bosque.

—Esto es tan estúpido — dijo a sí misma bajando los hombros en actitud desganada.
Pronto, cerró sus ojos.

Respiró profundo, oliendo el olor fresco de la tierra que se comenzaba a bañar en lluvia.

—Y lo que me faltaba… — Ino abrió sus ojos, oscilando con belleza innata sus pestañas, enfocando de inmediato su mirada azulada en el cielo sombrío. — ¿No podrías, al menos, alegrarme al día? — preguntó a la nada, rogando que la respuesta milagrosa fuera la salida del sol para poder sentirse un poco mejor, aunque fuera por un segundo.

Sin embargo, la única réplica que recibió, fue un estruendoso trueno que rugió a través del aire.

—Gracias, gracias... ¡Maldita sea! —. Chilló levantando sus manos, llevándolas en el acto hacia su cabeza. — ¡Ahhh!

Siendo inundada por la sensación indigna de inferioridad, culpa y desamparo, comenzó a llorar. Lo que aumentó cuando la brisa primeriza de la tormenta, bañó con los vestigios su rostro pálido, en una mezcla de agua y aire frío.

— ¿Por qué no me amas…? — murmuró cubriendo su rostro, sintiéndose horrible por la cruel interrogante que tenía como contestación, la llaga negativa que la hacía sufrir.

Él no la amaba, nunca la amó, al final todo fue un simulo, un acto de cobardía que acabó con su alma. ¿Por qué no le dijo antes que no sentía nada por ella? ¿Para qué esperar tanto tiempo?

¡No debió hacerlo! Simplemente no debió hacerlo… si tan sólo él…

No lo entendía. Y aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, era inútil, no tenía excusa para justificar la falta a su incompetencia. ¿Cómo pudo hacerle tanto daño? ¿Acaso nunca pensó en ella…? ¿Fue una simple sustituta para escudar lo que en realidad sentía por otra?

Dolía, dolía tanto, que incluso se le dificultaba respirar.

Inmiscuyéndose en su desgracia, no notó que estaba empapada. Y en realidad, no le importaba, porque estaba tan ensimismada en intentar no caer en las redes de lo hipócrita, que ya ni eso le interesaba.

Se desconectó de la realidad, comenzando a vagar en la espesa soledad que palpitaba insolente en su mente, dejándole constancia de su mala fortuna. Un mal vivir que fue provocado por la persona que creía amar…

Ni siquiera fue capaz de sentir cuando de rodillas cayó en el húmedo césped que amortiguó su derrumbe.

—No puedo… — hipó descubriéndose el rostro. —No puedo… — tembló, apoyando la palma de sus manos en el suelo.

Sin duda, ella era el verdadero ejemplo de fortaleza, mas en ese momento, la resiliencia la había abandonado, al igual que él. Al parecer, era el día de los abandonos sin piedad.

¿Qué más la iba a abandonar? ¿Su orgullo? ¿Sus ganas efímeras de vivir?

¡NO! No podía permitirlo. No podía embaucarse en lo incierto, ya no… ¡Mierda! Se supone que ella era Ino Yamanaka. La mujer que…

—No más… — negó, además, con la cabeza. No se iba a echar a morir por un hombre, no valía la pena. ¡No señor!

—Tienes razón, ya no más. Levántate de una buena vez, Yamanaka. Te ves patética.

Al reconocer la voz masculina que llegó a sus oídos, el cuerpo de Ino se puso rígido. ¡Lo que le faltaba para empeorar su día!

Maldiciendo por lo bajo que él la haya encontrado en esas condiciones, que de seguro fomentarían nuevas ideas para burlarse de ella, forzó una sonrisa en su rostro, aunque de sonrisa no tenía absolutamente nada, todo lo contrario, era mueca ejemplar de su estado desahuciado.

—Hyuuga —masculló entre dientes, inclinando el rostro para mirarlo.

Neji Hyuuga estaba frente a ella, de brazos cruzados, luciendo su típica –y hermosa- pose de tirano altruista.

—Levántate — ordenó sin quitarle la mirada de encima. Honestamente, odiaba ver a Ino en actitud desganada, tan poco propia de ella. De hecho prefería verla tal cual como era; insolente, gritona, e increíblemente intrépida.

La Yamanaka arqueó una ceja al escuchar tal solemne mandato. ¿Qué diablos se creía, su dueño?

—Púdrete, Hyuuga, déjame tranquila — dijo sin ánimos, desviando su mirada del blanco puro de sus ojos. —Vete.

—No, no lo haré — se negó avanzando un paso hacia ella. —Estás en el complejo Hyuuga. Así que si alguien tiene que irse de aquí, eres tú, Yamanaka.

Confundida, la rubia observó los alrededores de donde se encontraba y, efectivamente, estaba en esa zona. ¿Cómo llegó ahí? ¡Caray! ¿Por qué mierda no se fue a otro lugar?

Suspiró, regañándose internamente por su estupidez.

En definitiva, no tenía nada que discutirle.

—Bien… me iré — sin más, se levantó.

Justo cuando iba a empezar a caminar para irse cuanto antes, él la detuvo, sosteniéndole el antebrazo.

— ¿Qué quieres…? — preguntó volteándose para hacerle frente.

— ¿Por qué llorabas? — Neji posó una mano sobre la mejilla de la platinada, en el preciso lugar en donde una lágrima se estaba fusionando con las gotas de lluvia.

—No es algo que te importe — murmuró, no sorprendiéndose del actuar de el prodigio, dado que era habitual que él se mostrara de manera más afectuoso con ella.

Era el lazo de la amistad que luego de años lograron establecer, pese a las frecuentes discusiones y cortocircuitos entre sus personalidades tan distintas.

—Hn… —gruñó, teniendo bien en claro que Ino trataba de ocultar lo que le pasaba. —¿Por qué llorabas? — volvió a preguntar, esta vez ajustando su mano en el mentón de la Yamanaka, obligándola a que lo mirara a los ojos. No soportaba verla tan angustiada, eso lo dañaba indirectamente.

A decir verdad, el genio del clan Hyuuga siempre había provocado un revuelo especial en Ino, lo que aumentaba cuando vislumbraba las preciosas perlas que examinaban con determinación.

Era extraño, acogedor, absurdo.

—Neji… — balbuceó, meditando entre la revelación o el ahogo de la verdad.

— ¿Fue tu novio? — buscó en sus orbes azules algún indicio, y lo halló, la respuesta estaba en lo profundo de su interior. ¿Por qué estaba tan perdida e indefensa?

—Y-Yo… — y no fue necesario que dijera más, sabía con certeza que él ya había descubierto que era así.

No pudo aguantarlo más, el que la estuviera analizando de esa manera, había debilitado por completo la coraza de orgullo que había plasmado en su alma. Lloró.

Por otra parte, Neji apenas fue testigo del derrumbe de la florista, la abrazó. Después de todo, se trataba de Ino, su compañera… su amiga… la mujer que amaba.

En el momento que ella tembló bajo su tacto, la atrajo más hacia su pecho, tratando de reconfortarla de esa manera, aunque fuera sin palabras de aliento. Nunca fue bueno con la comunicación afectiva, y nunca lo sería, lo tenía asumido, por lo que la única alternativa que tenía era acogerla en sus brazos.

Ino envolvió sus delgados brazos por la cintura del prodigio, aferrándose con fuerza al torso húmedo que le ofrecía apego. No se sentía mejor, pero al menos el saber que él estaba con ella, la hacían sentirse no tan abstracta de sí misma.

—Está bien — acarició las finas hebras mojadas de la ojiazul que le caían por la espalda, haciendo un camino de finas caricias por el recorrido de las vértebras.

Un fuerte trueno resonó en el lugar, acompañado de una furiosa ventisca que comenzó a revolver las ramas y hojas que los árboles adyacentes.

Bueno… definitivamente no había que ser genio para notar que la lluvia empeoraría, pues era lógico que se estaba avecinando una tormenta en homenaje a su denominación.

—Te iré a dejar, Yamanaka, no podemos quedarnos aquí — irrumpió entre los sollozos de Ino, tratando de sacar a relucir su tacto y suavidad, aunque haya pasado desapercibido.

—N-No quiero irme a casa —dijo entre cortado, hundiendo su rostro en el pecho de él. —N-No quiero…

Honestamente, no quería hacerlo, porque para Ino tener que dejar la candidez del pecho del Hyuuga, la iba a dejar sin fuerzas. Necesitaba un hombro para desprender lágrimas, ni siquiera palabras, sino que un apoyo, nada más…

Al escuchar sus palabras quebradizas, no le quedó de otra más que asentir, ya que estaba dispuesto a consolarla, porque se trataba de una persona importante para él, no podía negarlo. Y si Ino necesitaba de él, ahí estaría, no se haría el desentendido, no era tan poco hombre.

—Está bien, quédate conmigo — murmuró separándose de ella.

—Pero… ¿Tu clan? — preguntó sorprendida por tal oferta, pues era consciente de lo conservadores que eran los miembros del clan Hyuuga.

—No tienen por qué saberlo — dijo como si nada.

Si bien sabía que tenía que ser cuidadoso, no podía permitir que lo vieran con una mujer en su habitación. Eso significaba una falta de respeto a los que residían en el compuesto, aunque no era algo que le importara.

— ¿Estás seguro? — estaba aún dubitativa.

—Mientras no te vean… — sonrió de medio lado.

— ¿Y Tenten? —. Enarcó una ceja —Si te ve conmigo tendrás problemas.

—No lo creo… —musitó, encogiéndose de hombros.

—Es tu novia, podría mal interpretar las cosas. Ya sabes, ponerse celosa…

—No es más mi novia — la interrumpió, fijando sus pupilas en las de ella.

La rubia amplió sus ojos. ¿Había terminado la relación de 2 años?

— ¿Por qué?

—Ya sabes la respuesta, Ino… —y era cierto, ella sabía la causa sobre quiebre de su relación con la experta en armas. ¿Y cómo no saberlo? Si era por ella…

—Y-Yo… — tartamudeó reflejando un tinte rosa sobre sus mejillas. –Lo siento… —se sintió culpable, porque sabía perfectamente lo que el Hyuuga sentía por ella. En más de una ocasión se lo había hecho saber con acciones que tenían un sólo significado que bien conocía.

—No te disculpes… era algo que tenía que suceder.

—Lo sé — se mordió el labio inferior en señal de nerviosismo.

Inmediatamente él posó los dedos sobre sus labios, para que dejara que hacerlo.

—Vámonos — susurró acariciándole con el dedo pulgar el labio inferior.

Ino asintió sin pronunciar palabra alguna, hechizada por el contacto que provocó burbujeos en su vientre.


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TO BE CONTINUED...

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Hola, ¿qué tal? Lo sé, lo sé, debería estar actualizando mis otros fics en vez de estar publicando otros. xD Jaja. Es que no pude, pero pronto actualizaré, en serio. Quizá mañana lo haga con unos cuantos fics.

Nos vemos, y gracias a quien pase a leer. ¡Besos!

Pd: Amenazas, críticas y más, sólo dejen un review.

Pd2: Próximo capítulo; lemon.

Pd3: Éste es el Neji/Ino two shots que tenía pendiente, estaba publicado en otro foro, mas ahora lo traje para acá. xD Ojalá les guste.